Esta es la primera carta que se conserva de San Juan de la Cruz, y está dirigida a Catalina de Jesús, Carmelita Descalza:
Jesús sea en su alma, mi hija Catalina.
Aunque no sé dónde está, la quiero escribir estos renglones, confiando se los enviará nuestra Madre, si no anda con ella; y, si es así que no anda, consuélese conmigo, que más desterrado estoy yo y solo por acá; que después que me tragó aquella ballena y me vomitó en este extraño puerto, nunca más merecí verla ni a los santos de por allá. Dios lo hizo bien; pues, en fin, es lima el desamparo, y para gran luz el padecer tinieblas. ¡Plega a Dios no andemos en ellas!
¡Oh, qué de cosas quisiera decir! Mas escribo muy a oscuras, no pensando la ha de recibir; y por eso, ceso sin acabar. Encomiéndeme a Dios. Y no la quiero decir de por acá más porque no tengo gana.
De Baeza y julio 6 de 1581.
Su siervo en Cristo, Fray Juan de la Cruz.
Sobrescrito. Es para la Hermana Catalina de Jesús, carmelita descalza, donde estuviere.