Llegamos a las canciones 10, 11 y 12 del CÁNTICO: "El Amado está haciéndose presente por sus "toques divinos" en las entrañas del creyente, hasta el punto de sentir éste cómo se está engendrando nueva vida dentro de él". Hemos visto que en la dinámica de la búsqueda hay una progresión de amor, y ese amor está hecho de anhelo, deseo, nostalgia del Amado.
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos;
y véante mis ojos, pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.
Características o propiedades de este amor:1. Que en todas las cosas tiene presente al Amado (que es su salud); 2. Todo lo demás le parece poco si lo compara con el Amado (pierde el gusto); 3.A causa de esto, sin él, todo termina por producirle disgusto, enojos.(le son molestas). Dice el comentario que "el alma, en este término de amor, está como un enfermo". En el #2 de esta canción, al final, un texto que seguro nos llama la atención, y que responde, como en veces anteriores, al contexto particular de San Juan de las Cruz: nunca creo escuchamos a Jesús decir que la gente le estorbara para ir a Dios, aunque necesitara momentos de soledad y apartamiento.
Aquí ya el Amado se ha convertido en el centro de la vida, y por ello se atreve el buscador a usar palabras audaces: ""Véante mis ojos, pues eres lumbre de ellos". Le dice: Tú eres la luz de mis ojos; sólo tengo ojos para Ti. "Dios es lumbre sobrenatural de los ojos del alma, sin la cual está en tinieblas". Nada que ver con una fidelidad que se apoye en el miedo o en imperativos morales. Hacer la voluntad de Dios, vivir para Él, ya no significa mero sometimiento a una instancia trascendente, sino puro amor de alianza. ¿Pudo imaginar el ser humano que su vínculo con lo Divino sería de este modo? Es el conocido símbolo del "matrimonio espiritual", difícil de expresar con lenguaje humano, incluso a veces doloroso de sentir, por lo que provoca el éxtasis (salir de sí).
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
No puede el Amado resistirse a los requiebros del amante, es sensible a su pena, y de alguna manera le visita, mostrándole algo de la vida divina, asomos. De ahí la fuerza con que se expresa en esta canción el deseo de Dios: "Máteme tu vista y hermosura".
El comentario refiere a tres maneras de presencia: esencial, por gracia y por afección espiritual. En el primer caso, está Dios presente en todos, buenos y malos, y en las demás creaturas. En la segunda, está Dios con agrado en el alma que le busca, puede perderse por el pecado mortal, y nunca está segura de tenerla. La tercera, es regalo de Dios para deleitar, recrear y alegrar al alma. Dios está presente siempre de alguna manera, aunque esa presencia es encubierta, pero puede en algunos momentos comunicarle al alma "ciertos visos entreoscuros de su divina hermosura".
De muchos modos conocemos a Dios con nuestras facultades humanas, pero aquí se habla de encuentro de amor, que según la transformación espiritual que se va gestando, tendrá diversos modos. El encuentro pleno y definitivo se dará cuando pasemos de la vida temporal a la vida eterna, pero para aquel que está EN CAMINO y vive en el AMOR, habrán muchos momentos de muerte y resurrección que anticipan lo definitivo: la presencia y la figura, el cara a cara con Dios.
Acerca de la muerte, afirma: "No le puede ser al alma que ama amarga la muerte, pues en ella halla todas sus dulzuras y deleites de amor. No le puede ser triste su memoria, pues en ella halla junta la alegría; ni le puede ser pesada y penosa, pues es el remate de todas sus pesadumbres y penas y principio de todo su bien. La Tiene por amiga y esposa, y con su memoria se goza como en el día de su desposorio y bodas, y más desea aquel día y aquella hora en que ha de venir su muerte que los reyes de la tierra desearon los reinos y principados".
Fijémonos en otros dos textos del comentario de esta canción; el primero es este: "Pero el alma que ama a Dios, más vive en la otra vida que en ésta; porque más vive el alma adonde ama que donde anima, y así tiene en poco esta vida temporal". Y luego este, que es un precioso resumen de todo lo dicho, explicando la razón por la cual la dolencia de amor no se cura sino "con la presencia y la figura":
"La razón es porque la salud del alma es el amor de Dios, y así, cuando no tiene cumplido amor, no tiene cumplida salud y por eso está enferma, porque la enfermedad no es otra cosa sino falta de salud. De manera que, cuando ningún grado de amor tiene el alma, está muerta; mas, cuando tiene algún grado de amor de Dios, por mínimo que sea, ya está viva, pero está muy debilitada y enferma por el poco amor que tiene; pero, cuanto más amor se le fuere aumentando, más salud tendrá y, cuando tuviere perfecto amor, será su salud cumplida".
Y llegamos entonces a la CANCIÓN 12: Ahora es el momento de la FE, que ha acompañado al amor creciente desde el inicio, pero que ahora debe tomar ella las riendas, llevando al amor por sendas de oscuridad y ocultamiento, para alcanzar una nueva sabiduría
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
El camino será largo, pues se trata de hacerse al modo de amar de Dios; quedan muchas etapas de ambigüedad entre las operaciones humanas y las del Espíritu Santo. Si en cada una de ellas el amor se vuelve a la fe y se deja guiar por esta, será enseñado directamente por Dios mismo.
Le llama la Esposa "cristalina" a la fe por dos cosas: porque es de Cristo, su Esposo, y porque tiene las propiedades del cristal: pura, fuerte y clara. Y le llama "fuente", porque de ella le manan al alma todos los bienes espirituales.
La fe es la fuente de toda la vida cristiana y sólo en fe es posible ver los ojos del Amado; el alma sigue clamando por la presencia directa, pero en esta vida, esa presencia no dejará de ser paradójica (El "ya, pero todavía no"). Dios se nos da, pero en fe; la experiencia es real, pero sólo en la eternidad, en lo definitivo, percibiremos plenamente lo dado.
El camino del hombre, homo viator (ser en camino, en proceso), está hecho de fe, esperanza y amor, que en el poema aparecen simbolizados por la esposa y su anhelo amoroso de unión y plenitud.
"Apártalos, Amado, que voy de vuelo"