miércoles, 7 de noviembre de 2018

EN LAS SÉPTIMAS MORADAS TERESIANAS (2)


CAPÍTULO TERCERO: El paisaje humano de las séptimas moradas (Trata de los grandes efectos que causa esta oración). El primer número de este capítulo dice así: “Ahora, pues, decimos que esta mariposica ya murió, con grandísima alegría de haber hallado reposo y que vive en ella Cristo. Veamos qué vida hace o qué diferencia hay de cuando ella vivía; porque en los efectos veremos si es verdadero lo que queda dicho”. Recordemos que esa “mariposica” era el hombre nuevo, liberado de la reclusión y ataduras del capullo. Esa “alma” nueva ha volado, grácil y libre, desde las quintas a las sextas moradas, y ahora en las séptimas sufre un cambio radical: muere, con grandísima alegría, y vive, pero es otro quien vive en ella.

Sintonicemos los pasos previos del tríptico con que Teresa analiza la situación final del cristiano en plenitud: hecho trinitario en la Inhabitación (1), plena inserción en el misterio cristológico (2), y ahora, aterriza en el hecho humano, es decir, cómo es por dentro y cómo actúa el cristiano así agraciado por la Trinidad y por Cristo. Es bueno recordar lo que dijimos al principio de este itinerario de Moradas: mientras Teresa escribe estas páginas, está viviendo ella y su familia religioso momentos turbulentos; ninguno de ellos se filtra en el libro, como si la santa lo mirara todo desde esa, su “morada interior”. Tampoco Teresa menciona en Moradas el término “perfección”, propio de su tiempo y contexto; para ella la santidad es el resultado de su relación con Dios, efecto, y la plena comunión del hombre con Dios.
Dos momentos en el texto: la nueva manera de ser, vivir y actuar del cristiano (#s1/8) y el particular cuidado que Dios tiene de comunicarse con él (#s9/15). Lo primero, aspecto psicológico y ético: lo segundo, el aspecto teologal.

EFECTOS:
1.     Olvido de sí (2): no se acuerda que para ella ha de haber cielo, ni vida, ni honra, porque toda está empleada en alabar a Dios, y cree que él se encargará de lo demás como le prometió.
2.     Un deseo de padecer grande (4), pero no como antes, sino con libertad (Si Dios quiere, bien, y si no, no lo busca).
3.     Gran gozo interior (5) cuando son perseguidas, con mucha paz y sin ninguna enemistad con los que le hace mal; antes les cobra un amor particular.
4.     Ya no quiere morirse (6), sino vivir para servirle y padecer trabajos por Él y que sea alabado.Toda su gloria está en ayudar si pudiera en algo al Crucificado.
5.     Ofrece a Dios el querer vivir (7), como una ofrenda, la más costosa para ella, aunque temor ninguno tiene de la muerte.
6.     Los deseos de estas almas no son ya de regalos ni de gustos, porque tienen consigo al Señor (8). Un desasimiento grande de todo y deseos de aprovechar siempre a otros, aunque esté sola. No sequedades ni trabajos interiores, sino  con una memoria y ternura con nuestro Señor, que nunca querría estar sino alabándole.

ACCIÓN DE DIOS: Particular cuidado que Dios tiene de comunicarse con nosotros y rogarnos que nos quedemos con Él, con toques de su amor, suaves y penetrativos. Nunca dejen de responder a estos llamados, aunque estén ocupados exteriormente y conversando con otros (actos interiores de amor). En esta morada ya casi nunca hay sequedad ni alborotos interiores, sino que está el alma en quietud casi siempre. Dios hace todos estos regalos, sin ninguna ayuda del alma, salvo que esta se disponga y entregue toda a Dios. “En este templo de Dios, en esta morada suya, sólo Él y el alma se gozan con grandísimo silencio” (11). Las potencias no se pierden, pero están como espantadas, no obran; los arrobamientos se le quitan, salvo alguna vez y nunca en público ni con grandes efectos de devoción; será porque halló reposo el alma en esta morada, por la buena compañía, o porque su Señor la ha fortalecido y ensanchado y habilitado.

En el #13 ofrece modelos bíblicos para este estado (besos de Cantares, el agua de la cierva, el tabernáculo de Dios, la palomica de Noé…y habla de la profunda paz que tiene el alma aquí. En el #14 dice que el alma anda con mucho cuidado para no ofender a Dios, otra vez consciente de que la cruz nunca falta, aunque ya no les inquiete, ni quite la paz (#15).

CAPÍTULO CUARTO: La última lección del castillo, ¿Para qué la santidad cristiana? (Acaba dando a entender que pretende nuestro Señor en hacer tan grandes mercedes al alma, y como es necesario que anden juntas Marta y María). Enlaza el principio de este con el fin del anterior, recordando nuestra fragilidad, y como Dios permite que en este estado la experimentemos alguna vez, aunque breve, “porque quiere nuestro Señor que no pierda la memoria de su ser, para que siempre esté humilde” (2). Y tampoco implica que no haya pecados; tal vez mortales no, con el auxilio de Dios, pero veniales sí. Nunca estar tan seguros del todo: “La que se viera de vosotras con mayor seguridad en sí, esa tema más” (3).



RECAPITULEMOS ENTONCES: Estamos ya al final de estas Moradas, tratando de la santidad en el castillo del alma. Teresa, sin grandes alardes teológicos, nos ha presentado lo esencial: si el cristiano llega a ser santo, es porque la Trinidad habita en él (Capítulo 1); es porque Cristo llega a ser vida plena del alma (Capítulo 2); es porque el hombre nuevo desarrolla todas las potencialidades de su condición bautismal (Capítulo3). Faltaba entonces un cuarto factor: el cristiano es santo en la Iglesia, para servir a sus hermanos, y esto solo es posible configurándose con Cristo, que fue el siervo de los siervos, siervo de Dios y de los hombres. Esto es lo que Teresa desarrolla en este último tramo del libro, completando así su respuesta a la pregunta que está de fondo: ¿En qué consiste la santidad cristiana? Cuatro capítulos y cuatro respuestas: La santidad cristiana es ante todo un hecho trinitario acontecido en el hombre; es un hecho cristológico de plena incorporación a Cristo; es un hecho antropológico de plenitud y madurez humana; y finalmente, es un hecho eclesiológico, un carisma otorgado a la persona para edificar el cuerpo de Jesús en la tierra, al servicio de los hermanos.

 Del título del capítulo, podemos extraer tres ideas fundamentales:
1.     Que la vida no es un azar, una jornada a la ventura, sino que lleva inscrita un propósito de Dios; no es que se nos imponga un destino, sino de que hay una misteriosa presencia orientadora de lo divino en las mismas entrañas de lo humano, que se sostiene y alimenta con grandes mercedes o regalos de parte de Dios.
2.     Andan juntas Marta y María”, que son dos símbolos alternativos de la vida humana; una es la acción, la otra la contemplación. Llegar a la fusión de ambas será lograr la unificación de estos dos planos de la persona.
3.     Es muy provechoso”. Es un capítulo importante, no de teoría, sino e práctica, a nivel espiritual y existencial.

Dice en el #4: ¿Cuál es el fin para el que el Señor nos hace tantas mercedes?No piense alguno que es solo para regalar estas almas, que sería grande yerro”, sino para fortalecer nuestra flaqueza, e imitara Cristo en el mucho padecer” (aquí padecer es sinónimo de amar). Ese es el efecto que hacen todas esas visiones y mercedes, que disponen al alma para salir de sí y servir (Si está mucho con Dios, poco se acuerda de sí). De nada sirve mucho tiempo en la oración, proponiendo y prometiendo, si luego al salir lo hago todo al revés (#7).

EL PUNTO CENTRAL DEL CAPÍTULO (#8): “Pongan los ojos en el Crucificado y todo les  hará poco… ¿Saben lo que es ser espirituales de verdad? Hacerse esclavos de Dios”… “Miren como pueden ser la menor de todas y esclava suya, mirando cómo pueden hacer placer y servir”.
En el #9: “Es menester no poner vuestro fundamento solo en rezar y contemplar; porque, si no procuran virtudes y hay ejercicio de ellas siempre, se quedarán enanas”, y aun decrecerán, porque, “saben que quien no crece, descrece”. Una invitación a pasar al compromiso, al servicio, a padecer, pues ese es el propósito de todo este esfuerzo contemplativo: no gozar, sino servir. Marta Y maría han de ir siempre juntas.


(Continúa).

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...