viernes, 11 de octubre de 2019

TERESA DE JESÚS Y LA IGLESIA DE SU TIEMPO

Quiero profundizar un poco en la experiencia de Teresa de Jesús relacionada con la Iglesia, como mujer orante del siglo XVI, que pertenece a una familia con una rama judeoconversa, lo cual debió haber influido de alguna manera en su comprensión de la realidad religiosa de su tiempo. No obstante, Teresa no hace referencia a ello en ninguno de sus escritos, ni de los sinsabores familiares por el pleito de hidalguía, ni tampoco de temas judíos: sinagoga, ritos, y tampoco del osario judío sobre el que se había construido el convento de la Encarnación (tema conocido por las religiosas). Pero, para Teresa, la Iglesia es una realidad social y cultural envolvente, presupuesto de su vida, experiencia y pensamiento religioso. Como mujer castellana y cristiana de su tiempo, la pertenencia a la Iglesia es incuestionable, tanto familiar como psicológicamente. 

Luego, ya en sus años adultos, sobrevendrán algunos hechos que le obligarán a tomar conciencia, y definirse de una manera más personal respecto a la Iglesia, Primero, su experiencia mística, experiencia interior, pero con consecuencias exteriores: teresa es una mística, consciente de serlo dentro de la institución eclesial.  Por otro lado, su condición de fundadora la obliga a inscribir su actividad en el tejido oficial de las estructuras vigentes y de los cánones. De ahí que tengamos en Teresa un caso singular de relación entre mística y religión.

Podemos explicitar lo anterior en cuatro temas: la inmersión de Teresa en la Iglesia de su tiempo; su acción de fundadora dentro del marco eclesial; cómo ella reacciona en los roces y conflictos con la estructura; y su comprensión del misterio de la Iglesia desde la fe y la experiencia mística

1. Teresa, como hija de su tiempo, comparte la situación dramática de la Iglesia en el siglo XVI. En ella repercuten la quiebra de la unidad cristiana en Europa, con las consecuentes guerras de religión, y el horizonte del nuevo mundo recién descubierto, abierto a la conquista y a la evangelización. Ambas realidades con toda seguridad impactaron a Teresa, y de la primera habla al comienzo de Camino, como la razón que la movió a fundar su primer convento; de la segunda, sus hermanos todos participan de la aventura americana, y aunque al principio la imagina de manera idealizada, luego escucha testimonios más veraces y cambia su parecer. En general, el horizonte eclesial de Teresa se ensancha con estas realidades.

2. No era fácil para una mujer entrar en la dinámica de aquella Iglesia, pero los conocimientos eclesiásticos de Teresa rebasan la media común: conoce bastante el estamento clerical,  y el mundo de la vida religiosa, y se relaciona bastante con ambos. También conoció la parte negativa: la burocracia eclesial, el acomodamiento y las prebendas, la censura de libros, la inquisición. Vinculada a figuras como Juan de Ávila, Pedro de Alcántara, Francisco de Borja. Lectora de la literatura religiosa popular de su tiempo, y entusiasta de las misiones, etc. Teresa está inmersa en el mundo eclesial, como pocas mujeres de su entorno.

3. La confrontación de Teresa con aquella Iglesia le vino por tres vías: por su obra de fundadora; por su obra escrita; por su experiencia mística. Teresa, con su estilo, no propio de una mujer claustral, inquietó a confesores, obispos y nuncios, y también a provinciales y superiores generales de su Orden. Ella misma, hija de su época, dudará algunas veces si lo que hace está o no bien, y será en el mismo Jesús, en sus experiencias místicas, quien la disuade, pero ella procura siempre hacer lo que hace con patentes y autorizaciones de su Iglesia. Ella sabe que ha recibido el carisma de fundadora, pero nunca actúa por su cuenta; se sabe subalterna, y lo ejerce dentro de la estructura eclesial. En cuanto a sus escritos, los somete siempre a la lectura y opinión de censores y teólogos, y acepta revisarlos o enmendarlos cuando estos así lo estiman; ella acepta lo que la Iglesia, a través de sus representantes, le hace saber, con humildad.
En relación con sus experiencias místicas (y sabemos que lo místico entra siempre en contradicción con la estructura, por ser más libre), ella desde el comienzo las sometió al juicio de confesores y teólogos. Su desbordante experiencia  de Dios, ella quiso vivirla dentro de las comunión eclesial, porque tenía claro que el discernimiento de su experiencia necesitaba del reconocimiento de la comunidad. Su carisma estaba subordinado al gran carisma de la comunidad eclesial.

4. Teresa relaciona a Cristo con su Iglesia; en la Iglesia histórica de su tiempo ve al Cristo sufriente, vulnerable y pasible. Para ella, la Iglesia es santa y al mismo tiempo afectada por grandes males, depositaria de los sacramentos, y su corazón está en la Eucaristía. Para Teresa, el misterio de la Iglesia reside en la presencia de Cristo en ella; presencia que tiene su centro axial en la Eucaristía. 

(Resumen  de la voz IGLESIA, del Diccionario de Santa Teresa de Jesús, editado por Monte Carmelo, escrita por Tomás Álvarez).)

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...