"¿Cuáles son, de hecho, nuestros problemas más graves? No es la falta de vocaciones ni el envejecimiento o la falta de personal, que en gran medida no depende inmediatamente de nosotros. Mas grave es, sin duda, la pobreza de la formación ofrecida tanto el nivel de la formación inicial como en la permanente. Aunque también esta carencia es un efecto antes de ser una causa. Del mismo modo, la escasa creatividad y la falta de espíritu emprendedor (por no decir pereza) en el campo misionero y pastoral, lo que provoca un empobrecimiento en la animación y en la transmisión de nuestro carisma, es consecuencia de un cansancio a la hora de vivir nuestra vida de religiosos. El problema más grave, como decíamos, es la infelicidad, el no vivir con alegría y convicción nuestra vocación en el Carmelo teresiano, el hecho de no vibrar por los valores y las experiencias que han encendido los corazones de Santa Teresa y de Juan de la Cruz y de todos nuestros santos y de todos los frailes y monjas carmelitas que han dado testimonio de la belleza de vivir en el Carmelo".
"Creemos que el primero e insustituible paso hacia una verdadera renovación de nuestra vida sea “andar en verdad”, sobre ella, sin miedo y sin moralismos. Debemos aprender a mirar a la cara la realidad, lo que somos actualmente, no lo que fuimos o lo que decimos o tendríamos el deseo de ser. ¿Cuál es nuestra consistencia humana y espiritual como personas y como comunidades? ¿En qué dirección nos estamos moviendo y qué futuro nos espera si seguimos así? ¿Qué correcciones queremos y podemos, siendo realistas, hacer a nuestra ruta? En esta verdad humildemente reconocida y constantemente aceptada puede actuar, para sanarla y liberarla, el amor de Dios y su gracia, para la cual son, sin embargo un obstáculo, la presunción y la superficialidad, la pereza y el desánimo.
No eludamos el hecho de que la madurez del “propio conocimiento” pueda ser alcanzada sin un laborioso “cuidado de nosotros mismos”, al cual debemos dedicar tiempo y energía. Aquello que aparentemente no da fruto, la oración y la cotidiana vida de comunidad, es el ámbito privilegiado en el cual nuestro ser se despliega y se manifiesta, se ofrece a nuestro conocimiento y nos permite penetrar gradualmente en él. Y es en este contexto donde el camino de releer a Santa Teresa adquiere todo su sentido y su eficacia. Teresa es maestra en este arte, porque nos ha precedido en esta exploración del “castillo interior” y nos ha dejado un diario de su viaje, que es muy útil para quien quiera hacerlo después de ella. El hecho de estar comprometidos como familia en la relectura de los escritos de Teresa hace de estos años un kairós, un tiempo oportuno y providencial, para ir al corazón de nuestra vocación y reencontrar el sentido a este ir a lo más profundo e interno de nosotros mismos, sin lo cual no estamos bien fundamentados".
Documento final del Definitorio General Extraordinario OCD
(Ariccia, 5 – 12 septiembre 2011)