martes, 2 de noviembre de 2021
UNA AVENTURA INÉDITA
lunes, 25 de octubre de 2021
EL SALTO DE LA FE
viernes, 22 de octubre de 2021
LA DOCTORA DESCALZA
miércoles, 13 de octubre de 2021
LA IMAGEN DIVINA EN EL ALMA
"Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma, y me pareció que de tal manera estaba Dios en ella que me acordé de cuando San Pedro dijo: Tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo; porque así estaba Dios vivo en mi alma. Es cosa de grandísimo provecho entender esta verdad. Y como estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como es mi alma, entendí: No es baja, hija, pues está hecha a mi imagen".
EN AMOR PURO DE DIOS...
"Cuando un alma más ama, tanto es más perfecta en aquello que ama, de aquí es que esta alma, que ya está perfecta, todo es amor, si así se puede decir, y todas sus acciones son amor, y todas sus potencias y caudal de su alma emplea en amar, dando todas sus cosas, por este tesoro de amor que halló escondido en Dios, es el cual es de tanto precio delante de él, que, como el alma ve que su Amado nada precia ni de nada se sirve fuera del amor, de aquí es que, deseando ella servirle perfectamente, todo lo emplea en amor puro de Dios. Y no sólo porque él lo quiere así, sino porque también el amor en que está unida, en todas las cosas y por todas ellas la mueve en amor de Dios, estando ella informada y amparada con el amor como lo está...".
San Juan de la Cruz, Subida 2
martes, 12 de octubre de 2021
PONER EL ALMA EN SOSIEGO...
"Aprenda el espiritual a estarse con advertencia amorosa en Dios, con sosiego de entendimiento, cuando no puede meditar, aunque parezca que no hace nada. Porque así, poco a poco, y muy presto, se infundirá en su alma el divino sosiego y paz con admirables y subidas noticias de Dios, envueltas en divino amor. Y no se entremeta en formas, meditaciones e imaginaciones, o algún discurso, porque no desasosiegue al alma y la saque de su contento y paz, en lo cual ella recibe desabrimiento y repugnancia. Y si, como habemos dicho, le hiciere escrúpulo de que no hace nada, advierta que no hace poco en pacificar el alma y ponerla en sosiego y paz, sin alguna obra y apetito"
(San Juan de la Cruz; Subida 2).
lunes, 11 de octubre de 2021
SANTIDAD
"La gracia divina, cuando se manifiesta, opera alzando del polvo. La gracia alza la humana estructura en la que se apoya y la alza sublimando al sujeto natural según la altura a que quiere levantarla. Comienza siempre desde cero. Y la modalidad que adopta en cada hombre la divina misericordia, es al mismo tiempo la medida de su pobreza radical. En otras palabras: la pequeñez y la miseria en todo hijo de Dios es el molde mismo de la santidad".
(Anselmo A. Donazar, La cierva vulnerada)
jueves, 30 de septiembre de 2021
EN SINTONÍA ESPIRITUAL CON TERESITA...
martes, 28 de septiembre de 2021
TERESITA Y LOS ÁNGELES
El pensamiento maduro, neto, de santa Teresita acerca de la representación de los ángeles, lo encontramos la víspera de su muerte. Estaba en su lecho de muerte, cuando una de sus hermanas de comunidad se le acercó para´consolarla.
-Los ángeles, le decía la monja, descenderán del cielo vestidos de blanco, resplandecientes, hermosos y alegres, para llevar su alma a la gloria.
Teresita, por su parte, respondió con una sonrisa en los labios:
"Esas imágenes no me causan la menor impresión. No puedo nutrir mi espíritu más que con la verdad. Dios y sus ángeles son espíritus puros; nadie puede ver con los ojos del cuerpo lo que son en la realidad. Por eso yo no he deseado nunca esas gracias extraordinarias de visiones corporales. Prefiero esperar la visión eterna".
Sencillez, diafanidad , ortodoxia y al mismo tiempo una delicada intimidad...
(Tomado del DICCIONARIO DE TERESA DE LISIEUX)
lunes, 27 de septiembre de 2021
LA COMPRENSIÓN CRECIENTE DE NUESTRA IDENTIDAD COMO CARMELITAS DESCALZOS
sábado, 11 de septiembre de 2021
MESÍAS (Domingo XXIV-B)
viernes, 10 de septiembre de 2021
LIBRO DE LAS FUNDACIONES (1)
Las Fundaciones o Libro de las Fundaciones es el escrito en el que Santa Teresa recoge su labor de fundadora por tierras de Castilla, La Mancha y Andalucía. En él prosigue el relato de la fundación de San José de Ávila, que había ocupado los capítulos 32-36 del Libro de la Vida. Lo comienza en 1573 y lo concluye en vísperas de su muerte, en 1582, es decir, que fue redactado sobre la marcha a lo largo de 20 años, en diferentes contextos y climas literarios. Estaba destinado a las y los carmelitas, como una especie de memoria interna del grupo fundado por ella misma, dando por supuesto que el relato fuera completado por "estos padres" (F29,31). El manuscrito acompaña, por tanto a Teresa, durante su aventura existencial como fundadora, con sus prisas y sus pausas, y concluye sin título ni índice de capítulos.
Fue el jesuita Jerónimo Ripalda, el 25 de agosto de 153, el que al ver el Libro de la Vida, le manda a Teresa que escribe sobre la fundación de los otros monasterios que después había fundado, siete en total en ese momento. Teresa misma había escuchado años antes (1570?) una voz interior que le sugería "que escribiese la fundación de estas casas" (R9). El mandato del P. Ripalda era preciso y múltiple: escribir la fundación de esos conventos fundados por Teresa, así como el principio de los monasterios de los frailes, y en segundo lugar, que tratara algunas cosas de oración y del engaño que podrían tener los que la tienen. Dos líneas entonces: la narrativa y la doctrinal, que se irán entreverando en el escrito.
Teresa se mueve en su labor de historiadora con una doble intención: dar gloria a Dios, contando los regalos que ha recibido en sus fundaciones, y buscando dejar constancia de la verdad de lo que ha vivido. Alternando, irán sucediéndose las páginas doctrinales, referidas a la oración o las distintas formas de neurosis o "melancolías"; también sus consejos a las prioras o recordar los trabajos pasados en los caminos, con frío, sol, o nieve, o intercalando una serie de tipos ejemplares, que ella considera viva encarnación de su ideal religioso (Gracián, Juan de la Cruz, las jóvenes pioneras de la primera fundación, etc.).
El libro no es solo la crónica de los orígenes del Carmelo reformado, sino que es fuente envidiable y cristalina para revivir la historia de la Iglesia y de Castilla en un momento singular. Habla de las rivalidades entre Roma y Madrid, la división radical de aquella sociedad, los caminos terribles y las posadas que le recuerdan el infierno, su predilección por ciudades ricas y pobladas y su resistencia a fundar en núcleos rurales y la evolución del propio pensamiento de Teresa.
El manuscrito original de las Fundaciones, con todas las credenciales de autenticidad, se conserva en la Biblioteca del Escorial: páginas densas, grafía ágil, de trazos típicamente teresianos, con cambios según el período en que fueran escritas esas páginas. En la primera edición de las Obras de la Santa, Fray Luis de León no incluyó las Fundaciones; vieron la luz en Bruselas, publicadas por Gracián y Ana de Jesús.
El libro se abre, en su prólogo, con un improvisado elogio de la virtud de la obediencia:
"Por experiencia he visto, dejando lo que en muchas partes he leído, el gran bien que es para un alma no salir de la obediencia. En esto entiendo estar el irse adelantando en la virtud y el ir cobrando la de la humildad; en esto está la seguridad de la sospecha que los mortales es bien que tengamos mientras se vive en esta vida, de errar el camino del cielo. Aquí se halla la quietud que tan preciada es en las almas que desean contentar a Dios. Porque si de veras se han resignado en esta santa obediencia y rendido el entendimiento a ella, no queriendo tener otro parecer del de su confesor y, si son religiosos, el de su prelado, el demonio cesa de acometer con sus continuas inquietudes, como tiene visto que antes sale con pérdida que con ganancia; y también nuestros bulliciosos movimientos, amigos de hacer su voluntad y aun de sujetar la razón en cosas de nuestro contento, cesan, acordándose que determinadamente pusieron su voluntad en la de Dios, tomando por medio sujetarse a quien en su lugar toman. Habiéndome Su Majestad, por su bondad, dado luz de conocer el gran tesoro que está encerrado en esta preciosa virtud, he procurado -aunque flaca e imperfectamente- tenerla; aunque muchas veces repugna la poca virtud que veo en mí, porque para algunas cosas que me mandan entiendo que no llega. La divina Majestad provea lo que falta para esta obra presente".
(Tomado de DICCIONARIO DE SANTA TERESA y otras fuentes)
SANTA TERESA, FUNDADORA
Antes de entrar a leer y comentar el libro de las FUNDACIONES de Santa Teresa, digamos algo sobre un tema que ha sido largamente debatido en algunos ámbitos religiosos: ¿Fue Teresa reformadora o fundadora? En Roma, al pie de su estatua en la basílica de San Pedro, junto a la de otros "santos fundadores", dice "S. Teresia spiritualis Mater et Fundatrix novae Reformationis Ordinis Discalc. B. M. de Monte Carmelo". La Iglesia reconoce a Teresa como fundadora de una nueva orden religiosa.
"Fundar" fue uno de los carismas de Teresa, documentado así en el Libro de la Vida, cuando recibe la misteriosa "orden de envío" para iniciar la fundación de San José de Ávila (V 32,11). Desde ahí luego su carisma fundador se despliega, primero en Medina del Campo, y ya luego, animada por el P. Rubeo, General de la Orden, continúa su tarea, hasta llegar a fundar 18 casas.
Claro que, enseguida aparecieron rumores de los que se escandalizaban de sus trotes fundacionales, por su condición de mujer claustral. Ella misma lo consigna en 1571 en una de sus Relaciones (19):
jueves, 9 de septiembre de 2021
LAS METÁFORAS DEL ALMA: EL VIAJE MÍSTICO
La experiencia mística es un viaje: Todo viaje se define por un camino a seguir, y un camino tiene inicio, trayecto y meta. Es la experiencia que el místico propone: un viaje, con sus dificultades y problemas, pero donde la fascinación es siempre más grande, más alta, más profunda, y la meta es la unión. Esencial aquí es la idea de “progreso”; para llegar al final del viaje debemos movernos. Las acciones son movimientos. Salir de las cosas, salir de sí mismo, todo ello por amor a Dios; desprendimiento radical impulsado por la fuerza del amor. El amor es la verdad fuerza de movimiento en este viaje, y la confianza es la que posibilita el viaje místico. Es un viaje hacia adelante, un viaje hacia arriba, y un viaje hacia adentro.
La unión es la meta: “El deseo de Dios es disposición para unirse con Dios”. Y este es el destino del viaje místico. Los propósitos son metas, y la unión es un nuevo lugar, el último lugar, el final del viaje. El alma, dice SJCruz, ha de quedar “libre, entera, sola y pura”. El final es indecible, una nueva forma de estar, un sabor nuevo, un vivir de otra manera. Es un encuentro amoroso entre personas, Dios y tú, andas por la vida enamorado.
martes, 24 de agosto de 2021
EL PRIMER CONVENTO DESCALZO...
viernes, 20 de agosto de 2021
PONER LOS OJOS EN CRISTO...
Recordamos aquí otras páginas esenciales que hablan también de la centralidad de Cristo en el camino espiritual; esta vez en otro CAPÍTULO 22, pero de la SUBIDA AL MONTE CARMELO, de San Juan de la Cruz.
LA HUMANIDAD DE CRISTO (VIDA, Capítulo 22)
Este es un capítulo esencial, del LIBRO DE LA VIDA de Santa Teresa, que hace de bisagra entre lo que precede (Tratado de los grados de oración), y la parte siguiente del libro (La nueva vida en Cristo). Dos razones importantes mueven a Teresa a detenerse aquí: el no haber hablado mucho de Cristo, de su vida humana, de su presencia e importancia en el proceso de oración, en los capítulos precedentes, y a las propias dificultades de Teresa en su oración mística con respecto al lugar de la humanidad de Cristo en este camino.
Por eso, el capítulo está escrito en dialogo con el
lector, y esto de nuevo por dos razones: porque el problema de la
Humanidad de Jesús se plantea expresamente a quienes andan ya adelantados en la
oración, como es el caso de los lectores de Teresa, y porque ese problema lo
plantean, en su entorno, los libros y teólogos, al alcance de esos mismos
lectores.
Posiblemente es la primera vez que Teresa se enfrenta
a un problema teológico, cristológico, de especial trascendencia en la práctica
espiritual. Prueba de lo importante que es para ella es que lo vuelve a tratar
años después en Moradas (sextas, capítulo 7). Tres líneas se entrecruzan en
este capítulo: el diálogo con el lector, el propio recuerdo de Teresa y las
razones en que Teresa funda su tesis cristológica.
ESQUEMA
DEL CAPÍTULO:
#s 1-4: Falsa doctrina cristológica de ciertos libros,
y error de la misma Teresa.
#5: Tesis contraria. Importancia insuperable de la
Humanidad de Jesús.
#s 6-8: Primera serie de razones para probarlo:
humildad…
#s 9-12: Segunda serie de razones: no somos ángeles…
#s 13-18: Insistencia, en diálogo con el lector.
LO
PRIMERO: El error del
puro espiritualismo.
En el título o epígrafe del capítulo se anuncian dos
temas: que los contemplativos no deben “levantar
el espíritu a cosas altas”, y que la Humanidad de Cristo “es el medio para la más subida contemplación”.
En realidad, es un mismo problema, algo complejo: es un error “levantar el espíritu apartándolo de todo lo
corpóreo” porque la Humanidad de Cristo (corpórea) es indispensable para el
progreso espiritual, incluso el progreso místico. No es un problema que Teresa
se invente, sino que ella polemiza con un error muy difundido en los libros y
maestros espirituales de su tiempo (tal vez, incluso en el nuestro).
El error en cuestión tenía visos de espiritualismo.
Consistía, según ella, en asegurar que, al llegar el orante, o el simple
cristiano, a una cierta altura de vida espiritual, tiene que optar por
espiritualizarse del todo para entrar en la órbita de lo divino: dejar de lado
la atención a lo corpóreo; dejar, por tanto, también de lado, la Humanidad de
Jesús como motivo de oración; ir levantando el espíritu por encima de todo lo
criado; cuadrar la mente (“considerándose en cuadrada manera”) y engolfándose
en el océano inmenso de la divinidad.
Ya fuera que ella lo presentará bien o no, lo que le
interesa en el momento presente es el tema central: la Humanidad de Cristo, su
coyuntura histórica-evangélica, su Pasión, su Cuerpo… ¿Entran o no en la
oración del místico? El “voy de vuelo”
del orante místico, ¿tiene que dejar aparcado al Jesús del evangelio, de la
Eucaristía, al Resucitado glorioso? Algunos libros acudían a un texto bíblico
para apoyarse: “Les conviene que yo me
vaya, porque si no, no vendrá el Espíritu…”.
En esa doctrina
espiritualista de cuadrar la mente, Teresa distingue dos cosas: lo de “ir
levantando el espíritu” para provocar suavemente el ingreso en lo sobrenatural
místico, cosa en que ella jamás incurrió, porque “veía era atrevimiento”. Y
luego, lo de orillas, juntamente con lo corpóreo, a la Humanidad de Cristo,
error en que ella misma incurrió por breve tiempo después de iniciar la oración
de quietud, o en las primeras fases de su oración mística.
“¿Es posible, Señor mío, que cupo en mi
pensamiento ni una hora que Vos me habíais de impedir para mayor bien? ¿De
dónde me vinieron a mí todos los bienes sino de Vos?” (4).
Contra esa
doctrina y contra su propio error, erige Teresa su tesis: “Apartarse del todo de Cristo y que entre en
cuenta este divino Cuerpo con nuestras miserias, ni con todo lo criado, no lo
puedo sufrir” (1). Como si se sintiese acosada por esa depreciación
de lo cristológico, ella se propone resaltar el primado de la Humanidad de
Jesús a lo largo de todo su camino espiritual, y busca razones, como los
teólogos; pero le brota todavía, instintivamente, un motivo más fuerte y
estrictamente personal. Más que razones, en Teresa prima lo experimentado por
ella.
En sentido
negativo, recuerda que, cuando se dejó seducir por los libros de intentó
prescindir de la Humanidad de Cristo, andaba como “en el aire”, sin ánimo ni
apoyo, estancada en su vida espiritual, sin progreso en el amor. Dice: “me
parece iba sin camino”.
En sentido positivo, su testimonio insistente de la
luz que aportó Cristo a su vida: “Con tan
buen amigo al lado”. De las páginas más hermosas de Teresa las que refieren
a Cristo y su humanidad, en este capítulo 22 de VIDA (6-9). “Para contentar a Dios y que nos haga grandes
mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad Sacratísima, en quien dijo su
majestad se deleita… Lo he visto por experiencia… Por esta puerta hemos de
entrar… No quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de la contemplación…
Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes… Tan buen amigo al
lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del
mundo… Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí”.
Así lo recomienda a García de Toledo (7), y así lo reafirma en MORADAS 6.7,15),
que gracias que no le vengan por la Humanidad de Jesús, ella no las quiere: “No quiero ningún bien, sino adquirido por
quien nos vinieron todos los bienes”.
Veamos las dos razones cristológicas que presenta
Teresa, sobre las cuales funda su razón:
1. Implica una sutil y dañosa falta de humildad no ir por
el camino de la Humanidad de Cristo. Todo intento de escalar la esfera de lo
divino, descartando, por menos espiritual, la mediación de Cristo, será
soberbia solapada, vano esfuerzo prometeico. Referencias bíblicas a San Juan y
a San Pablo, así como a otros santos (7, segundo párrafo).
2. No hacerlo es ignorar la propia condición humana: que
somos hombres y no ángeles…Nuestra propia condición humana nos hace
insustituible la mediación de Cristo hombre (“Porque le miramos hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es
compañía…”). Utiliza varias comparaciones en los #s 12 y 13: el águila y el
sapo, la voz y el canto, el huerto y el riego.
PERO, ¿A qué se refiere Teresa cuando habla de la
“Humanidad de Jesús?
Pareciera una expresión abstracta, pero para Teresa no
lo es; refiere a Jesús mismo y todo su misterio: su aventura evangélica,
palabras, sentimientos y acciones; su Pasión, su Cuerpo glorioso y resucitado.
También su presencia eucarística (“compañero
nuestro en el Santísimo sacramento, que no parece fue de su mano apartarse un
momento de nosotros”). También refiere a su misteriosa presencia al lado
del orante o del creyente, como amigo, compañero y buen capitán. En fin, Cristo
para Teresa es el Amor de Dios, fuente de ese Amor: “Quiero concluir con esto: que siempre
que se piense en Cristo nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes,
y cuán grande nos lo mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene: que
amor saca amor... Procuremos ir
mirando esto siempre y despertándonos para amar”.
Por aquí viene, a mi parecer, el profundo HUMANISMO de Teresa,
porque su mirada Jesús humano humaniza su propia comprensión de la llamada y el
modo de hacerla concreta. Cuando dice: “Es
gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano”, nos invita a
seguirle humanamente, y no tratando de huir de nuestra humanidad. “Nosotros no somos ángeles, sino tenemos
cuerpo; queremos hacer ángeles estando en la tierra, y tan en la tierra como
estaba yo, es desatino” (10). Así es que, “todo este cimiento de la oración va fundado en humildad, y mientras más
se abaja un alma en la oración, más la sube Dios”.
Termina Teresa este capítulo volviendo a la oración de
la que ha estado hablando, y para la que pide humildad y libertad por parte del orante (“Con libertad se ha de andar este camino, puestos en las manos de Dios”).
Y dice:
1. Procurar la verdadera pobreza de espíritu, que es “no buscar consuelo ni gusto en la oración,
sino consolación en los trabajos por amor de Él, que siempre vivió en ellos, y
estar en ellos y en las sequedades quieta” (11).
2. “Si su Majestad
nos quiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana; si no,
servir en oficios bajos y no sentarnos en el mejor lugar… Dios tiene cuidado,
más que nosotros, y sabe para lo que es cada uno. ¿De qué sirve gobernarse a sí
quien tiene dada ya toda su voluntad a Dios?” (12).
3. “En todo es
menester experiencia y discreción” (18).
(Resumen preparado a partir de la lectura del capítulo y los comentarios de Tomás Álvarez, ocd)
FRANCISCO HABLA DE TERESA
“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...