viernes, 31 de mayo de 2013

SAN JUAN DE LA CRUZ en THOMAS MERTON.

SAN JUAN DE LA CRUZ, según Thomas Merton.
“Cuando en 1538 Juan de Yepes conoció a santa Teresa, él tenía veintiséis años. Había estado cinco años en la Orden Carmelita, pero debido a que sus expectativas de una vida solitaria y contemplativa no iban a ser cumplimentadas bajo una regla atenuada, se estaba preparando para hacerse cartujo. Santa Teresa lo persuadió de que Dios tenía otros planes para él: no debía unirse a una de las órdenes monásticas donde la contemplación era ampliamente una cuestión de oración oral. Él no se había equivocado al hacerse carmelita: todo lo que precisaba hacer era volver al ideal carmelita original y hallaría una abundancia de oportunidades para la comunicación solitaria con Dios, junto con la mortificación que protege la “pureza del corazón” sin la cual ningún hombre puede “ver” a Dios.
A primera vista, el joven fraile carmelita no parecía el tipo de persona con quien se espera construir una orden completamente nueva. Media apenas 1, 55 metros. Tenía una actitud tímida, silenciosa, sensible y, lejos de ser comunicativo, a menudo quedaba tan abstraído que no advertía lo que los demás le decían. Sin embargo, Santa Teresa pronto descubrió que él poseía una sabiduría profunda nacida de la experiencia. Él era tan sensato como ella, y más todavía, tenía pasta de teólogo. Además, contaba con la energía y el coraje de ella, aunque él no estaba a tono con su pintoresco temperamento. Finalmente, como se verificó después, él era un poeta, uno de los más interesantes poetas en una época de genios. No obstante, esto sólo fue evidente más adelante.
El invierno de 1568-69 halló a los tres primeros frailes carmelitas viviendo en una pequeña casa de granja fuera de la aldea llamada Duruelo. Tenían pequeñas celdas en la buhardilla, y en sus horas de contemplación la nieve se filtraba por las resquebrajaduras de las tejas, durante el día predicaban por toda la campiña. Pronto se consolidaron las bases y la reforma tomó cuerpo. Pero bien antes de eso hubo que atravesar la prueba de un serio conflicto. Los inevitables celos de los miembros no reformados de una orden que atravesaba su reforma produjeron numerosos pretextos para entorpecer la obra de Santa Teresa. Como resultado de la tempestuosa elección conventual, Juan de la Cruz fue encarcelado en Toledo, donde fue bastante maltratado durante unos nueve meses. Sin embargo, en este período, escribió tres de sus más grandes poemas, que contenían la doctrina que más adelante se convertiría en tres tomos sobre la oración mística.
Tras una fuga de la prisión que en pocas palabras fue sensacional, San Juan de la Cruz retomó su reforma durante un breve pero fructífero período de trabajo y escritura, en el cual presidió otras nuevas fundaciones. A esta altura, la reforma estaba bastante bien establecida. En 1585, fue adoptado un nuevo sistema de gobierno para los Carmelitas Descalzos, y Juan de la Cruz fue nombrado como consultor del flamante consejo administrativo. El nuevo sistema no había sido diseñado por San Juan. Desde el fallecimiento de Teresa, en 1582, había surgido una nueva generación que comenzó a guiar la reforma según nuevos lineamientos. El espíritu que guió este nuevo despliegue era un banquero genovés converso, Nicolás Doria, que simplemente fue un hombre de acción. Era un asceta rígido y dominador con escaso aprecio por la contemplación, y una vez Santa Teresa comentó secamente a su respecto: “Hay ciertos tipos de santidad que yo no entiendo”.
Doria ya había sacado del medio a uno de los favoritos de Santa Teresa, Jerónimo Gracián. El turno de San Juan de la Cruz llegaría pronto. Tras cinco años como consultor, el santo fue súbitamente despojado de su cargo y destinado México. Pese a ello nunca salió de España. Su salud se deterioró por completo durante el verano de 1591. Fue hospitalizado en un convento cuyo prior disentía con él y no se abstuvo de recordarle el hecho diariamente. Falleció a finales de ese año. Fue canonizado en 1726 y declarado Doctor de la Iglesia 200 años más tarde”.


“Ascenso a la Verdad”, páginas 320-323
Thomas Merton
Ed. Lumen.


SAN JUAN DE LA CRUZ ejerció una influencia particular en TM, en sus concepciones espirituales, sobre todo en la primera etapa de su vida monástica, y su conocimiento de la obra del santo era amplia; en sus libros aparecen también abundantes referencias a este santo, en artículos, y de modo especial  en Ascenso a la verdad” (1951).

miércoles, 29 de mayo de 2013

PROPUESTAS TERESIANAS

La transmisión de la fe no debe ser un adoctrinamiento, debe transmitirse por medio de la mistagogía.
En un tiempo en que se busca con verdadera ansiedad esa fuente interior, pero que no siempre se tiene la suerte de encontrar los caminos y los maestros adecuados, santa Teresa tiene la garantía de ser una autoridad indiscutible, palabra autorizada para tres propuestas pastorales de permanente urgente actualidad.

 
TRES PROPUESTAS PASTORALES:

  1. Pequeñas comunidades. Verdaderas comunidades cristianas que se distingan por su forma de vivir. Presencias pequeñas, pero llenas de vida. Minorías creativas pero inspiradas en el Evangelio. Para  vivir y comunicar la experiencia de Dios.
  2. Experiencia de Dios. La respuesta a los retos que propone la crisis por Dios no es otra cosa sino la pasión por Dios. Creer en él y abandonarnos totalmente a Dios. La oración es el lugar natural y necesario para la experiencia de Dios. Sin oración no hay experiencia de Dios, pues ésta remite a aquélla, como el suelo nutricio en el que echa sus raíces, el manantial que la alimenta. De ahí la continua advertencia teresiana: «Sólo digo que, para estas mercedes tan grandes que [Dios] me ha hecho a mí, es la puerta la oración; cerrada ésta, no sé cómo las hará; porque, aunque quiera entrar a regalarse con un alma y regalarla, no hay por dónde, que la quiere sola y limpia y con gana de recibirlos» (V 8,9).
  3. Pastoral mistagógica. Enseñar a orar es iniciar en la experiencia del Misterio, desarrollar una mistagogía, y esto sobre todo entre personas alejadas que han vivido determinadas experiencias y que vuelven a la fe. La Iglesia tiene una tarea irreemplazable, una misión fundamental que consiste en prestarles ayuda para la iniciación en la experiencia de Dios. (Congreso de Espiritualidad, México, 2013)

VIVIR Y COMUNICAR LA EXPERIENCIA DE DIOS

"La transmisión de la fe como el traspaso de una herencia, un depósito de ideas, valores, normas y prácticas, que sus destinatarios no tendrían más que recibir o encajar, ya no funciona. Transmitir la fe requiere experiencia, es educar a la persona en la experiencia de Dios. ¿Somos conscientes de que el carisma teresiano consiste precisamente en vivir y comunicar la experiencia de Dios (CV 20,3-6)?".

(Congreso de Espiritualidad OCD, México 2013)

TERESA, MUJER.

Santa Teresa descubrió la paradoja de que la primera gracia se da ya en la propia naturaleza. De manera que, lo que entonces se veía como un obstáculo (la inferioridad de la mujer), ella lo vio como un don y el mejor recurso para la renovación espiritual de la Iglesia: cf. V 40,8; CV 1,2. Entre sus muchos textos, ¿qué nos inspira o cómo podríamos interpretar hoy el pasaje del primer Camino suprimido por el censor?

«Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden sino contentaros. Por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, criador mío, desagradecido para que piense yo daréis menos de lo que os suplican, sino mucho más. Ni aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres, pues estaba vuestra sacratísima Madre, en cuyos méritos merecemos, y por tener su hábito, lo que desmerecimos por nuestras culpas. ¿No basta, Señor, que nos tiene el mundo acorraladas e incapaces para que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa? No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez, y no como los jueces del mundo, que como son hijos de Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, que algún día ha de haber, Rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene conocido el mundo mi ruindad, y yo holgado que sea pública, sino porque veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres» (CE 4,1).

martes, 28 de mayo de 2013

CASTILLO INTERIOR


"Consideremos que es nuestra alma como un castillo todo de diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos. Si lo pensamos bien, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso donde Dios dice tener sus deleites. No hallo yo otra cosa con que comparar la gran hermosura de un alma. Apenas llegan nuestros conocimientos a comprenderlas, así como no pueden comprender a Dios, pues Él mismo dice que nos creó a su imagen y semejanza. Este castillo tiene muchas moradas".

(Santa Teresa,Moradas)

lunes, 27 de mayo de 2013

TERESA, ¿ILETRADA?

Teresa de Jesús es maestra en el arte de escribir. Es una auténtica escritora clásica del siglo de oro de las letras españolas. Su mayor mérito estriba en haber trasladado a sus libros y a su doctrina el lenguaje hablado y la conversación familiar de la Castilla del siglo XVI.
 Y sin embargo, ella tuvo siempre complejo de iletrada. Este complejo ha influido notablemente en sus escritos: ella evita los preciosismos literarios, sostiene un estilo de conversación castiza y casera, y con claridad y sentido pedagógico escribe de los  misterios más sublimes. Recurre con frecuencia a imágenes y metáforas para explicarse y hacerse entender.
 Fray Luis de León, dijo de Teresa y sus escritos:

"En la forma de decir, en la pureza y y facilidad de estilo y en la gracia y buena compostura de sus palabras y en una elegancia desafeitada que deleita en extremo, dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ello se iguale".

Otro grande, Azorín, añade: "En su estilo, Teresa es humana, profundamente humana, directa, elemental, tal como el agua pura y prístina".

sábado, 25 de mayo de 2013

SOBRE LAS IMÁGENES; habla San Juan de la Cruz.

Acerca de las devociones populares a imágenes de uno u otro tipo escribió hace siglos San Juan de la Cruz con una claridad increíble; siempre digo que si yo dijese estas cosas hoy, de esa manera, no faltaría quien me llamase “hereje” o “protestante”. Pero es un maestro católico, “doctor de la Iglesia”, quien escribe estas cosas en su libro “Subida al Monte Carmelo”. Esta es una primera muestra:

“Mucho había de decir de la rudeza que muchas personas tienen acerca de las imágenes; porque llega la bobería a tanto, que algunas ponen más confianza en unas imágenes que en otras, entendiendo que les oirá Dios más por esta que por aquella, representando ambas la misma cosa, como dos de Cristo o dos de nuestra Señora. Y esto es porque tienen más afición a la una hechura que a la otra, en lo cual va envuelta gran rudeza acerca del trato con Dios y culto y honra que se le debe, el cual sólo mira a la fe y pureza de corazón del que ora”.
“Porque el hacer Dios a veces más mercedes por medio de una imagen que de otra de aquel mismo género no es porque haya más en una que en otra para ese efecto, aunque en la hechura tenga mucha diferencia, sino porque las personas despiertan más su devoción por medio de una que de otra; que si la misma devoción tuviesen por la una que por la otra, y aun sin la una y sin la otra, las mismas mercedes recibirían de Dios”. 
(“No hace Dios los milagros por la imagen, pues en sí no es más que pintura, sino por la devoción y fe que se tiene con el santo que representa”).

VIVIR DE AMOR

"En la última noche, la noche del amor,
hablando claramente y sin parábolas,
Jesús decía así:
«Si alguno quiere amarme, que guarde mi palabra ,
que la guarde fielmente. Mi Padre le amará,
y vendremos a él, moraremos en él,
será para nosotros una morada viva,
será nuestro palacio.
Pero también queremos que more él en nosotros,
lleno de paz, que more en nuestro amor.»
¡Vivir de amor quiere decir guardarte
a ti, Verbo increado, Palabra de mi Dios!
Lo sabes, Jesús mío, yo te amo,
me abrasa con su fuego tu Espíritu de Amor.
Amándote yo a ti, atraigo al Padre,
mi débil corazón se entrega a él sin reserva.
¡Oh augusta Trinidad,
eres la prisionera, la santa prisionera
de mi amor!
Vivir de amor vivir es de tu vida,
glorioso Rey, delicia de los cielos.
Por mí vives oculto en una hostia,
por ti también, Jesús, vivir quiero escondida.
Soledad necesitan los amantes ,
que hablen sus corazones noche y día.
Me hace feliz tan sólo tu mirada,
¡vivo de amor!"

Teresa de Lisieux

UNA INMENSA MUCHEDUMBRE....

Los Santos del Carmelo son una inmensa muchedumbre de hermanos nuestros que consagraron su vida a Dios, abrazando las enseñanzas del divino Maestro e imitando su vida, y se entregaron al servicio de la Virgen María en la oración, la abnegación evangélica y el amor a las almas, sellado a veces con su sangre. Ermitaños del Carmelo, mendicantes de la Edad media, doctores y predicadores, misioneros y mártires; monjas que dilataron el pueblo de Dios con la misteriosa fecundidad de su vida contemplativa; religiosas que descubrieron el rostro de Cristo a sus hermanos con el apostolado sanitario o docente, sobre todo en tierras de misión; seglares que en medio del mundo supieron encarnar el espíritu de la Orden. Toda la familia del Carmelo de la patria con María, su madre, a la cabeza constituye en este día el motivo de nuestro gozo y nuestra alabanza al Padre. Recordamos a nuestros hermanos que ayer se dedicaban a la asidua oración en la tierra y hoy participan en la liturgia del cielo, y nos unimos espiritualmente a su gloria, mientras peregrinamos por los caminos que ellos, animosos, recorrieron, viviendo en obsequio de Cristo y siguiendo las huellas de nuestra Señora.

MORADAS TERESIANAS

Hace casi diez años me leí integramente el libro del "Castillo interior" o "Las Moradas", de Santa Teresa de Jesús. Antes me había parecido denso y poco motivador, pero en ese momento, animado por el estudio que hacía de las obras de mi santa fundadora, me entusiasmé y adentré en las páginas de esta obra. Me pareció genial. Llena de intuiciones, espirituales y al mismo tiempo muy humanas. Aunque para el novato su lenguaje pueda parecer enrevesado por arcaico, quien se acostumbra a su lectura acaba inevitablemente disfrutando de sus giros, de su coloquialidad, de su humor y frescura. Teresa suena más moderna que muchos escritores más recientes.

Y yo aprovecho y  aconsejo aquí y ahora, la lectura de los libros de TERESA DE JESÚS. Es una mujer extraordinaria, que en su tiempo defendió a capa y espada su vocación de orante, de renovadora y de escritora además.

Teresa en este libro del que les hablo nos muestra al ser humano en toda su grandeza, habla de su vocación eterna, de la llamada interior, y utiliza el símbolo del castillo para describirnos un itinerario, el suyo propio, puesto a disposición de sus lectores, para animarles a recorrer el propio camino hacia Dios y la verdad propia. Cuando ella habla de alma y de castillo, está hablando del hombre en cuanto ser humano (hombre y mujer); su libro comienza hablando acerca de nuestra dignidad humana. Nada más parecido a Dios que el hombre; no está hecho sólo a su imagen y semejanza, sino que es capáz de contener a Dios. Y lo dice así:el alma del hombre es como un castillo "todo de diamante y muy claro cristal".
(Manuel Enrique Valls, ocd. 2008)

viernes, 24 de mayo de 2013

MIS TRES, MI TODO..... UNA ORACIÓN AL DIOS UNO Y TRINO



ORACIÓN A LA TRINIDAD, de Santa Isabel de la Trinidad

    ¡ Oh, Dios mio, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para esta establecerme en ti, inmóvil y tranquila  como si mi alma viviera ya en la eternidad. Que nada pueda alterar mi paz, ni apartarme de Ti, oh, mi Inmutable, sino que, cada momento de mi vida, me sumerja más profundamente en tu divino Misterio.
Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada predilecta, el lugar de tu descanso. Que nunca te deje solo sino que, vivificada por la fe, permanezca con todo mi ser en tu compañía, en completa adoración y entregada, sin reservas, a tu acción creadora.  
   
¡ Oh, mi Cristo adorado, crucificado por amor ! Quisiera ser una esposa para tu corazón. Quisiera glorificarte y amarte... hasta morir de amor. Pero reconozco mi impotencia. Por eso, te pido que me revistas de Ti mismo, que identifiques mi alma con todos los sentimientos de tu alma, que me sumerjas en Ti y que me invadas ; que, tu ser sustituya mi ser para que mi vida sea solamente una irradiación de tu propia vida. Ven a mi como Adorador, como Reparador y como Salvador.
   ¡ Oh, Verbo eterno, Palabra de mi Dios ! Quiero pasar mi vida escuchándote. Quiero permanecer atenta a tus inspiraciones para que seas mi único Maestro. Quiero vivir siempre en tu presencia y morar bajo tu luz infinita,  a través de todas las noches, vacíos y fragilidades. ¡ Oh, mi Astro querido! Ilumíname con tu esplendor fulgurante de tal modo que ya no pueda apartarme de tu divina irradiación.  
  
¡Oh, Fuego abrasador, Espíritu de amor!, desciende a mi para que se realice en mi alma como una encarnación del Verbo. Que yo sea para Él una humanidad suplementaria donde renueve su misterio. Y, Tú, ¡oh Padre!, protege a tu  pobre y débil criatura. Cúbrela con tu sombra. Contempla solamente en ella a tu Hijo muy amado, en quien has puesto tu complacencia.  


   ¡Oh, mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad donde me pierdo! Me entrego a Tí como victima. Sumérjete en mi para que yo quede inmersa en Tí, en espera de ir a contemplar en Tu luz, el abismo de toda tu grandeza.

ISABEL DE LA TRINIDAD, ocd

miércoles, 22 de mayo de 2013

LA FUERZA DEL AMOR


" En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos interiores ni en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía; sino en estar nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Dios. Esta fuerza tiene el amor, si es perfecto: que olvidamos nuestro contento por contentar a quien amamos". 

(Teresa de Jesús, Fundaciones)

lunes, 20 de mayo de 2013

LA VERDAD DE TERESA



Cuando se habla de oración en el cristianismo hay que mencionar necesariamente a Santa Teresa, quien dejó un valioso testimonio de cómo recorrer la senda de la contemplación. Pero al mirar las imágenes y representaciones de esta mujer, y la manera en que algunos hagiógrafos hablan de ella, la mayoría se llevará una impresión errada de su persona, su camino y su enseñanza. Es que solemos idealizar a las personas santas, y entonces quienes se encuentran con ellas no pueden sino considerarlas como excepcionales, sobrenaturales, raras, en fin, admirables, pero no imitables. Contemplamos desde nuestro palco al santo o la santa y con la boca abierta musitamos: Eso no es para nosotros.

En realidad los santos son gente como nosotros; lo que les hace excepcionales es justamente el no haber creído que ellos no podían alcanzar la cima. Y el haber andado su camino, con la confianza puesta en el Amor de Dios. No creamos que a Teresa le fue fácil; nada de eso. El hecho de ser mujer y orante supuso para ella una verdadera prueba, pues encontró multitud de obstáculos que superar, incluso dentro de la misma Iglesia, en los mismos que deberían haber estado ahí para ayudarla a vivir su fe.

Cuando Teresa empezó su camino era aun muy joven, y casi en la cincuentena pudo sentirse finalmente capaz de  emprender un proyecto más personal, vinculado a la llamada particular que pensaba estaba recibiendo de Dios. La oración define a Teresa, la hace mujer madura, cristiana verdadera; este es el proyecto al cual dedica todos sus esfuerzos, y a través del cual va descubriendo el rostro de Cristo.

Necesitó valor, mucho valor, para desafiar los prejuicios de su tiempo, de su iglesia, y  convertirse en maestra de espirituales.  Nos dejó varios tratados, que no son sino coloquios encendidos, testimonio profundo, de su búsqueda interior. En ellos defendió la necesidad de orar, porque para llegar a ser lo que somos precisamos de la amistad de Cristo.

Hoy, cuando la sed de interioridad abrasa tantos corazones, y cuando tantos caminos se nos proponen, llegados de las más diversas culturas y tradiciones religiosas, no olvidemos los cristianos el magisterio de Teresa de Jesús; como experimentara Edith Stein al leerlos, en los libros de Teresa, en su experiencia, en su oración apasionada, está viva y latente la Verdad de Dios, nuestra verdad.

(Manuel Valls, ocd)

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...