“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser
peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su
vida y de su obra. Ella entendió su vida como camino de perfección por el que
Dios conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y, al mismo tiempo, lo
pone en marcha hacia los hombres. ¿Por qué caminos quiere llevarnos el Señor
tras las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera recordar cuatro que me
hacen mucho bien: el camino de la alegría, de la oración, de la fraternidad
y del propio tiempo.”
“Teresa de Jesús invita a sus monjas a «andar alegres sirviendo» (Camino
18,5). La verdadera santidad es alegría, porque "un santo triste es un
triste santo". Los santos, antes que héroes esforzados, son fruto de la
gracia de Dios a los hombres. Cada santo nos manifiesta un rasgo del
multiforme rostro de Dios. En santa Teresa contemplamos al Dios que, siendo
«soberana Majestad, eterna Sabiduría» (Poesía 2), se revela cercano y
compañero, que tiene sus delicias en conversar con los hombres: Dios se alegra
con nosotros. Y, de sentir su amor, le nacía a la Santa una alegría contagiosa
que no podía disimular y que transmitía a su alrededor. Esta alegría es un
camino que hay que andar toda la vida. No es instantánea, superficial,
bullanguera. Hay que procurarla ya «a los principios» (Vida 13,l). Expresa el
gozo interior del alma, es humilde y «modesta» (cf. Fundaciones 12,l). No se
alcanza por el atajo fácil que evita la renuncia, el sufrimiento o la cruz,
sino que se encuentra padeciendo trabajos y dolores (cf. Vida 6,2; 30,8),
mirando al Crucificado y buscando al Resucitado (cf. Camino 26,4). De ahí que
la alegría de santa Teresa no sea egoísta ni autorreferencial. Como la del
cielo, consiste en «alegrarse que se alegren todos» (Camino 30,5),
poniéndose al servicio de los demás con amor desinteresado. Al igual que a uno
de sus monasterios en dificultades, la Santa nos dice también hoy a nosotros,
especialmente a los jóvenes: «¡No dejen de andar alegres!» (Carta 284,4). ¡El
Evangelio no es una bolsa de plomo que se arrastra pesadamente, sino una fuente
de gozo que llena de Dios el corazón y lo impulsa a servir a los hermanos!”
“La Santa transitó también el camino de la oración, que definió
bellamente como un «tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien
sabernos nos ama» (Vida 8,5). Cuando los tiempos son "recios", son
necesarios «amigos fuertes de Dios» para sostener a los flojos (Vida 15,5).
Rezar no es una forma de huir, tampoco de meterse en una burbuja, ni de
aislarse, sino de avanzar en una amistad que tanto más crece cuanto más se
trata al Señor, «amigo verdadero» y «compañero» fiel de viaje, con quien «todo
se puede sufrir», pues siempre «ayuda, da esfuerzo y nunca falta» (Vida 22,6).
Para orar «no está la cosa en pensar mucho sino en amar mucho» (Moradas IV,1,7),
en volver los ojos para mirar a quien no deja de mirarnos amorosamente y
sufrirnos pacientemente (cf. Camino 26,3-4). Por muchos caminos puede Dios
conducir las almas hacia sí, pero la oración es el «camino seguro» (Vida 213).
Dejarla es perderse (cf. Vida 19,6). Estos consejos de la Santa son de perenne
actualidad. ¡Vayan adelante, pues, por el camino de la oración, con
determinación, sin detenerse, hasta el fin! …”
“La santa escritora y maestra de oración fue al mismo tiempo fundadora y
misionera por los caminos de España. Su experiencia mística no la separo
del mundo ni de las preocupaciones de la gente. Al contrario, le dio nuevo
impulso y coraje para la acción y los deberes de cada día, porque también «entre
los pucheros anda el Señor» (Fundaciones 5,8). Ella vivió las dificultades
de su tiempo -tan complicado- sin ceder a la tentación del lamento amargo, sino
más bien aceptándolas en la fe como una oportunidad para dar un paso más en el
camino. Y es que, «para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve,
siempre es tiempo» (Fundaciones 4,6). Hoy Teresa nos dice: Reza más para
comprender bien lo que pasa a tu alrededor y así actuar mejor. La oración vence
el pesimismo y genera buenas iniciativas (cf. Moradas VII, 4,6). ¡Éste es el
realismo teresiano, que exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de
ensueños, el realismo del amor humilde frente a un ascetismo afanoso! Algunas
veces la Santa abrevia sus sabrosas cartas diciendo: «Estamos de camino» (Carta
469,7.9), como expresión de la urgencia por continuar hasta el fin con la tarea
comenzada. Cuando arde el mundo, no se puede perder el tiempo en negocios de
poca importancia. ¡Ojalá contagie a todos esta santa prisa por salir a
recorrer los caminos de nuestro propio tiempo, con el Evangelio en la mano y el
Espíritu en el corazón!”
«¡Ya es tiempo de caminar! » (Ana de San Bartolomé, Últimas acciones de la
vida de santa Teresa). Estas palabras de santa Teresa de Ávila a punto de morir
son la síntesis de su vida y se convierten para nosotros… en una preciosa
herencia a conservar y enriquecer”
“..a todos les digo: ¡Ya es tiempo de caminar, andando por los caminos de
la alegría, de la oración, de la fraternidad, del tiempo vivido como gracia!
Recorramos los caminos de la vida de la mano de santa Teresa. Sus huellas nos
conducen siempre a Jesús.”…
FRANCISCO
Mensaje para el inicio del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa, carta al Obispo de Ávila.
octubre 2014