Hace casi diez años me leí integramente el libro del "Castillo interior" o "Las Moradas",
de Santa Teresa de Jesús. Antes me había parecido denso y poco
motivador, pero en ese momento, animado por el estudio que hacía de las
obras de mi santa fundadora, me entusiasmé y adentré en las páginas de
esta obra. Me pareció genial. Llena de intuiciones, espirituales y al
mismo tiempo muy humanas. Aunque para el novato su lenguaje pueda
parecer enrevesado por arcaico, quien se acostumbra a su lectura acaba
inevitablemente disfrutando de sus giros, de su coloquialidad, de su
humor y frescura. Teresa suena más moderna que muchos escritores más
recientes.
Y yo aprovecho y aconsejo aquí y ahora, la lectura de los libros de TERESA DE JESÚS.
Es una mujer extraordinaria, que en su tiempo defendió a capa y espada
su vocación de orante, de renovadora y de escritora además.
Teresa
en este libro del que les hablo nos muestra al ser humano en toda su
grandeza, habla de su vocación eterna, de la llamada interior, y utiliza
el símbolo del castillo para describirnos un itinerario, el suyo
propio, puesto a disposición de sus lectores, para animarles a recorrer
el propio camino hacia Dios y la verdad propia. Cuando ella habla de
alma y de castillo, está hablando del hombre en cuanto ser humano
(hombre y mujer); su libro comienza hablando acerca de nuestra dignidad
humana. Nada más parecido a Dios que el hombre; no está hecho sólo a su
imagen y semejanza, sino que es capáz de contener a Dios. Y lo dice así:el alma del hombre es como un castillo "todo de diamante y muy claro cristal".
(Manuel Enrique Valls, ocd. 2008)