martes, 29 de octubre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (6): LIBRES PARA SEGUIR A CRISTO...

Seguimos haciendo el CAMINO con Teresa, compartiendo lectura y reflexión de esta propuesta de vida, fraternal y orante, como modo de seguimiento de Jesús, en su Iglesia. Ahora Teresa propone y comenta la segunda virtud del orante: DESASIMIENTO, romper amarras, renunciar, con un propósito claro en ello: una mayor LIBERTAD. Teresa se inspira en palabras del Maestro: "Si no lo dejan todo, no pueden ser mis discípulos"; "El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí"; "Quien deje casa o padre o madre o hermanos, por mí, recibirá cien veces más...". Teresa no se ha inventado esta ruta, sólo la interpreta. 

 Desasirse es lo contrario de estar asido, sujeto, amarado; la cuestión está en poseer cosas sin ser poseídas por ellas, y en el caso de las personas, amar sin caer en la cárcel del amor, sin crear dependencias que quiten la libertad interior. Lo que dijo antes: un amor puro, sin afán posesivo, que busca darse... Teresa no habla de esfuerzos penitenciales titánicos, pero propone dos cosas: una profunda necesidad de libertad interior (no solo exterior), y la absoluta necesidad de entregarse uno mismo sin reservas. Habla de dar lo que se es (el todo de la persona) y no solo dar lo que se tiene (las partes). 

"Vuestra soy/ para vos nací/¿qué queréis, Señor, de mí?"

 Entre esos desasimientos que propone Teresa, luego de alertar acerca de el  ladrón y las cadenas que llevamos dentroesta el de los deudos o parientes, el del cuidado exagerado del propio cuerpo o de la salud, y finalmente también desasirse del temor a la muerte. A esto dedicará los capítulos 8,9,10 y 11; capítulos cortos, en los que encontramos ideas y frases con mucha luz para el camino del que busca a Dios.

 En relación con deudos y parientes, Teresa escribe con la experiencia de su vida en el monasterio de la Encarnación, en los que estos andaban por sus anchas y creaban un ambiente poco propicio para las religiosas y sus obligaciones. Con el transcurso de los años Teresa suavizará su visión de este tema, pues encontrará laicos  que serán su apoyo en la obra fundacional del nuevo Carmelo, y además tratará cercanamente con sus hermanos y otros parientes. Aún así no cambiará sus convicciones respecto al tema: la consigna evangélica del desasimiento total para el seguimiento de Cristo y la necesidad de cortar dependencias humanas profundas, para alcanzar la libertad adulta y un amor maduro, para entregarse de verdad a Dios


Luego Teresa propone una sugestiva imagen, la del ladrón interior, porque el ladrón y las cadenas los llevamos dentro de nosotros, y con estas amarras interiores queda prisionera la libertad del hijo de Dios. El ladrón se adueña de los tesoros, de esa caja de caudales que es la persona. Es importante afinar la mirada, y aprender a distinguir desde la humildad cristiana, el "andar en verdad" teresiano. Reconocer el propio egoísmo, las dependencias, los deseos, los miedos; raramente somos "señores de nosotros mismos", aunque presumamos de ello.

Teresa habla de educar el cuerpo, y lo pone por delante; en Vida había escrito: "No somos ángeles, sino tenemos cuerpo" (22,10). Ahora dirá que el cuerpo es el hombre exterior, pero no tiene dudas de que forma parte esencial de la persona, y necesita ser saneado y liberado, no menos que el alma. Dice: "Este cuerpo tiene una falta, que mientras más le regalan, más necesidades descubre" (11,2). No se trata de agobiar al cuerpo y los sentidos con penitencias y ayunos descomunales, sino de educar el espíritu para que no se deje  rendir a las presiones del cuerpo. Para ello, aconseja en 10,2 y 10,5: altos pensamientos y no ser tan regaladas. 

"¡Determínense, hermanas, que vienen a morir por Cristo, no a regalarse por Cristo!"

Luego está la enfermedad, que Teresa conoce bien, porque ha estado enferma siempre, con dolores y achaques, y por ello tiene muy presente la tiranía de la enfermedad, que limita y diezma la libertad interior.  Sabe también del miedo a la muerte, "a la que yo siempre temía mucho" (Vida 38,5). Pero ella ha crecido en estas cosas y por ello aconseja, trazando una línea divisoria entre las enfermedades graves y los achaques de cada día (dirá irónicamente: "las flaquezas y malecillos de mujeres", en 11,2). Dirá que es imperfección estarse quejando siempre (11,11),  y también que "pobres y regaladas, no lleva camino" (11,3). No puede convertirse el propio cuerpo y los achaques en el centro de la vida de la persona, porque "si nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada" (11,4).

 Finalmente habla del miedo a la muerte (11,5): "Procurad no temerla"; "Dejaros toda en Dios, venga lo que viniere.... (seguir leyendo). Ver también su testimonio en Vida 38,5: "Quedóme poco miedo a la muerte...". Una educación espiritual cristiana que no encamine a esa victoria definitiva sobre el miedo, la angustia, etc, en relación con la muerte, no sería evangélica. 

 Volverá sobre el tema en el siguiente capítulo: "De cómo ha de tener en poco la vida el verdadero amador de Dios"; quiere seguir a San Pablo en aquello de: "En la vida y en la muerte somos del Señor"; y Teresa lo expresa en una de sus frases más célebres:


"¡Oh muerte, muerte, no sé quién te teme, pues en ti está la vida"

lunes, 28 de octubre de 2019

SUFRIR UN POCO POR AMOR DE DIOS


"Acordaos qué de pobres enfermos habrá que no tengan a quién se quejar. Pues pobres y regaladas, no lleva camino. Acordaos también de muchas casadas; -yo sé que las hay- y personas de suerte, que con graves males, por no dar enfado a sus maridos, no se osan quejar, y con graves trabajos. Pues ¡pecadora de mí!, sí, que no venimos aquí a ser más regaladas que ellas. ¡Oh, que estáis libres de grandes trabajos del mundo, sabed sufrir un poquito por amor de Dios sin que lo sepan todos! Pues es una mujer muy malcasada, y porque no sepa su marido lo dice y se queja, pasa mucha malaventura sin descansar con nadie, ¿y no pasaremos algo
entre Dios y nosotras de los males que nos da por nuestros pecados? ¡Cuánto más que es nonada lo que se aplaca el mal!".



"Acordémonos de nuestros Padres santos pasados ermitaños, cuya vida pretendemos imitar: ¡qué pasarían de dolores, y qué a solas, y de fríos y hambre y sol y calor, sin tener a quién se quejar sino a Dios! ¿Piensan que eran de hierro? Pues tan delicados eran como nosotras. Y crean, hijas, que en comenzando a vencer estos corpezuelos, no nos cansan tanto. Hartas habrá que miren lo que es menester; descuidaos de vosotras, si no fuere a necesidad conocida. Si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada".

(Camino 11, 3 y 4, Santa Teresa)

sábado, 26 de octubre de 2019

CINCO PUERTAS PARA CRECER

En la SEMANA SANJUANISTA 2019, que se celebra durante estos días en Úbeda, España, la Hna. Mariola López hablo sobre el vínculo de Madeline Delbrel, con la espiritualidad del Carmelo, y su vínculo con Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Teresita de Lisieux.  

Madeleine Delbrêl fue una mística cristiana francesa, asistente social, ensayista y poetisa; nació el 24 de octubre de 1904 en Mussidan, en Dordoña, y murió el 13 de octubre de 1964. Nació en el seno de una familia indiferente a la religión. A los doce años de edad conoció algunos sacerdotes que la despertaron a la fe y, a los 15 años, a algunos intelectuales de valía que la alejaron de ésta. Se convirtió definitivamente a los 20 años.

Fue una asistente social muy activa y trabajó en la barriada obrera del extrarradio Ivry-sur-Seine, que tenía autoridades municipales comunistas. Se enfrentó entonces con el ateísmo marxista, sin dejar de anunciar el Evangelio, a contra corriente.

Sus escritos manifiestan dotes poéticas y, sobre todo, una profunda vida mística. Es considerada por muchos como una de las personalidades espirituales más importantes del siglo XX. Se ha introducido en Roma su causa de beatificación.

«Si vas al fin del mundo, encontrarás la huella de Dios; si vas al fondo de ti mismo, encontrarás a Dios».'

 Mariola López finalizó su conferencia dejando una invitación, desde la espiritualidad de esta mujer profundamente contemplativa, a cruzar cinco puertas, que pueden ayudarnos a pensar de modo renovado nuestro compromiso cristiano:

1º Enamorarnos de la vida que nos toca vivir.

2º Salir de nosotros mismos y poner los ojos en los más carentes. 

3º Elegir maestros que nos den alas. 

4º Escoger la dirección de mi viaje. 

5º Volver a imaginar, dejarnos inventar por el Amado.

Tomo la última como principal motivación: DEJARNOS REINVENTAR POR JESÚS, y desde ahí, revisar la dirección de mi viaje, actualizar mi relación con los maestros que me acompañan siempre, avanzar en el camino que va de mi EGOismo hacia el amor y servicio del otro, y englobándolo todo, SEGUIR ENAMORADOS DE LA VIDA

miércoles, 23 de octubre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (5): HABLEMOS DEL AMOR...

En el capítulo 4 de CAMINO, Teresa habla de las virtudes necesarias en el orante, y la primera es el AMOR, que educa y sensibiliza al orante de cara a las personas. La oración como trato de amistad con Dios, exige afinar el trato de amistad con los hermanos. En ese mismo capítulo empieza a hablar del amor, pero es ahora cuando decide meterse de lleno en el tema, y para ello dedicará dos capítulos de este libro, el 6 y el 7, pasando, podemos decir, de lo teórico a lo práctico. Es un tema delicado, porque supone hablar desde su propia experiencia de mujer madura, y sus hijas espirituales quieren aprender de ella, pero también conocerla un poco más a ella, que vive una fuerte experiencia de amor con Cristo. 

Lo primero, a las jóvenes aprendices de CAMINO, Teresa les propone el AMOR PURO o amor puro espiritual, como ideal, como horizonte; según ella, este amor es desinteresado, libre de egoísmo, practicado con obras y no sólo con sentimientos. Será amor sacrificado, como el de Jesús, verdadero "capitán del amor". Amor en comunión, que se alegra y conduele con las alegrías y los sufrimientos de los otros. Amor basado, no en lo exterior, belleza o simpatía, sino en valores consistentes, capaces de eternidad. 


Teresa va diseñando así para sus hermanas la silueta del verdadero amante (6,4), y lo hace tanto en clave de historia personal como en clave doctrinal. Teresa no habla directamente de lo que ha vivido, se esconde detrás de las palabras en gesto de pudor, pero a la vez se trasparenta en los ejemplos que comparte. Ella vivió la experiencia de pasar de un amor a otro amor, cuando sus ojos se abrieron al "claro conocimiento de la verdad". En número 3 de este capítulo 6 evoca inevitablemente a San Juan de la Cruz y el comienzo del Cántico: "Cayendo el alma en la cuenta...". 

Teresa dirá: "Paréceme ahora a mí que cuando una persona ha llegádola Dios a claro conocimiento de lo que es el mundo, y qué cosa es mundo, y que hay otro mundo, y la diferencia que hay de lo uno a lo otro, y que lo uno es eterno y lo otro soñado, o qué cosa es amar al Criador o a la criatura (esto) visto por experiencia, que es otro negocio que sólo pensarlo y creerlo), o ver y probar qué se gana con lo uno y se pierde con lo otro, y qué cosa es Criador y qué cosa es criatura, y otras muchas cosas que el Señor enseña a quien se quiere dar a ser enseñado de él en la oración o a quien Su
Majestad quiere, que aman muy diferentemente de los que no hemos llegado aquí".

Teresa ama diferente, se siente "alma real", y desde la distancia sonríe al pensar en aquellos amores de antaño que la turbaron. Ahora tiene un amor "que merece el nombre de amor".

Pero Teresa también nos deja pedagógicamente, en una especie de diálogo con sus hermanas, varias enseñanzas importantes acerca de este amor: conocer de este amor no es algo teórico, sino experiencial. Este amor perfecto o puro no implica apatía de cara a los otros, no vuelve insensibles a los amores humanos, solo que ahora podemos VER con claridad dónde hay amor verdadero y dónde no. Los que viven este amor perfecto, aman mejor, y más allá de lo que mueve a simpatía, más allá de la belleza exterior o de ciertos prejuicios sociales. 

"Pareceros ha que estos tales no quieren a nadie, ni saben, sino a Dios.-Mucho más, y con más verdadero amor, y con más pasión y más provechoso amor: en fin, es amor. Y estas tales almas son siempre aficionadas a dar, mucho más que no a recibir; aun con el mismo Criador les acaece esto. Digo que merece éste nombre de amor, que esotras aficiones bajas le tienen usurpado el nombre" (7).

"Luego éstos, si aman, pasan por los cuerpos y ponen los ojos en las almas y miran si hay qué amar; y si no lo hay y ven algún principio o disposición para que, si cavan, hallarán oro en esta mina, si la tienen amor, no les duele el trabajo; ninguna cosa se les pone delante que de buena gana no la hiciesen por el bien de aquel alma, porque desean durar en amarla y saben muy bien que, si no tiene bienes y ama mucho a Dios, que es imposible. Y digo que es imposible, aunque más la obligue y se muera queriéndola y la haga todas las buenas obras que pueda y tenga todas las gracias de naturaleza juntas; no tendrá fuerza la voluntad ni la podrá hacer estar con asiento. Ya sabe y tiene experiencia de lo que es todo; no le echarán dado falso..." (8).



 Tras cerrar el capítulo 6 presentando a Jesús como el "capitán del amor", ahora Teresa en el capítulo 7 pasará a la praxis. Curioso que Teresa no se amilane para hablar de amor, tema sospechoso y seguido por la inquisición, por ser favorito de "alumbrados"; escribe desde el corazón y luego el teólogo amigo, y censor, meterá baza para cortar,le un poco las alas. Teresa deberá rehacer lo escrito, pulirlo, hasta llegar al texto definitivo. Pero ella sabe lo que quiere, y en su primera redacción recomienda encarecidamente: "quiero más que se quieran y amen tiernamente y con regalo, aunque no sea tan perfecto como el amor que queda dicho... que no que haya un punto de discordia". La discordia o el desamor equivaldrían a "echar de casa al Esposo", es decir, a frustrar la dimensión vertical del amor, necesaria para la vida contemplativa. 

El programa de Teresa no es en modo alguno "angelical", o desencarnado, sino que está lleno de realismo y sensibilidad, y transpira calor humano. Por eso habla de "ternura", y de lágrimas, penitencias y oración, de cuidado y contento, de paz y de conformidad... Hay que amar, buscar modelos que inspiren al amor, y no temer sufrir y gozar con el amigo. Pero todo eso se traduce en obras ("Obras quiere el Señor", dirá en Moradas), en lealtad y en cordialidad. Como un grito, salido de lo más hondo, dirá en el # 11: 
"Yo más querría entrase en este monasterio un fuego que nos abrasase a todas". 

Pero ese ideal propuesto, está amenazado por escollos muy concretos, que provienen de la degradación de la amistad, del amor, en medio de la comunidad: 
. A nivel personal: el sentimentalismo.
. A nivel de grupo: el crear bandos.

Teresa, en el primer aspecto, propone un amor fuerte, vertebrado con rigor, varonil como el amor de Cristo, y a la vez femenino como el de Mónica, la madre de San Agustín. En el segundo, alerta de aquello que divide a la comunidad, el armar grupos cerrados y exclusivos; dice: "Cuando esto hubiese, dense por perdidas". 


 "¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana que puede aprovechar a todas, dejado su provecho por los de las otras, ir muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran perfección su Regla! Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se pueden decir, que éstas no se usan ni han de usar en esta casa, tal como «mi vida», «mi alma», «mi bien», y otras cosas semejantes, que a las unas llaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para con su Esposo, pues tanto han de estar con El y tan a solas, que de todo se habrán menester aprovechar, pues Su Majestad lo sufre, y muy usadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay para qué; es muy de mujeres y no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada, ni lo parecieseis, sino varones fuertes: que si ellas hacen lo que es en sí, el Señor las hará tan varoniles que espanten a los hombres. ¡Y qué fácil es a Su Majestad, pues nos hizo de la nada!" (8).

 Así, cerrando esta primera virtud teresiana, el AMOR es fundamental para el orante y su comunidad: imposible hablar y amar a Dios desde un corazón cerrado a los demás, o desde un ambiente de discordia. 



Acerca de este tema del AMOR la santa hablará también en sus otros libros; ayudaría a comprender mejor su visión repasando algunas páginas de Vida y Moradas. En VIDA, podemos repasar los capítulos 7,24, 29, 37... Y en MORADAS, el capítulo  3 de las Quintas moradas. También habla del amor en Conceptos del Amor de Dios, glosando el Cantar de los Cantares, y por supuesto en buena parte de su poesía (Dichoso el corazón enamorado, Vivo sin vivir en mí, Oh hermosura que excedéis...).

(Basado en escritos del P. Tomàs Àlvarez)



sábado, 19 de octubre de 2019

HACIA NUESTRO QUINTO CAPÍTULO OCD DEL CARIBE...

Para toda familia religiosa su Capítulo es un momento de gracia, encuentro, y renovación; por ello varios meses antes comenzamos a orar, como comunidad de vida fraterna, al servicio del Reino y la Iglesia. Invitamos a compartir esta oración que transcribo a continuación:


Dios y Padre de Misericordia que nos llenas de alegría al encontrarnos con Cristo en el Evangelio, llamándonos a seguirte como amigos fuertes de Dios, disponemos nuestra vida para que tu Espíritu Santo se renueve en cada uno de nosotros, que lo que inspires en nuestros pensamientos, deseos y acciones favorezca ante todo nuestra vocación fraterna en la Orden

Por intercesión de Nuestro Padre San José, imploramos la humildad del corazón para vivir este tiempo de preparación a nuestro V capítulo haciendo memoria del primer amor que pusiste en cada uno de nosotros para traernos al Carmelo, que nada este por encima de tu llamada, que nuestro único interés sea vivir puramente nuestra vocación sirviéndote, y podamos así revitalizar ese amor que tu sembraste en nuestra vida; que al estilo de nuestro Glorioso San José podamos ser útiles carpinteros en tu Reino y generosos en nuestra misión de hermanos con la Orden en la Iglesia. 

Nos acogemos a la protección de Nuestra Señora del Carmen, Estrella del mar, teniendo como horizonte la oración, la prudencia y la obediencia, que nuestros Santos Padres Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz nos recuerden la casta de donde venimos, y sobre todo el carisma, la misión y el servicio al que le hemos dicho Sí, por Jesucristo nuestro Señor. Amen. Gloria…

TERESA HABLA DE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA

Hoy celebra la Iglesia  la memoria de San Pedro de Alcántara, nacido en Alcántara (Extremadura, el año 1499. A los 16 años ingresó en los Franciscanos de Valencia. Fue consejero espiritual de Santa Teresa, y reformó la orden franciscana en España. Murió en 1562. Acá traigo las palabras de nuestra santa madre sobre él

"Y ¡qué bueno nos le llevó Dios ahora al bendito fray Pedro de Alcántara! No está ya el mundo para sufrir tanta perfección. Dicen que están las saludes más flacas y que no son los tiempos pasados. Este santo hombre era de este tiempo; estaba grueso el espíritu como en los otros tiempos, y así tenía el mundo debajo de los pies.

Que, aunque no anden desnudos ni hagan tan áspera penitencia como él, muchas cosas hay para repisar el mundo, y el Señor las enseña cuando ve ánimo. Y ¡cuán grande se lo dio su Majestad a este santo para hacer cuarenta y siete años tan áspera penitencia como todos saben!

Quiero decir algo de ella, que sé es toda verdad. Díjome a mí y a otra persona, de quien se guardaba poco, y a mí el amor que me tenía era la causa porque quiso el Señor le tuviese para volver por mí y animarme en tiempo de tanta necesidad, como he dicho y diré.

Paréceme fueron cuarenta años los que me dijo había dormido sola hora y media entre noche y día, y que vencer el sueño era el mayor trabajo de penitencia que había tenido en los principios; y para esto estaba siempre o de rodillas o en pie. Lo que dormía era sentado y la cabeza arrimada a un maderillo que tenía hincado en la pared. Echado, aunque quisiera, no podía, porque su celda no era más larga de cuatro pies y medio.

En todos estos años, jamás se puso la capucha, por grandes soles y aguas que hiciese, ni cosa en los pies, ni vestido, sino un hábito de sayal, sin ninguna otra cosa sobre las carnes, y este tan angosto como se podía sufrir, y un mantillo de lo mismo encima. Decíame que en los grandes fríos se le quitaba y dejaba abiertas la puerta y ventanilla de la celda, para que, con ponerse después el manto y cerrar la puerta, contentase al cuerpo para que sosegase con más abrigo.

Comer a tercer día era muy ordinario, y díjome que de qué me espantaba, que eso era muy posible a quien se acostumbraba a ello. Un compañero suyo me dijo que le acaecía estar ocho días sin comer. Debía ser estando en oración, porque tenía grandes arrobamientos e ímpetus de amor de Dios, de que una vez yo fui testigo.

Su pobreza era extrema y su mortificación en la mocedad, que me dijo que le había acaecido estar tres años en una casa de su Orden y no conocer a ningún fraile si no era por el habla; porque no alzaba los ojos jamás; y así no sabía ir a las partes que de necesidad había de, si no íbase tras los frailes; esto le acaecía por los caminos. A mujeres jamás miraba, esto muchos años; decíame que ya no se le daba más ver que no ver. Mas era muy viejo cuando le vine a conocer, y tan extrema su flaqueza, que parecía hecho de raíces de árboles.

Con toda esta santidad, era muy afable, aunque de pocas palabras, si no era con preguntarle; en estas era muy sabroso, porque tenía muy lindo entendimiento. Su fin fue como su vida, predicando y amonestando a sus frailes. Como vio que ya se acababa, dijo el salmo "¡Qué alegría cuándo me dijeron: Vamos a la casa del Señor!" e, hincado de rodillas, murió.

Después el Señor ha sido servido que yo lo tenga más cerca que en la vida, aconsejándome en muchas cosas. Le he visto muchas veces con grandísima gloria. Díjome, la primera que me apareció, que bienaventurada penitencia que tanto premio había merecido, y otras muchas cosas. Un año antes que muriese, me apareció estando ausente, y supe se había de morir y se lo avisé, estando a algunas leguas de aquí. Cuando expiró, me apareció y dijo cómo se iba a descansar. Yo no lo creí y díjelo a algunas personas, y ocho días después vino la nueva de cómo era muerto, o comenzado a vivir para siempre, por mejor decir.

Hela aquí acabada esta aspereza de vida con tan gran gloria; paréceme que mucho más me consuela que cuando acá estaba. Díjome una vez el Señor que no le pedirían cosa en su nombre que no la oyese. Muchas que le he encomendado pida al señor las he visto cumplidas. Sea bendito por siempre. Amén".

Teresa de Jesús

martes, 15 de octubre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (4): PROCURAR VIRTUDES...

La gran empresa que Teresa ha propuesto a su grupo de pioneras, y ahora propone a nosotros, sus lectores, es la ORACIÓN. Más exactamente, la oración continua: "que oremos sin cesar". Pero no en el sentido del famoso Peregrino ruso, buscando fórmulas y técnicas para ocupar, sin interrupción, los labios, el pensamiento, los latidos del corazón, sino para modelar la vida del grupo. Que todas sean comunidad orante. Y cada una viva el ideal contemplativo de soledad, silencio, paz y experiencia de Dios. 

 Por eso mismo, Teresa no comienza proponiendo métodos de oración o reglas de meditación que regulen o eduquen el acto de orar. Comienza por la vida. Dar temple al acero de la vida orante. No solo porque lo requiere así la "gran empresa" del castillo y los soldados esforzados del capítulo tercero de Camino, sino porque "regalo y oración no se compadecen". Es decir, la vida de una comunidad orante es incompatible con el confort y la comodidad. Norma básica de vida para el grupo es la Regla del Carmelo. Regla de anacoretas. Aunque sólo sea de refilón. Teresa recuerda a sus lectores ciertas consignas ascéticas de esa ley básica: "ayunos, disciplinas, silencio".

Pero no es eso lo que en definitiva plasmará la vida y la  esponjará de oración, adoración, contemplación, alabanza de Dios e intercesión por los hombres. Lo que se requiere como presupuesto y cimiento son "virtudes". Virtudes evangélicas. Solo ellas serán capaces de remodelar "lo interior y exterior" del orante. Y lo mismo, lo interior y exterior del grupo. Sin ellas, será posible hilvanar unas cuantas prácticas de oración, pero no poner en marcha la vida. "Tan necesarias, que... si no las tienen es imposible ser muy contemplativas, y cuando pensaren que lo son, están muy engañadas".

¿Cuáles son las virtudes que Teresa propone?

"La una es AMOR de unas con otras; otra, DESASIMIENTO de todo lo criado; la otra, la verdadera HUMILDAD, que aunque lo digo a la postre, es la principal y las abraza a todas".

Más adelante añadirá una cuarta: la FORTALEZA, que llamará "determinada determinación".

(Tomado de los comentarios a CAMINO, de Tomás Álvarez, ocd)

viernes, 11 de octubre de 2019

TERESA DE JESÚS Y LA IGLESIA DE SU TIEMPO

Quiero profundizar un poco en la experiencia de Teresa de Jesús relacionada con la Iglesia, como mujer orante del siglo XVI, que pertenece a una familia con una rama judeoconversa, lo cual debió haber influido de alguna manera en su comprensión de la realidad religiosa de su tiempo. No obstante, Teresa no hace referencia a ello en ninguno de sus escritos, ni de los sinsabores familiares por el pleito de hidalguía, ni tampoco de temas judíos: sinagoga, ritos, y tampoco del osario judío sobre el que se había construido el convento de la Encarnación (tema conocido por las religiosas). Pero, para Teresa, la Iglesia es una realidad social y cultural envolvente, presupuesto de su vida, experiencia y pensamiento religioso. Como mujer castellana y cristiana de su tiempo, la pertenencia a la Iglesia es incuestionable, tanto familiar como psicológicamente. 

Luego, ya en sus años adultos, sobrevendrán algunos hechos que le obligarán a tomar conciencia, y definirse de una manera más personal respecto a la Iglesia, Primero, su experiencia mística, experiencia interior, pero con consecuencias exteriores: teresa es una mística, consciente de serlo dentro de la institución eclesial.  Por otro lado, su condición de fundadora la obliga a inscribir su actividad en el tejido oficial de las estructuras vigentes y de los cánones. De ahí que tengamos en Teresa un caso singular de relación entre mística y religión.

Podemos explicitar lo anterior en cuatro temas: la inmersión de Teresa en la Iglesia de su tiempo; su acción de fundadora dentro del marco eclesial; cómo ella reacciona en los roces y conflictos con la estructura; y su comprensión del misterio de la Iglesia desde la fe y la experiencia mística

1. Teresa, como hija de su tiempo, comparte la situación dramática de la Iglesia en el siglo XVI. En ella repercuten la quiebra de la unidad cristiana en Europa, con las consecuentes guerras de religión, y el horizonte del nuevo mundo recién descubierto, abierto a la conquista y a la evangelización. Ambas realidades con toda seguridad impactaron a Teresa, y de la primera habla al comienzo de Camino, como la razón que la movió a fundar su primer convento; de la segunda, sus hermanos todos participan de la aventura americana, y aunque al principio la imagina de manera idealizada, luego escucha testimonios más veraces y cambia su parecer. En general, el horizonte eclesial de Teresa se ensancha con estas realidades.

2. No era fácil para una mujer entrar en la dinámica de aquella Iglesia, pero los conocimientos eclesiásticos de Teresa rebasan la media común: conoce bastante el estamento clerical,  y el mundo de la vida religiosa, y se relaciona bastante con ambos. También conoció la parte negativa: la burocracia eclesial, el acomodamiento y las prebendas, la censura de libros, la inquisición. Vinculada a figuras como Juan de Ávila, Pedro de Alcántara, Francisco de Borja. Lectora de la literatura religiosa popular de su tiempo, y entusiasta de las misiones, etc. Teresa está inmersa en el mundo eclesial, como pocas mujeres de su entorno.

3. La confrontación de Teresa con aquella Iglesia le vino por tres vías: por su obra de fundadora; por su obra escrita; por su experiencia mística. Teresa, con su estilo, no propio de una mujer claustral, inquietó a confesores, obispos y nuncios, y también a provinciales y superiores generales de su Orden. Ella misma, hija de su época, dudará algunas veces si lo que hace está o no bien, y será en el mismo Jesús, en sus experiencias místicas, quien la disuade, pero ella procura siempre hacer lo que hace con patentes y autorizaciones de su Iglesia. Ella sabe que ha recibido el carisma de fundadora, pero nunca actúa por su cuenta; se sabe subalterna, y lo ejerce dentro de la estructura eclesial. En cuanto a sus escritos, los somete siempre a la lectura y opinión de censores y teólogos, y acepta revisarlos o enmendarlos cuando estos así lo estiman; ella acepta lo que la Iglesia, a través de sus representantes, le hace saber, con humildad.
En relación con sus experiencias místicas (y sabemos que lo místico entra siempre en contradicción con la estructura, por ser más libre), ella desde el comienzo las sometió al juicio de confesores y teólogos. Su desbordante experiencia  de Dios, ella quiso vivirla dentro de las comunión eclesial, porque tenía claro que el discernimiento de su experiencia necesitaba del reconocimiento de la comunidad. Su carisma estaba subordinado al gran carisma de la comunidad eclesial.

4. Teresa relaciona a Cristo con su Iglesia; en la Iglesia histórica de su tiempo ve al Cristo sufriente, vulnerable y pasible. Para ella, la Iglesia es santa y al mismo tiempo afectada por grandes males, depositaria de los sacramentos, y su corazón está en la Eucaristía. Para Teresa, el misterio de la Iglesia reside en la presencia de Cristo en ella; presencia que tiene su centro axial en la Eucaristía. 

(Resumen  de la voz IGLESIA, del Diccionario de Santa Teresa de Jesús, editado por Monte Carmelo, escrita por Tomás Álvarez).)

lunes, 7 de octubre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (3): POBRES CON EL CRISTO POBRE


Lo mismo que a Francisco, a Teresa le ha deslumbrado la pobreza; llega a ella, no por senderos sociales contestatarios, sino simplemente por el Evangelio. Ahí, y en los relatos de los primeros carmelitas ermitaños,ha encontrado Teresa al Cristo pobre, que promete a los pobres bienaventuranzas. De ahí que ella, al pensar su comunidad naciente, la piense fundada en la pobreza, y comunique a sus hermanas los bienes que hay en ella. También sus primeras lectoras, las monjas de San José de Avila, son "trece pobrecillas", y por eso todas han de esforzarse y trabajar, incluida la priora.

 En el segundo capítulo de CAMINO, Teresa hace su elogio de la pobreza, subrayando tres consignas fundamentales, al decir del P. Tomás Álvarez:

1. Poner los ojos en Cristo pobre. "En el portal de Belén donde nació y en la cruz donde murió".  Invita a imitar a este Cristo. 

2. Ser verdaderamente pobres, no de boca o apariencia. No se puede profesar pobreza, y luego huir de los pobres y de la pobreza real. Por eso, en contra de todos, se empeña en fundar su convento sin rentas.

3. Ser pobres por dentro, pobres "en lo interior". No dejar que las preocupaciones y bienes de este mundo nos angustien y quiten la paz. Esta pobreza "interior" da un gran señorío, dirá, una gran libertad. 

Importante entender la invitación a ser pobres, dentro del contexto eclesial en que Teresa vive, realidad que ella describe, junto con el compromiso asumido frente a ello, en los capítulos 1 y 3 de este libro. 

domingo, 6 de octubre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (2): PREOCUPADA POR LA IGLESIA

TERESA dedica el primer capítulo de CAMINO a explicar lo que la motivò a emprender  su obra fundacional, primero en su convento de San Josè de Àvila; al leerla, procuramos meternos en el interior de sus sentimientos y propósitos, para que iluminen de alguna manera nuestro camino de fe.

"En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en crecimiento esta desventurada secta. Diome gran fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en algo al Señor, y que todas ocupadas en oración por los que son defendedores de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío...". 

¿Què nos mueve hoy a nosotros en el camino de la fe?
¿Cuàles son nuestras motivaciones?
¿Nos sentimos solidarios con las causas de la Iglesia y de los Pobres?
¿Convertimos nuestra oraciòn en una fuerza al servicio del Evangelio, o nos limitamos a pedir siempre por las necesidades propias, como si Dios no supiera lo que realmente necesitamos?

 "Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia".

 Esta frase no es para que confirmemos lo mal que va todo allà fuera (como si nosotros estuvièsemos en otra parte, y no fuèsemos corresponsables del mal que existe), sino para dejarnos de tonterìas y caprichos, y centrarnos en lo que es realmente importante.

sábado, 5 de octubre de 2019

FRANCISCO HABLA DE TERESITA

Meditación improvisada del Santo Padre. Encuentro con las religiosas contemplativas en el Monasterio de las Carmelitas descalzas 
(Antananarivo, Madagascar, Sábado, 7 de septiembre de 2019) 

Os darán por escrito lo que he preparado, así lo podéis leer y meditarlo tranquilas. Ahora yo quisiera deciros algo desde el corazón. La lectura del primer libro de los Reyes (2,2b-3), dirigida a Josué, comenzaba con una llamada al valor: «¡Ánimo sé un hombre!». Ánimo, y para seguir al Señor es necesario el valor, siempre, un poco de ánimo. Es verdad que el trabajo más pesado lo hace él, pero se necesita ánimo para dejarle hacer. Y me viene a la mente una imagen, que me ha ayudado mucho en mi vida de sacerdote y de obispo. Una noche tarde, dos religiosas, una muy joven y una anciana iban desde el coro, donde habían rezado vísperas, al refectorio. A la anciana le costaba caminar, estaba casi paralítica, y la joven intentaba ayudarla, pero la anciana se ponía nerviosa, decía: “No me toques. No hagas eso que me caigo”. Y, Dios sabe, pero parece que la enfermedad había vuelto a la anciana un poco neurótica. Pero la joven siempre con la sonrisa la acompañaba. Al final, llegaron al refectorio, la joven intentaba ayudarla a sentarse, y la anciana: “No, no, me haces daño, me duele aquí…”, pero al final se sentaba. Una joven, ante esta situación, seguramente hubiese estado tentada de mandarla a paseo. Pero aquella joven sonreía, cogía el pan, lo preparaba y se lo daba. Esta no es una fábula, es una historia auténtica: la anciana se llamaba sor San Pedro, y la joven sor Teresa del Niño Jesús. Esta es una historia auténtica, que refleja una pequeña parte de la vida comunitaria, que hace ver el espíritu con el que se puede vivir una vida comunitaria. La caridad en las pequeñas y en las grandes cosas. Aquella joven habría podido pensar: “Sí, pero mañana iré a la priora y le diré que envíe a una más fuerte a ayudar a esta anciana, porque yo no soy capaz”. No pensó así. Creyó en la obediencia: “La obediencia me ha dado esta tarea y la cumpliré”. Con la fuerza de la obediencia hacía con caridad exquisita este trabajo. Sé que todas vosotras, monjas de clausura, habéis venido para estar cerca del Señor, para buscar el camino de la perfección; pero el camino de la perfección se encuentra en estos pequeños pasos en el camino de la obediencia. Pequeños pasos de caridad y de amor. Pequeños pasos que parecen nada, pero son pequeños pasos que atraen, que “hacen esclavo” a Dios, pequeños hilos que “apresan” a Dios. Esto pensaba la joven: a los hilos con los que apresaba a Dios, a las cuerdas, cuerdas de amor, que son los pequeños actos de caridad, pequeños, pequeñísimos, porque nuestra pequeña alma no puede hacer grandes cosas. Sé valiente. El valor de dar pequeños pasos, el valor de creer que, a través de la pequeñez, Dios es feliz, y consuma la salvación del mundo. “No pero yo pienso que debe cambiar la vida religiosa, debe ser más perfecta, más cercana a Dios, y por esto yo quiero ser priora, capitular, para cambiar las cosas… No digo que alguna de vosotras piense esto… Pero el diablo se insinúa en estos pensamientos. Si tú quieres cambiar no solo el monasterio, no solo la vida religiosa —cambiar y salvar con Jesús—, salvar el mundo comenzando con estos pequeños actos de amor, de renuncia a sí mismo, que aprisionan a Dios y lo traen entre nosotros. Volvamos a la historia de la joven y de la anciana. Una de estas tardes, antes de cenar, mientras iban del coro al refectorio —salían diez minutos antes del coro para ir al refectorio, paso a paso— Teresa sintió una música, de fuera… Era una música de fiesta, de baile… Y pensó en una fiesta en la que las jóvenes y los jóvenes bailaban, honestamente, una hermosa fiesta de familia… tal vez un matrimonio, un cumpleaños… Pensó en la música, en todo aquello… Y sintió algo dentro, tal vez ha sentido: “Sería hermoso estar allí”, no sé… Y enseguida, decidida, dijo al Señor que nunca, nunca habría cambiado por esa fiesta mundana uno solo de sus gestos con la hermana anciana. Estos la hacían más feliz que todos los bailes del mundo. Seguramente, a vosotras, la mundanidad os llegará de muchas formas escondidas. Sabed discernir, con la priora, con la comunidad en capítulo, discernir las voces de la mundanidad, porque no entren en la clausura. La mundanidad no es una monja de clausura, más aun, es una cabra que va por su camino, lleva fuera de la clausura… Cuando te vienen pensamientos de mundanidad, cierra la puerta y piensa a los pequeños actos de amor, estos salvan el mundo. Teresa prefirió custodiar la anciana y seguir adelante. Esto que os diré ahora, lo diré no para asustaros, sino que es una realidad, lo ha dicho Jesús, y me permito de decirlo también yo. Cada una de vosotras, para entrar en el convento, ha debido luchar, ha hecho tantas cosas buenas y ha vencido, ha vencido: ha vencido el espíritu mundano, ha vencido el pecado, ha vencido al diablo. Tal vez, el día en que tú has entrado en el convento, el diablo se ha quedado en la puerta, triste: “He perdido un alma”, y se ha ido. Pero después ha ido a pedir consejo a otro diablo más astuto, un diablo viejo, que seguramente le ha dicho: “Ten paciencia, espera”. Es un modo habitual de actuar del demonio. Jesús lo dice. Cuando el demonio deja libre un alma, se va; después, pasado un poco de tiempo, tiene ganas de volver, y ve aquel alma tan hermosa, tan bien dispuesta, tan bella, y quiere entrar. ¿Y qué dice Jesús? Que el diablo va y busca otros siete peores que él y vuelve con los siete, y quieren entrar en esa casa dispuesta. Pero no pueden entrar haciendo ruido, como si fuesen ladrones, deben entrar educadamente. Y así los diablos “educados” llaman a la puerta: “Quisiera entrar…, busco esta ayuda, o esto otro, o lo de más allá”. Y les dejan entrar. Son diablos educados, entran en casa, cambian la disposición y después, dice Jesús, el final de ese hombre o de esa mujer es peor que el inicio. ¿Pero no te has dado cuenta que ese era un espíritu maligno? “No, era educado, muy bueno”. Y ahora, no, yo me voy a casa porque no puedo tolerar esto…”. Es demasiado tarde ya, tú lo has dejado entrar demasiado dentro de tu corazón. ¿No te has dado cuenta, no has hablado con la priora, no has hablado con el capítulo, con alguna de las hermanas de la comunidad? El tentador no quiere ser descubierto, por eso se disfraza de persona noble, educada, a veces de padre espiritual, a veces… Por favor, hermana, cuando tu sientes algo extraño, habla enseguida. Habla enseguida. Manifiéstalo. Si Eva hubiese hablado a tiempo, si hubiese ido al Señor para decirle: “Esta serpiente me dice estas cosas, ¿tú que crees?”. Si hubiese hablado a tiempo. Pero Eva no habló, y vino el desastre. Este consejo os doy: hablar enseguida, hablar a tiempo, cuando hay algo que os quita la tranquilidad; no digo la paz, sino todavía antes la tranquilidad, después la paz. Esto es ayuda, esta es la defensa que tenéis en la comunidad: una ayuda a la otra para hacer un frente común, para defender la santidad, para defender la gloria de Dios, para defender el amor, para defender el monasterio. “Pero nosotras Communicationes 347/09.2019 6 nos defendemos bien de la mundanidad espiritual, nos defendemos bien del diablo porque tenemos doble reja, y en medio también una cortina”. La doble reja y la cortina no son suficientes. Podríais tener cien cortinas. Es necesaria la caridad, la oración. La caridad de pedir consejo a tiempo, de escuchar a las hermanas, de escuchar a la priora. Y la oración con el Señor, la oración: “Señor, es verdad que esto que siento, esto que me dice la serpiente, ¿es verdad?”. Aquella joven Teresa, apenas sentía algo dentro, lo hablaba con la priora…, que no la quería, no la amaba la priora. “Pero como puedo ir a hablar con la priora si cada vez que me ve me enseña los dientes”. Sí, pero es la priora, es Jesús. “Pero, padre, la priora no es buena, es mala”. Deja que lo diga el Señor, para ti es Jesús la priora. “Pero la priora es un poco anciana, no le funcionan bien las cosas…”. Deja que lo decida el capítulo; tú, si quieres decir esto, lo dices en el capítulo, pero tú ve a la priora, porque es Jesús. Siempre la trasparencia del corazón. Siempre hablando se vence. Y esta Teresa, que sabía que era antipática a la priora, iba con ella. Es verdad, es necesario reconocer que no todas las prioras son el premio Nobel de la simpatía. Pero son Jesús. El camino de la obediencia es el que te sujeta al amor, nos sujeta al amor. Después, Teresa se enfermó. Se enfermó y, poco a poco, le parecía haber perdido la fe. Esta pobrecita, que en su vida había sabido espantar los diablos “educados”, a la hora de la muerte no sabía cómo actuar con el demonio que la rondaba. Decía: “Lo veo: gira, gira…”. Es la oscuridad de los últimos días, de los últimos meses de la vida. Para la tentación, la lucha espiritual, el ejercicio de la caridad no se jubila, hasta el final tú debes luchar. Hasta el final. Ella pensaba haber perdido la fe. Y llamaba a las hermanas para que echaran agua santa en su cama, para que llevaran las velas bendecidas… La lucha del monasterio es hasta el final. Pero es hermosa, porque en esa lucha —cruel pero bella—, cuando es auténtica, no se pierde la paz. Este Papa —diréis— es un poco “folclórico”, porque en vez de hablarnos de cosas teológicas, nos ha hablado como a las niñas. Ojalá fuesen todas niñas en el espíritu, ojalá. Con esa dimensión de infancia que el Señor tanto ama. Quisiera terminar la historia de Teresa con la anciana. Teresa, ahora, acompaña a un anciano. Y quiero dar testimonio de esto, quiero dar testimonio porque ella me ha acompañado, en cada paso me acompaña. Me ha enseñado a dar pasos. A veces soy un poco neurótico y la echo fuera, como Madre San Pedro. A veces la escucho; a veces los dolores no me dejan escucharla bien… Pero es una amiga fiel. Por eso no he querido hablaros de teorías, he querido hablaros de mi experiencia con una Santa, y de deciros lo que es capaz de hacer una santa y cuál es el camino para ser santos. Ánimo, adelante. 

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...