miércoles, 7 de noviembre de 2018

AL FINAL DE LAS SÉPTIMAS MORADAS...


A modo de resumen, Teresa ha querido cerrar el camino respondiendo a varias inquietudes de sus lectoras, y ahora las desglosamos:
1.     En estas moradas finales, ¿Ha llegado el místico a una paz imperturbable del alma y de la vida?El Castillo, dijimos, es un símbolo batallero, y Jesús en este último tramo del camino pone una profunda paz en el alma; pero esto no significa imperturbabilidad. A veces el Señor las deja en su natural y las cosas ponzoñosas del arrabal y del castillo se aprovechan para turbar al alma, aunque es breve, y la paz más interior permanece.
2.     Los moradores de estas Moradas: ¿poseen un seguro de vida eterna? Eso busca el místico, la certeza de que el amor no se quebrará, y parece por lo dicho antes por Teresa que nadie podrá ahora apartarla ahora de Dios. Pero aquí parece se filtran algunas discusiones teológicas de su tiempo, y ella acaba diciendo ahora que no pueden dejar de temer, ni sentirse seguras del todo.
3.     Parece que sus monjas le dicen que poco podrán ellas hacer para el servicio de Dios desde su situación particular (clausura, mujeres); anhelo del ideal apostólico de vivir, servir y morir por la Iglesia. A ellas Teresa les dice: HAZ BIEN LO QUE HACES.  No hay que refugiarse en el anhelo de cosas imposibles para dejar de lado las posibles. En el #14: “Algunas veces nos pone el demonio deseos grandes porque no echemos mano de lo que tenemos a mano para servir a nuestro Señor en cosas posibles y quedemos contentos con haber deseado las imposibles… No quieran aprovechar a todo el mundo, sino a quienes están en vuestra compañía, y así será mayor la obra”.

En fin, hermanas, que no hagamos torres sin fundamento, que el Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen” (#15). Y que como hagamos cada día lo que nos toca, el Señor hará que vayamos haciendo cada día más y más. Realismo de lo concreto, pero con apertura de horizontes: “irá pudiendo cada día más y más”.

MODELOS FINALES DE TERESA: Jesús (siervo) y María (esclava); servicio y esclavitud con raigambre evangélica. Se acaba pasando de la tensión de los deseos  (sextas moradas) a la tensión de los servicios. Así fue también la última etapa de la vida de Teresa: no está caracterizada por los éxtasis, sino por el mucho bregar y los quehaceres. Vale como resumen final un pasaje de las Relaciones:

Tiene tanta fuerza este rendimiento a ella, que la muerte ni la vida se quiere, si no es por poco tiempo cuando desea ver a Dios; mas luego se le representa con tanta fuerza estar presentes estas tres Personas, que con esto se ha remediado la pena de esta ausencia y queda el deseo de vivir, si Él quiere, para servirle más; y si pudiese, ser parte que siquiera un alma le amase más y alabase por mi intercesión, que aunque fuese por poco tiempo, le parece importa más que estar en la gloria”.
(66,10 en mi libro; 6,9 en otras versiones).


EPÍLOGO TERESIANO 


1. Este espacioso mundo interior, el propio de cada uno, está abierto y en espera, misterioso y prometedor. Lo que importa no es saberlo, sino entrar, y deleitarse en ese castillo interior. 

2. Que en la vida del alma hay cosas y moradas al alcance de la mano, asequibles a nuestro esfuerzo, pero las más y mejores son puro regalo de Dios, que las da gratis y por amor. No vale alegar derechos, ni ostentar billetes de entrada, porque “Él es muy amigo de humildad”. El amor no se compra, se recibe. 

3. Que la vida interior es una aventura en escalada, con programa secreto de más y más, y siempre más, sin otro límite que Dios, que nos creo a su imagen y semejanza. 

4. Y que adentrarse en el castillo de la interioridad no es alejarse de lo de fuera, ni retirar las manos del servicio a los hermanos. Al contrario, una vez acostumbrados a gozar de este castillo, en todas las cosas hallarán descanso, aunque sean de mucho trabajo, y trabajando por Él la puerta del Señor estará siempre abierta. 


Para cerrar, Teresa hace nos tres peticiones: Que alaben mucho a Dios, que trabajemos por la Iglesia, y que no dejemos de rezar por ella. Cuando escribe la última línea de su libro Teresa se acerca a los 63 años.

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...