viernes, 29 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (13): LA MIRADA EN CRISTO

Seguimos el CAMINO con Teresa, y ya estamos en el capítulo 26 de su libro, dedicado a iniciar a sus hermanas, y a nosotros, en el camino de la oración. El título de este capítulo nos da la primera pista de lo que vamos a leer: "va declarando el modo para recoger el pensamiento", es decir "recogimiento", ya sea en la oración vocal o mental. Lo que importa es interiorizar la oración,  hacerla cada vez más sencilla y contemplativa (porque esa es la ruta, ya lo dijimos: entrenamiento en la oración vocal para ahondar en la mental, con mirada puesta en la contemplación). Pero a Teresa no le alcanzará un capítulo para esto, y dedicará  por lo menos otros tres en presentar este asunto, y seguirá hablando de ello hasta el final. 

 En los dos primeros, 26 y 27, dirá Teresa que lo principal para recoger el pensamiento es centrar la mirada en Cristo. Recogerse es acogerse a Él, a su presencia, a su compañía. El recogimiento, como la oración misma, tiene que ser decididamente cristológico. 

 En los dos capítulos siguientes, 28 y 29, insistirá en el aspecto psicológico, y dirá: "recogimiento es cuando el alma recoge todas las potencias y se entra, ella misma, dentro de sí...", redescubriendo el propio castillo interior. 

Así, queda completo el proceso teresiano oracional:

1. Centrar la atención en Cristo (y desde Él aprender a decir Padre...).
2. Interiorizarse: convocar lo exteriorizado de uno mismo, a las moradas del propio castillo interior.
3. Ambas cosas anteriores precedidas de una buena base de virtudes prácticas, para que la oración no quede descolgada de la vida.
4. Gran apertura y disponibilidad a la acción de Dios sobre nosotros y sobre nuestra oración.

Veamos entonces este CAPÍTULO 26:

PRIMERO: EDUCARSE EN LA PRESENCIA DE ÉL.  Para Teresa, ya lo sabemos, la oración es cosa de dos, tratar de amistad, compartir camino; absolutamente relacional  y dialogal, engranaje de escucha y de palabra. Por tanto, orar es buscar la compañía de Cristo, una presencia real y envolvente que arropa y traspasa mi vida, pero que necesita de mí.

SEGUNDO: EDUCAR LA MIRADA. El verbo "mirar" aparece repetido una y otra vez en los #3,4 y 5, y no habla de los ojos de la cara, sino de una mirada interior, de los ojos del "alma", reeducando los sentidos, disciplinando, para que "juntos andemos, Señor". 

TERCERO: EDUCARSE A LA ESCUCHA Y A LA PALABRA: No hay amistad sin comunicación, sin diálogo vivo y constante. 

CUARTO: ACOSTUMBRARSE: No se trata de un ejercicio voluntarioso o gimnástico, ni es cosa de días; es importante educar la mente y doblegar el espíritu, educar la fe y el amor, educar el sentido de Dios. Exige fidelidad, constancia, espera amorosa y sacrificada. 

Teresa regala tres IMÁGENES para provocar el recogimiento: la de la mujer casada y enamorada, atenta al esposo; la del alma en extravío, que necesita volver a casa; y la imagen del Maestro amigo, gozoso de acoger y comunicar. También encontraremos muchas expresiones, cortas, con una gran carga teológica y espiritual; las podemos buscar y subrayar a lo largo del capítulo.

(Resumen de ideas del P. Tomás Álvarez, ocd)




miércoles, 27 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (12): ¿REZAR ES ORAR?

Como hemos visto en los capítulos anteriores, Teresa participa de una polémica muy presente en su tiempo: el de la contraposición entre oración vocal (para el pueblo llano, para mujeres) y la oración mental (siempre bajo sospecha). Y ahora, en el capítulo 24 y siguiente sigue hablando de oración interior como peldaño previo a la contemplación, ante un grupo de lectoras contemplativas, y torna a la oración "rezada": cómo rezar oración vocal con perfección, anuncia el título. Y ella marcará pauta desde el comienzo al defender que la oración vocal y la mental han de ir unidas, que no hay oración vocal sin contenido mental y que los rezos básicos del cristiano (Padrenuestro Avemaría, Credo...) son un excelente peldaño en la escala de la oración y en su aprendizaje. 

Una pregunta¿Basta con decir las palabras para que sea oración? Sabemos que el rezo maquinal, apurado, producto de la costumbre, y realizado con sólo pronunciar palabras, no tiene nada que ver con "tratar de amistad", y por tanto no es ni puede llamarse oración. Ya lo dijo antes, recordemos, en este mismo libro (22,1, y 22,8). Pero Teresa sabe que el asunto no es tan elemental, porque se topa con las polémicas de su tiempo, y con la experiencia de sus lectoras. 

 Las religiosas hacen a diario una oración litúrgica en latín, con grandes dificultades para leer y rezar, para descifrar abreviaturas y los caracteres góticos de los libros corales. Ellas no entienden lo que leen, y por tanto: ¿Están o no están haciendo oración? Los letrados de turno le aseguran a Teresa que sí, que eso basta, que es suficiente la recitación en el coro, aun cuando no entiendan lo que dicen, y que la Iglesia suple, pues es oración en común con toda la Iglesia. Ella no quiere entrar en la polémica, y dirá que no se entromete en ese asunto, pero que ella aconseja no contentarse con eso


La otra cuestión es que realmente hay personas, y ella ha conocido algunas, que no pueden recogerse ni orar con el entendimiento (mentalmente), o que han interiorizado los prejuicios existentes sobre ese tipo de oración; también en los momentos de cansancio se hace difícil entender, o también otros de total impotencia para orar interiormente. Incluso, ya lo dijo antes, Dios tiene muchos caminos, y por ello pueden llegar personas así a sus comunidades. En esos casos: ¿Hay o no hay verdadera oración?

¿Qué consejos dará Teresa para superar ese problema?

Primero, una consigna fundamental: jamás contentarse con una oración de solo palabras; no rezar "por costumbre", maquinalmente. Lo dirá luego en MORADAS (I, 1.7)

Segundo: Más allá del contenido de la oración, prestar y avivar la atención al Otro, al destinatario mismo de la oración. Dirá: "Cuando digo Credo, razón será que entienda y sepa lo que creo; y cuando digo Padre nuestro, amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó esta oración". Alternancia de razón y amor, para entender qué y a quien hablamos. 

 Detrás de nuestro oración siempre está Cristo: él es maestro orante en cada cristiano que ora, nunca está lejos cuando oramos; es evidente el sentido personalista y relacional de la oración teresiana. Entre el orante y Jesús has de haber un flujo intermitente. La oración que propone Teresa es básicamente cristocéntrica. 

Un tercer consejo de Teresa, condensado en una sencilla frase: "a solas".  Que tampoco en la oración vocal falte esa dimensión religiosa de la relación personal con Cristo o con Dios. Es una soledad en compañía, porque estamos "a solas, pero con Él". 

Finalmente, un cuarto consejo: Todo eso hay que trabajarlo, es decir, implica una seria tarea de autoeducación, disciplina interior, autodominio, esfuerzo propio. 

Para todo lo anterior hay una excepción: hay tiempos y situaciones de absoluta incapacidad parea orar, embotamientos del espíritu en los que la mente se niega a seguir, acoger o refrendar las palabras rezadas con los labios. Desde su propia experiencia, aconseja: en ese caso, no se empeñe y espere tiempos mejores. (Podemos leer Vida 30, nn. 11,15,16,18....; Relación 1, 16). No se trata de abandonar la oración, eso nunca, sino de hacerla como se pueda, hasta que cambien las cosas y estemos mejor dispuestos. 

El Capítulo que sigue, el 25, complementa lo que hemos leído en este: Teresa no ve la oración vocal como algo desdeñable frente a la mental; cuando se hace bien, tal y como ella aconseja, esa oración vocal es una suave palanca elevadora que pone al orante a tiro de contemplación

Es como una cadena formada por tres anillos: una cosa es orar rezando, otra es "oración mental", y otra muy diversa "contemplación perfecta". En realidad no hay oración rezada, que sea verdadera, que sea solo de palabras; que la oración mental es saber qué y con quién hablamos, y contemplación perfecta es algo que está más allá de todo eso, es don del Señor, que no se puede merecer ni con todos los trabajos. Los tres anillos están engarzados uno con el otro; la contemplación perfecta puede brotar y florecer de la oración rezada. 

(Resumen realizado a partir de texto del P. Tomás Álvarez, ocd)

lunes, 25 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (11): Orar, ¿QUÉ ES?

El capítulo 22 de CAMINO es un momento fundamental del libro de Teresa, y lo preside un título breve y claro: "En que declara qué es oración mental". En este capítulo Teresa glosa su famosa definición de la oración, aparecida en Vida 8,5: "Tratar de amistad... con quien sabemos nos ama". Se trata de tratar con Él y dejarse tratar por Él. Es un capítulo muy experiencial, recoge tanto de su propia vida de oración como de sus luchas con el entorno de ambiente y su época. Teresa en la misma medida en que intenta teorizar sobre el tema va orando, dialogando con Dios a lo largo de todo el capítulo. Es un hablar de modo alterno con Dios, con sus hermanas, e incluso con aquellos que no entienden su camino.  Es un capítulo de fuerte impronta pedagógica, polémico y en el que sale su papel de madre espiritual. que quiere evitarle escollos a sus hijas. 

¿Qué dice Teresa aquí acerca de la oración mental?

#1: Comienza tocando la distinción que se hace habitualmente entre oración vocal y oración mental.  Dice que toda oración, aunque sea vocal, tiene que interiorizarse; mirar quién es el que habla y quién aquel con quien hablamos. "Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca".
#2: Reclama a los que dicen que la oración mental no es necesaria, que basta con la vocal. 
#3: "Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal". Recuerda sus propios trabajos, y dice que es cosa dañosa ir por este camino con miedos, que es necesario entender que van bien. Que siempre antes de orar vocalmente (Horas, Padrenuestro, Rosario) hay que pensar con quién se habla.
#4: Que no hace falta ser letrado, ni hacer grandes consideraciones para hablar a este Rey, pero "no porque él sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos". 
#5 y 6: Reclamos y oraciones.
#7 y 8: Insiste  en lo importante de saber quién es aquel a quien hablamos: "En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede; su querer es obrar". Pone comparación del trato de la esposa con su esposo, y termina diciendo que entender estas verdades es oración mental: "No me estéis  hablando de Dios y pensando en otras cosas".


Algunos aspectos a resaltar del capítulo:

1. Teresa reduce prácticamente  el contenido doctrinal del mismo a un solo dato: apunta, repite, subraya lo que considera la quintaesencia de la oración. Ya antes  había elaborado un pequeño tratado sobre la oración que insertó en su autobiografía (Vida 11-22). y ha discernido lo que es orar bien y orar mal, y desde su propia búsqueda ha definido la oración (Vida 8,5).

2. Para Teresa, más que protocolos de grandeza, palabras, ritos, técnicas de recogimiento, lo esencial es el TRATO, la AMISTAD, y por ello la toma de consciencia del "quién con quién". Caer en la cuenta de "con quién vas a hablar y quién es el que habla". Si se entienden estos dos puntos la oración va sobre rieles.

 3. Tres puntos básicos entonces: Tratar, quién con quién, y luego estar con él, o cabe él. Utiliza estos verbos: entender, pensarlo, mirarlo, hablar, conocerlo... "que nunca acabaréis de entenderlo  como Él se merece".  Y todo eso para dejarnos modelar por él, "para hacernos de su condición".  

Y lo resume tajante: "Esto es oración mental, hijas mías, entender estas verdades".

Pasemos entonces al capítulo siguiente, el 23, en el que "trata de lo que importa no tornar atrás quien ha comenzado camino de oración" e insiste en lo de la "determinada determinación". Es un capítulo breve, que corona el programa ascético de este libro Tras haber expuesto las tres virtudes básicas (amor, desasimiento, humildad), y antes de entrar a fondo en el tema de la oración (capítulo 24) ella vuelve a recordarnos que hay que determinarse a "ser siervos del amor", porque como dice la palabra evangélica: "de los esforzados es el Reino". 

Una cosa tiene clara: no hay oración auténtica sin vida cristiana, y esa vida se encarna y expresa en unas virtudes evangélicas netas, prácticas y claras. Al hablar de "determinación" se refiere a la voluntad, al sí radical al Evangelio; el seguimiento tiene que implicar los estratos más profundos del ser humano, no solo la superficie. Dos objetivos concretos propone: uno, no tornar atrás, no abandonar el camino una vez comenzado; el otro, decisión de reservar para la oración un tiempo de cada jornada, y ese tiempo dárselo a Dios de verdad ("libre el pensamiento y desocupado de otras cosas"). Palabra clave para Teresa: DARSE, darle a Dios nuestro tiempo, entregarle la propia vida. 


Las razones de esa "determinada determinación", Teresa las rumia detenidamente, y podríamos describirlas así: una razón de amor, otra de estrategia ascética, y la tercera de eficacia psicológica. 
Primero: Exigencia de amor; a quién nos ama y nos da tanto, no es razonable que nosotros le demos a medias. 
Segundo: Estrategia defensiva en la lucha ascética. Un espíritu decidido es menos vulnerable, y así dice en Moradas II: "porque si el demonio le ve con una gran determinación de que antes perderá la vida y el descanso que tornar atrás, muy más presto le dejará". La determinación es una coraza contra la propia fragilidad, la cobardía, los propios miedos.
Tercero: La eficacia combativa. Quien va determinado "pelea con más ánimo". Si el soldado no está decidido a darlo todo por la victoria, el miedo le puede. Así, la ascesis de la voluntad se convierte en fortaleza para la vida. 

A la propia Teresa le costó alcanzar esa determinación, y batalló consigo misma por muchos años, pero alcanzó a comprender que ese esfuerzo tiene una dimensión de gracia que nunca falta: "No hayáis miedo os deje morir de sed el Señor que nos llama a que bebamos de esta fuente". Conocer la bondad del Señor es el mejor antídoto para nuestra cobardía; que "es gran cosa haber experimentado con la amistad y regalo que trata a los que van por este camino". 

(Ideas tomadas de los escritos del P. Tomás Álvarez, ocd)

domingo, 24 de noviembre de 2019

ORAR ES...

"Ama siempre la oración... Cuando te aconsejo la oración, no se trata de imponerse una cantidad de oraciones vocales para rezarlas diariamente. Hablo, más bien, de esa elevación del alma a Dios a través de todas las cosas que nos constituye en una especie de comunión ininterrumpida con la Santísima Trinidad, obrando con sencillez a la luz de su mirada"

Santa Isabel de la Trinidad

martes, 19 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (10): DEFENSA DE LA ORACIÓN...

El capítulo 21 de CAMINO es una defensa  audaz de la oración, el corazón del libro de Teresa. Ella toma partido en la polémica que se establece entre teólogos e inquisidores contra contemplativos y espirituales; polémica en la que participan grandes figuras de la Iglesia de su tiempo: Melchor Cano, Fernando de Valdéz, Granada, Carranza, Juan de Ávila, Francisco de Borja... Ellas, mujeres dedicadas a la oración, llamadas a la contemplación, no pueden soslayar esta situación conflictiva, deben posicionarse, tener ideas claras sobre este asunto, y defender su opción vital. Es lo que hace Teresa. 

  En el borrador del libro Teresa había dividido el tema en dos capítulos, pero luego en la redacción definitiva los unió, pero insistiendo en los mismos temas: conjurando miedos y  disparando contra opositores de carne y hueso. Es un capítulo audaz, que se lee con ganas, y en el que aparece la mujer valiente, irónica y atrevida, que defiende un camino para ella y sus hermanas de San José. Se trata de la tensión conflictiva, presente siempre en la historia de la espiritualidad cristiana, entre acción y contemplación, o más bien de la resistencia de la acción a la contemplación. Los orantes eran mirados con sospecha y aprensión, puestos a la par de luteranos e iluminados. 

Al escribir este capítulo, Teresa tiene muy presente su propia experiencia: en torno a sus 40 años ella desemboca en el océano de la contemplación, con grandes gracias místicas, para convertirse en una orante convencida y proselitista. Pero esa hora de gracia acaece en un momento de crispación eclesial en su entorno, con ramalazos de ortodoxia y antifeminismo. De la reacción contra  casos aislados se pasa al rechazo de toda experiencia de mujer, sin excepción. Y también se recela de todo libro escrito en lengua vulgar, y contra la comunión frecuente... Ella cuenta en Vida 26,5 que se le impone la entrega de los libros de oración que solía utilizar, y algún teólogo llegó a prohibirle la oración y la comunión, e imponerle gestos grotescos, hasta llenarla de temores. 

En resumen: quitarle los libros, quitarle las comuniones, prohibirle la oración y llenarla de miedos.  Así, cuando Teresa escribe este capítulo todo eso ya quedó atrás, pero está fresco en su memoria, y no quiere que sus lectoras pasen por lo mismo, ni que asuman prejuicios contra la vida orante o la formación espiritual a base de libros comprensibles. 


Ahora se podrá entender mejor el ímpetu con el que Teresa escribe estas páginas, y lo mismo otras partes del libro. Rechaza y condena todo eso con una frase: esos que quitan libros y atacan la oración y a los contemplativos, "huyen del bien para librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto. ¡Bien parece del demonio!".  Teresa lo tiene claro. Cada vez que en la Iglesia prevalece el miedo al mal sobre el amor al bien se produce esa fuga fatal: huir del bien para librarse del mal.

Esta defensa de Teresa continúa luego en el capítulo siguiente, pero ahora dialoga con sus lectoras en un tono maternal y a la vez combativo. Estas son las ideas fundamentales:

1. Nada de miedos: ni incertidumbres ni encogimientos; altos ideales y pensamientos. 
2. La oración es camino seguro, real, divino.
3. Comenzar fundadas en palabras del Evangelio, que esas no se las pueden quitar. 
4. No basta comenzar con miedo: hay que hacerlo con una "determinada determinación". 
5. Determinarse sí, pero sin arrogancia ni autosuficiencia, con humildad. 

 Ya podemos imaginar que estas páginas de CAMINO sufrieron lo suyo a la hora de editarse y publicarse, por el recelo de teólogos y censores; unos celosos de la doctrina, y otros cuidando la ortodoxia de Teresa para que no sufriera tropiezos la divulgación de sus escritos. En aquellos tiempos recios queda visible la postura de unos y de otros...

(Ideas resumidas a partir de los escritos del P. Tomás Alvarez, ocd).




lunes, 18 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (9): BUSCANDO EL AGUA VIVA....

Sigamos este CAMINO con Teresa, que ahora, en el capítulo 19, dice que va a comenzar a tratar de la oración...Comenzar, casi a mitad de Camino; y es que este libro es toda una pedagogía de la oración, por ello la Santa dedica 18 capítulos para hablarnos de la vida del orante, de sus actitudes, sus virtudes, sus disposiciones. 

Mencionemos, una vez más, las más importantes a modo de resumen:

1. Situarse en plena marejada de Iglesia y de Mundo.
2. Ser bienaventuradamente pobre.
3. Ser luchador batallero, casi peleón por los ideales evangélicos.
4. Cultivar la amistad con los hermanos para hacer posible la amistad con Dios.
5. Deberá ser libre y desprendido: desasido de todo para darse del todo al Todo.
6. Ser humilde: capaz de andar en verdad.
7. Disponible siempre a los planes de Dios para su vida..... y otras.

 Para Teresa, y enlazamos con el capítulo precedente, el orante no es un traficante de la amistad de Dios, no es impositivo, ni emplaza al Amigo con exigencias, sino que se fía de él, le deja siempre la iniciativa: "Dejemos hacer al Señor"; "El nos conoce mejor que nosotras mismas". Quien ha entrado por el camino de la oración debe educarse en la DISPONIBILIDAD, hasta el abandono total. Pero ese abandono no es inercia, ni flojera, pues la oración siembra en el orante fortaleza y perseverancia, y ,le capacita para soportar los trabajos de la vida.

 En fin, que ha definido las facciones del orante: alegría, humildad, gozo con los logros ajenos, servicio, mortificación, obediencia...

Pero ahora quiere entrar de lleno en el asunto que la hizo emprender este proyecto, y para hablar de contemplación comienza desde abajo, desde lo básico, y parte de algo concreto: las dificultades que muchas de sus lectoras, y también nosotros, encuentran para hacer la oración, ya sea discurriendo o meditando. Y dirá que la contemplación es como una fuente de agua, viva e inagotable, y también un fuego que no se apaga; usa un lenguaje figurado para hablar de lo sublime, lenguaje poético para adentrarse en el mundo de la relación con Dios, y para mover el deseo de sus lectoras, y que superen los obstáculos.

"Hay algunas almas y entendimientos tan desbaratados como unos caballos desbocados, que no hay quien los haga parar; ya van aquí, ya van allí, siempre con desasosiego; es su misma naturaleza, o Dios que lo permite. Les tengo mucha lástima, porque me parecen como unas personas que tienen mucha sed y ven el agua muy lejos...".

 En este capítulo, como en otros, hay mucho de experiencia propia, de encuentro real y transformador, y en sus explicaciones nos va saltando la liebre de la vida de Teresa paso a paso. Y vemos también que la Escritura ayuda a Teresa a comprender los misterios de su amistad con Dios: tiene presente a la Samaritana, cuando habla del agua viva, y a San Pablo. 


Y al hablar hermosamente del agua de la contemplación y de sus efectos (2) recurre a esta comparación: El agua tiene tres propiedades: la una es que enfría... la otra propiedad limpiar cosas no limpias... y la tercera: que harta y quita la sed. Es una comparación muy femenina, que nace de la pura observación para llegar a unas aplicaciones devotas y espirituales. 

 En el primer caso, juega con las imágenes del agua y el fuego de una manera creativa: agua que enfría y que enciende, o fuego que no apaga el agua, sino que lo aviva, o la lluvia que cae del cielo como imagen de la contemplación mística regalada por Dios (3-5).

En el segundo caso, la propiedad del agua es lavar lo sucio, y así, cuando cae del cielo, "deja el alma clara y limpia de todas las culpas". El agua es un símbolo polivalente que representa en unos casos lo más alto (la contemplación), y en otros lo terrenal (las afecciones desordenadas). 

Y la tercera propiedad del agua "es que harta y quita la sed; porque sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace gran falta que, si del todo nos falta, nos mata". 

Luego de comentar los efectos y tentaciones de la experiencia contemplativa, Teresa pregunta a sus lectoras (#14) para qué creen que comienza hablándoles del grado más alto y sublime de la experiencia orante, que es la contemplación, y responde: "Para que no se acongojen del trabajo y contradicciones que hay en el camino, y vayan con ánimo y no se cansen". Porque es un camino arduo, y puede que abandonen sin llegar a la meta, pensando que no son capaces. Cierra el capítulo recordando: "mirad que convida el Señor a todos" (evocando Mateo 11,28), y "tengo por cierto que todos los que no se quedaren en el camino, no les faltará esta agua viva".

Comentemos, para terminar, el capítulo que sigue, el 20, en el que Teresa habla de las consolaciones que no faltan en el camino de la oración y aconseja a sus hermanas que hablen  entre ellas de esto y no de cosas inútiles. Comienza advirtiendo que tal vez pudo ser mal entendida cuando dijo que no a todos llama Dios a contemplación perfecta; pues él "da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir, para que ninguno vaya desconsolado ni muera de sed". Hay agua para todos, a cada uno lo que necesita, pero nadie morirá de sed en el camino de Dios. Esto es motivo para pelear con ganas esta batalla, esforzarse, con una gran determinación, y atreverse a dar el primer paso, buscar buena compañía, y tener conversaciones santas. El idioma de las que andan por este camino es el de Dios: hablar de Dios es el preludio para hablar con Dios. 

En VIDA, Teresa ya hablaba mucho de esto: "De hablar de Dios u oír hablar de Él casi nunca me cansaba" (Vida 8,12); Era "amiga de tratar y hablar en Dios", y así otras citas, como esta: "Aconsejaría yo a los que tienen oración, que procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo. Es cosa importantísima". 

Se trata, digamos, que toda persona o grupo orante posee una fuerza expansiva, conlleva un apostolado de la oración, porque sabe que todos están llamados a buscar y beber de la Fuente

(Ideas resumidas de los escritos del P. Tomás Álvarez, ocd)






jueves, 14 de noviembre de 2019

FELIZ DÍA DE TODOS LOS SANTOS DEL CARMELO

Los Santos del Carmelo son una inmensa muchedumbre de hermanos nuestros que consagraron su vida a Dios, abrazando las enseñanzas del divino Maestro e imitando su vida, y se entregaron al servicio de la Virgen María en la oración, la abnegación evangélica y el amor a las almas, sellado a veces con su sangre. Ermitaños del Carmelo, mendicantes de la Edad media, doctores y predicadores, misioneros y mártires; monjas que dilataron el pueblo de Dios con la misteriosa fecundidad de su vida contemplativa; religiosas que descubrieron el rostro de Cristo a sus hermanos con el apostolado sanitario o docente, sobre todo en tierras de misión; seglares que en medio del mundo supieron encarnar el espíritu de la Orden. Toda la familia del Carmelo de la patria con María, su madre, a la cabeza constituye en este día el motivo de nuestro gozo y nuestra alabanza al Padre. Recordamos a nuestros hermanos que ayer se dedicaban a la asidua oración en la tierra y hoy participan en la liturgia del cielo, y nos unimos espiritualmente a su gloria, mientras peregrinamos por los caminos que ellos, animosos, recorrieron, viviendo en obsequio de Cristo y siguiendo las huellas de nuestra Señora.

ORACIÓN:

Te pedimos, Señor,que nos asistan con su amistad, ejemplo y protección la santísima Virgen María y todos los santos de la familia del Carmelo, para que, imitando con fidelidad sus vidas, sirvamos generosamente a tu iglesia con el amor,la fraternidad, la oración y la vida apostólica.

lunes, 11 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (8): BIENAVENTURANZA Y CRUZ DEL CONTEMPLATIVO

-1-
Demos un paso más en la lectura de CAMINO, ahora  repasando los capítulos del 16 al 18, que conforman una especie de preámbulo, antes de entrar directamente en los temas oracionales. Teresa, ya lo hemos dicho, revisa varias veces lo que escribe, ya sea por sugerencia de los teólogos censores o por su propia cuenta.  Ahora comienza a escribir esta parte, utilizando una comparación singular: el juego de ajedrez, y así escribe: "Voy entablando el juego"; saber "mover las piezas"; "Quien no sabe dar jaque, no sabrá dar mate"; y aquí jugamos a "dar mate a este Rey divino". Con su imaginación, Teresa pone su conocimiento del juego en función del combate ascético del Carmelo. 

Lo presenta así: el tablero y el juego son la vida.  Los jugadores, ella y Dios. Las piezas y los movimientos, las virtudes de ella y la táctica secreta de él. Interesan sobre todo dos piezas: la dama (Teresa) y el Rey; pero en la visión teresiana, la Dama es la humildad, y el Rey del otro color, es el amor. Para Teresa, importa el objetivo: vencer, dar jaque mate a Dios, algo sumamente atrevido a primera vista.  Pero resulta que a Dios se le rinde sólo cuando uno se rinde a él. Y eso es "humildad". Se le da jaque mate con la humildad. Deberá entonces Teresa seguir explicando la jugada del Rey, la del amor, pero aquí surge lo inesperado.... Teresa destruye lo escrito, arranca las páginas de su cuaderno, y  empieza de nuevo a escribir. 

Las posibles razones: que el censor del texto teresiano no viese correcto hablar de juego en un libro espiritual, tanto más cuando algún moralista de la época declaraba el juego de ajedrez absolutamente inconciliable con la vocación religiosa y clerical. Otra razón de más peso es que Teresa sigue una línea doctrinal que luego se le viene abajo, porque comprende, desde su propia experiencia, que no puede condicionar nadie el deseo de dar de Dios, y que la relación entre Dios y el alma es mucho más compleja que el juego de ajedrez

-2-
No quise dejar de aprovechar esa página teresiana casi perdida (Ver: capítulo 24, de la primera redacción de Camino), pero ahora vayamos a la redacción definitiva, y presentemos una especie de resumen de los tres capítulos mencionados antes (16, 17 y 18), partiendo de sus títulos de los capítulos, y ello nos ayudará a tener una mirada general sobre los asuntos que quiere proponer la Santa: 

Capítulo 16: Comienza aquí a hablar Teresa del camino para llegar a la contemplación, y de la diferencia entre los contemplativos y los que se contentan con tener oración mental. También del cómo es posible que Dios regale la contemplación a algunos que no están dispuestos todavía, ni siquiera en virtudes. Teresa no modifica su posición respecto a la humildad y las virtudes en la vida de oración, pero sí amplía las posibilidades del amor, sobre todo del amor de Dios. Teresa misma a experimentado la largueza de la misericordia de Dios, y descubrirá en su camino que los dones de Dios son de una gratuidad incondicional.  

Capítulo 17: Presenta entonces, luego de la tesis del capítulo anterior, una paradoja: que aun cuando Dios puede dar contemplación perfecta a cualquiera si es su deseo, no todas los que han dedicado su vida a la oración son llamados a la contemplación, y que el verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le lleve Dios. Es un viejo problema al que Teresa da vueltas desde el principio: ¿Por qué Dios no se da a todos los que se le entregan de la misma manera? Ella entiende que es cosa de Dios regalar sus dones, y que lo nuestro es disponernos: en la oración, en el amor, en la vida.

Capítulo 18: Dice que no piensen que los contemplativos viven solo de visiones y regalos espirituales, sino que han de sufrir muchos más contratiempos que los activos, y que esos sufrimientos  son de mucha consolación para ellos. Pero también, ya desde el anterior, reivindica el valor del servicio, si es voluntad de Dios. Cuando Dios introduce a alguien en las altas cimas de la contemplación, lo primero que hace es darle fuerzas, porque luego va a darles cruz (Tabor y Calvario, bienaventuranza y cruz). 

Teresa ha querido ya empezar a hablar de oración, de las diversas formas de oración, pero como suele sucederle, se "divierte", se distrae, volviendo a insistir en aspectos previos que considera muy importantes para entender este camino. 

-3-
Enumeremos lo más importante:

1. La necesidad de virtudes grandes para poder adentrarse con frutos y verdad en el camino de la oración y contemplación ("Digo que no vendrá el Rey de la gloria a nuestra alma, si no nos esforzamos a ganar las virtudes grandes").

2. Que Dios puede dar a un alma "distraída"contemplación perfecta, para ayudarla a salir de su  mal estado. Teresa procura conciliar dos tesis: Que cuanto nos damos, más se nos da Dios, pero a la vez, incluso a quien no se da, Dios se entrega. De los primeros, dice, que el Señor "siéntalos a su mesa, dales de lo que come hasta quitar el bocado de la boca para dársele". 

3. No justificar nuestra falta de ánimo y constancia en el camino, diciendo: No somos ángeles, no somos santos. Es importante tener humildad, al mismo tiempo que una santa osadía, y Dios no rechaza a quien se entrega de ese modo al combate de la fe. 

4.Que no todos son para contemplación, incluso si llevan vida de oración, y que lo importante es disponerse para lo que mande el Señor; la contemplación no es necesaria para la salvación, y perseverar en el camino interior. 

5. Lo seguro es la humildad, la mortificación y el desasimiento, y son tan necesarias Marta como María para la obra de Dios. En los tres capítulos resalta el valor incalculable del servicio fraterno, pues sirviendo no se deja de alcanzar la perfección. 

6. Los contemplativos han de sufrir muchos trabajos; son como el que durante la guerra lleva la bandera, que parece no hace nada, pero si esta cae, se acaba todo. Importa ser obedientes en hacer lo que Dios pide y tener virtudes, que las experiencias místicas extraordinarias son cosa incierta, y puede por ahí engañarnos el demonio

7. Por tanto, buscar virtudes y perseverar en la oración, y toca hacerlo con paz y confianza, dejando en las manos de Dios que nos haga llegar hasta las cimas de la contemplación. No porque todos no podamos ser contemplativos, vamos a dedicar menos esfuerzo a la oración, ni tampoco sentir que el servicio fraterno vale menos y retarda la perfección mística. Lo dirá Teresa luego en Moradas: Marta y María siempre juntas.

(Ideas tomadas de los comentarios de Tomás Alvarez, ocd)

viernes, 8 de noviembre de 2019

ISABEL DE LA TRINIDAD. Breve biografía.

ISABEL CATEZ nació el 18 de julio de 1880 en el campo de Avor, cerca de Bourges (Francia), y fue bautizada cuatro días después. En 1887, pocos años después del traslado de la familia a Digione, su padre muere. El 19 de abril de 1891 recibió la Primera Comunión: aquel día comenzará una difícil lucha para “superarse a sí misma por amor”, aprendiendo a dominar su temperamento de fuerte voluntad, apasionado e impetuoso.

Cada vez más íntimamente unida a Cristo, en 1894 emitió privadamente el voto de virginidad. Al sentirse llamada a la vida religiosa, pidió permiso a la madre para entrar en el Carmelo de Digione; pero obediente a la madre, que se oponía, prohíbiendole que visitara el monasterio, no entró hasta el 2 de agosto de 1901. 

Hábil y premiada pianista, alegre y activa en la vida parroquial y social de su ciudad, vivió el tiempo anterior a su entrada en el Carmelo aprendiendo a encontrar a Cristo en todas las cosas, entregando sólo a Él su corazón, aunque se dedique a diversas actividades, participando en festivales de baile y pasando momento con amigos.

En el monasterio, donde el 8 de diciembre de 1901 hizo los primeros votos tomando el nombre de Isabel de la Trinidad, creció su unión con la Santísima Trinidad en la profundidad de su alma. Imitando a María, aprendió a guardar cada vez más la presencia de Dios vivo y a hacer cada día la voluntad del Señor, contemplando el “amor más grande” manifestado en Jesús Crucificado. 

Pocos meses después de la profesión religiosa, celebrada el 11 de enero de 1903, se manifestaron los primeros síntomas de la enfermedad de Addison —entonces incurable— que la condujo rápidamente a la muerte víctima de dolores atroces. Aceptó todo con sentimientos de paz y abandono confiado en la misericordia de Dios, como ocasión propicia para identificarse con el Esposo crucificado. Murió a los 26 años el 9 de noviembre de 1906.

Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de noviembre de 1984 y canonizada por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016.

Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice
Traducción: Iglesiaactualidad

martes, 5 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (7): UN NUEVO ESTILO DE VIVIR


Seguimos este camino con Teresa y su libro más querido, el que más trabajó y revisó, y quiso ver impreso; un verdadero manual para comunidades cristianas. El libro, hemos dicho, está dividido en dos partes: la primera acerca de la preparación para la oración o las condiciones y virtudes del orante, y la segunda dedicada a la oración propiamente dicha. 

Estamos todavía en la primera parte: los capítulos del 1 al 3 hablan sobre la finalidad de la reforma teresiana; luego, del 4 al 15, de los presupuestos de una ética comunitaria, de un estilo de vivir concebido por Teresa, desde su experiencia personal y para su comunidad de mujeres orantes. Tres aspectos fundamentales: amor fraterno, desasimiento y humildad. Ahí estamos todavía, y esta semana leeremos los capítulos 12, 13, 14 y 15; hasta lo leído, hemos escuchado a Teresa, y podemos glosar dos ideas o consignas, puramente evangélicas: el autentico amador tiene en poco la vida (quién no da la vida, la pierde) y en poco la honra (libertad interior frente a las apariencias y maneras del mundo).

Capítulo 12: Tener en poco la vida y la honra. Es un tema constante, obsesivo en Teresa, y lo reitera una y otra vez a lo largo de este libro, cuando habla de linajes, dineros, etc. Teresa es hija de su tierra y de su tiempo, y ambos tenían sus tópicos, sus mitos, sus costumbres, sus prejuicios, que condicionaban la vida, lo mismo que hoy sucede con nosotros. Los honores, la pureza de sangre, el aparentar, el esconder lo que verdad somos ante la sociedad... 

Ella ha vivido todo eso en su propia familia, y ha buscado esa honra de la que luego reniega, para decir: "Nuestra honra, hermanas, ha de ser servir a Dios, y quien piense que en esto los ha de estorbar, quédese con su honra en su casa". Cuántas veces nos enredamos también nosotros en el juego de la honra y el aparentar, de las máscaras, los puestos, los reconocimientos, los títulos; ella, para todo eso, nos invita a mirar a Cristo, que se abajó y nos dejó ejemplo de humildad. "Dios nos libre de personas que le quieren servir, acordándose de la honra". 

Capítulo 13: Frente a las razones del mundo, la verdadera razón ("De malas razones nos libre Dios"). En la medida en que Teresa va poniendo los requisitos  de la vida que propone, se va vislumbrando a las claras que se trata de un "estilo propio de vida"; frente al "estilo del mundo", un modo alternativo, y así lo hará saber a San Juan de la Cruz cuando lo encuentre (Fundaciones 13,5): "que conozca el estilo de hermandad y recreación que rige en el Carmelo". Teresa trae su experiencia del mundo y de sus muchos años en monasterio, y sabe de razones propias y ajenas para reivindicar derechos, exigir espacios, no perder prestigio social o dentro del mismo mundo conventual ("la gran mentira en que vivimos todos"); todo para alimentar el ego. Frente a esto, Teresa propone "andar en verdad", conocer la verdad de la cruz: "La que no quisiere llevar cruz sino la que le dieren muy puesta en razón, no sé yo para qué está en el monasterio". 

La verdadera razón para Teresa es otra vez Cristo, y también María aparece como ejemplo: "Hijas de tal Madre y esposas de tal Esposo". Razón cristológica, que configura profundamente al orante; la razón dialéctica de la cruz y del amor. Si el esposo es un crucificado ¿es posible esquivar la cruz? Por ahí, y no por excesos de mortificación y penitencias, va lo esencial del desasimiento teresiano.

Para terminar, en el # 6, Teresa habla de ser "ermitañas"; cuando escriba su Modo de visitar los conventos, dirá allí: "Mirar en la manera de hablar, que vaya con simplicidad y llaneza y religión, que lleve más estilo de ermitañas y gente retirada que no ir tomando vocablos de novedades y melindres, creo los llaman, que se usan en el mundo, que siempre hay novedades. Préciense más de groseras que de curiosas en estos casos" (Aquí "groseras" no tiene el sentido peyorativo actual, ni tampoco "curiosas"). Este estilo ermitaño que propone Teresa es un modo de ser y de vivir en el Carmelo reformado, con añoranzas de los orígenes de la Orden y con ecos de la Escritura; es un desasirse de todo, para darnos del todo al Todo.


Capítulo 14: Discernimiento necesario. Aquí otra vez los ecos de su experiencia religiosa de 30 años largos. Antes habló de elementos enfermos del amor fraterno, de pobreza y miseria en los conventos, de sofoco de la libertad de conciencia de las religiosas, de edificios suntuosos e intromisión de los seglares o visitadores. 

Ahora toca un aspecto delicado: la marea de mujeres que tocaba a la puerta de aquellos conventos superpoblados, sin posibilidad de discernir las verdaderas vocaciones, ya fuera por inercia de dentro o presiones de fuera. Luego, estaba el tema de la dote que debía acompañar a la candidata, y que una vez recibía y consumía la comunidad, obligaba a la religiosa a permanecer allí.  Por eso Teresa, en sus conventos, corta el asunto de la dote, y además, reclama libertad para echar fuera a las que no resulten adecuadas. 

Teresa  propone hacer un adecuado discernimiento vocacional: ver el espíritu de quien entra, recabar información y larga probación, y además, muy importante, el talento de la candidata, su buen entendimiento. 

Capítulo 15: Aprender a callar. En un marco de experiencia personal teresiana y de ejemplaridad cristológica, Teresa da una consigna: "No disculparse, aunque se vean condenar sin culpa".  Es bueno leer acá una fuerte experiencia que tuvo la Santa poco antes, en Vida 36, 11-14. Para Teresa, la verdadera ascesis requiere una vuelta al Evangelio hasta encontrar en él a Cristo, aceptarlo como razón de vida y como programa, proponerse configurarse con Él. Entre las grandes virtudes que Teresa propone se halla el aprendizaje del silencio: acoger el silencio por amor a la verdad, por Cristo. No es una consigna absoluta, y más adelante hablará del diálogo como virtud también dentro del estilo teresiano. El  misterio del silencio va de la mano con la dignidad de la palabra.

De todo lo anterior, podemos sacar luces para mirar con un mayor detenimiento aspectos importantes de nuestra vida cristiana y nuestro discipulado, a menudo mediatizado por realidades internas y externas, por apegos, temores y prejuicios, y por las consabidas presiones sociales. El propósito de estas lecturas es precisamente ese, crecer, a nivel personal y comunitario, como mujeres y hombres fraternos, orantes y solidarios. 


FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...