jueves, 1 de febrero de 2018

EL AMOR EN SAN JUAN DE LA CRUZ: “Donde nace el agua y se hace todo fruto”.

Cierta conversación reciente sobre algunos fragmentos de las CAUTELAS de San Juan de la Cruz, avivaron mi deseo de mostrar la otra cara del santo, o mejor, la imagen completa de quien a menudo se presenta solo como defensor de la ascesis y la renuncia. Es innegable que Juan de la Cruz tiene pasajes en sus obras que intimidan por su aparente dureza, y más si son leídos sesgadamente, sin insertarlos en la totalidad de su propuesta espiritual.
De ahí que me gustaría mostrar en el CÁNTICO algunos textos que muestran la esencia de la doctrina sanjuanista; es en este libro donde aparece todo el itinerario del discípulo, “desde que un alma comienza a servir a Dios hasta que llega al último estado de perfección”, y que según el título de la obra “tratan del ejercicio de amor entre el alma y el esposo Cristo”. No voy a agotar la riqueza doctrinal que este libro contiene, tan solo dar una mirada rápida, al menos por ahora, para, como dirían nuestros santos, “engolosinar”.

Primero, algunas frases, partiendo de lo que dice el prólogo acerca del tema: “Los dichos de amor es mejor declararlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu que abreviarlos a un sentido que no se acomode al paladar” (Prólogo, 2); es decir, para que cada uno lea, escuche con el corazón, y descubra lo que necesite descubrir en estas frases de San Juan de la Cruz, y se quede deseando más.

FRASES QUE HABLAN DEL AMORPrimero, esta frase como punto de partida:“Grande contento es para el alma entender que nunca Dios falta del alma, aunque esté en pecado mortal” (1,8); el vínculo nuestro con él parte de la confianza en que el amor de Dios se nos regala, es un don, y por ello entendemos que: “Cuando Dios es amado, con grande facilidad acude a las peticiones de su amante”(1,13), y “De Dios no se alcanza nada si no es por amor”(1,13).

El amor de Dios no pugna con nuestro amor a los demás, pues: “Las criaturas son como un rastro del paso de Dios, por el cual se rastrea su grandeza, potencia y sabiduría y otras virtudes divinas” (5,3);

Mucho se cita esta frase de las cartas de Juan de la Cruz: “Adonde no hay amor, ponga amor y sacarás amor…”, y esta la complementa: “Cuanto más el alma conoce a Dios, tanto más le crece el apetito y pena por verle” (6,2). Luego, claro que el amor hiere y hace clamar por lo amado: “Donde hiere el amor, allí está el gemido de la herida clamando siempre en el sentimiento de la ausencia” (1,14), porque “El alma más vive donde ama que en el cuerpo donde anima” (8,3).

LA SALUD ESTÁ EN AMAR: “La salud del alma es el amor de Dios, y así, cuando no tiene cumplido amor, no tiene cumplida salud, y por eso está enferma. Porque la enfermedad no es otra cosa que falta de salud, de manera que, cuando ningún grado de amor tiene el alma, está muerta; mas cuando tiene algún grado de amor de Dios, por mínimo que sea, ya está viva, pero está muy debilitada y enferma por el poco amor que tiene; pero cuanto más amor se le fuere aumentando, más salud tendrá, y, cuando tuviere perfecto amor, será su salud cumplida” (11,11).

Esta puede parecer a algunos que no habla de amor, pero sí: “Tal es la miseria del natural de esta vida, que aquello que el alma le es más vida y ella con tanto deseo desea, que es la comunicación y conocimiento de su amado, cuando se le viene a dar, no lo puede recibir sin que casi le cueste la vida” (13,3). Así dice también una canción muy conocida: “Lo más hermoso nos cuesta la vida”, y nada hay por encima del amor.

En fin, que “el mirar de Dios es amar y hacer mercedes” (19,6), y Teresa de Jesús tiene una frase similar.

En Cántico 27, 1 y 2, San Juan de la Cruz utiliza dos símiles valientes para hablar del amor de Dios al alma: primero, dice que Dios se da alma, le regala, como si él fuese su esclavo y el alma fuese Dios; luego, habla de Dios con imágenes femeninas: dice que regala y sirve al alma como la madre sirve y regala a su hijo, “criándole en sus mismos pechos”, que están abiertos para el ama con tan soberano y largo amor. Precioso. Luego dice más adelante: “Dar el pecho uno a otro es darle su amor y amistad y descubrirle sus secretos como a amigo” (27,4).

 En la canción 28 sigue hablando de amor, comentando el verso tan citado: “Mi alma se ha empleado/ y todo mi caudal en su servicio; / ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya sólo en amar es mi ejercicio”. Y afirma: “Dios no se sirve de otra cosa sino de amor”, y explica el por qué: “Todas nuestras obras y todos nuestros trabajos, aunque sea lo más que pueda ser, no son nada delante de Dios; porque en ellas no le podemos dar nada ni cumplir su deseo, el cual es sólo engrandecer al alma”. Lo que agrada a Dios es hacer crecer al ser humano, engrandecerlo, y eso solo lo consigue igualándole consigo, y esto se realiza únicamente en el amor. “La propiedad del amor es igualar al que ama con la cosa amada”. Este es el camino, el modo de hacer la voluntad de Dios; tratar con Él no ya buscando ganancias, ni gustos ni otras cosas, sino ejercitándose en el amor, amándole, amando. En esto ha de emplearse el alma, y solo desde aquí se entiende esta suplica: “Amado mío, todo lo áspero y trabajoso quiero por ti y todo lo suave y sabroso quiero para ti” (28,10).

Este continuo ejercicio de amor aprovecha mucho a la Iglesia, y deja claro luego que “para este fin de amor fuimos criados”. Aquí hay una defensa fuerte de la vida contemplativa, pues el santo dice que en este momento han de olvidarse y dejarse las obras exteriores, aunque sean de gran servicio de Dios; con esto no está rechazando el compromiso de una vida activa, sino defendiendo un momento particular del itinerario espiritual del discípulo. Todos conocemos la historia de Marta y María en los Evangelio: cada una tiene su sitio en el discipulado, y ambas pugnan constantemente en nosotros; aquí el Santo pide valorar el ejercicio interior, la contemplación, frente a un activismo desenfrenado,  a menudo habitual entre quienes están llamados a crecer en amistad y comunión con Dios para poder servir mejor.

Cito Cántico 29, 3: “Adviertan pues, aquí los que son  muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejando aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración… porque de otra manera, todo es martillar y hacer poco más que nada, y a veces nada, y aun a veces daño”.

El propósito del camino cristiano es la comunión de amor con Dios en Jesús, y por ello la oración no es otra cosa que ejercicio de amor; las obras no pueden hacerse sino en virtud de este amor, y así ha de valorarse el ESTAR CON DIOS en intimidad, sobre todo quienes “quieren que todo sea obrar…, no entendiendo ellos la vena y raíz oculta de donde nace el agua y se hace todo fruto”. Y aquí también se le une Teresa, con un texto de Moradas Séptimas (4,15): “No hagamos torres sin fundamento, que el Señor no mira tanto la grandeza de la obra como el amor con que se hacen”.

Me detengo aquí por el momento, pero pienso seguir buscando ideas en los escritos del santo carmelita, para provecho propio y de quien quiera servirse

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...