"Por haberse, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz en general, pues V. R. así lo ha querido. Y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor dejarlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar. Y así, aunque en alguna manera se declaran, no hay para qué atarse a la declaración; porque la sabiduría mística (la cual es por amor, de que las presentes canciones tratan) no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y afición en el alma...".
San Juan de la Cruz
Cántico B, prólogo 2
Ya lo dice el santo: el poema contiene ya los dichos de sabiduría mística en toda su anchura; comentarlos es abreviarlos, empobrecerlos. Así parece el santo desacreditar su propia obra de comentador: lo que dirá allí no corresponde a la realidad, es un fracaso previsto. No obstante, y aunque el comentario no es ni sombra del poema, nos acercamos a él con la certeza de que algo nos alumbrará Juan de la Cruz con sus reflexiones, que mucho de su propia experiencia espiritual tendrán.
"La primera estrofa: A dónde te escondiste, la canta un alma llena de heridas místicas, pidiendo gloria a las claras, según el comentarista. Pero cada uno de nosotros siente que, repitiéndola desde las ansias más pobres y turbias de la propia existencia (sin llagas místicas), la canción expresa con total fidelidad lo que pensamos, sentimos, anhelamos. Como si la hubiera compuesto para la situación personal de cada uno" (Federico Ruiz).