martes, 30 de agosto de 2022
NOTAS SOBRE LA INFANCIA DE TERESA DE LISIEUX (5): PRIMEROS PASOS
lunes, 22 de agosto de 2022
NOTAS SOBRE LA INFANCIA DE TERESA DE LISIEUX (4): LAS HERMANAS QUE ENCUENTRA TERESITA AL NACER
NOTAS SOBRE LA INFANCIA DE TERESA DE LISIEUX (3)
Recordemos que la joven Celia Guerín había deseado ser religiosa, pero le resultó imposible; este deseo suyo reaparece constantemente a lo largo de toda su vida de esposa y de madre, por lo que se comprende que infundiera a sus hijas las mismas aspiraciones que ella había tenido. Hubo alguien que sí pudo realizar esas aspiraciones, y fue su hermana Luisa (Sor Dositea, en el claustro), que se hizo visitandina en Mans. Cuando las hijas de Celia llegan a la edad escolar, su madre no tiene más que una preocupación: confiarlas a su tía, a fin de que las eduque en el ambiente preciso de la vida religiosa y pueda encaminarlas a ser ellas mismas religiosas. Así el círculo está cerrado.
La correspondencia entre Celia y su hermana religiosa es importante para comprender la espiritualidad que ellas viven y que intentan trasmitir a sus hijas o sobrinas. Celia le pide a su hermana consejo para todo, y Luisa le escribe, diciéndole: "Forma (a tus hijas) en el espíritu de sacrificio". Encontramos en Celia una constante obsesión de santidad, entendida como perfección, y su hermana tiene por meta un moralismo igualmente estrecho. Cuando todavía la mayor de sus hijas tiene solo 4 años, le cuenta Luisa a su hermano que Celia "se atormenta ya por no ver huellas de vocación en sus hijas". Luisa reprende a su hermana por ciertos excesos: "No tienes razón para atormentarte cuando no llevas a María a Misa; no está obligada todavía a ello... no hay que exigir de una niña de 5 años que rece a Dios todo el tiempo de la misa".
La espiritualidad de Luisa (Sor Dositea) se muestra en las cartas a su hermano como hecha de repulsa al mundo como inconsistente y malo; así le dirá el 25 de mayo de 1864: "El mundo no es más que un ingrato, nos pone buena cara cuando espera algo de nosotros, y nos desprecia y abandona cuando nos ve en la desgracia. ¡Qué locura apegarse a él y amarlo!". Para Sor Dositea, Dios es el que se ingenia en no dejar ser felices a los hombres, a fin de que ellos deseen dejar este mundo e ir al cielo (2 septiembre de 1866). Es un Dios que tiene sed de sufrimiento y de sangre; le interesa incluso el sufrimiento de los niños como fuente de méritos y de gloria.
En agosto de 1868, Celia decide enviar a María y a Paulina al pensionado de las Visitandinas de Mans; tenemos así a las dos niñas bajo la custodia de su tía, en un mundo cerrado de religiosas. La espiritualidad dolorista y reparacionista de Dositea, que Celia comparte también, se trasmite a las niñas: carácter escrupuloso, con sentimientos de culpa y propósito de sufrir por los demás o en lugar de ellos.
miércoles, 17 de agosto de 2022
NOTAS SOBRE LA INFANCIA DE TERESA DE LISIEUX (2): LOS PADRES DE TERESITA
¿Cuántas cosas se descubren al acercarnos a la familia de Teresita?
EL PADRE, Luis Martin: Un ser interiorizado, soñador, muy romántico y extraño al mismo tiempo; un "melancólico". Vive la fragilidad de las cosas humanas, y siente la necesidad de retiro profundo. Con 20 años quiere hacerse monje, pero no le admiten en el noviciado por no tener estudios latinos. Busca entonces oficio, a tono con su temperamento silencioso y su gusto por la meditación solitaria: se hace relojero. Con 23 años pasa una temporada en París, que él experimentó como un período de dificultades y tentaciones (tiempos de inestabilidad social). Regresa a Alencon e instala su taller de relojería, en un barrio tranquilo. Con 27 años lo vemos viviendo con sus padres, en una especie de vida "monástica", y los domingos se dedica a la pesca. Su madre insiste en que se case, pero Luis se niega. Huye del mundo y del matrimonio.
LA MADRE, Celia Guérin: Nace en 1831. Infancia difícil, marcada por la austeridad y la severidad. Estudio en un colegio religioso; desea consagrarse a los enfermos haciéndose hermana de San Vicente de Paúl, pero la superiora del convento, al que acude con su madre, le dice que no tiene vocación. En 1851 decide especializarse en el punto de Alencon, hasta instalarse como fabricante. Su hermana, Elisa, entra en el convento de las Visitandinas, y allí permanece hasta su muerte.
EL MATRIMONIO: Cuando se conocieron, Luis tenía 35 años y Celia 27. Ambas familias tienen puntos en común; el mismo medio de oficiales, las mismas convicciones religiosas. Luis y Celia también tienen cosas en común: ambos han pensado en la vida religiosa, ambos han escogido una profesión que se ejerce a solas. El matrimonio se realiza más por razón que por pasión; es un matrimonio arreglado por sus padres. Sus caracteres son, sin embargo, diferentes: Luis es tranquilo y Celia es impulsiva; Luis es riguroso y bastante firme, Celia es más flexible y adaptable.
¿Cómo ellos concebían el matrimonio?
Luis aborda el matrimonio de una manera particular: está decidido a vivir con su mujer como hermano y hermana; ha reflexionado sobre el tema, consultado libros de teología y hasta copiado algún pasaje en el que se pone como ejemplo el matrimonio de María y José. Celia por su parte desea muchos hijos, pero, cuando su marido le explica a ella que lo ignoraba todo cómo se es madre, presa de pánico, acepta gustosa el punto de vista de su futuro marido. Ya casada, seguía suspirando por la vida religiosa, y lloraba cuando iba a visitar a su hermana visitandina. Después de 10 meses de vida en común, viviendo como hermanos, será preciso la intervención vigorosa de un confesor para inducir al matrimonio a cambiar su punto de vista. Pero, aún así, los motivos de la vida conyugal normal siguen siendo de índole religiosa ("Tener muchos hijos, a fin de educarlos para el cielo").
Los hijos van a sucederse uno tras otro; de su unión nacieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron prematuramente. María Luisa (2/1860), María Paulina (9/1961), María Leonia (6/1863), María Elena (10/1864), María José (varón, 9/1866), María José (varón, 12/1867), María Celina (4/1869), María Melania (8/1870), y María Teresa (1/1873). Todos llevan en primer lugar el nombre de María.
Celia pasa no pocos sufrimientos con sus hijos, que están siempre enfermos. Tiene una idea del destino humano que le impide además ser dichosa, disfrutar de la vida: "¡Qué quieres; hay que renunciar a todo! Jamás he encontrado placer en mi vida; no, jamás lo que se llama placer" (Carta a su hermana). Ella tiene la seguridad de que la felicidad no es posible en este mundo, además de sentimientos de castigo divino. El mundo aparece siempre como malo, mientras que sólo el cielo es bueno y esperado.
Celia se sumerge en un trabajo constante y abrumador, hasta el punto de no poder criar a algunos de sus hijos, encargándoselos a una nodriza, granjera de un sitio cercano a Lisieux, llamada Rosa Taillé. Ella sabe que su esposo no es un hombre de negocios, y siente la responsabilidad del futuro de sus hijas sobre sus espaldas, Por ello trabajará intensamente hasta su muerte.
En realidad, Luis es más un ermitaño que un hombre que se hace cargo de sus responsabilidades de esposo y padre, en lo que a la economía se refiere. En 1870, renuncia definitivamente a su oficio de relojero, y uno de sus sobrinos se hace cargo del mismo; el negocio de encajes de Celia marcha muy bien, y con eso pueden vivir.
Luis en su desarraigo de la realidad y Celia con sus constantes presagios de desgracias (aunque manifiesta un afecto febril y turbulento por sus hijos, como anverso de un deseo de muerte que se aplica a sí misma), no crean en el hogar familiar el ambiente propicio para que los hijos crezcan satisfechos de vivir, apasionados por esta tierra o interesados por la marcha de la historia.
(Nota: cuando el libro que sigo acá se escribió (La infancia de Teresa de Lisieux", de Jean Francoise Six) todavía la Iglesia no había reconocido oficialmente la santidad de los padres de Teresa de Lisieux, cuya memoria litúrgica se celebra el 12 de julio. En una biografía que aparece en Aciprensa, se lee: El entendimiento y el amor fue tan rápido y grande entre los dos que contrajeron matrimonio el 13 de julio de 1858, solo tres meses después de haberse conocido. Ambos llevaron una vida matrimonial ejemplar: misa diaria, oración personal y en familia, confesión frecuente, participación en la vida parroquial.).
martes, 16 de agosto de 2022
NOTAS SOBRE LA INFANCIA DE TERESA DE LISIEUX (1): ALGUNOS PRESUPUESTOS
Hace ya unos cuantos años, en la última década del pasado siglo, mientras celebraba el Carmelo Descalzo una fecha conmemorativa de santa Teresita, me impactó positivamente la lectura de "La verdadera infancia de Teresa de Lisieux. Neurosis y santidad", de Jean- Françoise Six, y preparé algunas charlas a partir de ese texto. Más de 20 años después recupero esos resúmenes con el propósito de compartirlos poco a poco en este blog.
La santidad de Teresa de Lisieux se ha presentado durante mucho tiempo como una realidad angélica vivida fuera del mundo, como un gustar anticipado del cielo, ajena a todo combate terrenal. Es decir, la santidad de Teresa se presentaba como un puro idealismo y una confirmación del idealismo. Pero fue la misma Teresa la que dijo: "Quiero pasar mi cielo haciendo bien en la tierra". Lejos de huir del mundo y de despreciarlo, la santa promete que hará de él, el escenario de su actividad después de su muerte. Es el polo opuesto de tantos cristianos para los que la tierra es vana, y el cielo el valor exclusivo.
Muchos biógrafos de Teresa de Lisieux olvidaron algo esencial en la historia de la santa: Lisieux. El lugar donde vivieron sus padres y hermanas, el lugar donde ella misma nació. Algunos dirán que Teresa vivió su vida prácticamente aislada, primero en el hogar familiar, y luego en el Carmelo; pero la influencia del entorno no por eso se dejó de sentir.
Lisieux en aquellos años era escenario de luchas encarnizadas entre realistas y republicanos: los primeros, clericales, antisemitas, públicamente practicantes; los segundos, anticlericales, frecuentemente agnósticos, a veces ateos. Existían dos periódicos en Lisieux que apoyaban cada uno, una de esas dos tendencias: Le Lexovien, republicano, y Le Normand, monárquico. En este último escribía y batallaba un farmacéutico de Lisieux muy católico y antisemita, Isidoro Guérin, tío y tutor de santa Teresita.
Por otra parte, en múltiples estudios se ha hablado de Teresita del Niño Jesús y de su infancia espiritual sin hablar realmente de la infancia de Teresita, Algunos dan a entender que hubo en ella algunos problemas, pero no se detienen mucho en ello, es un tema tabú. Sin embargo, hay variados documentos que hablan de ella, por ejemplo las cartas de su madre, pero ningún estudioso las utilizaba verdaderamente, o al hacerlo, manipulaba los datos para hacerles decir lo que no decían.
En el proceso de beatificación, María Martín, la hija mayor declara sin rodeos: "Sor Teresita del Niño Jesús me pareció desde su más tierna infancia como si hubiera sido santificada en el seno de su madre o bien como un ángel que el buen Dios hubiera enviado a la tierra en un cuerpo mortal. Lo que ella llama sus imperfecciones o sus faltas, no lo eran; jamás la vi cometer la más ligera falta". Pero Teresita misma contradice esas afirmaciones de su hermana. Doce días antes de entrar en el Carmelo, con 15 años, le dice a su hermana Paulina: "No soy perfecta; quiero llegar a serlo". Si ella misma declara que no es santa ni perfecta, ¿por qué obstinarse en presentarla de otra manera?
Hemos vivido con frecuencia mecidos en el dogma de la infancia como inocencia infusa; pero, infancia no es inocencia. Este apriorismo ha llevado a presentar la infancia de Teresita como un período sin problemas, y a Teresita como un ser perfecto. En su caso hay que subrayar que su infancia ha sido doblemente idealizada; al ser suya la doctrina de la infancia espiritual, se ha transferido la infancia como edad de vida a la infancia como modelo de vida espiritual. Así, se han malinterpretado las palabras de Jesús: "Si no se hacen como niños, no entrarán en reino de los cielos"; esto no significa copia del niño real, con lo que tiene de credulidad y pasividad, de dependencia e irresponsabilidad, justificando así la fe del carbonero, la obediencia ciega, rechazando la lucidez y el sentido crítico, las preguntas y las búsquedas personales. De esta manera, infancia espiritual ha podido convertirse en sinónimo de repulsa de la realidad, conservadurismo y cobardía.
Pero las palabras de Jesús deben ser tomadas por lo que son: símbolo de vida y de esperanza. Se trata de nacer de nuevo, de rechazar la nostalgia, la insipidez, el derrotismo. Es tener la certeza de que la vida y la aventura humana tienen un sentido, de que las esperanzas fundamentales de la humanidad tendrán la última palabra.
(Cont...)
lunes, 15 de agosto de 2022
SANTA TERESA DE LISIEUX: SU ÉPOCA Y SU IGLESIA
La sociedad francesa no era una sociedad homogénea, ni en lo político, ni en lo social, ni en lo religioso. El siglo XIX marca una época de continuas revoluciones y contrarrevoluciones, En relación al mapa religioso de Francia podemos distinguir: un mundo rural, más apegado a tradiciones religiosas, y un mundo urbano, asiento de nuevos grupos sociales (burguesía y proletariado), y la influencia de Voltaire, el secularismo y el socialismo. También geográficamente hay diferencias, entre el oeste y el norte del país. La fachada atlántica, Normandía (lugar donde nace y vive Teresita), Bretaña, etc., son zonas de gran fidelidad al catolicismo y de reclutamiento vocacional.
Por otro lado, en la renovación religiosa que se da a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, ayuda el nacimiento de nuevas instituciones y devociones que arraigan en el mundo popular: Adoración nocturna (1851), Adoración perpetua (1854) en las parroquias de la diócesis de Angers, celebración del Mes de mayo (1839), culto al Corazón de Jesús, extendida por ciertos conventos (Por ejemplo, en la Visitación de Le-Mans, donde se formaron las hermanas de Teresita, María y Paulina), y el culto a la Santa Faz, en el Carmelo de Tours.
En algunas zonas el sentimiento religioso va a verse mezclado con sentimientos nacionalistas; en otras, prenderá la irreligiosidad, sobre todo en la clase obrera.
Algunos elementos caracterizan la restauración religiosa en la Francia del siglo XIX:
1. Recuperación de Jesucristo: En el siglo XVIII: Jansenismo, teocentrismo, Dios severo, rigorismo sacramental. En el siglo XIX: Romanticismo y espíritu italiano (más humanista); cristocéntrico y más afectivo. Alfonso María Ligorio y Bérulle. Un basto movimiento devocional que insiste en elementos de carácter pasional (Viacrucis, agonía de Jesús, Sagrado Corazón). También exaltación del dolor, predominando temas como la agonía del huerto, la sangre cubriendo el cuerpo de Cristo. Este tema del dolor se centra en la infancia de Cristo, al que se presenta como niño sufriendo, lo cual fue muy popularizado mediante estampas devocionales. Cobra gran auge la devoción a la Virgen de los dolores, y también la Imitación de Cristo, de Kempis.
También hay que destacar la influencia de corrientes laicas en su simpatía hacia la figura de Jesús; se hace una lectura del Evangelio menos marcada por la teología y más por la preocupación de reconciliar valores evangélicos con los nuevos movimientos sociales. En esta lectura no se insiste tanto en la salvación individual, como en la salvación colectiva (Cristo como salvador de la humanidad y mediador de esta frente a Dios, redentor de las desigualdades, injusticias y esclavitudes; el reino de Dios anunciado por Cristo como anticipo de la sociedad comunista).
2. Religión y nacionalismo: Como consecuencia de las revueltas sociales, y más aún de la reacción contra los valores y visión del mundo nacidas de la revolución, se da la alianza entre la religión y los sectores nacionalistas, fraguando en la utilización político religiosa de determinadas devociones (Sagrado Corazón) o fenómenos religiosos (Apariciones marianas). Todo ello cuaja en un espíritu reparador que se presenta como un intento de frenar la evolución política de la sociedad, del secularismo y los valores democráticos cifrados en la libertad de conciencia, de creencia, de pensamiento, separación iglesia-estado y la aconfesionalidad del mismo estado. Estas libertades son vistas desde la perspectiva reparadora como apostasía y olvido de Dios; todo el que discrepa y pretende moverse con libertad fuera de la esfera religiosa o eclesiástica es alguien por quien hay que rezar, a quien hay que convertir, que traer al redil para salvarlo.
(Fuera de la Iglesia no hay salvación=identificación Iglesia-sociedad).
Desde una perspectiva sociopolítica, el espíritu reparador trata de construir una nueva cristiandad donde no cabe la discrepancia, y por supuesto, donde no hay que alterar los principios tradicionales sobre los que se sustenta la sociedad, que es el fiel reflejo del orden celestial establecido por Dios. En el fondo de esta visión reparadora subyace una visión pesimista de la naturaleza y una visión negativa de Dios.
3. Renacer de las peregrinaciones: A partir de 1846, por varias razones: paz religiosa, renacer del culto mariano (La medalla milagrosa, en1830), La Salette en1846), Lourdes en1858), restauración de las órdenes religiosas (promotoras de las peregrinaciones), desarrollo del ferrocarril, veneración creciente en los círculos católicos de la persona del papa (sobre todo a partir de 1848 se generalizan las peregrinaciones a Roma con el nacimiento de la "cuestión romana", cobrando más importancia en el período 1874-1913, pontificado de León XIII), y una vuelta al sacramento de la penitencia (Influencia jansenista y estrategia de la Iglesia para lavar la moralidad de la familia).
4. Una piedad utilitaria: Utilitarismo oracional; se reza por: la salvación de las almas del purgatorio, la conversión de los libre pensadores, la propagación de la fe, la salvación de Francia, y entre adolescentes y jóvenes se generaliza la costumbre de orar para tener éxito en los estudios.
Sigue el auge del gusto por las indulgencias, con una doble finalidad: tranquilizar la propia conciencia al creer que por los méritos que uno conseguía en los ejercicios devocionales lograba de salvación. Y además, era un instrumento positivo en manos de la Iglesia para conseguir una mayor participación de los fieles en la vida sacramental y benéfica de la Iglesia.
EN RESUMEN: El tiempo histórico de Teresa de Lisieux es un tiempo corto (1873-1897), pero a la vez es un tiempo polémico e intenso en la vida de Francia; es cuando triunfan los valores republicanos, llevando a un enfrentamiento abierto con la Iglesia, sobre todo por establecer una sociedad laica.
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Para ampliar este tema, comparto algo de "Tu amor creció conmigo. Teresa de Lisieux", del P. María Eugenio del Niño Jesús:
"En el siglo XVII se había desarrollado una corriente que se prolongó en el siglo XVIII, en la que se contemplaba a Dios principalmente como Justicia, de modo que se conocía bastante poco a poco a Dios Amor. Se consideraba sospechosos a los místicos de entonces, quienes, por lo demás, eran muy pocos.
Con la Revolución Francesa de 1789 se hundió todo un régimen político y económico; después vino el período napoleónico y la restauración de la monarquía. Estos acontecimientos dejaron las almas dañadas, y las defecciones religiosas fueron tantas que se llegaron a suprimir los votos solemnes...
Predominaba la espiritualidad ascética porque se quería preservar a las almas. Al mismo tiempo, desde el punto de vista teológico, se sentía la necesidad de defenderse, y por eso la apologética es lo que más se desarrolla. Estos hechos manifiestan, sobre todo, una actitud negativa: un fuerte sentido del pecado y de la culpa, que repercuten en toda la espiritualidad. Por ejemplo, en la devoción al Sagrado Corazón, nacida originariamente para honrar el amor de Cristo, dominaba netamente el aspecto reparador.
En los mismos Carmelos encontramos una obra titulada Los perfumes del Carmelo en la que se define a la Orden como reparadora, cuando esta palabra no se encuentra jamás en santa Teresa; es otra influencia de aquella forma de piedad... En el Carmelo no se leían ni en Cántico espiritual ni la Llama de amor viva de San Juan de las Cruz... Prevalecía una escuela que habría de durar mucho tiempo: leer a San Juan de la Cruz conllevaba, se pensaba, un peligro de iluminismo, y esto sucedía incluso en el Carmelo. Cuando se editaron sus obras hacia 1860, sólo se publicó la Subida del Monte Carmelo. Resultaba inconcebible la publicación de las demás.
En el Carmelo de Lisieux coexistían varias tendencias, Este Carmelo había sido fundado por el de Poitiers, del que procedía la Madre Genoveva, que pertenecía, por así decirlo, a la "nueva escuela", pero estaban otras madres, sobre todo María de Gonzaga, personas de gran valor, pero en la línea de la austeridad. Por ejemplo, en un Carmelo de esa tendencia, cuando se leyó en el refectorio la Historia de un alma de sor Teresa del Niño Jesús, al cabo de algunas páginas, la priora dio un golpe en la mesa diciendo: "Cerrad ese libro; en este Carmelo no se leen esas ñoñerías".
Así pues, en el Carmelo de Lisieux coexistían las dos tendencias: la de la madre María de Gonzaga, asceta, que multiplicaba las mortificaciones extraordinarias y, por otro lado, la madre Genoveva, y también la madre Inés, que educada en la Visitación de Caen es de formación salesiana y ponen el énfasis en la primacía del amor.
Al llegar a ese ambiente, Teresa aporta ciertamente un mensaje de otra envergadura; Dios la ha preparado para una doctrina de amor".
jueves, 4 de agosto de 2022
MARÍA EN LA REFORMA PROTESTANTE
CALVINO: El reformador de Ginebra suprime todas las fiestas marianas. Acepta el título de madre de Dios conforme a Éfeso (431), pero por motivos pastorales prefiere usar la expresión madre de Cristo, ya que es difícil explicar a los no creyentes y a nivel popular la diferencia que hay entre madre divina y madre de la divinidad, y ello confunde y no favorece la predicación del evangelio. Defendió con mucha fuerza la perpetua virginidad de María, y afirma que los hermanos de Jesús son otros parientes, y quien sostenga lo opuesto da pruebas de ignorancia y abusa de la Escritura.
RESUMIENDO: En la reforma protestante se afronta esporádicamente el problema mariano, que permanece al margen de las discusiones teológicas, en la que buscan de manera esencial una relectura cristológica de la tradición, en la que María no emerge de manera destacada en el conjunto de los testimonios bíblicos.
lunes, 1 de agosto de 2022
MARÍA EN LA TEOLOGÍA CONTEMPORÁNEA
La figura de María, "madre de Jesús" (Mc 6, 8; Mt 13, 35; Hch 1, 4), aparece en los evangelios y en el resto de los escritos neotestamentarios con sobriedad y ponderación. Quizás el dato clave, por su densidad teológica, que ofrecen los autores del Nuevo Testamento sea el nacimiento de Jesús de una mujer, María, pues con él se intenta mostrar, frente a las tendencias espiritualistas y ahistóricas del cristianismo naciente, la realidad humana e histórica de Jesús.
Pero, en el correr de los siglos, los datos bíblicos y el mensaje teológico neotestamentario sobre María se distorsionaron hasta extremos insospechados. Proliferó una abundante literatura mariana no siempre fiable y de dudosa calidad teológica e histórica.
No pocas obras sobre María, e incluso los mismos tratados sistemáticos, acusan defectos de bulto, ampliamente reconocidos hoy por los especialistas. Entre ellos podemos citar, a modo de ejemplo, los siguientes: tendencia a convertir la mariología en una disciplina autónoma desgajada del conjunto de la teología, y más en concreto, de la cristología; deformación del alcance de ciertos textos de la tradición y del magisterio ordinario, hasta el punto de hacerles decir más de lo que en realidad querían decir; selección unilateral de los textos considerados favorables a las tesis propuestas y silencio o minimización de los que eran contrarios; distorsión de nociones cristológicas como redención y mediación al aplicarlas a María sin ulteriores precisiones; fomento de la mariolatría, etc. El excesivo celo por salvaguardar la integridad y santidad de María llevó con frecuencia a convertirla en un ser cuasi-divino y a separarla de su humanidad.
En esas deformaciones teológicas se encuentra, a mi juicio, la raíz de las desviaciones que se produjeron en la piedad mariana. La desviación más llamativa consistió en la suplantación de Cristo por María, como queda patente en muchas formas de devoción a la madre de Jesús.
Fue a partir de los años cincuenta del pasado siglo, cuando un nutrido grupo de teólogos contribuyó, con el retorno a las fuentes bíblicas y patrísticas, y con una rigurosa labor hermenéutica de las afirmaciones mariológicas del magisterio, a superar las imprecisiones teológicas al uso y los excesos mariolátricos. Fueron también esos teólogos quienes hicieron posible la síntesis seria y bien fundamentada del Vaticano II sobre la figura de María.
El Concilio no se propone elaborar una mariología completa y acabada; se limita, más bien, a ofrecer unas directrices por las que debería discurrir la mariología. Renuncia a un decreto especial sobre María, frustrando así las expectativas de quienes presionaron para que se aprobara; deja abiertas las cuestiones debatidas entre las distintas escuelas o corrientes de opinión; omite el titulo de corredentora, como ya lo hiciera prácticamente Pio XII, y emplea con mesura el título de mediadora, dejando clara la única mediación de Cristo.
La originalidad del Concilio y de los teólogos posconciliares que se mueven en la óptica renovadora del Vaticano II consiste en haber integrado las principales afirmaciones sobre María en un cuádruple horizonte: el histórico-salvífico, el cristológico, el eclesiológico y el escatológico. La mariología centra hoy su atención en el papel que tiene María en la historia de la salvación: Rahner presenta a María como la primera de los redimidos. Se fija también en su relación con Cristo. Müller ve en María la suprema participación en la humanidad de Cristo; por ello posee la mayor plenitud de gracia que cabe a criatura alguna, si bien no comprable con la plenitud de gracia de Cristo. Es en este contexto donde hay que entender la santidad de María, su glorificación corporal y su incorporación a la obra redentora de Jesús.
La mariología actual se ocupa, al mismo tiempo, de precisar la relación de María con la Iglesia, sintetizándola en fórmulas como "María, prototipo e imagen de la Iglesia", o "María, realización perfecta de la Iglesia". Tales expresiones se inspiran en fuentes patrísticas.
Las diferentes teologías políticas y de la liberación han redescubierto en María un rasgo central que habían descuidado u omitido los tratados dogmáticos: su fuerza revolucionaria y liberadora, su opción radical por los pobres, su denuncia profética de los poderosos y opresores, según se deduce del Magnificat.
Los movimientos de liberación de la mujer han provocado una mutación en la imagen de la mujer, en su identidad y en su papel en la sociedad. Dicha mutación está empezando a incidir en la imagen de María, en la devoción mariana y en la misma mariología. Boff, por ejemplo, considera lo femenino como categoría antropológica fundamental y como eje organizador y articulador de la reflexión sobre María.
J.J. Tamayo (Diccionario abreviado de pastoral)
Verbo Divino, 1992
FRANCISCO HABLA DE TERESA
“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...