"Algunas veces nos pone el
demonio deseos grandes porque no echemos mano de lo que tenemos a mano para
servir a nuestro Señor en cosas posibles y quedemos contentos con haber deseado
las imposibles. Pensando que con nuestra oración muchos se aprovechan, no
quieran aprovechar a todo el mundo, sino a los que están en vuestra compañía, y
así será mayor la obra. No hagamos torres sin fundamento, que el Señor no mira
tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen".
(Moradas)