martes, 2 de noviembre de 2021

UNA AVENTURA INÉDITA

"Nos une una misma vocación al Carmelo, una misma ilusión por servir al Señor, en el hoy de la historia; tiempo de crisis, tiempo oportuno y bello; tiempo difícil, tiempo fecundo; tiempos recios, decía Teresa, y, por eso, tiempos en los que Dios se regala con nuevo rostro y nueva vitalidad. El Carmelo renace en cada carmelita, se reestrena en la pequeña gran historia de alianza escondida y viva entre Cristo y sus amigos. Las crisis, lejos de apocarnos y asustarnos, nos lanzan a lo esencial y al fuego de los orígenes: “Esta crisis, si tiene algo de bueno — y ciertamente lo tiene— es precisamente devolvernos a lo esencial, a no vivir distraídos por falsas seguridades”. Esto nos dijo el Papa el 11 de septiembre pasado (2021), en nuestro encuentro con él, durante el Capítulo General. El momento que vivimos nos impele a lo ‘esencial’, más que nunca. Además, el Papa nos animó a revisar nuestra salud y a avivar la llama viva de los orígenes: “Este contexto también es favorable para que examinéis el estado de salud de vuestra Orden y alimentéis el fuego de vuestros orígenes”. 

El fuego de los orígenes no es añoranza del pasado. Es fe en el presente fecundo de Dios. El carisma no se agota en los fundadores, sino que se hace rico encarnado en cada época, en cada contexto histórico y geográfico, en lenguajes diferentes, en cada carmelita llamado a ser una resonancia fiel y original de aquella experiencia viva que animó a Teresa de Jesús, a Juan de la Cruz, a Isabel de la Trinidad, a Teresa del Niño Jesús, a Edith Stein, al P. Gracián, al hermano Lorenzo, a Chiquitunga… y a tantos anónimos hijos e hijas de Teresa. El desafío de la llamada recibida nos urge a una aventura inédita en la misma familia de nuestros santos Padres pasados, en profunda comunión con todos nuestros hermanos hoy, y con la mirada en los que están por venir, piedras vivas de un Carmelo que se deja recrear, porque es fiel a sus raíces".

Fr. Miguel Márquez Calle
(Carta de presentación del documento sobre nuestro carisma)

lunes, 25 de octubre de 2021

EL SALTO DE LA FE

Ayer leímos el pasaje del evangelio de Marcos que narra el encuentro de Jesús con el ciego Bartimeo: Jesús se detiene para él, y lo llama, y el ciego suelta el manto y se levanta de un salto para ir a Jesús. Es el salto de la fe, el verdadero milagro que da paso a la curación. Antes de eso: ceguera, marginación, mandato a callar; después, expresión de un anhelo (¡Qué pueda ver!); y tras eso la luz, la vuelta al camino, a la vida, al seguimiento. 

El relato es como un tapiz hermoso que convoca a la contemplación, al “mira que te mira” de Teresa; que nos anima en nuestra propia búsqueda espiritual, expresando nuestras necesidades y anhelos más profundos, y nos despierta de nuestra ceguera ante el grito de los que no pueden vivir en plenitud, los que la sociedad o la religión o nuestros prejuicios, apartan y obligan a vivir en los márgenes, mendigando sustento, aceptación, reconocimiento. 

No seamos de los que se quedan al borde del camino sin protestar o luchar; tampoco de los que mandan a callar a los que turban la tranquilidad y el acomodamiento de muchos; la llamada viene desde muchos lados, resuena siempre a tiempo y a destiempo, no seamos sordos. Jesús no pasa de largo, se detiene siempre ante nuestros anhelos, pero quiere que nos impliquemos en la búsqueda de la luz, que no tengamos miedo de abandonar el manto y dar el salto que expresa nuestra decisión y nuestra confianza; que no temamos subir con él a Jerusalén, y alcanzar su visión de la gloria

Ayudaría decir cada mañana a Jesús lo que dijo Bartimeo:
¡Maestro, que pueda ver!

Fray Manuel de Jesús, ocd

viernes, 22 de octubre de 2021

LA DOCTORA DESCALZA

El año pasado, en plena pandemia, se cumplían los 50 años de la proclamación oficial de Santa Teresa de Jesús como Doctora de la Iglesia Universal. Fue el papa Pablo VI quien la declaró la primera mujer Doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970. Una vez pasado el riesgo de la pandemia, en este mes de octubre, el mes de la santa de Ávila, celebramos este homenaje a la gran Teresa de Jesús.

Organizada por la comunidad de Carmelitas Descalzos del Santo Ángel, la exposición La Doctora Descalza: 50 aniversario del Doctorado de Santa Teresa de Jesús cuenta con la colaboración de diversos conventos andaluces de la Orden, tanto masculinos como femeninos. La mayoría de las obras han salido por vez primera del interior de estos conventos carmelitanos.

En las salas del Círculo Mercantil de Sevilla (Calle Sierpes, 65) nos acercaremos a la figura de Santa Teresa y su gran aportación a la espiritualidad cristiana hasta el punto de que sea reconocida como Doctora de la Iglesia, con capacidad y experiencia para enseñar a todo el pueblo de Dios. Maestra de la oración y de la contemplación, que medita en la humanidad de Cristo. Mística de altos vuelos, inquieta y andariega de los caminos. Todo eso y más es Santa Teresa de Jesús.

En el patio, en el centro del edificio, nos recibirá Santa Teresa sentada, escribiendo, coronada con el birrete de Doctora, como la Orden del Carmelo Descalzo y la Iglesia ya la habían reconocido. Ataviada con hábito y capa de gala, bordados en el siglo XIX, la santa aparece escribiendo, recibiendo la inspiración divina, ante la contemplación del misterio de Cristo Crucificado.

En la primera sala nos acercaremos a su obra escrita, a través de algunos manuscritos, como una carta autógrafa, y la edición de sus obras completas en diferentes siglos hasta llegar a la actualidad. Ediciones de gran valor que salen de las bibliotecas conventuales para el disfrute de todas y todos. Junto a las obras literarias, algunas obras de escultura y pintura que muestran la rica iconografía de Santa Teresa escritora y doctora. Aquí destaca la presentación de tres pinturas desconocidas, recién restauradas, que copian el original retrato de la santa pintado por fray Juan de la Miseria, conservado en el monasterio sevillano de las Teresas. Estas obras se encargaban para los nuevos conventos femeninos y masculinos que se fundaban desde finales del siglo XVI, porque querían contar con una copia del verdadero retrato de la madre fundadora.

El proceso del doctorado fue difícil. Siempre pedido por la Orden del Carmelo Descalzo, tuvo que esperar hasta que Pablo VI lo llevó a término. Antes, algunas figuras destacadas como San Enrique de Ossó (1840-1896) defendieron encarecidamente el derecho de Teresa de Jesús a ser proclamada Doctora. Ossó fundó la Compañía de Santa Teresa y diseñó con Antoni Gaudí un edificio, el Colegio de las Teresianas de Barcelona, como homenaje a Santa Teresa Doctora. Levantado entre 1888 y 1890, los birretes coronan los pináculos del edificio y otros muchos detalles repartidos por todo un conjunto concebido como “Las Moradas”.

En el ámbito universitario, siendo vicerrector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno declara el 4 de marzo de 1922 a la santa Doctora Honoris Causa, en un acto académico sin precedentes, firmado por el monarca Alfonso XIII, donde se elabora un rico birrete en oro y piedras preciosas para la imagen de Santa Teresa que se conserva en la localidad salmantina de Alba de Tormes.

En la exposición La Doctora Descalza pueden contemplarse bellísimas imágenes de las clausuras femeninas ricamente ataviadas, que presiden la denominada “celda de la santa”, la cual recrea un espacio que recuerda la presencia continua de la santa en la vida de la comunidad carmelita. Tallas y pinturas, bordados, y piezas de platería o joyería, de los siglos XVII al XVIII, procedentes de diversos conventos y monasterios, las cuales no han salido nunca de sus ámbitos conventuales, podrán contemplarse por primera vez en La Doctora Descalza. Reproducimos el texto original de la “Bula Multiformis Sapientia”, firmada por el Papa Pablo VI y proclamada en la Basílica del Vaticano aquel 27 de septiembre de 1970:

Con seguro conocimiento y después de madura deliberación, en la plenitud de la potestad apostólica, declaramos a Santa Teresa de Jesús, virgen abulense, Doctora de la Iglesia Universal”.

Sirva esta sencilla exposición, titulada La Doctora Descalza: 50 aniversario del Doctorado de Santa Teresa de Jesús por el rango que alcanzó la santa y la congregación a la que pertenecía, y que reformó, como reconocimiento a la genial figura de Santa Teresa de Jesús y nuestro agradecimiento a todos los conventos que han colaborado cediendo las obras de su devoción íntima. La muestra, organizada por el Convento del Santo Ángel de Sevilla y comisariada por el historiador fray Juan Dobado Fernández (O.C.D.), podrá verse del 22 al 31 de octubre de 2021 en el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, en horario de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas (todos los días; 31 de octubre hasta las 14:00 horas).

(Tomado del blog: Teresa, de la rueca a la pluma)

miércoles, 13 de octubre de 2021

LA IMAGEN DIVINA EN EL ALMA


"Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma, y me pareció que de tal manera estaba Dios en ella que me acordé de cuando San Pedro dijo: Tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo; porque así estaba Dios vivo en mi alma. Es cosa de grandísimo provecho entender esta verdad. Y como estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como es mi alma, entendí: No es baja, hija, pues está hecha a mi imagen".

(Santa Teresa, Cuentas de conciencia)

EN AMOR PURO DE DIOS...

 "Cuando un alma más ama, tanto es más perfecta en aquello que ama, de aquí es que esta alma, que ya está perfecta, todo es amor, si así se puede decir, y todas sus acciones son amor, y todas sus potencias y caudal de su alma emplea en amar, dando todas sus cosas, por este tesoro de amor que halló escondido en Dios, es el cual es de tanto precio delante de él, que, como el alma ve que su Amado nada precia ni de nada se sirve fuera del amor, de aquí es que, deseando ella servirle perfectamente, todo lo emplea en amor puro de Dios. Y no sólo porque él lo quiere así, sino porque también el amor en que está unida, en todas las cosas y por todas ellas la mueve en amor de Dios, estando ella informada y amparada con el amor como lo está...".

San Juan de la Cruz, Subida 2

martes, 12 de octubre de 2021

PONER EL ALMA EN SOSIEGO...

 

"Aprenda el espiritual a estarse con advertencia amorosa en Dios, con sosiego de entendimiento, cuando no puede meditar, aunque parezca que no hace nada. Porque así, poco a poco, y muy presto, se infundirá en su alma el divino sosiego y paz con admirables y subidas noticias de Dios, envueltas en divino amor. Y no se entremeta en formas, meditaciones e imaginaciones, o algún discurso, porque no desasosiegue al alma y la saque de su contento y paz, en lo cual ella recibe desabrimiento y repugnancia. Y si, como habemos dicho, le hiciere escrúpulo de que no hace nada, advierta que no hace poco en pacificar el alma y ponerla en sosiego y paz, sin alguna obra y apetito" 

(San Juan de la Cruz; Subida 2).

lunes, 11 de octubre de 2021

SANTIDAD

 

"La gracia divina, cuando se manifiesta, opera alzando del polvo. La gracia alza la humana estructura en la que se apoya y la alza sublimando al sujeto natural según la altura a que quiere levantarla. Comienza siempre desde cero. Y la modalidad que adopta en cada hombre la divina misericordia, es al mismo tiempo la medida de su pobreza radical. En otras palabras: la pequeñez y la miseria en todo hijo de Dios es el molde mismo de la santidad". 

(Anselmo A. Donazar, La cierva vulnerada)

jueves, 30 de septiembre de 2021

EN SINTONÍA ESPIRITUAL CON TERESITA...

En estos días estamos en sintonía espiritual con Teresita. Para mí ella es puro testimonio evangélico, frente a una religiosidad que busca ganar el favor de Dios a costa de esfuerzo, penitencias y méritos. Teresita es confianza, sencillez, abandono, y sobre todo AMOR; con mayúsculas, sí, en grande y de verdad.

TERESITA es una mujer joven, consagrada y contemplativa de finales del siglo XIX; no es una teóloga propiamente, pero sus escritos guardan una rica doctrina espiritual, nacida de su experiencia. Más allá de su lenguaje piadoso y a veces ñoño, hay una fuerza evangélica que ha tocado muchos corazones. También tiene una dimensión misionera y ecuménica, un profundo amor a la Palabra de Dios. Habla de una santidad encarnada en la vida ordinaria, muestra a Dios cercano y misericordioso (Aceptación-gratuidad-confianza y abandono). Al servicio de la Iglesia (en su corazón, que es el amor).

Mentalidad jansenista: Exaltación de la majestad de Dios y su trascendencia, la postración de la condición humana después del pecado original; visión del hombre y del mundo muy pesimistas; insiste en la severidad de Dios y su cólera, una rigidez sin inteligencia, una religión de temor y una vida sin amor, una ascesis expiatoria que conquista la gracia necesaria para salvarse.

UNA IGLESIA conservadora, que mira con sospecha todo lo nuevo, restauración del tomismo, falta de encarnacionismo y de sentido profético. Fuerte anticlericalismo social, falta de cultura en el clero. Surgimiento de institutos religiosos, piedad popular centrada en Cristo (Sagrado Corazón y la Eucaristía, Reparación y Adoración) y María (Apariciones, Medalla Milagrosa). Fuerte espíritu devocional: tremendismo en las predicaciones, abuso de un Dios juez; piedad sentimental y moralizante, espiritualidad individualista.

En SANTA TERESITA
: Fuerte raigambre familiar (elementos positivos y negativos); una santidad forjada en las pruebas y los sufrimientos (pérdidas en la familia, carácter de Teresita, trabajos en el Carmelo); una santidad de contrastes (tendencia rigorista: austeridad, méritos, ascesis Vs primacía del amor); una santidad fruto de la Palabra de Dios; un camino “nuevo”: la vuelta al Evangelio: confianza, alegría. En TERESA encontramos una FIDELIDAD CREATIVA.

EL CAMINITO: 1. Se sitúa ante Dios en su realidad: es pequeñita. 2. Consciente de que no puede hacer nada por sí misma, se pone confiadamente en los brazos de Dios. 3. Esto desemboca en su ofrenda al amor misericordioso (no a su justicia). 4. Deseos de santidad (don gratuito). 5. Primacía del amor.

Teresa se adelanta al Concilio Vaticano II al universalizar la santidad, haciéndola asequible.

Fray Manuel de Jesús, ocd.

martes, 28 de septiembre de 2021

TERESITA Y LOS ÁNGELES

 

El pensamiento maduro, neto, de santa Teresita acerca de la representación de los ángeles, lo encontramos la víspera de su muerte. Estaba en su lecho de  muerte, cuando una de sus hermanas de comunidad se le acercó para´consolarla.

 -Los ángeles, le decía la monja, descenderán del cielo vestidos de blanco, resplandecientes, hermosos y alegres, para llevar su alma a la gloria

Teresita, por su parte, respondió con una sonrisa en los labios:

 "Esas imágenes no me causan la menor impresión. No puedo nutrir mi espíritu más que con la verdad. Dios y sus ángeles son espíritus puros; nadie puede ver con los ojos del cuerpo lo que son en la realidad. Por eso yo no he deseado nunca esas gracias extraordinarias de visiones corporales. Prefiero esperar la visión eterna". 

 Sencillez, diafanidad , ortodoxia y al mismo tiempo una delicada intimidad...

(Tomado del DICCIONARIO DE TERESA DE LISIEUX)

lunes, 27 de septiembre de 2021

LA COMPRENSIÓN CRECIENTE DE NUESTRA IDENTIDAD COMO CARMELITAS DESCALZOS

 "El sexenio apenas concluido nos llevó a los frailes a reflexionar y trabajar en las Constituciones, el texto base de nuestra legislación, con la intención explícita de llegar a una mejor comprensión de nuestra identidad de Carmelitas descalzos hoy. Este trabajo ha sido el fruto y la consecuencia natural de lo que hicimos en la preparación del quinto centenario del nacimiento de Teresa: la relectura sistemática de sus obras nos ha impulsado a encontrar el modo para reapropiarnos y expresar de nuevo la riqueza de nuestro carisma en el contexto actual del mundo y de la Iglesia. “Las Constituciones son la expresión concreta del carisma en el tiempo presente y contienen los elementos fundamentales que lo componen, así como las indicaciones prácticas, incluso jurídicas, que permiten vivirlo” . El esfuerzo realizado en esta relectura ha permitido poner de relieve una brecha entre el ideal que proponen las Constituciones y la realidad concreta y ordinaria de nuestra vida religiosa. En el Definitorio Extraordinario de Goa en febrero de 2019 se encontró en el instrumento de la “Declaración sobre el carisma” el modo apropiado para elaborar un texto que recoja sintéticamente los elementos esenciales del carisma, con el objetivo de que sea un estímulo para la renovación interna de la cual se siente necesidad y que sea la guía para una clara propuesta de nuestra identidad carmelitana a nuestros jóvenes y a los que se acercan a nuestros conventos con una pregunta vocacional. 

Necesitamos transformar nuestro modo de vivir para que pueda ayudarnos a crecer hacia el ideal carismático que nos ha sido dado.

  La propia experiencia de Teresa nos ofrece una comprensión del carisma que podríamos definir como progresiva: nivel personal (el encuentro con las llagas de Cristo), nivel comunitario (San José), nivel eclesial (fundación de los frailes y de otros monasterios), nivel misionero/mundial (el anhelo por la salvación de los indios). Cada momento de este desarrollo ha implicado para Teresa la revisión del modo práctico de vivir su intuición original y ha ido acompañado por una progresiva maduración de la experiencia de la intimidad con Dios, hasta llegar al matrimonio espiritual. En varias ocasiones en sus escritos Teresa nos ofrece páginas de reflexión sobre quien es la carmelita, su función en la Iglesia, su atención al mundo contemporáneo, casi movida no solo por la necesidad de explicar el nuevo tipo de vida que está inaugurando sino también por la conciencia de la dinamicidad intrínseca de la apropiación del propio carisma

Los elementos fundamentales de nuestro carisma (oración, vida fraterna, misión) tienen un fuerte principio de unidad e interdependencia recíproca. Para ser carmelita descalzo hoy en los diversos contextos socio-culturales con los cuales la Orden ahora se confronta cotidianamente, el reto que tenemos delante es precisamente el de no perder esta unidad y descubrir modos apropiados de encarnación en los diversos contextos vitales. El recorrido no resulta fácil, a causa de la multiplicidad de impulsos hacia una definición de nuestra identidad que proceden de otras instancias que no son propiamente las carismáticas. ¿Qué es ser carmelita descalzo? ¿Qué es lo que lo caracteriza? ¿Cuál es su relación con la misión y vida de la Iglesia?: hemos caído en la cuenta de que si bien a nivel teórico tenemos aún una cierta unidad de visión, en la práctica de vida, en el modo de aceptar compromisos (pastorales, apostólicos, misioneros, acciones sociales), de organizar la vida (economía, estructura de la comunidad), de pensar la relación entre nosotros a varios niveles (comunitario, provincial, con la Orden), las diferencias son múltiples y comportan el riesgo de socavar a nivel carismático nuestra verdadera identidad y la unidad de nuestra familia religiosa. 

 
La Declaración sobre el carisma es el instrumento que el Capítulo General ofrece a la Orden para que, discutiéndolo y haciéndolo fructificar en nuestras comunidades, podamos crecer en el conocimiento del carisma y proponerlo a nuestro mundo de hoy

Se trata de un documento dinámico, punto de partida para múltiples profundizaciones ulteriores. El Capítulo General ha trabajado también en posibles pistas de aplicación del texto como, por ejemplo: reflexiones a nivel comunitario y provincial guiados por fichas adecuadamente preparadas, elaboración de recorridos para la animación vocacional y la formación inicial, profundización de aspectos específicos investigando el gran patrimonio de los escritos de nuestros santos, texto base para una reflexión sobre el carisma guiado a nivel provincial o regional entre frailes, monjas y miembros de la Orden Seglar, pensar conjuntamente estrategias de inculturación del carisma en áreas geográficas comunes. Un rol importante en este trabajo podrían tenerlo las Conferencias regionales de superiores. 

Con claridad el Papa Francisco en la audiencia del 11 de septiembre nos ha recordado cual es nuestro carisma “propio” y lo que la Iglesia espera de nosotros, ayudándonos a encontrar el justo equilibrio y la interconexión entre los elementos fundamentales de nuestro carisma, y la relación correcta entre contemplación y apostolado. “La vida carmelita es una vida contemplativa. Este es el don que el Espíritu ha otorgado a la Iglesia con santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, y luego con los santos carmelitas que son tantos. Fiel a este don, la vida carmelita es una respuesta a la sed del hombre contemporáneo, que en el fondo es sed de Dios, sed de eterno: y el hombre contemporáneo tantas veces no lo entiende, lo busca por doquier. La vida carmelita está al abrigo de psicologismos, espiritualismos o falsas actualizaciones que esconden un espíritu de mundanidad. Vosotros conocéis la tentación de los psicologismos, de los espiritualismos y de las actualizaciones mundanas: el espíritu de la mundanidad. Y en esto os pido, por favor: cuidado con la mundanidad espiritual, que es el peor mal que le puede pasar a la Iglesia.”. 

Y el Papa nos ha dicho también: “La amistad con Dios madura en el silencio, en el recogimiento, en la escucha de la Palabra de Dios; es un fuego que hay que alimentar y custodiar día a día. El calor de este fuego interior también nos ayuda a practicar la vida fraterna en comunidad. No es un elemento accesorio, sino sustancial. Vuestro propio nombre os lo recuerda: “Hermanos descalzos”. Arraigados en vuestra relación con Dios, la Trinidad del Amor, estáis llamados a cultivar las relaciones en el Espíritu, en una sana tensión entre estar solos y estar con los demás, a contracorriente del individualismo y la masificación del mundo. […] La Santa Madre Teresa nos exhorta al “estilo de fraternidad”, “el estilo de hermandad”. Es un arte que se aprende día a día: ser una familia unida en Cristo, “hermanos descalzos de María”, con la Sagrada Familia de Nazaret y la comunidad apostólica como modelos.”

Tomado de: Juntos andemos, Señor (CV 26, 6) Documento conclusivo 92° Capítulo General de la Orden de los Carmelitas Descalzos Roma, 30 agosto – 14 septiembre 202

sábado, 11 de septiembre de 2021

MESÍAS (Domingo XXIV-B)

¿Quién es Jesús?
Es el Señor, el Mesías, el Cristo. ¿Qué significa eso? Ser mesías no es lo que piensa Pedro: ser liberado de las limitaciones humanas, y convertirte en una especie de superhombre, con dones extraordinarios, con poder político; más o menos lo que el Diablo le ofreció a Jesús en el desierto. Tampoco es eso la fe o la práctica religiosa: un camino para conseguir ventajas sobre los otros, que te libera de la cruz, de la lucha, de tu humanidad.

Un mesianismo triunfal, una religión de poder y ganancia, no es la religión de Jesús: él vino a dar y a darse, aceptó su humanidad plenamente, incluida la muerte, para mostrar que el camino hacia Dios es nuestra propia humanidad (nuestra finitud, nuestra fragilidad, nuestro sufrimiento). Rechazar ese camino es “satánico”, contrario al proyecto de Dios.

Es nuestra humanidad, la cruz, la que se convierte en el camino para ir a Dios. Nuestro sufrimiento no complace a Dios, ningún sufrimiento es querido por él; pero Dios sabe que para construir el Reino tenemos que rechazar nuestro egoísmo, nuestro afán de superioridad o poder, para ponernos de parte de los débiles, de los marginados, de los pecadores, y ahí toca sufrir, “cargar la cruz”, dar la vida “hasta el extremo”, como la dio Jesús. Dios no quiere más sufrimiento que el que nos viene por causa de nuestra lucha a favor de los que sufren. No pidamos ser liberados de lo que nos toca; no huyamos de la cruz.

Hagamos nuestras las palabras del profeta: “El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás”. ¿Cómo es esto posible? Porque confío en él: El Señor me ayuda, no quedaré defraudado, está cerca mi defensor.

Esa es también la fe de la que habla la segunda lectura, la que se expresa en obras concretas de amor y servicio a los demás, aunque nos cueste y nos duela, y es el camino que Jesús propone a los suyos: “El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. En la respuesta que, en la práctica, damos a esa invitación, a ese llamado, está también lo que respondemos al interrogante que está hoy en el centro de la Palabra que hemos compartido, y que han tenido que responder tantos a lo largo de la historia humana: ¿Quién es Jesús para ti? ¿Quién dices tú que es Jesús?

Él nos sigue diciendo hoy: “Quien pierda su vida su vida por mí y por el Evangelio la salvará”. Por la fe, creemos que eso es “caminar en presencia del Señor en el país de la vida”.

Fray Manuel de Jesús, ocd

viernes, 10 de septiembre de 2021

LIBRO DE LAS FUNDACIONES (1)

 

Las Fundaciones o Libro de las Fundaciones es el escrito en el que Santa Teresa recoge su labor de fundadora por tierras de Castilla, La Mancha y Andalucía. En él prosigue el relato de la fundación de San José de Ávila, que había ocupado los capítulos 32-36 del Libro de la Vida. Lo comienza en 1573 y lo concluye en vísperas de su muerte, en 1582, es decir, que fue redactado sobre la marcha a lo largo de 20 años, en diferentes contextos y climas literarios. Estaba destinado a las y los carmelitas, como una especie de memoria interna del grupo fundado por ella misma, dando por supuesto que el relato fuera completado por "estos padres" (F29,31). El manuscrito acompaña, por tanto a Teresa, durante su aventura existencial como fundadora, con sus prisas y sus pausas, y concluye sin título ni índice de capítulos. 

Fue el jesuita Jerónimo Ripalda, el 25 de agosto de 153, el que al ver el Libro de la Vida, le manda a Teresa que escribe sobre la fundación de los otros monasterios que después había fundado, siete en total en ese momento. Teresa misma había escuchado años antes (1570?) una voz interior que le sugería "que escribiese la fundación de estas casas" (R9). El mandato del P. Ripalda era preciso y múltiple: escribir la fundación de esos conventos fundados por Teresa, así como el principio de los monasterios de los frailes, y en segundo lugar, que tratara algunas cosas de oración y del engaño que podrían tener los que la tienen. Dos líneas entonces: la narrativa y la doctrinal, que se irán entreverando en el escrito. 

Teresa se mueve en su labor de historiadora con una doble intención: dar gloria a Dios, contando los regalos que ha recibido en sus fundaciones, y buscando dejar constancia de la verdad de lo que ha vivido. Alternando, irán sucediéndose las páginas doctrinales, referidas a la oración o las distintas formas de neurosis o "melancolías"; también sus consejos a las prioras o recordar los trabajos pasados en los caminos, con frío, sol, o nieve, o intercalando una serie de tipos ejemplares, que ella considera viva encarnación de su ideal religioso (Gracián, Juan de la Cruz, las jóvenes pioneras de la primera fundación, etc.).  


El libro no es solo la crónica de los orígenes del Carmelo reformado, sino que es fuente envidiable y cristalina para revivir la historia de la Iglesia y de Castilla en un momento singular. Habla de las rivalidades entre Roma y Madrid, la división radical de aquella sociedad, los caminos terribles y las posadas que le recuerdan el infierno, su predilección por ciudades ricas y pobladas y su resistencia a fundar en núcleos rurales y la evolución del propio pensamiento de Teresa. 

El manuscrito original de las Fundaciones, con todas las credenciales de autenticidad, se conserva en la Biblioteca del Escorial: páginas densas, grafía ágil, de trazos típicamente teresianos, con cambios según el período en que fueran escritas esas páginas. En la primera edición de las Obras de la Santa, Fray Luis de León no incluyó las Fundaciones; vieron la luz en Bruselas, publicadas por Gracián y Ana de Jesús. 

El libro se abre, en su prólogo, con un improvisado elogio de la virtud de la obediencia:

"Por experiencia he visto, dejando lo que en muchas partes he leído, el gran bien que es para un alma no salir de la obediencia. En esto entiendo estar el irse adelantando en la virtud y el ir cobrando la de la humildad; en esto está la seguridad de la sospecha que los mortales es bien que tengamos mientras se vive en esta vida, de errar el camino del cielo. Aquí se halla la quietud que tan preciada es en las almas que desean contentar a Dios. Porque si de veras se han resignado en esta santa obediencia y rendido el entendimiento a ella, no queriendo tener otro parecer del de su confesor y, si son religiosos, el de su prelado, el demonio cesa de acometer con sus continuas inquietudes, como tiene visto que antes sale con pérdida que con ganancia; y también nuestros bulliciosos movimientos, amigos de hacer su voluntad y aun de sujetar la razón en cosas de nuestro contento, cesan, acordándose que determinadamente pusieron su voluntad en la de Dios, tomando por medio sujetarse a quien en su lugar toman. Habiéndome Su Majestad, por su bondad, dado luz de conocer el gran tesoro que está encerrado en esta preciosa virtud, he procurado -aunque flaca e imperfectamente- tenerla; aunque muchas veces repugna la poca virtud que veo en mí, porque para algunas cosas que me mandan entiendo que no llega. La divina Majestad provea lo que falta para esta obra presente".

(Tomado de DICCIONARIO DE SANTA TERESA y otras fuentes)



SANTA TERESA, FUNDADORA

 

Antes de entrar a leer y comentar el libro de las FUNDACIONES de Santa Teresa, digamos algo sobre un tema que ha sido largamente debatido en algunos ámbitos religiosos: ¿Fue Teresa reformadora o fundadora? En Roma, al pie de su estatua en la basílica de San Pedro, junto a la de otros "santos fundadores", dice "S. Teresia spiritualis Mater et Fundatrix novae Reformationis Ordinis Discalc. B. M. de Monte Carmelo". La Iglesia reconoce a Teresa como fundadora de una nueva orden religiosa. 

"Fundar" fue uno de los carismas de Teresa, documentado así en el Libro de la Vida, cuando recibe la misteriosa "orden de envío" para iniciar la fundación de San José de Ávila (V 32,11). Desde ahí luego su carisma fundador se despliega, primero en Medina del Campo, y ya luego, animada por el P. Rubeo, General de la Orden, continúa su tarea, hasta llegar a fundar 18 casas. 

Claro que, enseguida aparecieron rumores de los que se escandalizaban de sus trotes fundacionales, por su condición de mujer claustral. Ella misma lo consigna en 1571 en una de sus Relaciones (19):

"Estando, pocos días después de esto que digo, pensando si tenían razón los que les parecía mal que yo saliese a fundar, y que estaría yo mejor empleándome siempre en oración, entendí: «Mientras se vive, no está la ganancia en procurar gozarme más, sino en hacer mi voluntad». Parecíame a mí que, pues San Pablo dice del encerramiento de las mujeres -que me han dicho poco ha y aun antes lo había oído-, que ésta sería la voluntad de Dios. Me dijo: «Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que miren otras, y que si podrán por ventura atarme las manos»".

 A esos rumores se agregan también los temores y recelos de dos nuncios papales; el primero, desde su aprecio a Teresa se muestra preocupado; el segundo, menos afín, la acusa de "inquieta, andariega, desobediente y contumaz". Teresa deberá interrumpir en algún momento su labor de fundadora, pero la volverá a retomar cuando pase el torbellino de la adversidad, hasta el último año de su vida (1582). 

Estas son sus fundaciones:
1562, Ávila (V36)
1567, Medina (F3).
1568, Malagón (F9).
1568, Valladolid (F10).
1568, Duruelo (F13-14, religiosos).
1569, Toledo (F15). 
1569, Pastrana (F17, religiosas y religiosos).
1570, Salamanca (F18). 
1571, Alba de Tormes (F20). 
1574, Segovia (F21).
1575, Beas (F22).
1575, Sevilla (F23). 
1576, Caravaca (F27, organizada, no realizada por T.)
1580, Villanueva de la Jara (F28). 
1580, Palencia (F29). 
1581, Soria (F30). 
1582, Granada (Realizada por Ana de Jesús).
1582, Burgos (F31). 

Teresa proyectó otras fundaciones que no pudo realizar, como es el de caso de las de Madrid, Pamplona o Lisboa. 

En la mentalidad y estilo de Teresa, "fundar un Carmelo" exigía una serie de actos, materiales y espirituales: desde conseguir los permisos o patentes, comprar la casa, reunir un grupo de religiosas, celebrar la Eucaristía y poner el Sagrario, hasta instaurar "el estilo de vida y recreación que llevamos juntas", la vida comunitaria de estilo teresiano. No se trataba de un mero asunto burocrático, sino que ella se sentía accionada por un impulso interior, con la mirada puesta en la gloria de Dios. También se sabía apoyada por otras personas, a las que no deja de considerar también "fundadoras" de algunas de las casas, como es el caso de Doña Luisa de la Cerda, y otras. Teresa tiene consciencia de ser fundadora, y a menudo se lo toma con ironía y humor. En sus escritos Teresa no utiliza nunca el título de "reformadora" que se le aplicará más tarde, y tanto en el breve de beatificación como en la bula de canonización se le reconoce como "fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzos". Lo mismo sucederá con los primeros editores de sus escritos, le llamarán FUNDADORA

(Resumen del DICCIONARIO DE SANTA TERESA)

jueves, 9 de septiembre de 2021

LAS METÁFORAS DEL ALMA: EL VIAJE MÍSTICO

  

La experiencia mística es un viajeTodo viaje se define por un camino a seguir, y un camino tiene inicio, trayecto y meta. Es la experiencia que el místico propone: un viaje, con sus dificultades y problemas, pero donde la fascinación es siempre más grande, más alta, más profunda, y la meta es la unión. Esencial aquí es la idea de “progreso”; para llegar al final del viaje debemos movernos. Las acciones son movimientos. Salir de las cosas, salir de sí mismo, todo ello por amor a Dios; desprendimiento radical impulsado por la fuerza del amor. El amor es la verdad fuerza de movimiento en este viaje, y la confianza es la que posibilita el viaje místico. Es un viaje hacia adelante, un viaje hacia arriba, y un viaje hacia adentro.


 El místico es un viajero: o el alma, como le llama San Juan de la Cruz; metafóricamente, el alma o el viajero es un “recipiente”, lleno de males o pecados, que necesita vaciarse. A lo largo del camino deberá vaciarse de lo que no es Dios y llenarse de lo que sí es Dios; es un proceso, y ese vaciarse es también cuestión de confianza: es el único modo de recibir el Reino.

 
Los obstáculos del camino: el apego a las cosas y los deleites espirituales: Las dificultades son impedimentos para el movimiento, y necesitamos superar, hacer frente, sortear, esquivar, eludir, rodear, pasar de largo, todo depende. SJCruz habla de “apetitos”, apegos o deseos. No se trata de carecer de las cosas, sino del apetito de ellas. Es un proceso de liberación y sanación personal, la integración del deseo, y aquí también el camino, la fuerza, es el amor. 

Luego, están los deleites espirituales, que no hay que superar o hacer frente, sino sortear, esquivar, dejar de lado. Identificamos a Dios con aquello que nos da seguridad: una doctrina, una moral, unos mandamientos, una piedad, unos ritos, unas devociones, y nos quedamos satisfechos, es decir, dejamos de caminar; pero Dios está más allá de todo eso (Noche oscura). A Dios se le encuentra “no entendiendo, no gustando, no sintiendo”; es la superación de lo conceptual. El “olvido” de que habla SJCruz.

Las noches son lugares para sanar: La meta, el destino, está siempre más adelante, y avanzar en el camino supone adentrarse en diversos lugares: entrar, pasar, salir…Conscientes de que ni nuestras meditaciones más hondas, ni nuestras contemplaciones más profundas, son todavía Dios. Todas las imágenes que usa SJCruz para hablar de la “noche del alma” son imágenes de movimiento (entrar, pasar, salir); son espacios o lugares delimitados, y el amor también aparece aquí como constante. El amor es fuerza y calor, en medio de la noche. La noche es “tránsito”, y es tiempo de sanación, conduce a la unión. La noche es camino de libertad. Las noches del alma son los diferentes “lugares” o “espacios” por los que has de ir pasando en tu viaje interior: hay noches del sentido (meditación y contemplación) y del espíritu (contemplación oscura). La Fe acompaña todo el viaje, de principio a fin, pero es en esta última noche en la que es más necesaria, quien guía.


La unión es la meta
: “El deseo de Dios es disposición para unirse con Dios”. Y este es el destino del viaje místico. Los propósitos son metas, y la unión es un nuevo lugar, el último lugar, el final del viaje. El alma, dice SJCruz, ha de quedar “libre, entera, sola y pura”. El final es indecible, una nueva forma de estar, un sabor nuevo, un vivir de otra manera. Es un encuentro amoroso entre personas, Dios y tú, andas por la vida enamorado.

La imagen del VIAJE y sus respectivas formas metafóricas son un recurso más para comprender mejor las experiencias interiores, un modo de diseccionar el mundo del espíritu.

(Resumen de la lectura de: Juan Antonio Marcos, Un viaje a la libertad).

martes, 24 de agosto de 2021

EL PRIMER CONVENTO DESCALZO...

Lunes 24 de agosto de 1562
: fundación de San José de Ávila por Santa Teresa de Jesús. Aquí está el relato que Teresa hace en el libro de la Vida (36, 5-6) :

"Pues todo concertado, fue el Señor servido que, día de San
Bartolomé, tomaron hábito algunas y se puso el Santísimo
Sacramento, y con toda autoridad y fuerza quedó hecho nuestro
monasterio del gloriosísimo padre nuestro San José, año de mil y
quinientos y sesenta y dos. Estuve yo a darles el hábito, y otras dos
monjas de nuestra casa misma, que acertaron a estar fuera. Como
en ésta que se hizo el monasterio era la que estaba mi cuñado
(que, como he dicho, la había él comprado por disimular mejor el
negocio), con licencia estaba yo en ella, y no hacía cosa que no
fuese con parecer de letrados, para no ir un punto contra
obediencia. Y como veían ser muy provechoso para toda la Orden
por muchas causas, que aunque iba con secreto y guardándome no
lo supiesen mis prelados, me decían lo podía hacer. Porque por
muy poca imperfección que me dijeran era, mil monasterios me
parece dejara, cuánto más uno. Esto es cierto. Porque aunque lo
deseaba por apartarme más de todo y llevar mi profesión y
llamamiento con más perfección y encerramiento, de tal manera lo
deseaba, que cuando entendiera era más servicio del Señor dejarlo
todo, lo hiciera -como lo hice la otra vez- con todo sosiego y paz.
Pues fue para mí como estar en una gloria ver poner el Santísimo
Sacramento y que se remediaron cuatro huérfanas pobres (porque
no se tomaban con dote) y grandes siervas de Dios, que esto se
pretendió al principio, que entrasen personas que con su ejemplo
fuesen fundamento para en que se pudiese el intento que
llevábamos, de mucha perfección y oración, efectuar, y hecha una
obra que tenía entendido era para servicio del Señor y honra del
hábito de su gloriosa Madre, que éstas eran mis ansias.
Y también me dio gran consuelo de haber hecho lo que tanto el
Señor me había mandado, y otra iglesia más en este lugar, de mi
padre glorioso San José, que no la había. No porque a mí me
pareciese había hecho en ello nada, que nunca me lo parecía, ni
parece. Siempre entiendo lo hacía el Señor, y lo que era de mi parte
iba con tantas imperfecciones, que antes veo había que me culpar
que no que me agradecer. Mas érame gran regalo ver que hubiese
Su Majestad tomándome por instrumento -siendo tan ruin- para tan
gran obra. Así que estuve con tan gran contento, que estaba como fuera de mí, con grande oración."

viernes, 20 de agosto de 2021

PONER LOS OJOS EN CRISTO...

 

Recordamos aquí otras páginas esenciales que hablan también de la centralidad de Cristo en el camino espiritual; esta vez en otro CAPÍTULO 22, pero de la SUBIDA AL MONTE CARMELO, de San Juan de la Cruz.


“A lo cual se ha de responder que la principal causa por que en la Ley de escritura eran lícitas las preguntas que se hacían a Dios, y convenía que los profetas y sacerdotes quisiesen revelaciones y visiones de Dios, era porque aún entonces no estaba bien fundamentada la fe ni establecida la Ley evangélica… Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la Ley evangélica en esta era de gracia, no hay para qué preguntarle de aquella manera, ni para qué él hable ya ni responda como entonces. Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar”.

Da a entender el Apóstol que Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad”.

Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: "Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas. Porque tú pides locuciones y revelaciones en parte, y si pones en él los ojos, lo hallarás en todo; porque él es toda mi locución y respuesta y es toda mi visión y toda mi revelación. Lo cual os he ya hablado, respondido, manifestado y revelado, dándoosle por hermano, compañero y maestro, precio y premio. Porque desde aquel día que bajé con mi Espíritu sobre él en el monte Tabor… ya alcé yo la mano de todas esas maneras de enseñanzas y respuestas y se la di a él. Oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, ni más cosas que manifestar. Que, si antes hablaba, era prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las (preguntas) encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles. Mas ahora, el que me preguntase de aquella manera y quisiese que yo le hablase o algo le revelase, era en alguna manera pedirme otra vez a Cristo, y pedirme más fe, y ser falto en ella, que ya está dada en Cristo. Y así, haría mucho agravio a mi amado Hijo, porque no sólo en aquello le faltaría en la fe, más le obligaba otra vez a encarnar y pasar por la vida y muerte primera. No hallarás qué pedirme ni qué desear de revelaciones o visiones de mi parte. Míralo tú bien, que ahí lo hallarás ya hecho y dado todo eso, y mucho más, en él. Si quisieres que te respondiese yo alguna palabra de consuelo, mira a mi Hijo, sujeto a mí y sujetado por mi amor, y afligido, y verás cuántas te responde. Si quisieres que te declare yo algunas cosas ocultas o casos, pon solos los ojos en él, y hallarás ocultísimos misterios y sabiduría, y maravillas de Dios, que están encerradas en él”.

“No conviene, pues, ya preguntar a Dios de aquella manera… pues, acabando de hablar toda la fe en Cristo, no hay más fe que revelar ni la habrá jamás. Y quien quisiere ahora recibir cosas algunas por vía sobrenatural, como habemos dicho, era notar falta en Dios de que no había dado todo lo bastante en su Hijo… Por eso, en todo nos habemos de guiar por la ley de Cristo hombre (y de su Iglesia y ministros, humana y visiblemente, y por esa vía remediar nuestras ignorancias y flaquezas espirituales; que para todo hallaremos abundante medicina por esta vía. Y lo que de este camino saliere no sólo es curiosidad, sino mucho atrevimiento…”.

LA HUMANIDAD DE CRISTO (VIDA, Capítulo 22)

  Este es un capítulo esencial, del LIBRO DE LA VIDA de Santa Teresa, que hace de bisagra entre lo que precede (Tratado de los grados de oración), y la parte siguiente del libro (La nueva vida en Cristo). Dos razones importantes mueven a Teresa a detenerse aquí: el no haber hablado mucho de Cristo, de su vida humana, de su presencia e importancia en el proceso de oración, en los capítulos precedentes, y a las propias dificultades de Teresa en su oración mística con respecto al lugar de la humanidad de Cristo en este camino.

Por eso, el capítulo está escrito en dialogo con el lector, y esto de nuevo por dos razones: porque el problema de la Humanidad de Jesús se plantea expresamente a quienes andan ya adelantados en la oración, como es el caso de los lectores de Teresa, y porque ese problema lo plantean, en su entorno, los libros y teólogos, al alcance de esos mismos lectores.

Posiblemente es la primera vez que Teresa se enfrenta a un problema teológico, cristológico, de especial trascendencia en la práctica espiritual. Prueba de lo importante que es para ella es que lo vuelve a tratar años después en Moradas (sextas, capítulo 7). Tres líneas se entrecruzan en este capítulo: el diálogo con el lector, el propio recuerdo de Teresa y las razones en que Teresa funda su tesis cristológica.

ESQUEMA DEL CAPÍTULO:

#s 1-4: Falsa doctrina cristológica de ciertos libros, y error de la misma Teresa.

#5: Tesis contraria. Importancia insuperable de la Humanidad de Jesús.

#s 6-8: Primera serie de razones para probarlo: humildad…

#s 9-12: Segunda serie de razones: no somos ángeles…

#s 13-18: Insistencia, en diálogo con el lector.

 

LO PRIMERO: El error del puro espiritualismo.

En el título o epígrafe del capítulo se anuncian dos temas: que los contemplativos no deben “levantar el espíritu a cosas altas”, y que la Humanidad de Cristo “es el medio para la más subida contemplación”. En realidad, es un mismo problema, algo complejo: es un error “levantar el espíritu apartándolo de todo lo corpóreo” porque la Humanidad de Cristo (corpórea) es indispensable para el progreso espiritual, incluso el progreso místico. No es un problema que Teresa se invente, sino que ella polemiza con un error muy difundido en los libros y maestros espirituales de su tiempo (tal vez, incluso en el nuestro).

El error en cuestión tenía visos de espiritualismo. Consistía, según ella, en asegurar que, al llegar el orante, o el simple cristiano, a una cierta altura de vida espiritual, tiene que optar por espiritualizarse del todo para entrar en la órbita de lo divino: dejar de lado la atención a lo corpóreo; dejar, por tanto, también de lado, la Humanidad de Jesús como motivo de oración; ir levantando el espíritu por encima de todo lo criado; cuadrar la mente (“considerándose en cuadrada manera”) y engolfándose en el océano inmenso de la divinidad.

Ya fuera que ella lo presentará bien o no, lo que le interesa en el momento presente es el tema central: la Humanidad de Cristo, su coyuntura histórica-evangélica, su Pasión, su Cuerpo… ¿Entran o no en la oración del místico? El “voy de vuelo” del orante místico, ¿tiene que dejar aparcado al Jesús del evangelio, de la Eucaristía, al Resucitado glorioso? Algunos libros acudían a un texto bíblico para apoyarse: “Les conviene que yo me vaya, porque si no, no vendrá el Espíritu…”.

 En esa doctrina espiritualista de cuadrar la mente, Teresa distingue dos cosas: lo de “ir levantando el espíritu” para provocar suavemente el ingreso en lo sobrenatural místico, cosa en que ella jamás incurrió, porque “veía era atrevimiento”. Y luego, lo de orillas, juntamente con lo corpóreo, a la Humanidad de Cristo, error en que ella misma incurrió por breve tiempo después de iniciar la oración de quietud, o en las primeras fases de su oración mística.

 “¿Es posible, Señor mío, que cupo en mi pensamiento ni una hora que Vos me habíais de impedir para mayor bien? ¿De dónde me vinieron a mí todos los bienes sino de Vos?” (4).

 Contra esa doctrina y contra su propio error, erige Teresa su tesis: “Apartarse del todo de Cristo y que entre en cuenta este divino Cuerpo con nuestras miserias, ni con todo lo criado, no lo puedo sufrir” (1). Como si se sintiese acosada por esa depreciación de lo cristológico, ella se propone resaltar el primado de la Humanidad de Jesús a lo largo de todo su camino espiritual, y busca razones, como los teólogos; pero le brota todavía, instintivamente, un motivo más fuerte y estrictamente personal. Más que razones, en Teresa prima lo experimentado por ella.

 En sentido negativo, recuerda que, cuando se dejó seducir por los libros de intentó prescindir de la Humanidad de Cristo, andaba como “en el aire”, sin ánimo ni apoyo, estancada en su vida espiritual, sin progreso en el amor. Dice: “me parece iba sin camino”.

En sentido positivo, su testimonio insistente de la luz que aportó Cristo a su vida: “Con tan buen amigo al lado”. De las páginas más hermosas de Teresa las que refieren a Cristo y su humanidad, en este capítulo 22 de VIDA (6-9). “Para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad Sacratísima, en quien dijo su majestad se deleita… Lo he visto por experiencia… Por esta puerta hemos de entrar… No quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de la contemplación… Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes… Tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo… Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí”. Así lo recomienda a García de Toledo (7), y así lo reafirma en MORADAS 6.7,15), que gracias que no le vengan por la Humanidad de Jesús, ella no las quiere: “No quiero ningún bien, sino adquirido por quien nos vinieron todos los bienes”.

Veamos las dos razones cristológicas que presenta Teresa, sobre las cuales funda su razón:

1.  Implica una sutil y dañosa falta de humildad no ir por el camino de la Humanidad de Cristo. Todo intento de escalar la esfera de lo divino, descartando, por menos espiritual, la mediación de Cristo, será soberbia solapada, vano esfuerzo prometeico. Referencias bíblicas a San Juan y a San Pablo, así como a otros santos (7, segundo párrafo).

2.  No hacerlo es ignorar la propia condición humana: que somos hombres y no ángeles…Nuestra propia condición humana nos hace insustituible la mediación de Cristo hombre (“Porque le miramos hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía…”). Utiliza varias comparaciones en los #s 12 y 13: el águila y el sapo, la voz y el canto, el huerto y el riego.

 

PERO, ¿A qué se refiere Teresa cuando habla de la “Humanidad de Jesús?

Pareciera una expresión abstracta, pero para Teresa no lo es; refiere a Jesús mismo y todo su misterio: su aventura evangélica, palabras, sentimientos y acciones; su Pasión, su Cuerpo glorioso y resucitado. También su presencia eucarística (“compañero nuestro en el Santísimo sacramento, que no parece fue de su mano apartarse un momento de nosotros”). También refiere a su misteriosa presencia al lado del orante o del creyente, como amigo, compañero y buen capitán. En fin, Cristo para Teresa es el Amor de Dios, fuente de ese Amor: “Quiero concluir con esto: que siempre que se piense en Cristo nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes, y cuán grande nos lo mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene: que amor saca amor... Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar”.

Por aquí viene, a mi parecer, el profundo HUMANISMO de Teresa, porque su mirada Jesús humano humaniza su propia comprensión de la llamada y el modo de hacerla concreta. Cuando dice: “Es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano”, nos invita a seguirle humanamente, y no tratando de huir de nuestra humanidad. “Nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo; queremos hacer ángeles estando en la tierra, y tan en la tierra como estaba yo, es desatino” (10). Así es que, “todo este cimiento de la oración va fundado en humildad, y mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios”.

 

Termina Teresa este capítulo volviendo a la oración de la que ha estado hablando, y para la que pide humildad y libertad por parte del orante (“Con libertad se ha de andar este camino, puestos en las manos de Dios”). Y dice:

1.  Procurar la verdadera pobreza de espíritu, que es “no buscar consuelo ni gusto en la oración, sino consolación en los trabajos por amor de Él, que siempre vivió en ellos, y estar en ellos y en las sequedades quieta” (11).

2.  Si su Majestad nos quiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana; si no, servir en oficios bajos y no sentarnos en el mejor lugar… Dios tiene cuidado, más que nosotros, y sabe para lo que es cada uno. ¿De qué sirve gobernarse a sí quien tiene dada ya toda su voluntad a Dios?” (12).

3.  En todo es menester experiencia y discreción” (18).


(Resumen  preparado a partir de la lectura del capítulo y los comentarios de Tomás Álvarez, ocd)

 

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...