miércoles, 27 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (12): ¿REZAR ES ORAR?

Como hemos visto en los capítulos anteriores, Teresa participa de una polémica muy presente en su tiempo: el de la contraposición entre oración vocal (para el pueblo llano, para mujeres) y la oración mental (siempre bajo sospecha). Y ahora, en el capítulo 24 y siguiente sigue hablando de oración interior como peldaño previo a la contemplación, ante un grupo de lectoras contemplativas, y torna a la oración "rezada": cómo rezar oración vocal con perfección, anuncia el título. Y ella marcará pauta desde el comienzo al defender que la oración vocal y la mental han de ir unidas, que no hay oración vocal sin contenido mental y que los rezos básicos del cristiano (Padrenuestro Avemaría, Credo...) son un excelente peldaño en la escala de la oración y en su aprendizaje. 

Una pregunta¿Basta con decir las palabras para que sea oración? Sabemos que el rezo maquinal, apurado, producto de la costumbre, y realizado con sólo pronunciar palabras, no tiene nada que ver con "tratar de amistad", y por tanto no es ni puede llamarse oración. Ya lo dijo antes, recordemos, en este mismo libro (22,1, y 22,8). Pero Teresa sabe que el asunto no es tan elemental, porque se topa con las polémicas de su tiempo, y con la experiencia de sus lectoras. 

 Las religiosas hacen a diario una oración litúrgica en latín, con grandes dificultades para leer y rezar, para descifrar abreviaturas y los caracteres góticos de los libros corales. Ellas no entienden lo que leen, y por tanto: ¿Están o no están haciendo oración? Los letrados de turno le aseguran a Teresa que sí, que eso basta, que es suficiente la recitación en el coro, aun cuando no entiendan lo que dicen, y que la Iglesia suple, pues es oración en común con toda la Iglesia. Ella no quiere entrar en la polémica, y dirá que no se entromete en ese asunto, pero que ella aconseja no contentarse con eso


La otra cuestión es que realmente hay personas, y ella ha conocido algunas, que no pueden recogerse ni orar con el entendimiento (mentalmente), o que han interiorizado los prejuicios existentes sobre ese tipo de oración; también en los momentos de cansancio se hace difícil entender, o también otros de total impotencia para orar interiormente. Incluso, ya lo dijo antes, Dios tiene muchos caminos, y por ello pueden llegar personas así a sus comunidades. En esos casos: ¿Hay o no hay verdadera oración?

¿Qué consejos dará Teresa para superar ese problema?

Primero, una consigna fundamental: jamás contentarse con una oración de solo palabras; no rezar "por costumbre", maquinalmente. Lo dirá luego en MORADAS (I, 1.7)

Segundo: Más allá del contenido de la oración, prestar y avivar la atención al Otro, al destinatario mismo de la oración. Dirá: "Cuando digo Credo, razón será que entienda y sepa lo que creo; y cuando digo Padre nuestro, amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó esta oración". Alternancia de razón y amor, para entender qué y a quien hablamos. 

 Detrás de nuestro oración siempre está Cristo: él es maestro orante en cada cristiano que ora, nunca está lejos cuando oramos; es evidente el sentido personalista y relacional de la oración teresiana. Entre el orante y Jesús has de haber un flujo intermitente. La oración que propone Teresa es básicamente cristocéntrica. 

Un tercer consejo de Teresa, condensado en una sencilla frase: "a solas".  Que tampoco en la oración vocal falte esa dimensión religiosa de la relación personal con Cristo o con Dios. Es una soledad en compañía, porque estamos "a solas, pero con Él". 

Finalmente, un cuarto consejo: Todo eso hay que trabajarlo, es decir, implica una seria tarea de autoeducación, disciplina interior, autodominio, esfuerzo propio. 

Para todo lo anterior hay una excepción: hay tiempos y situaciones de absoluta incapacidad parea orar, embotamientos del espíritu en los que la mente se niega a seguir, acoger o refrendar las palabras rezadas con los labios. Desde su propia experiencia, aconseja: en ese caso, no se empeñe y espere tiempos mejores. (Podemos leer Vida 30, nn. 11,15,16,18....; Relación 1, 16). No se trata de abandonar la oración, eso nunca, sino de hacerla como se pueda, hasta que cambien las cosas y estemos mejor dispuestos. 

El Capítulo que sigue, el 25, complementa lo que hemos leído en este: Teresa no ve la oración vocal como algo desdeñable frente a la mental; cuando se hace bien, tal y como ella aconseja, esa oración vocal es una suave palanca elevadora que pone al orante a tiro de contemplación

Es como una cadena formada por tres anillos: una cosa es orar rezando, otra es "oración mental", y otra muy diversa "contemplación perfecta". En realidad no hay oración rezada, que sea verdadera, que sea solo de palabras; que la oración mental es saber qué y con quién hablamos, y contemplación perfecta es algo que está más allá de todo eso, es don del Señor, que no se puede merecer ni con todos los trabajos. Los tres anillos están engarzados uno con el otro; la contemplación perfecta puede brotar y florecer de la oración rezada. 

(Resumen realizado a partir de texto del P. Tomás Álvarez, ocd)

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...