miércoles, 4 de diciembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (15): RECOGERSE O "ESTAR EN EL CIELO"

El RECOGIMIENTO es el tema central de CAMINO, y de buena parte de la obra escrita de TERESA: para ella el arte de recogerse y entrar dentro de sí, ya lo hemos visto, es una especie de escalón intermedio entre la sencilla oración rezada y la pura contemplación, por lo que no es de extrañar que insista en el tema, que insista una y otra vez en lo mismo. El título del CAPÍTULO 28 es parecido al del capítulo 26; en ese capítulo y en el siguiente ella advierte que recogerse no es ensimismarse, ni enroscarse sobre sí, sino que, en clave cristiana, recogerse es ante todo centrarse en el Otro, en Cristo, poner mente y corazón en él. La oración cristiana es cosa de dos, y cuando entramos dentro de nosotros mismos no es para un monólogo, sino para un fecundo diálogo.

Ahora, capítulos 28 y 29, se trata de "CON ÉL, ENTRAR DENTRO DE SÍ". No es un mero ejercicio psicológico, ni la concentración que buscamos ante un examen o tarea importante. La Santa propone hacerlo desde la segunda frase del Padrenuestro: QUE ESTÁS EN LOS CIELOS. No en los cielos estrellados, sino en los cielos de mi alma o de mi vida, cielos espaciosos y dilatados del espíritu, o bien: "este cielo pequeño de nuestra alma". La interioridad del ser humano, que es morada o templo del Espíritu: Teresa contempla este misterio, y advierte que no es saberlo de oídas, ni siquiera creerlo, sino "procurar entenderlo por experiencia". En la medida en que oramos va Dios ensanchando el alma y vamos comprendiendo su anchura. El presupuesto base es este: "Mirad que os va mucho tener entendida esta verdad: que está el Señor dentro de vosotras, y que allí nos estemos con Él".


En el corazón del capítulo (4-7) responde Teresa la pregunta: recogerse, ¿qué es?. Lo hace en dos tiempos, con una especie de definición y luego con varias imágenes. La definición, en 4 y 5, habla de recoger el alma las potencias, y para ello es importante acostumbrar a nuestros sentidos exteriores a no mirar ni estar donde se distraigan. Lo desgrana así:

1. Recogerse es cosa del alma, es decir, del centro interior de la persona. 

2. Es ella la que ha de convocar a ese centro sentidos y potencias. Educar, acostumbrarlos a no distraerse.

3. El alma misma se entra dentro de sí con su Dios: estar, quién con Quién. La presencia mutua barre obstáculos y abre posibilidades.

4. Dios actúa ahí, en ese trato mutuo: "viene con  más brevedad a enseñarla su Divino Maestro". 

5. Descubrimiento de un nuevo mundo interior, y con él una mirada nueva sobre todo: quietud contemplativa, mirada a lo vivido por Cristo o por el orante, pasión y Evangelio, problemas y salvación.

 Para darnos pistas Teresa usa imágenes como estas: "Llegar a beber el agua de la fuente" (5); "Caminar mucho en poco tiempo" (5); es como viajar por mar (6 y 8); entrarse como las abejas en la colmena para labrar la miel (7)... y es el "castillo fuerte" (6) o el "palacio de oro y piedras preciosas" (9). 

 Teresa propone aquí un ejercicio para acostumbrarse a recogimiento, partiendo del supuesto inicial del "cielo de nuestra alma". Lo desglosamos en cinco pasos:

1. "Hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima riqueza...

2. Pero el palacio no es un fin para sí mismo, es morada de alguien; no está vacío, sino habitado (No estamos huecos por dentro, está un gran rey). De ahí que  pasemos de la vacuidad interior a la densidad; dimensión religiosa y sacra: estamos hechos para ser morada, capacidad, de Dios. No es mera percepción psicológica, es actitud religiosa y orante. 

3. Entrar dentro... implica siempre poner cierta barrera a lo que está fuera. Separar la interioridad de la exterioridad, balancearse entre el mundo de los sentidos y el mundo del espíritu; no para cancelar el primero, sino para centrarlo en el segundo, para lograr la unidad de la persona y no andar "derramados". 

4. Ser receptivos a la acción de Dios que está en nosotros; Él no nos habita como el ídolo en el templo.Está ahí para la comunión, en la cual tiene siempre la iniciativa: Él dilata el palacio (la personas), la hace más libre, se le da a conocer, enriqueciendo la experiencia del orante. 

5. El recogimiento no es meramente una práctica oracional, sino que implica y exige la vida entera y toda la persona. La oración de recogimiento desemboca en formas de oración profunda, comunión y contemplación, comprometiendo los distintos niveles de la vida del orante. 

 (Resumen de lo comentado por el P. Tomás Álvarez, ocd)

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...