Acerca de las devociones
populares a imágenes de uno u otro tipo escribió hace siglos San Juan de
la Cruz con una claridad increíble; siempre digo que si yo dijese estas
cosas hoy, de esa manera, no faltaría quien me llamase “hereje” o
“protestante”. Pero es un maestro católico, “doctor de la Iglesia”,
quien escribe estas cosas en su libro “Subida al Monte Carmelo”. Esta es
una primera muestra:
“Mucho había de decir de la rudeza que muchas personas tienen acerca de las imágenes; porque llega la bobería a tanto, que algunas ponen más confianza en unas imágenes que en otras, entendiendo que les oirá Dios más por esta que por aquella, representando ambas la misma cosa, como dos de Cristo o dos de nuestra Señora. Y esto es porque tienen más afición a la una hechura que a la otra, en lo cual va envuelta gran rudeza acerca del trato con Dios y culto y honra que se le debe, el cual sólo mira a la fe y pureza de corazón del que ora”.
“Porque el hacer Dios a veces más mercedes por medio de una imagen que de otra de aquel mismo género no es porque haya más en una que en otra para ese efecto, aunque en la hechura tenga mucha diferencia, sino porque las personas despiertan más su devoción por medio de una que de otra; que si la misma devoción tuviesen por la una que por la otra, y aun sin la una y sin la otra, las mismas mercedes recibirían de Dios”.
(“No
hace Dios los milagros por la imagen, pues en sí no es más que pintura,
sino por la devoción y fe que se tiene con el santo que representa”).