miércoles, 17 de agosto de 2022

NOTAS SOBRE LA INFANCIA DE TERESA DE LISIEUX (2): LOS PADRES DE TERESITA

 

¿Cuántas cosas se descubren al acercarnos a la familia de Teresita?

EL PADRE, Luis Martin: Un ser interiorizado, soñador, muy romántico y extraño al mismo tiempo; un "melancólico". Vive la fragilidad de las cosas humanas, y siente la necesidad de retiro profundo. Con 20 años quiere hacerse monje, pero no le admiten en el noviciado por no tener estudios latinos. Busca entonces oficio, a tono con su temperamento silencioso y su gusto por la meditación solitaria: se hace relojero. Con 23 años pasa una temporada en París, que él experimentó como un período de dificultades y tentaciones (tiempos de inestabilidad social). Regresa a Alencon e instala su taller de relojería, en un barrio tranquilo. Con 27 años lo vemos viviendo con sus padres, en una especie de vida "monástica", y los domingos se dedica a la pesca. Su madre insiste en que se case, pero Luis se niega. Huye del mundo y del matrimonio. 

LA MADRE, Celia Guérin: Nace en 1831. Infancia difícil, marcada por la austeridad y la severidad. Estudio en un colegio religioso; desea consagrarse a los enfermos haciéndose hermana de San Vicente de Paúl, pero la superiora del convento, al que acude con su madre, le dice que no tiene vocación. En 1851 decide especializarse en el punto de Alencon, hasta instalarse como fabricante. Su hermana, Elisa, entra en el convento de las Visitandinas, y allí permanece hasta su muerte. 

EL MATRIMONIO: Cuando se conocieron, Luis tenía 35 años y Celia 27. Ambas familias tienen puntos en común; el mismo medio de oficiales, las mismas convicciones religiosas. Luis y Celia también tienen cosas en común: ambos han pensado en la vida religiosa, ambos han escogido una profesión que se ejerce a solas. El matrimonio se realiza más por razón que por pasión; es un matrimonio arreglado por sus padres. Sus caracteres son, sin embargo, diferentes: Luis es tranquilo y Celia es impulsiva; Luis es riguroso y bastante firme, Celia es más flexible y adaptable. 


¿Cómo ellos concebían el matrimonio?

Luis aborda el matrimonio de una manera particular: está decidido a vivir con su mujer como hermano y hermana; ha reflexionado sobre el tema, consultado libros de teología y hasta copiado algún pasaje en el que se pone como ejemplo el matrimonio de María y José. Celia por su parte desea muchos hijos, pero, cuando su marido le explica a ella que lo ignoraba todo cómo se es madre, presa de pánico, acepta gustosa el punto de vista de su futuro marido. Ya casada, seguía suspirando por la vida religiosa, y lloraba cuando iba a visitar a su hermana visitandina. Después de 10 meses de vida en común, viviendo como hermanos, será preciso la intervención vigorosa de un confesor para inducir al matrimonio a cambiar su punto de vista. Pero, aún así, los motivos de la vida conyugal normal siguen siendo de índole religiosa ("Tener muchos hijos, a fin de educarlos para el cielo"). 

Los hijos van a sucederse uno tras otro; de su unión nacieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron prematuramente.  María Luisa (2/1860), María Paulina (9/1961), María Leonia (6/1863), María Elena (10/1864), María José (varón, 9/1866), María José (varón, 12/1867), María Celina (4/1869), María Melania (8/1870), y María Teresa (1/1873). Todos llevan en primer lugar el nombre de María

Celia pasa no pocos sufrimientos con sus hijos, que están siempre enfermos. Tiene una idea del destino humano que le impide además ser dichosa, disfrutar de la vida: "¡Qué quieres; hay que renunciar a todo! Jamás he encontrado placer en mi vida; no, jamás lo que se llama placer" (Carta a su hermana). Ella tiene la seguridad de que la felicidad no es posible en este mundo, además de sentimientos de castigo divino. El mundo aparece siempre como malo, mientras que sólo el cielo es bueno y esperado. 

 Celia se sumerge en un trabajo constante y abrumador, hasta el punto de no poder criar a algunos de sus hijos, encargándoselos a una nodriza, granjera de un sitio cercano a Lisieux, llamada Rosa Taillé. Ella sabe que su esposo no es un hombre de negocios, y siente la responsabilidad del futuro de sus hijas sobre sus espaldas, Por ello trabajará intensamente hasta su muerte.  

En realidad, Luis es más un ermitaño que un hombre que se hace cargo de sus responsabilidades de esposo y padre, en lo que a la economía se refiere. En 1870, renuncia definitivamente a su oficio de relojero, y uno de sus sobrinos se hace cargo del mismo; el negocio de encajes de Celia marcha muy bien, y con eso pueden vivir. 

Luis en su desarraigo de la realidad y Celia con sus constantes presagios de desgracias (aunque manifiesta un afecto febril y turbulento por sus hijos, como anverso de un deseo de muerte que se aplica a sí misma), no crean en el hogar familiar el ambiente propicio para que los hijos crezcan satisfechos de vivir, apasionados por esta tierra o interesados por la marcha de la historia. 


(Nota: cuando el libro que sigo acá se escribió (La infancia de Teresa de Lisieux", de Jean Francoise Six) todavía la Iglesia no había reconocido oficialmente la santidad de los padres de Teresa de Lisieux, cuya memoria litúrgica se celebra el 12 de julio. En una biografía que aparece en Aciprensa, se lee: El entendimiento y el amor fue tan rápido y grande entre los dos que contrajeron matrimonio el 13 de julio de 1858, solo tres meses después de haberse conocido. Ambos llevaron una vida matrimonial ejemplar: misa diaria, oración personal y en familia, confesión frecuente, participación en la vida parroquial.).

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...