miércoles, 9 de diciembre de 2015

REFLEXIONES PERSONALES SOBRE LA VIDA RELIGIOSA

Mi acercamiento a la vida religiosa en la Iglesia Católica tuvo que ver en buena medida con mi anhelo de encontrar una comunidad en la que me sintiera acogido y aceptado. Mi experiencia de fe, luego del momento numinoso en el que experimenté la Trascendencia, fue una experiencia de comunidad, concreta y palpable, en la que recibí el don de la amistad y la compañía de los hermanos. Mi deseo de seguir el ministerio en la Iglesia nació en la predicación de un sacerdote diocesano, pero cuando pensé en compromiso y consagración particular, lo hice siempre anhelando una vida en comunidad, y ello me llevó finalmente al Carmelo Teresiano, en el que viví durante casi 25 años. 


Con el paso del tiempo reflexioné muchas veces en el sentido de mi consagración al ministerio sacerdotal en el seno de una comunidad eclesial concreta, confrontando el ideal con la realidad, creciendo en mi comprensión del proyecto evangélico y siempre tratando de ahondar y crecer, de no quedarme en lo hecho ni conformarme con lo que sabía, sino buscando, creyendo que Dios es fraternidad y es futuro. A lo largo de los años descubrí muchas limitaciones en la vida eclesial y religiosa, pero siempre seguí eligiendo permanecer en ellas por lo que me aportaban como persona y como creyente. Creí que esas limitaciones, a veces difíciles de asumir, no invalidaban la esencia del proyecto que se defendía. No vine, como diría Thomas Merton, ignorando los límites del proyecto que asumía, pero acepté muchas cosas por lo que la comunidad aportaba a mi soledad esencial. Necesitaba a la comunidad y aun la necesito, pero no de manera incondicional, no renunciando a cosas esenciales, a ideales y proyectos que identifican mi modo de ser y estar en el mundo.


Creo que en mi proceso de maduración y crecimiento aprendí a amar y aceptar a mis hermanos y a mi comunidad, más allá de elementos concretos, difíciles y problemáticos, pero siento que la comunidad a su vez no actuó del mismo modo respecto a mí, y no lo digo como critica, sino como algo que experimento. Aun alejado de la comunidad mis sentimientos hacia ella siguen siendo positivos, sigo recordando con afecto a las personas con las que viví esa experiencia, pero no he sentido reciprocidad ni preocupación de parte de la comunidad ni de dichas personas. Llamar hermana o hermano a una persona no es una cuestión formal o de pertenencia a una institución, sino una experiencia esencial que descubre al otro de una manera nueva, por lo que esa hermandad no termina nunca, no importa dónde estemos ni lo que hagamos.


En los últimos años he vivido, no una crisis de fe, como suele decirse de una persona que se aleja de la práctica cristiana, sino una crisis de comunidad que no he logrado superar todavía. Fue la comunidad la que me trajo al seno de la vida cristiana, y es la comunidad la que me hizo cuestionarme todo, la que removió mis seguridades y compromisos concretos, pero es la comunidad la que sigue constituyendo el proyecto que anhelo y busco como razón de vida. He asumido que soy una persona solitaria en esencia con una nostalgia radical de amistad que se hizo experiencia en la relación con Jesús de Nazaret, pero que necesita luego concretizarse en un grupo de personas que caminen juntas, respetando al mismo tiempo lo singular de cada miembro del grupo.


La comunidad cristiana o una comunidad religiosa concreta no es una mera institución o cofradía o asociación gremial en la que la pertenencia se convierte en elemento aglutinador y la defensa de lo propio en bandera de combate, sino que es un espacio de crecimiento humano, en el que nos sostenemos mutuamente para crecer y fructificar, teniendo como suelo y como cielo la fe, es decir, la confianza y la entrega al servicio de los otros. Nunca una idea, una institución o un proyecto pueden ser más importantes que una persona concreta, pues han de estar al servicio de esta y no viceversa; tampoco debe el ministerio de la Palabra utilizar la amenaza, ni confundir el dedo que apunta a la luna con la luna misma, y mucho menos entender el compromiso religioso como enemigo de la cultura y de la vida.


Si algo creí desde el principio de mi experiencia de fe es que el proyecto cristiano es un proyecto humanizador, que eleva y engrandece todo lo humano, y que para hacerlo utiliza, no la condena y el rechazo, sino el abrazo y el perdón. Pero a menudo son otros anhelos los que nos mueven, otras prioridades las que defendemos, y nos falta amor, el mucho amor que permanece mientras todo acaba pasando. Errar es de humanos, dijo alguien, y no hay mayor verdad; ciertas exigencias de perfección acaban deshumanizándonos si no partimos de ello. Por ello creo que nos falta una mayor capacidad de aceptación, una mayor comprensión de nuestros límites y una mayor disponibilidad para amar y para sanarnos mutuamente mientras hacemos el camino.


Si la vida religiosa no es todo eso, entonces no es nada: ni de Jesús, ni religiosa, ni vida. Lo esencial no son las formas ni lo exterior; no son los hábitos ni las normas; no es la defensa a ultranza de un título o una estirpe. No digo que esas cosas no sean parte del camino, pero no son lo más importante. Lo esencial, ya lo dijo un niño, es invisible para los ojos, y se busca con el corazón. Por eso ahora mismo estoy alejado físicamente de mi comunidad concreta y de la vida eclesial; no porque dejara de amarles y de llevarles conmigo, sino porque no he podido conformarme, ni he negado mis límites, ni he dejado de buscar.


M. Valls, ocd.
5 de diciembre de 2015.

viernes, 20 de febrero de 2015

"VUELVAN A MÍ DE TODO CORAZÓN"

“El profeta Joel  insiste en la conversión interior: «Vuelvan a mí de todo corazón» (2:12). Regresar al Señor "con todo el corazón" significa emprender el camino de una conversión no superficial y transitoria, sino un itinerario espiritual que tiene que ver con el lugar más íntimo de nuestra persona.

Aquel "vuelvan a mí de todo corazón" no implica sólo el individuo, sino que se extiende a la entera comunidad, es una convocación dirigida a todos..

Queridos hermanos y hermanas, el Señor no se cansa jamás de tener misericordia de nosotros, y quiere ofrecernos una vez más su perdón, invitándonos a volver a Él con un corazón nuevo, purificado del mal, para tomar parte de su gozo... ¿Cómo acoger esta invitación? Nos lo sugiere San Pablo: 'les suplico en nombre de Cristo: 
'déjense reconciliar con Dios'
(2 Cor 5:20).

 Con esta conciencia, iniciamos confiados y gozosos el itinerario cuaresmal. Que María Inmaculada..  nos acompañe en este momento favorable, para que podamos llegar a cantar juntos la alegría de la victoria en la Pascua de Resurrección."

FRANCISCO. Miércoles de Ceniza 2015 (fragmentos)


ABRAZAR EL FUTURO CON ESPERANZA

“Conocemos las dificultades que afronta la vida consagrada en sus diversas formas: la disminución de vocaciones y el envejecimiento, sobre todo en el mundo occidental, los problemas económicos como consecuencia de la grave crisis financiera mundial, los retos de la internacionalidad y la globalización, las insidias del relativismo, la marginación y la irrelevancia social... Precisamente en estas incertidumbres, que compartimos con muchos de nuestros contemporáneos, se levanta nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor de la historia, que sigue repitiendo: 
«No tengas miedo, que yo estoy contigo» (Jr 1,8).

La esperanza de la que hablamos no se basa en los números o en las obras, sino en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza (cf. 2 Tm 1,12) y para quien «nada es imposible» (Lc 1,37). Esta es la esperanza que no defrauda y que permitirá a la vida consagrada seguir escribiendo una gran historia en el futuro, al que debemos seguir mirando, conscientes de que hacia él es donde nos conduce el Espíritu Santo para continuar haciendo cosas grandes con nosotros.

No hay que ceder a la tentación de los números y de la eficiencia, y menos aún a la de confiar en las propias fuerzas. Examinad los horizontes de la vida y el momento presente en vigilante vela. Con Benedicto XVI, repito: «No os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sinsentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días; más bien revestíos de Jesucristo y portad las armas de la luz – como exhorta san Pablo (cf. Rm 13,11-14) –, permaneciendo despiertos y vigilantes». Continuemos y reemprendamos siempre nuestro camino
 con confianza en el Señor”.

Francisco, papa
Mensaje a la Vida Consagrada



sábado, 7 de febrero de 2015

VIVIR EL PRESENTE CON PASIÓN

"La memoria agradecida del pasado nos impulsa, escuchando atentamente lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy, a poner en práctica de manera cada vez más profunda los aspectos constitutivos de nuestra vida consagrada. Desde los comienzos del primer monacato, hasta las actuales «nuevas comunidades», toda forma de vida consagrada ha nacido de la llamada del Espíritu a seguir a Cristo como se enseña en el Evangelio. Para los fundadores y fundadoras, la regla en absoluto ha sido el Evangelio, cualquier otra norma quería ser únicamente una expresión del Evangelio y un instrumento para vivirlo en plenitud. Su ideal era Cristo, unirse a él totalmente, hasta poder decir con Pablo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1,21); los votos tenían sentido sólo para realizar este 
amor apasionado.

La pregunta que hemos de plantearnos en este Año es si, y cómo, nos dejamos interpelar por el Evangelio; si este es realmente el vademecum para la vida cotidiana y para las opciones que estamos llamados a tomar. El Evangelio es exigente y requiere ser vivido con radicalidad y sinceridad. No basta leerlo (aunque la lectura y el estudio siguen siendo de extrema importancia), no es suficiente meditarlo (y lo hacemos con alegría todos los días). 
Jesús nos pide ponerlo en práctica, vivir sus palabras.

Jesús, hemos de preguntarnos aún, ¿es realmente el primero y único amor, como nos hemos propuesto cuando profesamos nuestros votos? Sólo si es así, podemos y debemos amar en la verdad y la misericordia a toda persona que encontramos en nuestro camino, porque habremos aprendido de él lo que es el amor y cómo amar: sabremos amar porque tendremos su mismo corazón.

Nuestros fundadores y fundadoras han sentido en sí la compasión que embargaba a Jesús al ver a la multitud como ovejas extraviadas, sin pastor. Así como Jesús, movido por esta compasión, ofreció su palabra, curó a los enfermos, dio pan para comer, entregó su propia vida, así también los fundadores se han puesto al servicio de la humanidad allá donde el Espíritu les enviaba, y de las más diversas maneras: la intercesión, la predicación del Evangelio, la catequesis, la educación, el servicio a los pobres, a los enfermos... La fantasía de la caridad no ha conocido límites y ha sido capaz de abrir innumerables sendas para llevar el aliento del Evangelio a las culturas y a los más diversos ámbitos de la sociedad.

El Año de la Vida Consagrada nos interpela sobre la fidelidad a la misión que se nos ha confiado. Nuestros ministerios, nuestras obras, nuestras presencias, ¿responden a lo que el Espíritu ha pedido a nuestros fundadores, son adecuados para abordar su finalidad en la sociedad y en la Iglesia de hoy? ¿Hay algo que hemos de cambiar? ¿Tenemos la misma pasión por nuestro pueblo, somos cercanos a él hasta compartir sus penas y alegrías, así como para comprender verdaderamente sus necesidades y poder ofrecer nuestra contribución para responder a ellas? «La misma generosidad y abnegación que impulsaron a los fundadores, decía san Juan Pablo II, deben moveros a vosotros, sus hijos espirituales, a mantener vivos sus carismas que, con la misma fuerza del Espíritu que los ha suscitado, siguen enriqueciéndose y adaptándose, sin perder su carácter genuino, para ponerse al servicio de la Iglesia y llevar a plenitud la implantación de su Reino».



Al hacer memoria de los orígenes sale a luz otra dimensión más del proyecto de vida consagrada. Los fundadores y fundadoras estaban fascinados por la unidad de los Doce en torno a Jesús, de la comunión que caracterizaba a la primera comunidad de Jerusalén. Cuando han dado vida a la propia comunidad, todos ellos han pretendido reproducir aquel modelo evangélico, ser un solo corazón y una sola alma, gozar de la presencia del Señor. Vivir el presente con pasión es hacerse «expertos en comunión», «testigos y artífices de aquel “proyecto de comunión” que constituye la cima de la historia del hombre según Dios».  En una sociedad del enfrentamiento, de difícil convivencia entre las diferentes culturas, de la prepotencia con los más débiles, de las desigualdades, estamos llamados a ofrecer un modelo concreto de comunidad que, a través del reconocimiento de la dignidad de cada persona y del compartir el don que cada uno lleva consigo, permite vivir en relaciones fraternas.

Sed, pues, mujeres y hombres de comunión, haceos presentes con decisión allí donde hay diferencias y tensiones, y sed un signo creíble de la presencia del Espíritu, que infunde en los corazones la pasión de que todos sean uno (cf. Jn 17,21). Vivid la mística del encuentro: «la capacidad de escuchar, de escuchar a las demás personas. La capacidad de buscar juntos el camino, el método»,[ dejándoos iluminar por la relación de amor que recorre las tres Personas Divinas (cf. 1 Jn 4,8) como modelo de toda relación interpersonal”.

Francisco, papa.
Mensaje a la Vida Consagrada

viernes, 30 de enero de 2015

MIRAR AL PASADO CON GRATITUD

“Cada Instituto viene de una rica historia carismática. En sus orígenes se hace presente la acción de Dios que, en su Espíritu, llama a algunas personas a seguir de cerca a Cristo, para traducir el Evangelio en una particular forma de vida, a leer con los ojos de la fe los signos de los tiempos, a responder creativamente a las necesidades de la Iglesia. La experiencia de los comienzos ha ido después creciendo y desarrollándose, incorporando otros miembros en nuevos contextos geográficos y culturales, dando vida a nuevos modos de actuar el carisma, a nuevas iniciativas y formas de caridad apostólica. Es como la semilla que se convierte en un árbol que expande sus ramas.

Es oportuno que cada familia carismática recuerde este Año sus inicios y su desarrollo histórico, para dar gracias a Dios, que ha dado a la Iglesia tantos dones, que la embellecen y la preparan para toda obra buena (cf. Lumen gentium, 12). Poner atención en la propia historia es indispensable para mantener viva la identidad y fortalecer la unidad de la familia y el sentido de pertenencia de sus miembros. No se trata de hacer arqueología o cultivar inútiles nostalgias, sino de recorrer el camino de las generaciones pasadas para redescubrir en él la chispa inspiradora, los ideales, los proyectos, los valores que las han impulsado, partiendo de los fundadores y fundadoras y de las primeras comunidades. También es una manera de tomar conciencia de cómo se ha vivido el carisma a través de los tiempos, la creatividad que ha desplegado, las dificultades que ha debido afrontar y cómo fueron superadas. Se podrán descubrir incoherencias, fruto de la debilidad humana, y a veces hasta el olvido de algunos aspectos esenciales del carisma. Todo es instructivo y se convierte a la vez en una llamada a la conversión. Recorrer la propia historia es alabar a Dios y darle gracias por todos sus dones.

Le damos gracias de manera especial por estos últimos 50 años desde el Concilio Vaticano II, que ha representado un «soplo» del Espíritu Santo para toda la Iglesia. Gracias a él, la vida consagrada ha puesto en marcha un fructífero proceso de renovación, con sus luces y sombras, ha sido un tiempo de gracia, marcado por la presencia del Espíritu.

Que este Año de la Vida Consagrada sea también una ocasión para confesar con humildad, y a la vez con gran confianza en el Dios amor (cf. 1 Jn 4,8), la propia fragilidad, y para vivirlo como una experiencia del amor misericordioso del Señor; una ocasión para proclamar al mundo con entusiasmo y dar testimonio con gozo de la santidad y vitalidad que hay en la mayor parte de los que han sido llamados a seguir a Cristo en la vida consagrada”.

Francisco, papa

Mensaje a la Vida Consagrada.

lunes, 26 de enero de 2015

UN AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA

Así escribe el Papa Francisco: 

"Les escribo como sucesor de Pedro, a quien el Señor Jesús confió la tarea de confirmar a sus hermanos en la fe (cf Lc 22,32) y me dirijo a vosotros como hermano vuestro, consagrado a Dios como vosotros.

Demos gracias juntos al Padre que nos ha llamado a seguir a Jesús en plena adhesión a su Evangelio y en el servicio de la Iglesia, y que ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos da alegría y nos hace testimoniar al mundo su amor y su misericordia.

He decidido convocar un Año de la Vida Consagrada haciéndome eco del sentir de muchos y de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica con motivo del 50 aniversario de la constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia, que en el capítulo sexto trata de los religiosos, así como del Decreto Perfectae Caritatis sobre la renovación de la vida religiosa. Dicho Año comenzará el próximo 30 de noviembre, primer domingo de Adviento, y terminará con la Fiesta de la Presentación del Señor el 2 de febrero de 2016.


Después de escuchar a la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, he indicado como objetivos para este Año los mismos que San Juan Pablo II propuso a la Iglesia a comienzos del tercer milenio, retomando en cierto modo lo que ya había dicho en la Exhortación apostólica postsinodal Vita Consecrata: 'Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construír. Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa, para seguir haciendo con vosotros grandes cosas'
(n 110)"  




lunes, 19 de enero de 2015

EL TESORO DE LA PLENA COMUNION

“En virtud de la fe que nos acomuna, nosotros los cristianos, todos, tenemos la obligación, cada uno según su propia vocación, de recomponer la plena comunión, "tesoro" precioso que nos dejó Cristo»...

«Es necesario cultivar entre los cristianos un amor comprometido en superar las divergencias; es necesario esforzarse por superar toda barrera con la oración incesante, con el diálogo perseverante y con una fraterna y concreta cooperación a favor de los más pobres y necesitados”.


Juan Pablo II

miércoles, 14 de enero de 2015

SED DE AUTENTICIDAD

“ Consideramos ahora la persona misma de los evangelizadores. Se ha repetido frecuentemente en nuestros días que este siglo siente sed de autenticidad. Sobre todo con relación a los jóvenes, se afirma que éstos sufren horrores ante lo ficticio, ante la falsedad, y que además son decididamente partidarios de la verdad y  la transparencia.

A estos “signos de los tiempos” debería corresponder en nosotros una actitud vigilante. Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre con fuerza, se nos pregunta: ¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís?  Hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación. Sin andar con rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos responsables del Evangelio que proclamamos.

Al comienzo de esta reflexión nos hemos preguntado: ¿Qué es de la Iglesia diez años después del Concilio? ¿Está anclada en el corazón del mundo y es suficientemente libre para interpelar al mundo? ¿Da testimonio de la propia solidaridad hacia los hombres y al mismo tiempo del Dios Absoluto? ¿Ha ganado en ardor contemplativo y de adoración, y pone más celo en la actividad misionera, caritativa, liberadora? ¿Es suficiente su empeño en el esfuerzo de buscar el restablecimiento de la plena unidad entre los cristianos, lo cual hace más eficaz el testimonio común con el fin de que el mundo crea? Todos nosotros somos responsables de las respuestas que pueden darse a estas interrogantes."


PABLO VI. Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, 76. (1975)  

jueves, 8 de enero de 2015

SOMOS LOS HIJOS AMADOS




"Cuando considero que decís que tenéis vuestros deleites con los hijos de los hombres, se alegra mucho mi alma.  !Oh Señor del cielo y de la tierra, y qué palabras éstas para que ningún pecador desconfíe!...Aquella voz que se oyó cuando el Bautismo, dijo que os deleitáis con vuestro Hijo..

Pues ¿qué necesidad tenéis de mi amor? ¿Para qué lo queréis, Dios mío, qué ganáis con él? !Oh, bendito seáis, Dios mío, para siempre!"


SANTA TERESA DE JESÚS, E 7

jueves, 1 de enero de 2015

V CENTENARIO DE TERESA Y FESTEJOS EN SU TIERRA

Este año, en marzo, se cumplen 500 años del nacimiento de Teresa de Jesús. Esta es una ocasión especial que propicia, sobre todo, el mejor de los festejos: un mayor acercamiento espiritual  a su vida, su enseñanza y su obra.

“La Iglesia universal y concretamente la Iglesia española, celebrará en 2015 el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, un acontecimiento por el que Ávila espera a más de un millón de peregrinos durante todo el año, entre ellos, el Papa Francisco, al que ya han invitado..

Las fechas clave del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, para el que se han inscrito medio millar de voluntarios --entre los que se cuentan numerosos jóvenes-- serán el día del 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa, el 28 de marzo de 2015; la conmemoración del día de su bautismo, el 4 de abril de 2015; y la clausura, el 15 de octubre de 2015.

Se organizarán diez exposiciones entre las que destacan la organizada por Acción Cultural Española y la Biblioteca Nacional de España entre los meses de marzo y mayo de 2015, titulada 'Teresa de Jesús. La prueba de mi verdad', y la muestra ' Santa Teresa de Jesús, maestra de oración', que se podrá visitar en Ávila y Alba de Tormes y que ha sido organizada por la Junta de Castilla y León y la Fundación Las Edades del Hombre.

Asimismo, durante el próximo año se estrenarán dos series documentales, una que emitirá TVE y ofrecerá en tres capítulos una visión actualizada de la santa con entrevistas a expertos, y otra que retransmitirá RTVE Castilla y León titulada 'Los pucheros de Santa Teresa', sobre los cambios de la cocina conventual y en la que se visitarán las 17 fundaciones teresianas.


Se ha puesto en marcha el proyecto 'Huellas de Santa Teresa', una propuesta de peregrinación por las 17 fundaciones de la santa. También se ha organizado la iniciativa 'Teresa ilumina Ávila' que transformará espacios históricos y edificios monumentales de la ciudad en espacios artísticos y está previsto que se levante en Ávila una escultura en honor a la santa. (RD/Ep)”

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...