miércoles, 24 de mayo de 2023

TERESITA... EL CAMINITO

 


La expresión "caminito" o "petit voie" aparece sólo dos veces en los escritos de Teresa (si bien ella la utilizase en la comunicación oral). Y esas dos veces, aparece precisamente cuando la santa refiere en junio de 1887 su gran descubrimiento (que había ocurrido en el otoño de 1884): encontrar "un caminito muy recto y muy corto, un pequeño camino totalmente nuevo", distinto de la "dura escala de la perfección", que ella, retenida en su "pequeñez" y sus "imperfecciones", se halla "demasiado pequeña para subir". Esta nueva senda debe conducir a la "cumbre de la santidad", y consiste en hacerse conducir "como por un ascensor", por "los brazos" de Jesús.

Bajo esas múltiples imágenes, el dinamismo de esta pequeña senda brota de la confianza en la misericordia divina, en el amor salvador y santificante de Dios al que muy pronto Teresa se ofrecerá como víctima, el 9 de junio de 1895.

(Diccionario de Santa Teresa de Lisieux)

jueves, 11 de mayo de 2023

AVISOS DE TERESA DE JESÚS A SUS FRAILES

"Normalmente, la Madre, en sus obras, se dirige a sus monjas. Camino de Perfección es un tratadillo dedicado a instruirlas. En las Fundaciones, su perspectiva se abre a un auditorio mixto de manera explícita en diversos momentos:

«Ahora estamos todos en paz, Calzados y Descalzos. No nos estorba nadie a servir a nuestro Señor. Por eso, hermanos y hermanas mías, pues tan bien ha oído sus oraciones, prisa a servir a Su Majestad» (F 29, 32).

Sin embargo, existe un texto en el que Teresa tiene presentes exclusivamente a los varones de su Orden: los Cuatro avisos a los Padres Descalzos. Se trata de media página que ella insertó pegándola al final del capítulo 27 de las Fundaciones:

«Estando en San José de Ávila, víspera de Pascua del Espíritu Santo, en la ermita de Nazaret, considerando en una grandísima merced que nuestro Señor me había hecho en tal día como éste, veinte años había, poco más o menos, me comenzó un ímpetu y hervor grande de espíritu, que me hizo suspender. En este gran recogimiento entendí de nuestro Señor lo que ahora diré:

Que dijese a estos Padres Descalzos de su parte que procurasen guardar esas cuatro cosas, y que mientras las guardasen siempre iría en más crecimiento esta religión, y cuando en ellas faltasen entendiesen que iban menoscabando de su principio. La primera, que las cabezas estuviesen conformes. La segunda, que aunque tuviesen muchas casas, en cada una hubiese pocos frailes. La tercera, que tratasen poco con seglares, y esto para bien de sus almas. La cuarta, que enseñasen más con obras que con palabras.

Esto fue año de 1579. Y porque es gran verdad, lo firmo de mi nombre».

¿Qué quería decir aquí Teresa de Jesús con esta especie de testamento para sus hijos, los carmelitas descalzos? 
Existe un magnífico comentario a estos avisos, y seguimos aquí las líneas que en él se marcan: Su autor es el P. Tomás Álvarez
«Sobre los “cuatro avisos” de la Santa» en la revista Monte Carmelo 114 (2006) 257-299.

El primero de los avisos es “que las cabezas estuviesen conformes”. “Las cabezas” alude a los responsables del grupo, y que estén “conformes” no significa –como bien subraya el P. Tomás Álvarez– que haya uniformidad, sino más bien que sean concordes, que haya unidad de criterios a la hora de orientar la Orden y de tomar decisiones, ya que ella, aunque fuera la Madre fundadora y líder espiritual, carecía de «poderes fácticos y jurídicos», todos en manos de los varones. Había problemas de jurisdicción, pero también había disensiones internas y celos entre las “cabezas” del grupo. Recordemos, por citar solo un caso, que la Madre Teresa le pide a Jerónimo Gracián que no sepa el P. Antonio cuántas cartas le manda a él, mientras al otro tan pocas, para que no se acrecienten las envidias. Tras la muerte de la santa, desgraciadamente, la rama masculina se vería pronto envuelta en disensiones y rivalidades.

El segundo aviso: “que aunque tuviesen muchas casas, en cada una hubiese pocos religiosos” hace referencia al deseo de Teresa de que en las comunidades masculinas, como ya sucedía en las femeninas, pudiese haber un ambiente familiar. Esta era una propuesta a contracorriente de lo que solían ser la vida religiosa en su tiempo, como se puede comprobar por las palabras de uno de los delatores de la santa ante la inquisición, el dominico Juan de Lorenzana, que se sirvió de este dato para demostrar la falsedad de sus revelaciones. Decía así:

«Este aviso no pudo ser de Dios, porque sabemos por experiencia clara que en las casas de muchos frailes se guarda mejor la religión y constituciones y hay grandísima ventaja en esto a las casas de pocos frailes»¹.

El tercer aviso: «traten poco con seglares, y esto para bien de sus almas». El verbo “tratar”, recordemos que es el mismo que usa la santa para referirse a la oración mental, trato de amistad con quien sabemos nos ama. El P. Tomás Álvarez, al referirse a este punto, trae también a colación esta frase del Libro de la Vida: «Aconsejaría yo a los que tienen oración, en especial al principio, procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo» (Vida 7, 20). Teresa busca fomentar la comunicación en el interior del grupo. Por otro lado, ya había dicho a las monjas en Camino de Perfección: «Que vuestro trato sea siempre ordenado a algún bien de quien hablareis» (C 20, 3-4). Y también había dado esta otra consigna: «procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar y no se atemoricen y amedrenten de la virtud» (C 41, 7). Viene a recordar a sus descalzos que su interés ha de ir siempre dirigido al bien espiritual de los demás.

Y el último aviso es de una claridad meridiana: «que enseñasen más con obras que con palabras». Es una consigna muy propia de Teresa. A sus monjas, en Camino de Perfección, les había hecho ver que un gesto de humildad, como es dejarse condenar sin culpa, puede cuestionar y ser un «toque de Dios» para quienes lo observan, más que muchas palabras:

«Más levanta una cosa de estas a las veces el alma que diez sermones. Pues todas hemos de procurar de ser predicadoras de obras, pues el Apóstol y nuestra inhabilidad nos quita que lo seamos en las palabras» (C 15, 3-6).

El tema de las obras como fruto de la relación de amistad con Dios lo encontramos también a lo largo de las Moradas. Es en el servicio a hermano necesitado donde se comprobará la calidad y la hondura de la propia vida espiritual:

«Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras» (7M 4, 6).

Tomado del blog "De la rueca a la pluma".
Firmado por MJ

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...