lunes, 21 de diciembre de 2020

DICHOSA TÚ, MARÍA...

El lugar de María en la obra de Dios es sólo perceptible con los ojos de la fe, sólo es comprensible desde el corazón. Qué bien si María se nos revelara en toda su belleza durante estas últimas jornadas de Adviento. No equivocarnos al poner los ojos en la belleza de lo exterior: el adorno, el vestido o las joyas que a menudo ponemos en sus imágenes. La belleza de María es espiritual, interior, y es la belleza que queremos reproducir en nosotros mismos, la belleza de la fe.

jueves, 10 de diciembre de 2020

SAN JOSÉ; UN AÑO JUBILAR

Los superiores generales de las dos familias carmelitanas, Calzados y Descalzos, acaban de publicar una carta conjunta sobre el lugar que ocupa San José en nuestra vida consagrada, en lo devocional y en lo espiritual. Al mismo tiempo el papa Francisco también ha querido dedicar un año jubilar a San José, y lo abre con una carta apostólica, Patris Corde, con motivo de los 150 años de la proclamación del santo como patrono de la Iglesia universal. Me sumaré, compartiendo algunos fragmentos de ambos documentos, entre otros materiales al respecto; también soy devoto del san José, pues a él estaba dedicada mi primera comunidad pastoral, y siempre lo mencioné en la Misa, aun antes de que lo estableciera formalmente la liturgia. Qué San José siga intercediendo por nosotros, en especial por el Comisariato OCD del Caribe, y siendo modelo de nuestro seguimiento cristiano y consagración al servicio de la Iglesia
.


"Este año 2020 hemos celebrado la fiesta de san José en medio de una pandemia que nos ha obligado a permanecer encerrados en nuestras casas. Precisamente en esos momentos hemos sentido todavía de un modo más intenso la necesidad de dirigirnos a aquel hombre justo y fiel, que conoció el cansancio, el exilio y la preocupación por el mañana, sin que decayese su ánimo, creyendo y esperando en Dios, que le había confiado una misión única: custodiar a Jesús y María, la familia de Nazaret, el germen de la nueva familia que Dios regalaba al mundo. El papa Francisco, en su homilía en Santa Marta, nos ha recordado las cualidades de san José: el hombre concreto, capaz de cumplir su obligación con precisión y profesionalidad y, al mismo tiempo, el hombre que entra en el misterio de Dios, más allá de su conocimiento y de su control, frente al cual se postra en adoración1 . Nos hace bien volver a pensar en san José, meditar sobre aquel al que nuestra tradición ha reconocido como patrón y modelo de la vida carmelitana. Y queremos hacerlo juntos, como familia carmelitana, O.Carm. y O.C.D., porque en el culto a san José y en la referencia constante a él, volvemos a encontrar uno de los elementos más valiosos de nuestra común herencia histórica y espiritual. Este año nos invita a hacerlo, además, un significativo aniversario: el de la proclamación de san José como patrono de la Iglesia universal, acontecida hace 150 años, el 8 de diciembre de 1870, por voluntad del beato Pío IX".
(Documento OCD-O.Carm)


"Con corazón de padre: así José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios «el hijo de José». Los dos evangelistas que evidenciaron su figura, Mateo y Lucas, refieren poco, pero lo suficiente para entender qué tipo de padre fuese y la misión que la Providencia le confió. Sabemos que fue un humilde carpintero (cf. Mt 13,55), desposado con María (cf. Mt 1,18; Lc 1,27); un «hombre justo» (Mt 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a través de los cuatro sueños que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Después de un largo y duro viaje de Nazaret a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro sitio «no había lugar para ellos» (Lc 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos. Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Como se sabe, en los pueblos antiguos poner un nombre a una persona o a una cosa significaba adquirir la pertenencia, como hizo Adán en el relato del Génesis (cf. 2,19-20). En el templo, cuarenta días después del nacimiento, José, junto a la madre, presentó el Niño al Señor y escuchó sorprendido la profecía que Simeón pronunció sobre Jesús y María (cf. Lc 2,22- 35). Para proteger a Jesús de Herodes, permaneció en Egipto como extranjero (cf. Mt 2,13-18). De regreso en su tierra, vivió de manera oculta en el pequeño y desconocido pueblo de Nazaret, en Galilea —de donde, se decía: “No sale ningún profeta” y “no puede salir nada bueno” (cf. Jn 7,52; 1,46)—, lejos de Belén, su ciudad de origen, y de Jerusalén, donde estaba el templo. Cuando, durante una peregrinación a Jerusalén, perdieron a Jesús, que tenía doce años, él y María lo buscaron angustiados y lo encontraron en el templo mientras discutía con los doctores de la ley (cf. Lc 2,41-50). 

Después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo. Mis predecesores han profundizado en el mensaje contenido en los pocos datos transmitidos por los Evangelios para destacar su papel central en la historia de la salvación: el beato Pío IX lo declaró «Patrono de la Iglesia Católica», el venerable Pío XII lo presentó como “Patrono de los trabajadores” y san Juan Pablo II como «Custodio del Redentor». El pueblo lo invoca como «Patrono de la buena muerte». Por eso, al cumplirse ciento cincuenta años de que el beato Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, lo declarara como Patrono de la Iglesia Católica, quisiera —como dice Jesús— que “la boca hable de aquello de lo que está lleno el corazón” (cf. Mt 12,34), para compartir con ustedes algunas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana. 


Este deseo ha crecido durante estos meses de pandemia, en los que podemos experimentar, en medio de la crisis que nos está golpeando, que «nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. […] Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos». Todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. 

San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud.
(Francisco)

martes, 8 de diciembre de 2020

ES PARA GRAN LUZ EL PADECER TINIEBLAS...

Esta es la primera carta que se conserva de San Juan de la Cruz, y está dirigida a Catalina de Jesús, Carmelita Descalza:

 Jesús sea en su alma, mi hija Catalina. 
Aunque no sé dónde está, la quiero escribir estos renglones, confiando se los enviará nuestra Madre, si no anda con ella; y, si es así que no anda, consuélese conmigo, que más desterrado estoy yo y solo por acá; que después que me tragó aquella ballena y me vomitó en este extraño puerto, nunca más merecí verla ni a los santos de por allá. Dios lo hizo bien; pues, en fin, es lima el desamparo, y para gran luz el padecer tinieblas. ¡Plega a Dios no andemos en ellas!

¡Oh, qué de cosas quisiera decir! Mas escribo muy a oscuras, no pensando la ha de recibir; y por eso, ceso sin acabar. Encomiéndeme a Dios. Y no la quiero decir de por acá más porque no tengo gana

De Baeza y julio 6 de 1581. 
Su siervo en Cristo, Fray Juan de la Cruz. 
Sobrescrito. Es para la Hermana Catalina de Jesús, carmelita descalza, donde estuviere.

viernes, 27 de noviembre de 2020

DURUELO: LA REBELIÓN DE LOS FRAILES DESCALZOS.

El día 28 de noviembre recordamos los carmelitas descalzos el nacimiento de la orden el año 1568 en Duruelo, un “lugarcillo” de la provincia de Ávila, aventura iniciada por dos personajes ilustres del Carmelo, Fray Antonio de Jesús (Heredia) y Fray Juan de la Cruz. Aquel hecho lejano provoca en nosotros nostalgias y agradecimiento por la herencia recibida. Voces críticas en la familia del Carmen descalzo afirman que fue el P. Nicolás Doria, elegido provincial en 1585, y en puestos de responsabilidad hasta su muerte en 1594, el que introdujo en la Reforma teresiana cambios en la vida de las comunidades que desfiguraron el proyecto primigenio de la madre Teresa. Como el tema es demasiado amplio para tratarlo en hojas volanderas, someto a revisión uno de sus aspectos: la vida ascética del Carmen descalzo

La historiadora Teresa escribió la crónica de Duruelo en torno al año 1574 sobre la vida que allí iniciaron los primeros descalzos. Primero conoció la casa destartalada que le regaló un amigo abulense que pronto trasformó en su imaginaria en convento para frailes (Fundaciones, 13, 3). A Juan de la Cruz le había enseñado la madre Teresa la “manera de proceder” de las monjas descalzas en la fundación de Valladolid: la “mortificación”, el “estilo de hermandad”, todo vivido con “moderación” (ib., 13, 5). 
Poco después, en febrero de 1569, conoció también la vida que iniciaron allí los descalzos, de camino a Toledo desde Valladolid, y dejó sus apuntes críticos. Para comenzar, quedó “espantada” ante la decoración del hábitat frailuno: en el zaguán de la casucha, convertido en iglesia (¡!), habían colocado los frailes “cruces y calaveras”, un Cristo de papel pegado al palo de una cruz junto a la pila de agua bendita; el desván lo habían convertido en “coro” (¡!), abierto a las inclemencias del tiempo: lluvias, vientos y nieves. Y en los rincones, “dos ermitillas” (¡!) para dormir, decoradas también con “sus cruces y calaveras”. Y completaban el ajuar los cinco relojes del P. Antonio “para tener las horas concertadas”. Nada que sugiriese un Cristo resucitado y viviente. Pues bien, aquí nació una de las escuelas de espiritualidad y de mística más importantes de la historia (Fundaciones, 14, 1, 6-8).

Aprobó su dedicación misionera en los pueblos cercanos, abandonados pastoralmente, cumpliendo uno de los fines de la rama masculina de su Reforma: la “salvación de las almas”, la misión de confesar y predicar de palabra y con el buen ejemplo (Fundaciones, 14, 8 y 11). Pero criticó los excesos penitenciales, no obstante su mirada emocional a los santos padres del Monte Carmelo donde nació la orden, con fríos, hambres y mucha soledad para la contemplación. 

Pero aquello era un espejo lejano, vida de ermitaños, no imitable por una orden de contemplativos, pero frailes apóstoles, maestros universitarios y urbanícolas. Lo dialogó con ellos, pero oyó una respuesta cerrada: “Les rogué mucho no fuesen en las cosas de penitencia con tanto rigor, que le llevaban muy grande”. “Ellos -escribe con pena- hicieron poco caso de mis palabras para dejar sus obras”. Y -por humildad- atribuyó su propuesta de menor rigor a “ser flaca y ruin”, “imperfecta y de poca fe”. Y les dejó que practicasen las virtudes fuertes de los varones. Fue una espina que llevó clavada en el alma hasta la muerte. La Fundadora daba menos importancia a las penitencias extremas; prefirió vivir en pobreza, en el desclasamiento del yo, prendida de la Providencia divina y en la práctica de la caridad fraternal (Fundaciones, 14, 12). 

Hubo una penitencia extrema que rechazó del todo, a pesar de ser un distintivo de las “reformas” de los religiosos varones de su tiempo: la descalcez absoluta, ni zapatos, ni alpargatas, frailes pisando el polvo y los cantos de los caminos, el agua o la nieve en todo lugar. Y así vivieron los reformados carmelitas “descalzos” desde el año 1568 hasta el 1581. Al parecer, el eminente carmelita descalzo, Juan de Jesús (Roca), atribuyó la práctica al consejo de la madre Fundadora, pero ella protestó airadamente contra el bulo. “Me cae en gracia -escribe- porque soy la que siempre lo defendí [prohibí] al padre Fray Antonio”. Y la razón es clara: tanta penitencia “espantaría” a los “buenos talentos”. Menos mal que se equivocó porque a la Reforma acudieron no solo montaraces ermitaños, no siempre analfabetos, sino gentes de la nobleza, acaudalados hombres de negocios y universitarios con sus títulos, sacerdotes con sus experiencias pastorales. Sí le pareció mal ver a los “descalzos” “en buenas mulas con sus sillas”, como vio ella a unos “mocitos” descalzos. Lo que sí les aconsejó es “que les diesen bien de comer” y el “trabajo de manos” (en Carta a Ambrosio Mariano, 12-XII-76, nn. 7-8). 

La vida penitente de los descalzos y sus quehaceres siguieron su camino y sus relaciones con la madre Teresa fueron intensas y divergentes porque encontramos en sus escritos palabras de dura confrontación, como cuando escribe hacia 1576: “algunas veces me pesara de que se había comenzado [la Reforma de la orden], si no tuviera tan gran confianza de la misericordia de Dios. Digo las cosas de los frailes, que las de las monjas siempre hasta ahora han ido bien. Y las de los frailes no iban mal, mas llevaba principio de caer muy presto […]. Harto fatigada me tenían algunas veces” (Fundaciones, 23, 12). El desgobierno procedía de que no tenían constituciones propias, “en cada casa hacían como les parecía” (¡!). Después, el P. Jerónimo Gracián, nombrado comisario apostólico para los descalzos, “hizo Constituciones para los frailes” y se remedió en parte el desorden (ib., n. 13). 

Termino recordando algunos consejos de la madre Teresa a los frailes descalzos con ocasión de la separación de los calzados en el capítulo de Alcalá de 1581. Lo hizo en unos “memoriales” con sugerencias para incluir en las futuras Constituciones de las monjas y los frailes. En relación con los frailes le pide al P. Gracián que no sean “vicarios” en los conventos de monjas, ni que ellas estén sujetas a los priores; que no platiquen las monjas con los confesores, sino que manifiesten solo sus pecados; rechaza a los “negros devotos” de las esposas de Cristo (Carta del 19-II-81, nn. 1-3). En las cosas de las monjas, “no hay que dar parte a los frailes” (Carta a Gracián, 21-II-81, n. 4). Y, finalmente, que los frailes no abusen de los “rigores” penitenciales haciendo caso omiso de la “moderación” de la Fundadora. “Que aprovechen de dar más de comer a esos padres que suelen” (Carta, 23-II-81, n. 3). Y que “procure vuestra paternidad haya limpieza en camas y pañizuelos de mesa (servilletas), aunque más se gaste” (ib., n. 4). ¡Al fin, fundados por una mujer! Aunque sabía que algunos de sus consejos caerían en saco roto. 

Los “descalzos” carmelitas, varones fuertes, seguirían imponiendo un plus penitencial sobre lo mandado a las monjas considerándose superiores en la vida ascética, rebelándose contra la propuesta de moderación de la reformadora Teresa. Ese ambiente fue profundizándose a partir del gobierno provincial del P. Nicolas Doria y sus secuaces el año 1585, con la “observancia” de las leyes y el recorte de la “misión” apostólica iniciada por el P. Gracián. Pero la semilla estaba sembrada en la fundación de Duruelo y vivida más intensamente en los conventos fundados en lugares alejados de las ciudades, como Mancera, Pastrana, La Peñuela, El Calvario, Altomira, La Roda, etc. Es sabido que la madre Teresa prefería fundar sus conventos en las ciudades ricas y populosas y bien comunicadas y, a ser posible, algunas de los frailes, en ciudades universitarias. Conoció la de Alcalá, Valladolid y Salamanca.

DANIEL DE PABLO MAROTO 
Carmelita Descalzo. “La Santa”. Ávila

miércoles, 18 de noviembre de 2020

PARA AVIVAR EL ALMA

Cada tiempo litúrgico que vivimos en la Iglesia, cada celebración de nuestra fe. cada ritual, cada devoción, cada vivencia espiritual, ha de ser siempre camino para avivar el alma, para animar nuestra vida interior al punto de que entre en el dinamismo del gozo y la esperanza. Así lo expresa Santa Teresa en un texto que podríamos tomar como paradigma de todo nuestro itinerario hacia Dios. Él no quiere para nosotros angustias ni temores, sino gozo, fortaleza, esperanza. No arrinconemos el alma, ni la agobiemos, sino cuidemos nuestro ser, nuestro espíritu, nuestro cuerpo, para que todo lo que somos camine hacia Dios.

Andemos confiadamente por esas moradas interiores y miremos siempre al centro de nuestro ser donde nace Cristo cada día.


Tornemos ahora a nuestro castillo de muchas moradas. No
habéis de entender estas moradas una en pos de otra, como cosa en hilada, sino poned los ojos en el centro, que es la pieza o palacio adonde está el rey, y considerar como un palmito, que para llegar a lo que es de comer tiene muchas coberturas que todo lo sabroso cercan. Así acá, alrededor de esta pieza están muchas, y encima
lo mismo. 
Porque las cosas del alma siempre se han de considerar con plenitud y anchura y grandeza, pues no le levantan nada, que capaz es de mucho más que podremos considerar, y a todas partes de ella se comunica este sol que está en este palacio. Esto importa mucho a cualquier alma que tenga oración, poca o mucha, que no la arrincone ni apriete. Déjela andar por estas moradas, arriba y abajo y a los lados, pues Dios la dio tan gran dignidad…”.

Santa Teresa, Moradas.

sábado, 14 de noviembre de 2020

PRESENTACIÓN DE LA ENCÍCLICA "FRATELLI TUTTI"...

 Comparto la PRESENTACIÓN DE LA ENCÍCLICA “FRATELLI TUTTI" ,que hace África de la Cruz Tomé en FE ADULTA, para aquellos que aun no la han leído, y quieren ir adelantando: 


Es una Encíclica social para promover la fraternidad universal entre los habitantes de la tierra, sin fronteras. Está dirigida no sólo a los católicos sino a toda persona de buena voluntad. Encíclica abierta a toda la humanidad en un momento crítico de su historia. Presenta nuevas metas y caminos para construir un mundo más justo y fraterno porque los viejos sueños no se han cumplido. El papa propone un nuevo orden mundial con los pobres en el centro, escrita desde el Sur. Utiliza la parábola del Buen Samaritano como ejemplo a seguir y pide que, como samaritanos buenos, nos aproximemos y escuchemos a los que nos necesitan. También nos propone vivir como hermanos en la casa común, en diálogo, escucha y encuentro. Son grandes sueños que no se pueden quedar en palabras. Son dimensiones de una Ética Universal. Obras mejor que palabras. La Encíclica se estructura en ocho capítulos y la introducción.

Introducción: Fratelli Tutti. Así se dirigía San Francisco de Asís a sus hermanos y hermanas cuando les propuso un estilo de vida con sabor a Evangelio. Él, el hermano de todos y de todo. El papa Francisco se inspira, entre otros, en este santo, para escribir esta Encíclica sobre la fraternidad y el amor universal, sin fronteras. Mientras escribía este documento llegó la pandemia de Covid-19. Desde este contexto se entiende mejor la necesidad del grito que en esta Encíclica lanza el papa a quien quiera escucharle.

1.- Las sombras de un mundo cerrado: En este capítulo el papa hace una mirada panorámica a algunas tendencias del mundo actual que dificultan la fraternidad universal. Habla de los sueños rotos, las esperanzas no cumplidas: El sueño de una Europa unida y de la integración latinoamericana, la democracia desfigurada, el dominio y control frente a servicio y bien el común, el descrédito de la política que siembra desconfianza y desesperanza, sin un proyecto compartido, para todos; el crecimiento de la agresión y el insulto, de la crispación. El racismo y el descarte mundial. Los Derechos Humanos no suficientes ni para todos, universales. La globalización y progreso desigual. La existencia de mafias que explotan a los débiles por soledad, miedos e inseguridad. Las dificultades de la migración humana con su dignidad pisoteada en las fronteras. La indiferencia y “sálvese quien pueda” del individualismo dominante. Pandemias y otros flagelos de la historia. La ilusión de la comunicación: agresividad sin pudor, información sin Sabiduría. Sometimientos y autodesprecios. Soledad. Por contraste, el papa termina este capítulo con un apartado dedicado a la Esperanza. “A pesar de estas sombras…. quiero hacerme eco de tantos caminos de esperanza que se abren… porque Dios sigue derramado en la humanidad semillas del bien”

2.- Un extraño en el camino: En este capítulo, el papa presenta la Parábola del Buen Samaritano, urdimbre sobre la que se teje toda la Encíclica. Como contrapunto de las sombras señaladas en el punto anterior, en éste, va a proponer un modelo de actuación que fundamente las propuestas alternativas de respuesta a los problemas presentados anteriormente. Es la luz que ilumina las tinieblas. El Buen Samaritano nos abre a la esperanza de que, a pesar de todo, podemos soñar un mundo mejor, más humano, más justo más igual, más amoroso. Está en nuestras manos. Esta parábola es universal. Es Sabiduría. El evangelista Lucas la pone en boca de Jesús en contestación a la pregunta del maestro de la Ley ¿quién es mi prójimo? Es una narración bella y de una espiritualidad elevada. Hay que leerla para disfrutarla. La parábola termina con las palabras de Jesús al maestro de la Ley “tienes que ir y hacer lo mismo” Y el papa cierra el capítulo con este mensaje: A imagen y semejanza del buen samaritano y de Jesús, todos tenemos que hacer lo mismo: Acompañar, compadecer, cuidar, sostener a los heridos, caídos y frágiles. Es una historia que se repite: Tu prójimo es todo el que te necesita.

3.- Pensar y gestar un mundo abierto (al amor desinteresado). El amor es el distintivo de la identidad cristiana fundada en la espiritualidad del Evangelio. A nivel universal, el amor es el punto de lanza de la evolución humana. El amor es el fondo de humanización de todos. Los hombres estamos creados a imagen y semejanza de Dios. Por eso todos nos parecemos a Él. Dios es amor y nosotros también. El papa escribe para toda persona de buena voluntad. Más allá de todos los credos, el valor único y absoluto es del amor. El amor es gradual. Es un proceso que apunta a una creciente apertura al amor-ágape, de unión e identificación. El papa habla de sociedades abiertas que integran a todos y propone transcender el mundo de socios para situarnos en un mundo de hermanos iguales en derechos y dignidad: Libertad, igualdad y fraternidad. Amor universal que promueve a las personas, el bien moral, el valor de la solidaridad. Derechos sin fronteras. Derechos de los pueblos. Las tres “t”: Tierra, Techo, Trabajo.

4.- Un corazón abierto al mundo entero. Poner en práctica el amor y la fraternidad universal nos plantean unos retos insoslayables ante situaciones como: fenómeno migratorio, nuevas pobrezas engendradas por la economía neoliberal, las pandemias, la sobreexplotación de la tierra y otras. Ante esto, surge la pregunta ¿qué puedo y tengo que hacer? A nivel individual y comunitario. El papa hace elogio de la gratuidad, hacer el bien por él mismo. La gratuidad es posible, existe y ha existido entre los mejores humanos. Defiende la ayuda recíproca entre los humanos y las naciones porque o nos salvamos todos o perecemos todos. Dedica muchas páginas a la problemática de la humanidad migrante a los que hay que acoger, proteger, promocionar e integrar.

5.-La mejor política. Para hacer posible la fraternidad universal, tal como la Encíclica la presenta, es necesaria la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común por encima de todo egoísmo. Contra este principio está los populismos, liberalismos, capitalismos y nacionalismos a los que el papa critica duramente. En contraste con la critica a esas desviaciones que no buscan el bien común, tiene párrafos sublimes sobre la Política necesaria. Considera la Política como una de las formas más preciosas de la caridad. Habla de amor en la política. Crítica al mercado y neoliberalismo. Pide reforma de la ONU para crear un poder internacional real al servicio del bien común. Insiste en que los derechos no tienen fronteras y en que es necesaria la Ética en las relaciones internacionales. Los problemas globales requieren soluciones globales. No a la “cultura de los muros”. “La buena política une al amor la esperanza”

6.- Diálogo y amistad social. Dialogar supone: Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse y buscar puntos de encuentro. Por este camino del diálogo llegaremos a una nueva cultura de encuentro para construir juntos el bien común. Nuestra sociedad se caracteriza por la diversidad y el pluralismo. Como un poliedro donde las diversas caras se unen para constituir el todo que siempre es algo más que la suma aritmética de las partes. Esta integración de las partes en el todo no es tarea fácil. Así “la paz social es trabajosa y artesanal”. Se logra a través de un proceso largo que debe iniciarse por reconocer que el otro tiene derecho a ser él mismo y ser diferente. Un consejo: Recuperar la ternura y la amabilidad, las buenas maneras, pedir permiso y perdón, dar gracias. La amabilidad exige reconocimiento, valoración y respeto del otro. En suma: necesitamos dialogar para conocernos y ayudarnos, para construir en común y llegar al consenso necesario. Hay que tender puentes. Nueva Cultura del encuentro, del dialogo y encuentro.

7.- Caminos de reencuentro (de paz y reconciliación). “Hace falta aprender a cultivar una memoria penitencial, capaz de asumir el pasado para liberar el futuro de las propias insatisfacciones, confusiones o proyecciones desde la verdad histórica de los hechos” Este es el camino hacia la paz y la reconciliación. Camino largo y con obstáculos que hay que salvar. El milagro de la bondad (amabilidad) como la arquitectura y la artesanía de la paz. Para el cristianismo y otras religiones: El valor y el sentido del perdón y la reconciliación sin que se presten al fatalismo, la inercia, la injusticia o en otro polo, la intolerancia y la violencia. Perdón frente a venganza, pero sin olvido. Perdón sin olvido. Hay que descubrir el valor y el sentido del perdón desde la verdad y a pesar de los conflictos inevitables y las luchas legítimas. Nunca más la guerra ni la condena a la pena de muerte. La verdadera superación de los conflictos exige diálogo y negociación transparente, sincera y paciente.

8.- Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo. Las religiones fundamentan la fraternidad humana en la filiación divina. Y de ahí la igualdad en dignidad y derechos de todos los seres humanos. Para los cristianos el manantial de la dignidad humana y de la fraternidad universal está en el Evangelio de Jesús de Nazaret.

Oración al Creador y Oración cristiana ecuménica. Así acaba la Encíclica Fratelli Tutti.

sábado, 31 de octubre de 2020

LOS SANTOS SABEN...

"Un santo es capaz de hablar del mundo sin ninguna explícita referencia a Dios, de tal modo que sus afirmaciones den mayor gloria a Dios y despierten mayor amor a Dios que las observaciones de alguien menos santo, que tenga que esforzarse por establecer una
arbitraria relación entre las criaturas y Dios mediante gastadas analogías y metáforas, tan débiles que hacen pensar que algo le pasa a la religión. Los santos saben que el mundo y todo lo hecho por Dios es bueno, mientras que los que no lo son, o creen que las cosas creadas son impías o no se preocupan por la cuestión en ningún sentido, porque sólo se interesan por si mismos. Los ojos del santo hacen santa toda belleza, y las manos del santo consagran todo lo que tocan a la gloria de Dios, y el santo no se ofende nunca por nada ni juzga el pecado de nadie, porque no conoce el pecado. Conoce la misericordia de Dios y está en la tierra para traer esa misericordia a todos los hombres".

Thomas Merton

sábado, 24 de octubre de 2020

BUSCANDO COMPRENDER MEJOR EL ¨CÁNTICO"...

En un artículo que comenta la última estrofa del Cántico, y el origen del misterioso nombre “Aminadab”, leo lo siguiente (que me parece importante para comprender mejor los textos del santo): 

Se puede buscar doctrina en las declaraciones, pero no se puede ni se debe buscar doctrina en la poesía del místico castellano. Es preciso subrayar que las declaraciones fueron escritas para dar respuestas a las monjas carmelitas que se las solicitaban a San Juan de la Cruz, y que las declaraciones son doctrinales y a lo divino, a diferencia del Cántico espiritual, que es un poema autónomo y hasta subversivo; en cualquier caso, demasiado humano. Solo esta circunstancia, una humanidad casi impúdica para la época, explica que no viera la luz en la primera edición española de las poesías de San Juan de la Cruz sino en una edición extranjera, italiana en concreto, que es varios años posterior. Servirse de las declaraciones del teólogo San Juan de la Cruz para explicar la lírica del poeta San Juan de la Cruz, como se ha intentado hacer con frecuencia, es una tarea vana que no ayuda a comprender el Cántico espiritual” 

(Eugenio García Gascón).

martes, 13 de octubre de 2020

TERESA, MÍSTICA CON LOS PIES EN LA TIERRA

SANTA TERESA DE JESÚS, UNA MÍSTICA ENCARNADA EN LA VIDA
Autor: Daniel de Pablo Maroto, ocd.

Existe la creencia, no solo entre el pueblo, sino entre algunos intelectuales, de que los santos, especialmente los místicos, viven en un mundo de ilusiones, irreal, ensimismados en la Divinidad con sus éxtasis, visiones o locuciones, ajenos a lo que acontece en la vida de su alrededor. Pues bien, deben ser los místicos de religiones no cristianas, porque los “nuestros”, entre los que se encuentra santa Teresa de Jesús, su “experiencia” de que Dios existe y que actúa en ellos les induce a reformar la Iglesia y la sociedad de su tiempo. Más allá de los “fenómenos” psicosomáticos que experimentan algunos, son personas normales, integradas en la historia, en una vida entregada al servicio del prójimo.

Teresa de Jesús tuvo dos momentos cumbres de “experiencia “mística”, que ella define como “desposorio” y “matrimonio” espiritual, siguiendo una antigua tradición literaria. Se sitúa el primero en torno al año 1556, la “conversión definitiva”, cuando oyó en su interior: “Ya no quiero que tengas conversación con hombres, sino con ángeles” (Vida, 24, 4-8). El tema lo expuso en las Moradas sextas. Y el “matrimonio”, noviembre del 1572, siendo priora de La Encarnación (Cuenta de conciencia 25, de EDE), tratado en las Moradas séptimas.



Su experiencia de la Divinidad la vivió en la interioridad, pero se manifestaba con frecuencia en “fenómenos” somáticos, los más visibles son los “éxtasis”, pero no pertenecen a la esencia del misticismo. Es la expresión más profunda de la capacidad amorosa del ser humano, la que llena los vacíos que pueden dejar el sufrimiento, las cruces sufridas. El modelo y el espejo en que se miran es el Crucificado Jesús del que los místicos se enamoran.

Vengamos a la propuesta del título. Este apasionado amor experimentado en la unión con Dios no solo no aliena a los místicos, sino que enriquece sus facultades mentales para entregar, con la misma pasión, la vida a sus hermanos los hombres. El ejemplo de santa Teresa elimina toda duda al respecto como conocen bien los lectores de sus Obras. Pocas personas místicas -ellas y ellos- han tenido una experiencia de la Divinidad tan profunda; y, al mismo tiempo, que se hayan integrado tanto en los quehaceres “materiales”, en los “negocios y dineros”, afirmando que lo “temporal” ayuda a lo “espiritual” (Visita de descalzas, 2 y 10). Como prueba de la integración en la vida, selecciono algunas de sus actuaciones.

Pido al lector que no pierda de vista que sus preocupaciones “materiales”, acciones y consejos se integran en su vivir cotidiano y que acontecen en sincronía con sus experiencias místicas más elevadas. Comencemos con su implicación en asuntos de su propia familia.

Por ejemplo, cuando su hermano Lorenzo pensó en volver a España desde Las Indias el año 1570, un viaje frustrado, se preocupó de que sus dos “niños” residieran en Ávila, mejor que en Toledo, para estudiar gramática en el colegio de los jesuitas; y después, si lo desean, en los dominicos de Santo Tomás, filosofía y teología (Carta a Lorenzo, de Toledo a Quito, 17-I-1570, n. 8). Intervino también en la búsqueda de un “paje”, como signo de señorío en Las Indias, que les acompañe en el colegio; pero juzga que no es conveniente el uso del “Don”, como parece que se acostumbraba en América por la categoría social de su padre.

Por otra parte, resulta curioso para un lector moderno ver a Teresa, monja de clausura y fundadora de conventos con fama de mística y santa, hacer el oficio de “casamentera” de su sobrino Francisco, primero con una joven de Segovia, sin éxito, y después sufriendo las impertinencias de la madre de su nueva esposa en Valladolid. Y, finalmente, tuvo que hacerse cargo de una niña, hija de una relación extramatrimonial de Lorenzo (hijo), joven “travieso” que marchó a América en busca de la fortuna de su padre, y Teresa se ocupa de ella pero le dice que envíe dineros para su alimentación hasta ver qué dispone Dios en el futuro.



También sorprendemos a nuestra Santa recomendando a los grandes de este mundo a algunas personas de su entorno familiar o de sus amistades. Por ejemplo, recomendó a su sobrino Gonzalo, hijo de su hermana Juana, como paje de compañía, nada más y nada menos que al duque de Alba, contactando primero con la mujer del secretario Juan de Albornoz y pidiendo la mediación de la misma duquesa (Carta a Doña Inés Nieto, (31-X-75, nn. 1-2). Entrañable, por puro agradecimiento, me parece la petición a don Álvaro de Mendoza, obispo de Ávila, para que conceda a don Gaspar Daza, mal consejero en sus primeras experiencias místicas, pero defensor de la comunidad de San José, una canonjía (Carta al mismo primeros de agosto, 157, n. 8).

También recomendó un “mozo” abulense a Hernando de Pantoja, prior de la cartuja de Sevilla. Le dice que no aguanta el duro invierno de Ávila y quisiera colocarse en la capital andaluza (Carta inicio 1579, n. 5). Y del mismo tenor es la recomendación que hace al P. Gracián para que traslade, si es elegido provincial en el capítulo de Alcalá de 1581, a Fray Juan de la Cruz desde Andalucía a Castilla porque “no puede sufrir aquella gente” (¡!); la petición no fue atendida (Carta 23-24-III-1581, n. 6).

Quedarían por reseñar el acudir a solucionar las necesidades materiales de sus amigos comportándose como una verdadera madre. Por no aumentar mucho estas páginas, recuerdo las recomendaciones que hace a su querido P. Gracián para que tenga cuidado de no caerse de las caballerías. Y lamenta que en una ocasión se cayó del “borrico” por caminar demasiado tiempo sin descansar; además, le pide que se ponga más ropa porque “hace ya frío” (Carta octubre 1575, nn. 8-9); y le avisa de “que no caiga en esos caminos”, los de Pastrana donde reside (Carta 220, 16-II-78, n. 1). Sospecha que el “machuelo” que utiliza no es bueno y que se compre uno mejor (Carta 4-X-80, n. 14). Y, por fin, hasta se preocupa de sus “frieras”, que define Sebastián de Cobarrubias como sabañones “que se hacen en los calcañales en tiempo de mucho frío” (Tesoro de la lengua Castellana o Española, p. 609).

Otro de sus amigos preferidos es el gran teólogo Domingo Báñez, que tanto le ayudó a discernir su espíritu y aprobó el libro de la Vida como juez inquisitorial. Pues bien, Teresa se preocupa de su salud, le duele “el mal de mi padre”, y sospecha que ha abusado de las penitencias en tiempo de adviento; y le pide a la priora de Valladolid que le mande “poner ropa a los pies”, y que “mire si trae harta ropa” (Carta a María Bautista, en Valladolid, 19-II-76, n. 8).



Para concluir, recordaría su constante preocupación de las enfermedades de sus hijas e hijos, de sus amigos y amigas, de sus penas y alegrías, sugiriendo remedios caseros para sus males como una consumada enfermera o doctora, apelando a los consejos recibidos de los especialistas o fiándose de su propia experiencia.

Y termino recordando una de sus preocupaciones más arduas y duraderas que sufrió la mística Teresa en la última etapa de su vida y que indica, una vez más, su integración en la vida de cada día: la defensa de su obra de fundadora, su Reforma del Carmelo en peligro de perecer atacada por los padres calzados con la colaboración del nuncio Felipe Sega. Para ello acudió, con respeto y atrevimiento, al mismísimo rey Felipe II, aconsejando a los frailes lo que tenían que hacer, principalmente pedir al Papa la concesión de una provincia independiente de los carmelitas de España. Fue la primera en proponer el remedio y lo consiguió.

Esta es santa Teresa, la excelsa mística, extasiada ante la Divinidad, pero pisando firmemente la tierra como “encarnada” en ella, modelo del humanismo cristiano.

(De la rueca a la pluma, blog)

lunes, 5 de octubre de 2020

MIRADAS AL "CÁNTICO"... (6)

 Llegamos a las canciones 10, 11 y 12 del CÁNTICO: "El Amado está haciéndose presente por sus "toques divinos" en las entrañas del creyente, hasta el punto de sentir éste cómo se está engendrando nueva vida dentro de él". Hemos visto que en la dinámica de la búsqueda hay una progresión de amor, y ese amor está hecho de anhelo, deseo, nostalgia del Amado. 

Apaga mis enojos, 
pues que ninguno basta a deshacellos; 
y véante mis ojos, pues eres lumbre dellos, 
y sólo para ti quiero tenellos.

Características  o propiedades de este amor:1. Que en todas las cosas tiene presente al Amado (que es su salud); 2. Todo lo demás le parece poco si lo compara con el Amado (pierde el gusto); 3.A causa de esto, sin él, todo  termina por producirle disgusto, enojos.(le son molestas). Dice el comentario que "el alma, en este término de amor, está como un enfermo". En el #2 de esta canción, al final, un texto que seguro nos llama la atención, y que responde, como en veces anteriores, al contexto particular de San Juan de las Cruz: nunca creo escuchamos a Jesús decir que la gente le estorbara para ir a Dios, aunque necesitara momentos de soledad y apartamiento. 

Aquí ya el Amado se ha convertido en el centro de la vida, y por ello se atreve el buscador a usar palabras audaces: ""Véante mis ojos, pues eres lumbre de ellos". Le dice: Tú eres la luz de mis ojos; sólo tengo ojos para Ti. "Dios es lumbre sobrenatural de los ojos del alma, sin la cual está en tinieblas". Nada que ver con una fidelidad que se apoye en el miedo o en imperativos morales. Hacer la voluntad de Dios, vivir para Él, ya no significa mero sometimiento a una instancia trascendente, sino puro amor de alianza. ¿Pudo imaginar el ser humano que su vínculo con lo Divino sería de este modo? Es el conocido símbolo del "matrimonio espiritual", difícil de expresar con lenguaje humano, incluso a veces doloroso de sentir, por lo que provoca el éxtasis (salir de sí). 

Descubre tu presencia, 
y máteme tu vista y hermosura; 
mira que la dolencia de amor, que no se cura 
sino con la presencia y la figura.

 No puede el Amado resistirse a los requiebros del amante, es sensible a su pena, y de alguna manera le visita, mostrándole algo de la vida divina, asomos. De ahí la fuerza con que se expresa en esta canción el deseo de Dios: "Máteme tu vista y hermosura". 

El comentario refiere a tres maneras de presenciaesencial, por gracia y por afección espiritual. En el primer caso, está Dios presente en todos, buenos y malos, y en las demás creaturas. En la segunda, está Dios con agrado en el alma que le busca, puede perderse por el pecado mortal, y nunca está segura de tenerla. La tercera, es regalo de Dios para deleitar, recrear y alegrar al alma. Dios está presente siempre de alguna manera, aunque esa presencia es encubierta, pero puede en algunos momentos comunicarle al alma "ciertos visos entreoscuros de su divina hermosura".

De muchos modos conocemos a Dios con nuestras facultades humanas, pero aquí se habla de encuentro de amor, que según la transformación espiritual que se va gestando, tendrá diversos modos. El encuentro pleno y definitivo se dará cuando pasemos de la vida temporal a la vida eterna, pero para aquel que está EN CAMINO y vive en el AMOR, habrán muchos momentos de muerte y resurrección que anticipan lo definitivo: la presencia y la figura, el cara a cara con Dios. 
 
Acerca de la muerte, afirma: "No le puede ser al alma que ama amarga la muerte, pues en ella halla todas sus dulzuras y deleites de amor. No le puede ser triste su memoria, pues en ella halla junta la alegría; ni le puede ser pesada y penosa, pues es el remate de todas sus pesadumbres y penas y principio de todo su bien. La Tiene por amiga y esposa, y con su memoria se goza como en el día de su desposorio y bodas, y más desea aquel día y aquella hora en que ha de venir su muerte que los reyes de la tierra desearon los reinos y principados".

 Fijémonos en otros dos textos del comentario de esta canción; el primero es este: "Pero el alma que ama a Dios, más vive en la otra vida que en ésta; porque más vive el alma adonde ama que donde anima, y así tiene en poco esta vida temporal". Y luego este, que es un precioso resumen de todo lo dicho, explicando la razón por la cual la dolencia de amor no se cura sino "con la presencia y la figura":  

"La razón es porque la salud del alma es el amor de Dios, y así, cuando no tiene cumplido amor, no tiene cumplida salud y por eso está enferma, porque la enfermedad no es otra cosa sino falta de salud. De manera que, cuando ningún grado de amor tiene el alma, está muerta; mas, cuando tiene algún grado de amor de Dios, por mínimo que sea, ya está viva, pero está muy debilitada y enferma por el poco amor que tiene; pero, cuanto más amor se le fuere aumentando, más salud tendrá y, cuando tuviere perfecto amor, será su salud cumplida".

Y llegamos entonces a la CANCIÓN 12: Ahora es el momento de la FE, que ha acompañado al amor creciente desde el inicio, pero que ahora debe tomar ella las riendas, llevando al amor por sendas de oscuridad y ocultamiento, para alcanzar una nueva sabiduría

¡Oh cristalina fuente, 
si en esos tus semblantes plateados 
formases de repente los ojos deseados 
que tengo en mis entrañas dibujados!

  El camino será largo, pues se trata de hacerse al modo de amar de Dios; quedan muchas etapas de ambigüedad entre las operaciones humanas y las del Espíritu Santo. Si en cada una de ellas el amor se vuelve a la fe y se deja guiar por esta, será enseñado directamente por Dios mismo. 

Le llama la Esposa "cristalina" a la fe por dos cosas: porque es de Cristo, su Esposo, y porque tiene las propiedades del cristal: pura, fuerte y clara. Y le llama "fuente", porque de ella le manan al alma todos los bienes espirituales.
 
La fe es la fuente de toda la vida cristiana y sólo en fe es posible ver los ojos del Amado; el alma sigue clamando por la presencia directa, pero en esta vida, esa presencia no dejará de ser paradójica (El "ya, pero todavía no"). Dios se nos da, pero en fe; la experiencia es real, pero sólo en la eternidad, en lo definitivo, percibiremos plenamente lo dado.
 
El camino del hombre, homo viator (ser en camino, en proceso),  está hecho de fe, esperanza y amor, que en el poema aparecen simbolizados por la esposa y su anhelo amoroso de unión y plenitud. 

"Apártalos, Amado, que voy de vuelo"

viernes, 2 de octubre de 2020

TERESA DE LISIEUX: EL CAMINO DE LA CONFIANZA

 


Comienza Octubre con la fiesta litúrgica de Teresa de Lisieux, y quiero recordar algunas ideas suyas, tomadas de sus cartas; los santos hablan en el lenguaje de su tiempo y experiencia, nos toca a nosotros reinterpretarlos para nuestro aquí y ahora:

 "No creamos poder amar sin sufrir, sin sufrir mucho. Nuestra pobre naturaleza está ahí, y está para algo. Ella es nuestra riqueza, nuestro instrumento de trabajo, nuestro medio de vida. Es tan preciosa, que Jesús vino a la tierra expresamente para poseerla" (Carta 65, a su hermana Celina, 26 de abril de 1889). Luego, más adelante, afirma: "La santidad no consiste en decir grandes cosas, ni siquiera en pensarlas, ni en sentirlas: consiste en aceptar el sufrimiento". ¿Hace la santa una apología del sufrir? A menudo en la espiritualidad cristiana hemos insistido tanto en el sufrimiento (que no en la alegría) como si fuera un fin, y no solo un medio para alcanzar a Dios y su plenitud. Creo que Teresita habla de ACEPTAR, de abrazar nuestra humanidad, en la que inevitablemente hay dolor e imperfección, y hacerlo desde la fuerza interior que nos da la fe. Por cada momento de dolor, de sufrir, aportar nosotros un acto de amor, de confianza, en Dios. 


 El 16 de julio de 1894 escribe Teresita a una amiga: "Pasaron, pues, para nosotras dos los días benditos de la infancia. Estamos ahora en lo serio de la vida. El camino que seguimos es muy diferente, sin embargo, el término es el mismo. No debemos tener ambas sino un mismo fin: santificarnos en el camino que Dios nos ha trazado". Y luego: "Qué bella es nuestra religión. En lugar de encoger nuestros corazones (como cree el mundo), los eleva y ensancha y los hace capaces de amar, de amar con un amor casi infinito, puesto que ha de continuar después de esta vida mortal..." (carta # 145). El camino de la vida es aventura y batalla, medio de transformación, para alcanzar la madurez en Cristo; esto solo es posible mediante la CONFIANZA absoluta en el amor de Dios, que es infinito, gratuito e incondicional.

Acerca de ese misterio hermoso que es la COMUNIÓN DE LOS SANTOS, escribe Teresita al Abate Belliere, a quien tenía como hermano espiritual: "Creo que los bienaventurados tienen una gran compasión de nuestras miserias; se acuerdan de que siendo como nosotros, frágiles y mortales, cometieron las mismas faltas, sostuvieron los mismos combates, y su ternura fraternal se hace más grande de lo que lo era en la tierra, por eso no cesan de protegernos y de rogar por nosotros" (Carta # 235). Los santos, esos cristianos que nos han precedido en la fe, y que la Iglesia nos propone como modelos e intercesores, son nuestros compañeros de camino; no están ahí simplemente para conceder milagros, sino para animar, sostener, compartir los esfuerzos cotidianos por crecer en Cristo. 

EN EL DÍA DE LA FIESTA:  "He aquí lo que pienso de la justicia de Dios: mi camino es todo de confianza y de amor, no comprendo a las almas que tienen miedo de tan tierno Amigo. A veces, cuando leo ciertos tratados espirituales en los que la perfección viene presentada a través de mil intrincadas dificultades, rodeada de una multitud de ilusiones, mi pobre espíritu se fatiga pronto, cierro el docto libro que me rompe la cabeza y me deseca el corazón, y tomo en mis manos la Escritura Santa. Entonces todo me parece luminoso, una sola palabra descubre a mi alma horizontes infinitos, la perfección se me hace fácil; veo que basta reconocer la propia nada y abandonarse como niño en los brazos de Dios" (Carta # 203, de Teresita al Abate Belliere, mayo de 1887).

martes, 29 de septiembre de 2020

MIRADAS AL "CÁNTICO"... (5)

 A partir de la canción cuarta de CÁNTICO la realidad se vuelve clara y elocuente, enviando mensajes de la presencia y hermosura de Dios. Todo se convierte en mediación, ascendente y descendente, entre Dios y el hombre. Las estrofas están agrupadas en tres bloques: pregunta primero a las criaturas irracionales para quedar el alma insatisfecha (estrofas 4-6); pregunta luego a las criaturas racionales con una mayor insatisfacción (estrofas 7-8); pregunta e interpela directamente al Amado, el único que puede dar razón de sí (estrofas 9-12). 

En la entrada anterior comentamos las canciones 4 y 5; recordemos algunas ideas del santo:

"El alma mucho se mueve al amor de su Amado Dios por la consideración de las criaturas, viendo que son cosas que por su propia mano fueron hechas" (4,3). 

"Las criaturas son como rastro del paso de Dios, por el cual se rastrea su grandeza, potencia y sabiduría y otras virtudes divinas" (5,3).

 Queda claro pues, que en lo creado podemos ver el rastro de Dios, pues las criaturas están vestidas de hermosura y dignidad, ya que Dios las miró todas en su Hijo. En la contemplación de lo creado, vemos a Dios, y crece el anhelo en el alma por el Creador: "Cuanto más el alma conoce a Dios, tanto más le crece el apetito y pena por verle" (6,2). 


¡Ay, quién podrá sanarme! 
Acaba de entregarte ya de vero; 
no quieras enviarme de hoy más ya mensajero, 
que no saben decirme lo que quiero.

Las criaturas despiertan el deseo de la esposa porque le hablan del Amado, pero no son Él; por eso la canción reclama la presencia directa y ya no a través de mensajeros, de mediaciones.  Es que se ha despertado un amor que no se contenta con menos que Dios mismo; esto supone pasar a una etapa nueva en el camino espiritual, es una noche del deseo y el paso al predominio de la vida teologal. Un anhelo de plenitud que no puede saciarse nunca, y que pone a la persona en un nivel nuevo de existencia. No es que se desentienda de la realidad, es que tiene una libertad nueva frente a todo; frente a las cosas, frente a las criaturas, también frente a las mediaciones religiosas. 

 "Todo lo que de Dios en esta vida se puede conocer, por mucho que sea, no es conocimiento de veras" (6,5). 

Pasamos ahora a la canción 7: ahora ya no son las criaturas irracionales las que dejan al alma llagada, sino también las racionales: ángeles y hombres. Porque al contemplarlos, es tan grande la inmensidad que descubre, que muere de amor. 

Y todos cuantos vagan 
de ti me van mil gracias refiriendo, 
y todos más me llagan, y déjame muriendo 
un no sé qué que quedan balbuciendo.

Habla el texto de tres maneras de penar por el Amado: herida, llaga y muerte; la primera es breve y pasa pronto; la segunda, dura más; en la tercera, la llaga se hace fístula, permanente. "La cuál vive muriendo hasta que, matándola de amor, la haga vivir vida de amor, transformándola en amor" (7,4). No muere, pero vive muriendo, y a eso llama "un no sé qué...". 


En la canción 8, "el alma va adelante con su querella y habla con la vida de su alma", y le dice:

Mas ¿cómo perseveras, 
¡oh vida!, no viviendo donde vives, 
y haciendo porque mueras 
las flechas que recibes 
de lo que del Amado en ti concibes?

 En el comentario del santo a esta canción aparecen algunas ideas que deben ser contextualizadas: el lugar del cuerpo y de la vida terrena , que aquí parecen por momentos ser minusvalorados, desde un contexto histórico y espiritual muy diferente al nuestro. Por ejemplo, en el #1, el alma se queja de la duración de la vida temporal, y parece contraponer vida corporal y vida espiritual. Contraposición dualista también entre alma y cuerpo (cárcel del alma, según esa visión). En el #3 de nuevo, habla de dos contrarios: vida natural en el cuerpo y vida espiritual en Dios (Son contrarios entre sí, por cuanto repugna el uno al otro); en uno el alma pena, con tormento, y en otro reposa, que es vida sabrosa. 

En realidad es el "hombre viejo" el que ha de morir, para que nazca y crezca Cristo en nosotros. 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

MIRADAS AL "CÁNTICO"...( 4)

 Conocimiento propio, y luego consideración y conocimiento de las criaturas; por ahí empieza el conocimiento de Dios... "Vestidos los dejó de su hermosura".

Las tres primeras estrofas del poema han cantado el ansia de la esposa en pos del Amado; la fuerza interior que le hace salir de sí, y ponerse en camino. Ahora, hasta la estrofa 10, el amor se hace interpelación. Ya sabe de antemano que sólo Él podrá serle suficiente, pero el mundo es Suyo, tiene algo de Él. También  interpelar, dialogar con las criaturas, le permite al alma un momento de reposo en su búsqueda. Puede hablar de Él, encontrar sus huellas. Busca al Creador en las criaturas, al Absoluto en lo relativo; ahora puede mirar más allá de lo inmediato, y no quedarse en la superficie de lo que mira, sino vislumbrar en la pequeña luz de las criaturas la Luz que les hace ser


¡Oh bosques y espesuras, 
plantadas por la mano del Amado! 
¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado!
 Decid si por vosotros ha pasado. 

Mil gracias derramando 
pasó por estos sotos con presura, 
y, yéndolos mirando, con sola su figura
 vestidos los dejó de hermosura.

Una primera mirada al mundo es englobante, dilatada, abarcadora: admira su belleza y rastrea desde lejos la presencia del Amado; luego, se detiene en lo concreto, en solitario por los bosques, para mirar los detalles, las flores, y hablar de Él, anticipando el encuentro futuro. 

(Estaría bien volver a leer las primeras páginas bíblicas, el primer relato de la creación, y escuchar la voz que dice una y otra vez: Y vio que era bueno...)

Al trascender la finitud, en la mirada amorosa contemplativa, en la búsqueda enamorada del Único,recobramos la mirada limpia para contemplar la creación. Así, la reconciliación con el cosmos viene a ser el fruto consumado de la purificación y, a la vez, el test primero de que nuestra búsqueda es auténtica. 

 A la luz de la fe, el amor cristiano percibe el mundo como Obra admirable de Dios, lleno de belleza en su riqueza y variedad; desde las cosas va al creador, le mueven a la alabanza. La fe madura, desde la experiencia del Amor, percibe en la creación, más hondamente, los atributos de Dios, como huellas que va dejando a su paso el Creador.  

El contemplativo ve el mundo como el espacio de la Encarnación de Aquel por quien y para quien fueron creadas todas las cosas. La Encarnación del Hijo, su humanidad, ha elevado al mundo a reflejo de la dignidad y hermosura del Hijo, pues  el Padre ha querido que sea a través de su Humanidad donde se nos manifieste plena y definitivamente

Eso sí, como dice el Santo, su Presencia será "de paso y con prisa"; es decir, son mediaciones en las que nos detenemos solo lo necesario, pues, por hermosas que sean, nuestra meta está más allá.

Leamos despacio las estrofas del poema y el comentario del Santo, y dejemos que sus intuiciones se hagan nuestras, y despierten nuestra propia visión...


jueves, 17 de septiembre de 2020

MIRADAS AL "CÁNTICO"... (3)


  Seguimos leyendo el CÁNTICO de San Juan de la Cruz; lectura pausada, personal, no para descubrir profundidades literarias o teológicas, sino para escuchar al Espíritu, que nos habla en el testimonio, existencial o escrito, de quienes nos han precedido en la fe. Leemos el poema, cada canción de modo particular, e incluso escuchamos algunas versiones musicalizadas; y todo ello nos ayuda a interiorizar el mensaje, sirviéndonos de los comentarios del santo.

Ya hemos visto las tres primeras canciones: la primera, habla de búsqueda y de pérdida; la segunda, de acudir a mediaciones (pastores) para preguntar por el Amado; la tercera, es el momento ascético del poema, virtudes y renuncias.  De estas dos últimas canciones seguimos comentamos aquí:

Pastores, los que fuerdes

allá por las majadas al otero,

si por ventura vierdes

aquel que yo más quiero,

decilde que adolezco, peno y muero.

 San Juan de la Cruz presenta la segunda canción de este modo: “En esta canción el alma se quiere aprovechar de terceros y medianeros para con su Amado, pidiéndoles le den parte de su dolor y pena; porque propiedad es del amante, ya que por la

presencia no pueda comunicarse con el amado, de hacerlo con los mejores medios que puede; y así, el alma, de sus deseos, afectos y gemidos se quiere aquí aprovechar como de mensajeros que tan bien saben manifestar lo secreto del corazón a su Amado”. A esos mediadores les llama “pastores”, refiriéndose a sus propios deseos, afectos y gemidos, y también a los ángeles o mensajeros, que sirven de enlace entre nosotros y Dios. En este comunicar, advierte, ha de estar presente el “verdadero amor”. No se trata de manera formales que botan del mero cumplimiento, ni de un arrebato momentáneo: la búsqueda del Amado es un largo camino, de toda la vida, de la vida real, para que madure y sazone el amor.

 Advierte que, aunque a veces no nos lo parece, Dios acude siempre en el momento oportuno, y que la aparente demora no ha de acobardarnos; señal de amor verdadero es que el alma adolece, pena y muere por su amado. Estas tres realidades, refieren a las tres potencias del alma: entendimiento, voluntad y memoria. Luego las refiere también a las tres virtudes teologales: fe, caridad y esperanza.

 En fin, dice: “Es de notar que el alma en el dicho verso no hace más que representar su necesidad y pena al Amado; porque el que discretamente ama no cura (cuida) de pedir lo que le falta y desea, sino de representar su necesidad para que el Amado haga lo que fuere servido… Y esto por tres cosas: la primera, porque mejor sabe el Señor lo que nos conviene que nosotros; la segunda, porque más se compadece el Amado viendo la necesidad del que le ama y su resignación; la tercera, porque más seguridad lleva el alma acerca del amor propio y propiedad en representar la falta, que en pedir a su parecer lo que le falta. Ni más ni menos hace ahora el alma representando sus tres necesidades, y es como si dijera: decid a mi Amado que, pues adolezco, y él solo es mi salud, que me dé mi salud; y que, pues peno, y él solo es mi gozo, que me dé mi gozo; y que, pues muero, y él solo es mi vida, que me dé mi vida”.

 La tercera canción dice así:

Buscando mis amores,

iré por esos montes y riberas;

ni cogeré las flores,

ni temeré las fieras,

y pasaré los fuertes y fronteras.

Pero al alma no le bastan gemidos y oraciones, ni mediación de terceros, sino que tiene que hacer las diligencias de su parte que le corresponden; “porque el alma que de veras a Dios ama, no empereza hacer cuanto puede por hallar al Hijo de Dios, su Amado; y aun después que lo ha hecho todo, no se satisface ni piensa que ha hecho nada”. Así pues, aquí aparece el modo en que esa alma, transida de amor, ha de buscar al Amado, y es de dos maneras: ejercitándose en virtudes y ejercicios espirituales de la vida activa y contemplativa. Como antes dije, esta es la estrofa ascética del poema, que no desentona para nada, porque nada hay más exigente y radical que el amor.

Porque, la persona ha de salir de sí, obrar lo que le corresponde, determinada a salir de sus gustos, consuelos y quereres inútiles, con tal de tener consigo a Dios. Porque, “el que busca a Dios, queriéndose estar en su gusto y descanso, de noche le busca, y así no le hallará”.

En ese salir, buscando mis amores, ha de ir por montes (virtudes) y riberas (mortificaciones), procurando tener un corazón desnudo y fuerte; por ello, ni cogeré las flores, ni temeré las fieras. Por flores entiende los gustos, contentamientos y deleites de esta vida (temporales, sensuales y espirituales), pues si se queda en ellos con apego pueden ocupar el corazón, quitarle libertad, impedirle avanzar. Advierte el santo que: “no sólo los bienes temporales y deleites corporales impiden y contradicen el camino de Dios, mas también los consuelos y deleites espirituales, si se tienen con propiedad o se buscan, impiden el camino de la cruz del Esposo Cristo”.

Pero también habla de fieras, fuertes y fronteras, a los que no hay que temer; aquí refiere a los famosos tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne.  San Juan de la Cruz ha escrito sobre ellos en sus CAUTELAS y AVISOS A UN RELIGIOSO, pueden acudir a esos textos para entender a lo que se refiere, y leer en este propio texto las explicaciones referidas a estos tres términos.

 En resumen: que el alma para salir a buscar a su Amado, necesita constancia y valor para no detenerse y bajarse a coger las flores, y ánimo y valor para no temer las fieras, y fortaleza interior para pasar los fuertes y fronteras; entiendo que ha de ir por los montes y riberas de virtudes y purificaciones.

 Para entender adecuadamente lo anterior, recordar: 

1. Que se trata de un camino de amor lo que se nos propone; si no fuera el amor lo que nos impulsa, no entenderíamos ni sería posible asumir todas estas exigencias. 

2. Que el santo asume el seguimiento con radicalidad: sí o no, blanco o negro; pero que entre ambos extremos hay un proceso, una gradualidad, una progresión.  

3. Que Dios no actúa según nosotros, sino según Él, y por eso nos acompaña siempre, aun escondido, en esta búsqueda.  No es un camino que hacemos solos.

4. Que no se trata de dar la espalda al mundo, a la realidad, sino de ser libres, frente a dependencias de toda índole que nos lastran; para subir alto, necesitamos un equipaje ligero. 

En las propuestas de nuestro santo, propias de un religioso de talante contemplativo, y en un contexto diferente al nuestro, puede faltar la dimensión social de la fe, y esa tenemos que añadírsela nosotros.

Sigamos leyendo…

lunes, 7 de septiembre de 2020

SALÍ TRAS TI CLAMANDO...

"Por haberse, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz en general, pues V. R. así lo ha querido. Y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor dejarlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar. Y así, aunque en alguna manera se declaran, no hay para qué atarse a la declaración; porque la sabiduría mística (la cual es por amor, de que las presentes canciones tratan) no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y afición en el alma...".
San Juan de la Cruz
Cántico B, prólogo 2

Ya lo dice el santo: el poema contiene ya los dichos de sabiduría mística en toda su anchura; comentarlos es abreviarlos, empobrecerlos. Así parece el santo desacreditar su propia obra de comentador: lo que dirá allí no corresponde a la realidad, es un fracaso previsto. No obstante, y aunque el comentario  no es ni sombra del poema, nos acercamos a él con la certeza de que algo nos alumbrará Juan de la Cruz con sus reflexiones, que mucho de su propia experiencia espiritual tendrán.

"La primera estrofa: A dónde te escondiste, la canta un alma llena de heridas místicas, pidiendo gloria a las claras, según el comentarista. Pero cada uno de nosotros siente que, repitiéndola desde las ansias más pobres y turbias de la propia existencia (sin llagas místicas), la canción expresa con total fidelidad lo que pensamos, sentimos, anhelamos. Como si la hubiera compuesto para la situación personal de cada uno" (Federico Ruiz). 

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...