sábado, 31 de mayo de 2014

ESPERA Y ESPERANZA.

El hombre espera y Dios también
La esperanza es un desafío.
Aun cuando el hombre desconozca el verdadero contenido de sus esperanzas y expectativas, Dios está siempre, de un modo anónimo y abierto, al final de toda actitud de espera humana.
Pero Dios también espera, y sale a cada momento al encuentro del hombre. Recordamos la parábola del hijo pródigo, donde es el padre el que atisba todos los atardeceres el horizonte aguardando el regreso del hijo, y en cuanto lo descubre, corre para abrazarle y besarle efusivamente.
La creación se encuentra también en estado de superación y de espera.
La fe implica una actitud de espera y de expansión: el creyente, como el universo que le rodea, ha de asumir una actitud dinámica:

Esperando lo que aun no es,

Aguardando lo que debe ser,

Luchando por lo que tiene que ser.

(12 agosto 2007)

viernes, 30 de mayo de 2014

NO HACE FALTA SER SANTO PARA ORAR...

 Estamos leyendo el capítulo 8 de VIDA, de la mano de su autora, Teresa de Jesús, y en una entrada anterior titulamos este capítulo "El bien que tiene quien se ejercita en la oración". El mismo título nos habla de cierto esfuerzo de parte nuestra para comenzar este camino, "ejercicio", y la pregunta que a veces nos hacemos, la pregunta que se hizo antes la misma Teresa es esta: ¿No hace falta ser santo para orar?, y ella responde así: "Por males que haga, quien la ha comenzado, no la deje; pues es el medio por donde puede tornarse a remediar, y sin ella será muy más dificultoso" (8, 5). Y entonces, sigue Teresa diciendo: "arrepintiéndonos de veras y determinándose a no le ofender se torna a la amistad que estaba, y hacer las mercedes que antes hacía, y a las veces mucho más, si el arrepentimiento lo merece" (8, 5).
 Y para aquellos que no se han decidido a entrar por este camino de la amistad interior, dice Teresa: "Y quien no la ha comenzado, por amor del Señor, le ruego yo que no carezca de tanto bien", y por él, poco a poco, "irá entendiendo el camino para el Cielo".

TRABAJOS EN EL CAMINO DE ORACIÓN
(En especial, en los comienzos)
1. Desear todo el tiempo que se acabe la hora de la oración.
2. Estar atento al reloj para ver cuánto falta al tiempo de oración.
3. Preferir cualquier trabajo o penitencia antes de ir a la oración.
4. La persona siente una opresión interior, "tristeza", cuando ora.
5. Debe hacerse fuerza para permanecer en el oratorio.

"Y después que me había hecho esta fuerza, me hallaba con más quietud y regalo que algunas veces que tenía deseos de rezar
(8, 7).

martes, 27 de mayo de 2014

PEQUEÑAS OBRAS CON AMOR...


"Algunas veces nos pone el demonio deseos grandes porque no echemos mano de lo que tenemos a mano para servir a nuestro Señor en cosas posibles y quedemos contentos con haber deseado las imposibles. Pensando que con nuestra oración muchos se aprovechan, no quieran aprovechar a todo el mundo, sino a los que están en vuestra compañía, y así será mayor la obra. No hagamos torres sin fundamento, que el Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen". 

(Moradas)

A VECES LA LLAMA SE SERENA (Poetas del Carmelo)

- La llama-

A veces la llama se serena,
Se queda inmóvil, como una lámina de oro,
como una lanza de un metal de luz.

Ya no vibra con las oscilaciones,
es un clima quieto, clarificado,
es una paz de oro luminosa.
Brota del pábilo como un ojo fijo, radiante.
Es un poco de gloria imperturbada.


A veces la llama se serena,
y nadie sospecha su potencia irrefrenable,
su retorcido y demente infierno, que se cela,
que se olvida, en el éxtasis...


A veces mi alma se serena,
y se finge de paz su tremendo secreto...


-Monasterio-

Aquí, profesa está la Paz. Clausura
inviolable la encierra. La Paz pura.
Paz del odio, y de aquello que llamamos
amor. Reímos y lloramos,
¡pero es todo locura!


Aquí la Paz. La eterna deseada.
La música callada.
Paz de los sueños. Paz de los empeños.
Y de la triste vanidad lograda.


Aquí profesa está la Paz. Clausura
inviolable la encierra. ¡La Paz pura!


JUAN ALBERTO DE LOS CÁRMENES
Carmelita Descalzo

Imágenes: Desierto de las Palmas, Benicasim (Castellón), España.

lunes, 26 de mayo de 2014

LA ORACIÓN ES EL MOTOR DE LA VIDA

Dejamos atrás el capítulo 7 de Vida, y nos adentramos ahora en la segunda etapa del camino de conversión de Teresa, capítulo 8 de VIDA, y que vamos a titular así, con palabras de la misma Teresa: 

"EL BIEN QUE TIENE QUIEN SE EJERCITA EN LA ORACIÓN"

Cuando Teresa recuerda los años vividos los compara con un "mar tempestuoso", y resume su estado de ánimo con una frase genial: 

"Ni yo gozaba de Dios, ni traía contento en el mundo. Cuando estaba en los contentos del mundo, en acordarme de lo que debía a Dios, era con pena; cuando estaba con Dios, las afecciones del mundo me desasosegaban" (8, 2). 

Guerra interior, poco ánimo, traición, olvido de que Dios siempre nos mira, son imágenes que Teresa utiliza para trasmitir lo que sentía entonces. "Siempre estamos delante de Dios", dice Teresa, pero aquel que tiene oración entiende más que "están viendo que los mira". Había tiempos en que Teresa se enmendaba, dedicaba más tiempo a la oración, evitaba el pecado, hacía buenas obras, pero luego flaqueaban sus fuerzas. Eso sí, nunca dejó del todo la oración.
 En este octavo capítulo Teresa desarrolla la siguiente tesis: 

La oración es el motor de la vida, el agua viva necesaria, imprescindible, para no perderse entre las luchas del mundo. Ser fiel al trato con Dios constituye el drama de la vida de Teresa, bajo esa luz se entiende toda su existencia. Tratar o no tratar con Dios decide la suerte del ser humano, sus ascensión o envilecimiento. Desde este principio Teresa universaliza su propia experiencia y desarrolla el típico matiz que ella da a la oración: orar es tener amistad con Dios como experiencia vital, como reacción personal entre dos.

Para entonces Teresa tenía ya 39 años.
Es aquí donde aparece el concepto teresiano de amistad que ya citamos antes, y que volvemos a transcribir:

"No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama".

sábado, 24 de mayo de 2014

DE CÓMO TERESA LLEGÓ A SER "LUGAR DE MAGISTERIO".

 "En Teresa de Jesús y su proyecto revive en su crudeza y fulgor aquella antigua verdad del evangelio que decía: "Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos". Pobres son estas mujeres en saber, influjo y riquezas. Pues bien, tomadas de la mano de Teresa, ellas descubren y alborozadamente gozan la presencia de Jesús, reino de Dios en medio de ellas. Desde ese momento, la frenética actividad de Teresa no tendrá más meta que esta: crear casas de oración, lugares donde un grupo de hombres o mujeres cultiven libremente su camino de encuentro con el Cristo. La autoridad de su testimonio, reflejada en el ejemplo de su vida, trasmitida en sus escritos, se concreta en estos elementos: 

1. Primero, un gran desprendimiento: sólo en radical ruptura frente al mundo, en pobreza interior y gran desprendimiento puede hacerse la vía de Cristo.
2. Segundo, una pasión por el Señor: pasión de amor fue la existencia de Teresa, amor al Jesús hombre glorificado que cimenta nuestra vida y la convierte en transparencia.
3. Tercero, entrega en manos del misterio: sólo en total fidelidad a la gracia de Dios puede encontrarse, más allá del egoísmo, la verdad de la existencia.

Esto es lo que Teresa va mostrando. Casi sin saberlo, su persona se convierte en lugar de magisterio. Es su vida la irradia, es su experiencia la que llega a hacerse transparente ante las monjas que la siguen, ante todos los hombres y mujeres que la escuchan, los que asumen sus escritos, los que llegan a encontrarse cerca de su obra. Esto nos remite de nuevo a Pedro y Pablo. La Iglesia, hoy como entonces, no dispone de más autoridad que el testimonio. Esta es la garantía ante el misterio: decir con la palabra y demostrar con las acciones que la vida y la verdad de Cristo nos sostienen, nos alumbran y nos hacen transparentes. Desaparecen las leyes, quedan en segundo lugar las sabidurías y las certezas; humilde y confiadamente, el testigo inaugura un magisterio que comienza: he sentido... El señor me ha dicho... Así se fundan y así suenan las palabras de Teresa".

Xabier Pikaza
"Actualidad de Teresa"

miércoles, 21 de mayo de 2014

AMISTADES ESPIRITUALES

En el capítulo 7 de Vida, Teresa habla también de las amistades espirituales, y apunta:

"Aconsejaría yo a los que tienen oración, en especial al principio, procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo. Es cosa importantísima, aunque no sea sino ayudarse unos a otros con sus oraciones" (7, 20).

"Andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante" (7, 22).

BIENES QUE ESTO TRAE:
. Aprovechará a sí y a los que le oyen.
. Sin saber cómo, enseñará a sus amigos.
. Ayuda a quienes no están fortalecidos en la virtud.
. No deja escondido lo que es bueno que salga a la luz.
. Crece la caridad con ser comunicada.

 Por eso Teresa recomienda a quienes comienzan camino de oración, es decir, "quien comenzare de veras a amar a Dios y a servirle, no deje de tratar con algunas personas sus placeres y trabajos, que de todo tienen los que tienen oración" (7, 20).

Aquí queda resaltado el valor de una comunidad que nos acompañe, que nos sostenga, de la que recibimos la fuerza necesaria para perseverar en este camino de interioridad. Teresa nos ha compartido en este capítulo 7 de Vida mucha experiencia y gran luz para los que intentamos recorrer esta senda de amistad con Aquel que nos amó primero. Teresa lo anduvo casi siempre sola, en luchas y trabajos, a menudo sin ser comprendida. Pero la suya era una soledad acompañada por la Presencia inefable que la iba modelando suavemente para hacerla capaz de la empresa espiritual a la que era llamada.

"Porque para caer, había muchos amigos que me ayudasen; para levantarme, hallábame tan sola, que ahora me espanto cómo no me estaba siempre caída, y alabo la misericordia de Dios, que era sólo el que me daba la mano. Sea bendito por siempre jamás. Amén".
(7, 22)

martes, 20 de mayo de 2014

NUEVO LIBRO SOBRE EDITH STEIN

El asunto principal de este libro es la vida filosófica de Edith Stein (1891-1942), la pensadora judía alemana, primer asistente de Husserl, rechazada por la academia germánica, monja carmelita, y gaseada en Auschwitz, de la que se va ofreciendo un estudio completo de todos sus escritos fenomenológicos, literarios y místicos, en el contexto intelectual y sociopolítico alemán que condujo al triunfo del nazismo y a la segunda guerra mundial. En torno a esta figura filosófica y espiritual, el libro es un relato de los entrecruces de vida y pensamiento que se producen con las también vidas entregadas al filosofar de María Zambrano (1904-1991), Hannah Arendt (1906-1975) y Simone Weil (1909-1943), de las que se ofrecen asimismo sus respectivas biografías intelectuales. Al hilo de este relato en dos partes, se van destacando los modos en que las cuatro vidas filosóficas entrecruzadas de estas pensadoras, desde la propia singularidad de cada una, configuran una específica constelación de pensamiento ante la crisis sociopolítica y espiritual europea, a las que las cuatro estimarán como una profunda noche de lo humano, y en la que perecerán trágicamente dos de ellas, Edith Stein y Simone Weil, mientras que las otras dos, María Zambrano y Hannah Arendt, proseguirán sus vidas filosóficas apurando la crítica de los derroteros culturales y espirituales de Occidente, así como poniendo de manifiesto la fragilidad de la democracia. De modo que las nociones más específicas de cada una de estas pensadoras —la razón poética de Zambrano, el amor del mundo de Arendt y la misma radicalidad política y mística del "conocimiento sobrenatural" de Weil— se entrelazan con las preguntas y respuestas de Edith Stein y con los ejes que movieron su propio pensar: la empatía, le estructura de la persona humana, el sentido del ser, y una fenomenología de la mística, que parecen señalar los propios límites no sólo de la fenomenología sino del pensamiento mismo en sus dos obras finales, Ser finito y ser eterno y Ciencia de la cruz.

¿POR QUÉ NO DEBEMOS DEJAR LA ORACIÓN?

Seguimos leyendo el capítulo 7 del LIBRO DE LA VIDA de santa Teresa, interesados en comprender mejor y aprovecharnos de su proceso de "conversión", y decíamos en una entrada anterior que este es un capítulo denso y fundamental en la biografía teresiana. Teresa recuerda su alejamiento de la oración, su dejarse llevar por la exterioridad....

¿Por qué no debemos dejar la oración? Teresa insiste en esto, una y otra vez, y recuerda: " Con la oración un día ofendía a Dios y tornaba otros a recogerme y apartarme más de la ocasión" (7,11). Y cuando aparecen "razones" para no hacerla, enfermedades y otros problemas de la vida cotidiana, Teresa dirá con acierto:

"Y en la misma enfermedad y ocasiones es la verdadera oración, cuando es alma que ama, en ofrecer aquello y acordarse por quién lo pasa y conformarse con ello y mil cosas que se ofrecen. Aquí ejercita el amor, que no es por fuerza que ha de haberla cuando hay tiempo de soledad, y lo demás no ser oración. Con un poquito de cuidado, grandes bienes se hallan en el tiempo que con trabajos el Señor nos quita el tiempo de la oración...". (7, 12).


Teresa cuenta cómo ayudaba a otros a tener oración, prestándoles libros y diciéndoles cómo tener meditación, pero ella se alejaba cada día más de la intimidad con Dios. Cuando su padre murió Teresa quedó tremendamente impactada por las palabras de este, "Mirásemos se acaba todo", que encontraron eco en su corazón, y fue a confesarse con un padre dominico "bueno y temeroso de Dios", que era confesor de su padre y le acompañó también en sus últimos momentos. Este sacerdote hizo comprender a Teresa "la perdición que traía", le invitó a comulgar con más frecuencia y cuando ella le habló de su oración, este le recomendó "que no la dejase, que en ninguna manera me podía hacer sino provecho".


"Comencé a tornar a ella, aunque no a quitarme de las ocasiones, y nunca más la dejé. Pasaba una vida trabajosísima, porque en la oración entendía más mis faltas. Por una parte me llamaba Dios; por otra, yo seguía al mundo. Dábanme gran contento todas las cosas de Dios; teníanme atada las del mundo. Parece que quería concertar estos dos contrarios -tan enemigo uno de otro- como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales" (7, 17).

Son tiempos de lucha para esta mujer, tiempos recios, y sus palabras evocan aquellas de san Pablo en la Carta a los Romanos: "El querer el bien está a mi alcance, pero el hacerlo no. Pues no hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco. Y si hago el mal que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino la fuerza del pecado que habita en mí. Así que descubro la existencia de esta ley: cuando quiero hacer el bien, se me impone el mal. En mi interior me complazco con la ley de Dios, pero experimento otra ley que lucha contra lo que dicta mi mente y me encadena a la ley del pecado que está en mí (Romanos 7, 18-23).

"En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor sino esclavo; y así no me podía encerrar dentro de mí (que era todo el modo de proceder que llevaba en la oración) sin encerrar conmigo mil vanidades. Pasé así muchos años, que ahora me espanto qué sujeto bastó a sufrir que no dejase lo uno o lo otro. Bien sé que dejar la oración no era ya en mi mano, porque me tenía con las suyas el que me quería para hacerme mayores mercedes"
 (7, 17).

Teresa reconoce una y otra vez sus pobres esfuerzos y los compara con la insistencia de Dios: "¡Oh, válgame Dios, si hubiera de decir las ocasiones que en estos años Dios me quitaba, y cómo me tornaba yo a meter en ellas, y de los peligros de perder del todo el crédito que me libró! Yo a hacer obras para descubrir la que era, y el Señor encubrir los males y descubrir alguna pequeña virtud, si tenía, y hacerla grande en los ojos de todos..." (7, 18) El modo de proceder de Dios no se parece al modo humano, siempre tan atento a lo justo; por eso "miraba su soberana larguesa, no los grandes pecados, sino los deseos que muchas veces tenía de servirle y la pena por no tener fortaleza en mí para ponerlo por obra" (7, 18). Y esto era para Teresa el mayor castigo: sentir ella cuánto ofendía a Dios, y cuanta paciencia y bondad había en su Señor.








sábado, 17 de mayo de 2014

SAN SIMÓN STOCK

Ayer la Iglesia hacía memoria de san Simón Stock, miembro de la Orden del Carmen. Llama mi atención el hecho siguiente: en la "tradición" del Carmelo, San Simón ocupa un lugar relevante a nivel simbólico, dado que figura como la persona que recibía de la Virgen el famoso "escapulario", señal de preferencia carismática y protección. Sin embargo, en el Oficio propio de la Orden esta conmemoración es "memoria libre", es decir, no es de obligatoria celebración, y los datos que aparecen son también muy escasos: ni dice que San Simón fuera "superior general" de la Orden, ni tampoco menciona explícitamente su encuentro con la Virgen.  Yo quiero traer aquí al blog el texto del que hablo, y luego lo que publicara ayer ZENIT sobre el santo. A mi parecer, en un caso se peca por defecto, y en el otro por exceso, pues a la vez que se reconoce la falta de historicidad de lo que se comenta, se siguen repitiendo cosas que nacen evidentemente de la imaginación piadosa de quienes nos precedieron.

"San Simón Stock, presbítero de nuestra Orden: De nacionalidad inglesa, vivió en el siglo XIII y murió en Burdeos. Alcanzó en la Orden del Carmen renombre por su relevante santidad y singular devoción mariana. El culto que se le comenzó a tributar aquí y allí durante el siglo XV se hizo extensivo a la liturgia de toda la Orden en el siglo siguiente. Su fiesta se celebraba por lo común el 16 de mayo" (Oficio propio del Carmelo Teresiano).



San Simón Stock
«El santo del escapulario, como lo denominó Juan Pablo II, es conocido también como el amado de María. A él se le atribuyen inspirados textos marianos como Flos Carmeli y Ave Stella Matutina, símbolo de su amor a la Madre de Dios»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 16 de mayo de 2014 (Zenit.org) - Gran parte de su vida aparece envuelta en conjeturas. La primera referencia que ofrece algo de luz al respecto la proporciona un dominico, Gerardo de Fraschetom, contemporáneo de Simón fallecido en 1271. Otra reseña pertenece a 1430. Pero ambas aluden al santo con cierta penumbra, sin visos de estricta credibilidad. Respecto a la fecha de nacimiento, en diversos textos, que seguramente adolecen de la contrastación correspondiente, se fija la de 1165. Pero si fuese así, al asumir el oficio de general de la Orden en 1247 –hecho corroborado– tendría 82 años, algo improbable siendo que algunos aseguran que estuvo al frente de la misma veinte años. Más inverosímil cuando otros advierten que fueron cincuenta. Además, es impensable que a esta edad recorriera apostólicamente diversos países como algunos han asegurado. Por otro lado, no se puede atribuir su apellido Stock a que morase en un tronco, significado del término inglés «stock». De sus padres, infancia y demás no consta información. No se duda de que nació en Kent, Inglaterra, y está ratificada su relevancia en la Orden carmelita. Se acepta la tradición que le atribuye la aparición de María, así como la imposición del santo escapulario del Carmen. Hay quien lo ha situado en Roma como predicador itinerante y de allí partiría a Tierra Santa donde permaneció afincado un tiempo.

Seguramente, al participar en las Cruzadas sería un hombre de cierto vigor, y estaría lleno de los ideales que impulsaron a tantos otros a luchar para defender la fe frente a sus enemigos. Siguiendo los datos cruciales aportados por sus hermanos de religión, se sabe que al encontrarse con los primeros integrantes de la Orden carmelita, que estaba naciendo en el corazón del yermo en los santos lugares, se vinculó a ellos hasta que la invasión de los sarracenos afectó de lleno a las comunidades primigenias que se vieron obligadas a abandonar la zona y a dispersarse por tierras lejanas. Simón formó parte de los que regresaron a Europa y se afincó en Kent. Después, las virtudes que le adornaron hicieron que en 1247 en el capítulo general de los carmelitas, celebrado en Aylesford, Inglaterra, fuese elegido general, el sexto, como sucesor de Alan.

Las fuentes, que indudablemente han de ser fidedignas porque son de sus contemporáneos, proporcionan datos que permiten configurar con rigor y cercanía lo que fue de su vida desde este momento en el que lo designaron para regir los caminos de todos. Su gobierno fue pródigo en bendiciones espirituales y apostólicas. Y es que en esta misión demostró gran energía. Su incesante actividad, fijando los pilares de la Orden (aprobada en 1274 por el concilio de Lyon), y velando por su extensión, así lo avalan. A él se debe un cambio estructural en la misma que de ser eremítica pasó a convertirse en cenobítica y mendicante. Fue su impulsor en Europa. Además, con la venia de Inocencio IV, modificó la regla de san Alberto, mitigándola.

Partidario de la vida activa, sin dejar la contemplación, Simón tuvo el acierto de abrir casas en puntos neurálgicos culturales: Cambridge, Oxford, París, Bolonia…, favoreciendo la formación universitaria de los miembros más jóvenes y el aumento de vocaciones que llevaba anexa. Pero también propagó la fundación por Chipre, Mesina, Marsella, York, Nápoles, entre otras ciudades. Ahora bien, esta acción que podemos valorar positivamente en estos momentos, no fue bien acogida por una parte de los carmelitas. Tenía gran peso el hecho de que las constituciones que se redactaron en esa época hubiesen sido aprobadas por Inocencio IV en 1247. Pero tres años más tarde sus integrantes, que gozaban de las bendiciones de este pontífice que les había defendido, suscitaron recelos y enconada envidia en estamentos eclesiales de distintos países. Entre el descontento interno y la resistencia a la expansión de la Orden por parte de aquéllos, se creó una difícil situación que acarreó a Simón muchos sufrimientos. Y como su devoción por la Virgen María estaba por encima de todo, a Ella acudía diariamente buscando su amparo.

El 16 de julio de 1251 –extremo este de la fecha no constatado, aunque es el más extendido– hallándose en oración en Cambridge, se le apareció María acompañada de una multitud de ángeles. Portaba en sus manos el escapulario que le entregó, diciéndole: «Este será privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno; es decir, el que con él muriese se salvará». Así está consignado en el catálogo de los santos de la Orden. En el siglo XIII Guillermo de Sandwich O.C. se hizo eco en su «Crónica» de esta aparición, momento también en el que la Virgen le prometió la ayuda del papa.

Hacia 1430 Johannes Grossi en su «Viridarium» dio cuenta del hecho, posteriormente documentado en 1642 con un escrito dictado por el propio Simón a su confesor, secretario y amigo Peter Swanyngton. Además, ahí está la innegable fuerza de la tradición que lo ha mantenido vivo, acrecentando la devoción al santo escapulario, que ha sido secundada por diversos pontífices a través de varias indulgencias. Esta piedad recogida en la liturgia carmelita consta de dos hermosas composiciones dedicadas a María, cuya autoría se atribuye a Simón: «Flos Carmeli» y «Ave Stella Matutina», símbolo de su amor a la Madre de Dios. El santo, conocido como «el amado de María», murió hacia 1265 en Bordeaux, Francia –algunos establecen la fecha como el 16 de mayo de ese año– mientras se hallaba de visita en la provincia de Vasconia. En 1951 sus restos se trasladaron al convento de Aylesford de Kent. En el siglo XVI la Orden insertó su culto en su calendario litúrgico, incluida en la reforma del mismo emprendida tras el Concilio Vaticano II. En 1983 Juan Pablo II lo denominó «El santo del escapulario».

ORACIÓN
Señor y Dios nuestro, que llamaste a san Simón Stock a servirte en la familia de los hermanos de santa María del Monte Carmelo, concédenos, por su intercesión, vivir como él entregados siempre a tu servicio y cooperar a la salvación de los hombres.

jueves, 15 de mayo de 2014

¿MIEDO DE TERESA?


Xabier Pikaza, al comentar un texto sobre "Teresa de Jesús y el hombre de hoy", apunta con esta frase un peligro que corremos siempre en las grandes celebraciones y homenajes:
 "El mismo proceso eclesial de exaltación puede esconder el intento de quedar inmunizados ante el choque hiriente de su vida; se canonizó a Teresa pronto (1621), pero muchos preferían que la libre savia de sus ramas se secara; se la ensalza como nunca, pero el reto de su vida creadora de reformas e inquietudes queda mejor lejos, soterrado tras las siete llaves de una historia camuflada, o mejor, domesticada. ¿Sabéis? En el fondo tengo miedo de Teresa. Miedo ante aquello que sentiría, enseñaría, emprendería en una encrucijada de oración y humanidad como la nuestra".

Pikaza, en su comentario, distingue estos tres momentos:
1. Teresa es, ante todo, un testigo de oración.
2. Teresa es, en segundo lugar, maestra de oración.
3. Teresa es, en tercer lugar, compañera de oración.

Es TESTIGO DE ORACIÓN, porque se ha dejado hallar por Dios y no lo ha lamentado. Ha descubierto la presencia del Señor en las entrañas de su entraña, en el tuétano del alma y así lo ha presentado ante los hombres, sin miedo ni vergüenza en un impresionante reto de fidelidad ante el misterio y de osadía ante los hombres.

ES MAESTRA DE ORACIÓN porque su magisterio sólo puede interpretarse en función de su experiencia. Ella no quiere trasmitir doctrinas, ni establecer verdades generales,  y no pretende hablar desde los libros. Ciertamente sabe hablar y sabe lo que dicen los autores de su tiempo, ha leído y ha entendido más de lo que puede hoy parecernos. No es inculta, iliterata. Pero en llegando a lo esencial toda esa "nube de saber" se le convierte en ignorancia... y abandona las doctrinas anteriores de los sabios y los libros, y decide trasmitirnos el sentido de su encuentro con Jesús que ha muerto y resucitado. Esta es su esencia, de aquí fluye su verdad y su palabra.

Es COMPAÑERA DE ORACIÓN, dice Pikaza, y aquí sabe que resulta polémica su visión, pues para él Teresa  no encontró compañía verdadera en su camino oracional, a pesar de sus fundaciones y amistades espirituales. Y lo que es más significativo, afirma que en este sentido la reforma de Teresa quedó a medio camino, al igual que otras reformas de la Iglesia.

martes, 13 de mayo de 2014

TERESA: LA AVENTURA DE ENCONTRAR A CRISTO

"Los grandes de la tierra buscan aulas por ver si allí resuena más alta su palabra. Trasmiten su saber en los salones concurridos, a través de propaganda. Quisieran convertirse en maestros oficiales y terminan siendo, casi siempre, embaucadores, charlatanes. De ellos sabe bien el evangelio (Mateo 23, 1-12). Teresa ha construido en frente de ellos otro magisterio. Convoca, como Jesús, a los pequeños de la tierra: unas mujeres sin riqueza y sin cultura, sin alardes de poder, sin influencias. Abandona el gran convento de la seguridad y de las honras y en el pequeño retiro de una casa pobre inicia con ellas la aventura de hacerse encontradiza con el Cristo. Mientras tanto, el mundo rueda. Sigue la carrera de influencias, la política de guerra, los honores religiosos, las rupturas de la Iglesia. Allá dentro, en la casita de San José de Avila, confiadamente entregadas en manos de la providencia, unas pobres mujeres escuchan y aprenden el magisterio de Teresa: ella les habla de oración y las alienta en el camino sorprendente del encuentro con Jesús resucitado.
Así revive en su crudeza y su fulgor aquella antigua verdad del evangelio que decía: Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos. Pobres son estas mujeres en saber, influjo y riquezas. Pues bien, tomadas de la mano de Teresa, ellas descubren y alborozadamente gozan la presencia de Jesús, reino de Dios en medio de ellas. Desde ese momento, la frenética actividad de Teresa no tendrá más meta que esta: crear casas de oración, lugares donde un grupo de hombres pobres (hombres o mujeres) cultiven libremente su camino de encuentro con el Cristo".

Xabier  Pikaza
"Actualidad de Teresa"

lunes, 12 de mayo de 2014

PARA ANDAR EN LA VERDAD nuestra vocación como Carmelitas Descalzos.

"¿Cuáles son, de hecho, nuestros problemas más graves? No es la falta de vocaciones ni el envejecimiento o la falta de personal, que en gran medida no depende inmediatamente de nosotros. Mas grave es, sin duda, la pobreza de la formación ofrecida tanto el nivel de la formación inicial como en la permanente. Aunque también esta carencia es un efecto antes de ser una causa. Del mismo modo, la escasa creatividad y la falta de espíritu emprendedor (por no decir pereza) en el campo misionero y pastoral, lo que provoca un empobrecimiento en la animación y en la transmisión de nuestro carisma, es consecuencia de un cansancio a la hora de vivir nuestra vida de religiosos. El problema más grave, como decíamos, es la infelicidad, el no vivir con alegría y convicción nuestra vocación en el Carmelo teresiano, el hecho de no vibrar por los valores y las experiencias que han encendido los corazones de Santa Teresa y de Juan de la Cruz y de todos nuestros santos y de todos los frailes y monjas carmelitas que han dado testimonio de la belleza de vivir en el Carmelo".


"Creemos que el primero e insustituible paso hacia una verdadera renovación de nuestra vida sea “andar en verdad”, sobre ella, sin miedo y sin moralismos. Debemos aprender a mirar a la cara la realidad, lo que somos actualmente, no lo que fuimos o lo que decimos o tendríamos el deseo de ser. ¿Cuál es nuestra consistencia humana y espiritual como personas y como comunidades? ¿En qué dirección nos estamos moviendo y qué futuro nos espera si seguimos así? ¿Qué correcciones queremos y podemos, siendo realistas, hacer a nuestra ruta? En esta verdad humildemente reconocida y constantemente aceptada puede actuar, para sanarla y liberarla, el amor de Dios y su gracia, para la cual son, sin embargo un obstáculo, la presunción y la superficialidad, la pereza y el desánimo. 

No eludamos el hecho de que la madurez del “propio conocimiento” pueda ser alcanzada sin un laborioso “cuidado de nosotros mismos”, al cual debemos dedicar tiempo y energía. Aquello que aparentemente no da fruto, la oración y la cotidiana vida de comunidad, es el ámbito privilegiado en el cual nuestro ser se despliega y se manifiesta, se ofrece a nuestro conocimiento y nos permite penetrar gradualmente en él. Y es en este contexto donde el camino de releer a Santa Teresa adquiere todo su sentido y su eficacia. Teresa es maestra en este arte, porque nos ha precedido en esta exploración del “castillo interior” y nos ha dejado un diario de su viaje, que es muy útil para quien quiera hacerlo después de ella. El hecho de estar comprometidos como familia en la relectura de los escritos de Teresa hace de estos años un kairós, un tiempo oportuno y providencial, para ir al corazón de nuestra vocación y reencontrar el sentido a este ir a lo más profundo e interno de nosotros mismos, sin lo cual no estamos bien fundamentados".

Documento final del Definitorio General Extraordinario OCD
(Ariccia, 5 – 12 septiembre 2011)

viernes, 9 de mayo de 2014

RETOMANDO LA LECTURA DE LA CONVERSIÓN DE TERESA...

Con la atención centrada en las celebraciones de Semana Santa y Pascua dejamos a un lado la reflexión que seguíamos en torno a la conversión de Teresa, leyendo detenidamente los capítulos 7, 8 y 9 del Libro de la Vida. Ya es hora de que retomemos el hilo, y como lo dejamos hace más de un mes, volvemos a traer aquel texto, ampliándolo un poco más...

"PERDIENDO LAS MERCEDES QUE EL SEÑOR ME HIZO"

Ya comentamos en una entrada anterior acerca del capítulo 7 del LIBRO DE LA VIDA de Teresa, en el que ella hace un balance crítico de muchos años, alrededor de un decenio, entre sus 25 y sus 35 años de edad. Teresa describe su situación, mencionando tres realidades de su vida que manifiestan que su vida transcurre básicamente hacia afuera, más en lo exterior que en lo interior:

1. Andar como los muchos: es decir, vivir haciendo simplemente lo que hace la mayoría.
2. Fingiendo cristiandad: conformándose con lo aparente, con el cumplimiento de preceptos exteriores.
3. Cuidando su buen nombre: lo que llama la santa, "la negra honra", que tuvieran buena opinión de ella.

Son tres tentaciones frecuentes para quien busca recorrer la senda espiritual, pero se queda en la práctica exterior religiosa, y no utiliza esta para adentrarse en la aventura del conocimiento propio y del descubrimiento del "castillo interior", en cuya morada más íntima habita Dios.
Teresa se aleja de la oración, deja de mirar hacia adentro, y por tanto rehuye la mirada de Dios. Prefiere seguir la corriente, hacer lo que hacen los otros, en este caso su numerosa comunidad religiosa, y renuncia a tomar en sus manos la propia vida. Así es más fácil, se corren menos riesgos, se está más cómodo.
Pero Dios sigue actuando en Teresa, no se cansa de trabajar y luchar por ella. Teresa alcanza a descubrir la pedagogía de Dios en una frase: "El Señor da siempre oportunidad, si queremos". Y luego, con otra frase, muestra la enorme gratuidad del Dios de su vida: "Con grandes regalos castigabas mis delitos".

Teresa destaca también la gran importancia de las amistades espirituales. No andar solos por este camino, sino buscar a otros y juntarse con ellos, para "hacerse espaldas".
Teresa defiende la absoluta necesidad de perseverar en el camino de la oración, más allá de nuestra conducta, y en ello radica la importancia de este capítulo en la biografía teresiana; capítulo para leer y meditar una y otra vez.

¿POR QUÉ NO DEBEMOS DEJAR LA ORACIÓN?
Teresa insiste en esto, una y otra vez, y recuerda: "Con la oración un día ofendía a Dios y tornaba otros a recogerme y apartarme más de la ocasión" (V. 7, 11). Y cuando aparecen "razones" para no hacerla, enfermedades y otros problemas de la vida cotidiana, Teresa dirá con acierto: 

"Y en la misma enfermedad y ocasiones es la verdadera oración, cuando es alma que ama, en ofrecer aquello y acordarse por quién lo pasa y conformarse con ello y mil cosas que se ofrecen. Aquí ejercita el amor; que no es por fuerza que ha de haberla cuando hay tiempo de soledad y lo demás no ser oración. Con un poquito de cuidado, grandes bienes se hallan en el tiempo que con trabajos el Señor nos quita el tiempo de la oración".
(Vida 7, 12)

lunes, 5 de mayo de 2014

PARA CAMINAR DE LA MANO DE TERESA...

Hoy recomiendo un libro de contenido teresiano. Su autor,  el P. Vicente de la Torre Andueza, carmelita descalzo de Venezuela, se acerca a las Moradas del Castillo Interior de Santa Teresa con una clave nueva: la mistagogía, o el arte de introducir y guiar en la experiencia de Dios. El libro nos ofrece muchos elementos para ayudarnos en nuestra experiencia de Dios y para guiar a los otros a esa misma experiencia.
Esta obra, así como otras que se presentan en esta colección “Claves”, tienen ese propósito general: ofrecer apoyos desde los místicos cristianos. Y el presente título quiere ser una especie de “guía” en ese camino de la experiencia de Dios, partiendo de uno de los testimonios más calificados de la mística universal: Teresa de Jesús.
 El libro tiene alrededor de 200 páginas.

viernes, 2 de mayo de 2014

ESCUCHANDO LA EXPERIENCIA...

 
  "Releyendo Teresa, nos damos cuenta inmediatamente de una diferencia macroscópica entre el modo de hablar y el que encontramos en sus escritos, como también es el caso de Teresa del Niño Jesús y el del mismo San Juan de la Cruz, aunque de forma diversa. De sus páginas brota, explícitamente o implícitamente, la experiencia vivida, las pequeñas o grandes cosas que han experimentado en su camino humano, espiritual o de vida religiosa; precisamente por esto lo que dicen es al mismo tiempo original y tiene autoridad. El Carmelo, se ha repetido mucho en estos años, privilegia la experiencia, la experiencia de Dios en la oración, y la experiencia del hombre en la vida fraterna. Pero en nuestros procesos decisionales, ¿cuánto nos hemos servido de la experiencia? ¿La ponemos al centro? ¿La estudiamos? ¿Nos preguntamos si la experiencia nos está enseñando algo? Cuando nos referimos a la realidad concreta de nuestras comunidades, lo hacemos a menudo o para expresar juicios morales sobre ellas o para proponer proyectos de futuro. Por decirlo en términos especulativos, tendemos a huir el ser en dirección al deber ser (ideal abstracto) o del poder ser (lo que podré hacer en un futuro más o menos remoto). Nos cuesta inclinarnos sobre la pobreza del presente para leer lo que revelan ciertas experiencias, más allá del hecho que nos gusten o no, que correspondan o no a nuestro modelo de vida o de comunidad carmelita-teresiana, que abran o cierren el futuro.

Este trabajo de hermenéutica desde abajo, de narración de nuestras historias de pecado y de salvación, es sin embargo, en mi opinión, la única posibilidad que tenemos de comprender adónde vamos o adónde nos gustaría ir de verdad, sopesando las fuerzas que nos empujan en otras direcciones. En una proyección de futuro que arranque de una lectura de la experiencia, incluyendo los errores y los fracasos, pues también conviene valorar éstos últimos, porque de ahí puede surgir una sabiduría para la vida que no se limite a hablar de la historia y del mundo, sino que los reconozca y nos enseñe a afrontarlos. ¿En qué nos estamos equivocando? ¿Por qué razón? Son preguntas fundamentales de todo grupo humano, y que no podemos ignorar a riesgo de perder de vista la verdad, y me refiero a la verdad real, pues la verdad en la historia no se alcanza sin un proceso continuo de verificación, de reconocimiento de los errores y de intentar corregirlos. El misterio pascual es, en cierto sentido, la revelación de cómo lo bueno y lo verdadero se dan cita en una historia marcada por el sufrimiento, el pecado y la muerte.

Creo que se puede aplicar a nuestra realidad lo que Santa Teresa dice de la persona individual, es decir, es preciso partir de un «conocimiento de sí mismo» sin el cual es ilusión aspirar a cualquier crecimiento espiritual. De hecho, sin esta humilde y atenta toma de conciencia de lo que realmente somos, corremos el riesgo de hacernos una idea errónea de nosotros mismos. Por ejemplo, en una circunscripción o en una comunidad se puede pensar que todos son lo suficientemente fuertes o válidos y por lo tanto no hay necesidad de ninguna ayuda ni de ningún cambio estructural, porque se limita a considerar los números y, con un pequeño esfuerzo de la voluntad, se consideran suficientes (pero ¿suficientes para qué? ¿para vivir o para sobrevivir?). O por el contrario, se podría pensar que no hay ninguna esperanza de cambio porque no se consigue individuar las partículas de novedad escondidas en un cierto desencanto, inquietud o a veces depresión. O en otras regiones, puede instalarse un sentimiento de satisfación porque hay a disposición una multitud de religiosos jóvenes, sin considerar realmente cuánto puede depender este fenómeno de factores externos a menudo variables o cuánto esto sea esencial para dar a los jóvenes una formación sólida, capaz de transmitir nuestra identidad, si queremos que en el futuro continúe a existir un Carmelo implantado de forma estable. De estos errores de perspectiva, a menudo racionalizados y canonizados con argumentos sociológicos o teológicos, hago (y hacemos) continuamente experiencia, tanto entre los frailes, como entre las monjas, y es uno de los datos que han brotado de la experiencia más importante que quisiera poner sobre la mesa para nuestra reflexión, esta dificultad de «ir a las cosas mismas», como decía el maestro de Edith Stein, Edmund Husserl.

INFORME «DE STATU ORDINIS»
Definitorio General Extraordinario
Ariccia, 5-12 septiembre 2011

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...