"Cayendo el alma en la cuenta de lo
que está obligada a hacer, viendo que la vida es breve (Job
14, 5), la senda de la vida eterna estrecha (Mt. 7, 14), que el
justo apenas se salva (1 Pe. 4, 18), que las cosas del mundo son vanas y
engañosas, que todo se acaba y falta como el agua que corre (2 Re. 14, 14), el tiempo incierto, la cuenta estrecha, la perdición muy
fácil, la salvación muy dificultosa; conociendo, por otra parte, la gran
deuda que a Dios debe en haberle criado solamente para sí, por
lo cual le debe el servicio de toda su vida, y en haberla redimido
solamente por sí mismo, por lo cual le debe todo el resto y
respondencia del amor de su voluntad, y otros mil beneficios en que se conoce
obligada a Dios desde antes
que naciese...".
San Juan de la Cruz