lunes, 11 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (8): BIENAVENTURANZA Y CRUZ DEL CONTEMPLATIVO

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Demos un paso más en la lectura de CAMINO, ahora  repasando los capítulos del 16 al 18, que conforman una especie de preámbulo, antes de entrar directamente en los temas oracionales. Teresa, ya lo hemos dicho, revisa varias veces lo que escribe, ya sea por sugerencia de los teólogos censores o por su propia cuenta.  Ahora comienza a escribir esta parte, utilizando una comparación singular: el juego de ajedrez, y así escribe: "Voy entablando el juego"; saber "mover las piezas"; "Quien no sabe dar jaque, no sabrá dar mate"; y aquí jugamos a "dar mate a este Rey divino". Con su imaginación, Teresa pone su conocimiento del juego en función del combate ascético del Carmelo. 

Lo presenta así: el tablero y el juego son la vida.  Los jugadores, ella y Dios. Las piezas y los movimientos, las virtudes de ella y la táctica secreta de él. Interesan sobre todo dos piezas: la dama (Teresa) y el Rey; pero en la visión teresiana, la Dama es la humildad, y el Rey del otro color, es el amor. Para Teresa, importa el objetivo: vencer, dar jaque mate a Dios, algo sumamente atrevido a primera vista.  Pero resulta que a Dios se le rinde sólo cuando uno se rinde a él. Y eso es "humildad". Se le da jaque mate con la humildad. Deberá entonces Teresa seguir explicando la jugada del Rey, la del amor, pero aquí surge lo inesperado.... Teresa destruye lo escrito, arranca las páginas de su cuaderno, y  empieza de nuevo a escribir. 

Las posibles razones: que el censor del texto teresiano no viese correcto hablar de juego en un libro espiritual, tanto más cuando algún moralista de la época declaraba el juego de ajedrez absolutamente inconciliable con la vocación religiosa y clerical. Otra razón de más peso es que Teresa sigue una línea doctrinal que luego se le viene abajo, porque comprende, desde su propia experiencia, que no puede condicionar nadie el deseo de dar de Dios, y que la relación entre Dios y el alma es mucho más compleja que el juego de ajedrez

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No quise dejar de aprovechar esa página teresiana casi perdida (Ver: capítulo 24, de la primera redacción de Camino), pero ahora vayamos a la redacción definitiva, y presentemos una especie de resumen de los tres capítulos mencionados antes (16, 17 y 18), partiendo de sus títulos de los capítulos, y ello nos ayudará a tener una mirada general sobre los asuntos que quiere proponer la Santa: 

Capítulo 16: Comienza aquí a hablar Teresa del camino para llegar a la contemplación, y de la diferencia entre los contemplativos y los que se contentan con tener oración mental. También del cómo es posible que Dios regale la contemplación a algunos que no están dispuestos todavía, ni siquiera en virtudes. Teresa no modifica su posición respecto a la humildad y las virtudes en la vida de oración, pero sí amplía las posibilidades del amor, sobre todo del amor de Dios. Teresa misma a experimentado la largueza de la misericordia de Dios, y descubrirá en su camino que los dones de Dios son de una gratuidad incondicional.  

Capítulo 17: Presenta entonces, luego de la tesis del capítulo anterior, una paradoja: que aun cuando Dios puede dar contemplación perfecta a cualquiera si es su deseo, no todas los que han dedicado su vida a la oración son llamados a la contemplación, y que el verdadero humilde ha de ir contento por el camino que le lleve Dios. Es un viejo problema al que Teresa da vueltas desde el principio: ¿Por qué Dios no se da a todos los que se le entregan de la misma manera? Ella entiende que es cosa de Dios regalar sus dones, y que lo nuestro es disponernos: en la oración, en el amor, en la vida.

Capítulo 18: Dice que no piensen que los contemplativos viven solo de visiones y regalos espirituales, sino que han de sufrir muchos más contratiempos que los activos, y que esos sufrimientos  son de mucha consolación para ellos. Pero también, ya desde el anterior, reivindica el valor del servicio, si es voluntad de Dios. Cuando Dios introduce a alguien en las altas cimas de la contemplación, lo primero que hace es darle fuerzas, porque luego va a darles cruz (Tabor y Calvario, bienaventuranza y cruz). 

Teresa ha querido ya empezar a hablar de oración, de las diversas formas de oración, pero como suele sucederle, se "divierte", se distrae, volviendo a insistir en aspectos previos que considera muy importantes para entender este camino. 

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Enumeremos lo más importante:

1. La necesidad de virtudes grandes para poder adentrarse con frutos y verdad en el camino de la oración y contemplación ("Digo que no vendrá el Rey de la gloria a nuestra alma, si no nos esforzamos a ganar las virtudes grandes").

2. Que Dios puede dar a un alma "distraída"contemplación perfecta, para ayudarla a salir de su  mal estado. Teresa procura conciliar dos tesis: Que cuanto nos damos, más se nos da Dios, pero a la vez, incluso a quien no se da, Dios se entrega. De los primeros, dice, que el Señor "siéntalos a su mesa, dales de lo que come hasta quitar el bocado de la boca para dársele". 

3. No justificar nuestra falta de ánimo y constancia en el camino, diciendo: No somos ángeles, no somos santos. Es importante tener humildad, al mismo tiempo que una santa osadía, y Dios no rechaza a quien se entrega de ese modo al combate de la fe. 

4.Que no todos son para contemplación, incluso si llevan vida de oración, y que lo importante es disponerse para lo que mande el Señor; la contemplación no es necesaria para la salvación, y perseverar en el camino interior. 

5. Lo seguro es la humildad, la mortificación y el desasimiento, y son tan necesarias Marta como María para la obra de Dios. En los tres capítulos resalta el valor incalculable del servicio fraterno, pues sirviendo no se deja de alcanzar la perfección. 

6. Los contemplativos han de sufrir muchos trabajos; son como el que durante la guerra lleva la bandera, que parece no hace nada, pero si esta cae, se acaba todo. Importa ser obedientes en hacer lo que Dios pide y tener virtudes, que las experiencias místicas extraordinarias son cosa incierta, y puede por ahí engañarnos el demonio

7. Por tanto, buscar virtudes y perseverar en la oración, y toca hacerlo con paz y confianza, dejando en las manos de Dios que nos haga llegar hasta las cimas de la contemplación. No porque todos no podamos ser contemplativos, vamos a dedicar menos esfuerzo a la oración, ni tampoco sentir que el servicio fraterno vale menos y retarda la perfección mística. Lo dirá Teresa luego en Moradas: Marta y María siempre juntas.

(Ideas tomadas de los comentarios de Tomás Alvarez, ocd)

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...