Y esto, por qué? Por que en las relaciones fraternas sale de todo: emerge lo mejor de nosotros, pero también lo peor. A través de las relaciones comunitarias se pone en evidencia la veracidad o falsedad de nuestra vocación religiosa. Resulta muy difícil, cuando no engañoso, saber si un hermano busca sinceramente a Dios por el mero hecho de que comunique que tiene éxtasis o que conoce a Dios, o porque sea muy observante. La clave del discernimiento para ver si un hermano busca sinceramente a Dios, para ver la autenticidad de su vocación, si no es el único, va a ser su capacidad para crear una vida fraterna evangélica.
La vida fraterna en comunidad es un regalo del Señor, un milagro que solo es posible cuando somos capaces de mirar a los hermanos con el corazón del mismo Dios. Cuando uno tiene el corazón de Dios, ve las cosas según Dios, tal como las ve Dios mismo, con luminosidad, bondad, benevolencia, tolerancia, misericordia... Cuando uno tiene el corazón de Dios es cuando consigue ver desde su verdad genuina y auténtica, ve la la verdad de las cosas, tiene la visión de los hijos de Dios. Es urgente en nuestra vida, si queremos conocer al Dios de la Misericordia, que dejemos de quejarnos, que dejemos de enchufar siempre la responsabilidad a los demás, que abandonemos esa posición vital viciada de hacerlo depender todo de afuera.
En el fondo es la actitud del ciego que está ofuscado por el orgullo y la altanería. Por lo tanto, es hora de hacernos cargo de nuestras propias vidas, de responsabilizarnos, de abandonarnos a la misericordia de Dios para ser agentes constructivos y transformadores de la realidad. Y esto solo es posible cuando se hace la luz en el propio corazón para verlo todo iluminado".
Carlos Gutiérrez Cuartango
"La misericordia en la escuela de la caridad"