miércoles, 10 de junio de 2020

TERESA, FUNDADORA (2): VISIÓN DEL INFIERNO Y MANDATO DE CRISTO

"Despuès de mucho tiempo, que el Señor me habìa hecho ya muchas de las mercedes que he dicho y otras muy grandes, estando un dìa en oraciòn, me hallè en un punto toda, sin saber còmo, que me parecìa estar metida en el infierno. Entendì que querìa el Señor que viese el lugar que los demonios allà me tenìan aparejado, y yo merecido por mis pecados. Ello fue en brevìsimo espacio. Màs, aunque yo viviese muchos años, me parece imposible olvidàrseme" (1).


 Asì comienza el capìtulo 32 de VIDA: capìtulo importante, porque en èl narra la Santa el origen mìstico de su carisma de fundadora. Carisma que va precedido por una suma experiencia de humillaciòn, de abajamiento: la visiòn del infierno, donde dice hubiera ella terminado de no haber encontrado a Jesùs y apartàdose del pecado. Esa experiencia purificadora, que hace de colofòn a su "noche oscura" es el pòrtico para llamarle a desempeñar una especial misiòn en la Iglesia. 

Es un capìtulo por el que desfilan todo un sinfìn de personajes: las jòvenes compañeras de Teresa en la Encarnaciòn, su amiga viuda Doña Guiomar, el confesor Baltazar Àlvarez, el provincial carmelita Àngel de Salazar, su amigo Fray Pedro de Alcàntara, el teòlogo dominico Pedro Ibàñez y otros viejos amigos de Teresa.  Pero, por supuesto, el actor decisivo y verdadero protagonista de toda esta aventura es el Señor, que segùn cuenta Teresa interviene "muchas veces" misteriosamente en la consumaciòn de la obra. 

El capìtulo se divide en tres momentos: visiòn del infierno (1-8), misiòn carismàtica de Teresa (8-12. 14.18) y primeros tràmites de la fundaciòn (13-18). 

Visiòn del infierno:  Le ocurre a Teresa luego de grandes experiencias mìsticas, fuertes gracias cristològicas, de sus incontenibles deseos de Dios, de la gracia del dardo... Pero ahora, para cerrar, una gracia mìstica oscura y dolorosa, que ella experimenta como los rigores del infierno. Aunque descrita en un lenguaje terrorìfico y con imàgenes dantescas, esa visiòn dilata el horizonte de Teresa: le abre a una mayor comprensiòn de la misericordia de Dios, y a una inmensa compasiòn por las almas que no han tenido su suerte (6). Pero tambièn induce en Teresa una resoluciòn especial: ser cristiana y carmelita a fondo, de verdad: "No nos contentemos con menos de hacer todo lo que pudièramos de nuestra parte. No dejemos nada... (7). Y esto no se queda en un buen deseo, sino que se traduce en decisiones concretas: 

"Pensaba què podrìa hacer por Dios. Y pensè que lo primero era seguir el llamamiento que Su Majestad me habìa hecho a religiòn, guardando mi Regla con la mayor perfecciòn que pudiese" (9).  Y tambièn: " Ìmpetus grandes de aprovechar almas" (6). Eran los años en que llegaban al convento noticias de la Reforma encabezada por Lutero, y el rey enviò carta a todos los monasterios de España, pidiendo oraciones para tan grandes males. 

Carisma de fundadora: Teresa narra que, a partir de entonces, le entrò un desasosiego que no podìa venir sino de Dios, y aunque "tenìa tan grandìsimo contento en la casa que estaba, porque era muy a mi gusto y la celda en que estaba, hecha muy a mi propòsito", decidiò con las otras involucradas en el deseo de una mayor perfecciòn, "encomendarlo mucho a Dios". Asì, un dìa, acabando de comulgar, vino la voz interior, apremiàndola a que emprendiese el proyecto (11): "Que lo procurase con todas mis fuerzas", y que el monasterio se harìa, que  Cristo andarìa con ellas, y que se lo comunicase al confesor. Asì, la insistencia de la palabra interior venciò la resistencia de Teresa, que acabò escribièndole a su confesor, y este, aun cuando no veìa claro el asunto, diò paso libre al proyecto.

Manos a la obra, los primeros pasos: Asì comienza Teresa la obra, convencida y a la vez acosada por resistencias interiores; segura de que la obra se harà, pero a la vez pensando que, humanamente, es desatino. Envìa Doña Guiomar a que hable con el Provincial de los Carmelitas, ofreciendo rentas para la fundaciòn, y se asesora con consejeros autorizados y conocedores de esos asuntos. Escribe a Fray Pedro y este la confirma en sus propòsitos; el teòlogo dominico, primero se resiste, y luego aprueba. Compra una casa, por medio de su hermana y cuñado, pero entonces surge la oposiciòn en la ciudad y en su propio monasterio, y el Provincial se vuelve atràs, y Teresa no puede seguir actuando.

 Asì, en suspense, queda el capìtulo...

(Notas tomadas del comentario del P. Tomás Álvarez, ocd, al LIBRO DE LA VIDA)


FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...