martes, 20 de septiembre de 2022

NOTAS SOBRE LA INFANCIA DE TERESA DE LISIEUX (6): LA EDUCACIÓN DE LAS HERMANAS MARTIN

¿Cuál es el clima familiar en el año 1876, cuando Teresa tiene 3 años?

A Celia Martín le vuelven con frecuencia sus antiguas ideas monásticas ("No hago más que soñar con el claustro y la soledad", le escribe en 1876 a Paulina). También con frecuencia siente desaliento, y está completamente obsesionada con los negocios, se siente atada a su trabajo. Sigue teniendo ideas bien negativas con respecto al mundo y al matrimonio. 

 A María, hermana de Teresita, de 16 años, adolescente bonita y bien hecha, le pasa algo similar; es romántica, pero le teme al mundo. Hay en ella también un temor casi enfermizo al matrimonio. Una vez la señora Martin hablo del día en que se case, y María comenzó a sollozar y pide que no le vuelvan a hablar jamás de eso. 

Está también Celina: muy dócil y dulce, "del todo inclinada a la virtud, tiene un alma cándida y siente horror al mal". María la maltrata y obliga a plegarse siempre en provecho de Teresa. Pero la pequeña extraña todo el tiempo a Paulina, que es alegre, vivaz y vigorosa.  

 En este contexto de habla siempre de la muerte y del más allá. Ese es el tema de las cartas que intercambian. Las predicaciones en la iglesia tratan con insistencia de muerte y de penas, de infierno y purgatorio, de condenación y pecado. Celia se preocupa por la salud de su hermano, y también por su hermana religiosa; esta última muere el 24 de febrero de 1877, a los 47 años de edad, y todos le hacen "encargos para el cielo". 

Celia lee vidas de santos con agrado, en las que se insiste en el deseo de morir para ir al cielo. Teresa cuenta una anécdota al respecto en su autobiografía (Ms A, 5r, página89). Ser un ángel para ir al cielo es lo que preocupa a la niña Teresa; se le inculcan actitudes angélicas todo el tiempo. Y para ir al cielo hay que ser "buena": uno de los medios que preconiza Celia Martín consiste, como ya hemos visto antes, en las prácticas de virtud: ir sumando sacrificios insignificantes. 

La ideas de Celia Martin acerca de la santidad y la educación de sus hijas aparece reflejada con muchos ejemplos en el capítulo tercero del libro que sigo en estas notas. Dicho ideal, y la espiritualidad que brota de él, puede resumirse en algunas expresiones: sacrificios y escrúpulos; dependencia; ideal religioso que marca la vida laical, moralismo, repulsa del mundo. En carta a su hermano, Dositea, hermana religiosa de Celia Martín, le dice a propósito del matrimonio de este: "Dios se las arregla de forma que no nos deja encontrar felicidad completa en la tierra". Dios es para ella aquel que se las ingenia para no dejar ser felices a los seres humanos, a fin de que deseen dejar este mundo e ir al cielo. Es un Dios que tiene sed de sufrimientos y de sangre, incluso el sufrimiento de los niños, que entiende como fuente de méritos y gloria. 

La espiritualidad dolorista y reparacionista de Dositea la comparte Celia, y en ella entrena a sus hijas: examen minucioso de sus faltas y en la conciencia de la culpa; también en el propósito de sufrir por los demás o en lugar de ellos. 

Así identifica Jean Francoise Six a las hermanas de Teresa: María es la hermana mayor; Paulina, la preferida de Celia Martín; Leonia, la menos querida o la más imperfecta; Celina, la intrépida. Y luego Teresa, la más viva.

Es en este contexto en que Celia Martín recibe la mala noticia de que tiene un tumor maligno en el pecho y que este no es operable, ya que ella demoro mucho en comunicarlo o en ver a un médico. Lo comunica a su familia, aunque tiene esperanza de que todavía vivirá mucho tiempo. Teresa también participa de ese ambiente, y enseguida se enferma: se siente oprimida, se resfría, está diferente.

(Cont...) 

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...