lunes, 9 de marzo de 2020

TERESA DE JESÙS: CUANDO DIOS HABLA AL ALMA

Retomemos la lectura del LIBRO DE LA VIDA de Teresa de Jesùs, siguiendo  con el capìtulo 25, en el que ella trata de explicar en què consisten "estas hablas que hace Dios al alma"; es un capìtulo bien largo, con 22 nùmeros. Se trata de las "palabras interiores" de origen mìstico que Teresa empieza a recibir y de su discernimiento; recordemos que en el capìtulo previo ella nos ha narrado su primera experiencia en este sentido, cuando le dice Jesùs: "Ya no quiero que tengas conversaciòn con hombres, sino con àngeles" (5). Palabra  decisiva, pero misteriosa, y esta experiencia se va va volviendo frecuente; son palabras muy formadas, que no se oyen con los oìdos corporales, pero se entienden con claridad, y no se pueden dejar de oìr (1). Es un hecho que se sale de lo  normal y habitual, y por eso Teresa lo declara a su interlocutor, exponièndolo en dos tiempos:

Del nùmero 1 al 14 aclara la naturaleza de estas hablas y còmo discernirlas, y luego del 14 al 22 refiere un episodio dramàtico de su vida personal. Este es el esquema de todo el capìtulo:

1. Nùmero 1: Explica còmo es este hablar que Dios hace al alma.
2. En el nùmero 2 y siguientes: Ofrece criterios de discernimiento de diversa ìndole, a saber:
3. Del nùmero 3 al 9: criterios psicològicos, para discernir anomalìas del propio espìritu.
4. Del nùmero 10 al 14: criterios teològicos, para discernirlo de posibles intervenciones diabòlicas.
5. Del nùmero 14 al 22: Nos confronta con el drama que ella misma vive, posiblemente entre 1557 y 1559 (42/44 años de edad). 

Entremos en materia: Primero, Teresa se ve ante una experiencia novedosa y excepcional, y necesita discernir dos cosas: si es  una anomalìa de su propia psiquis y si hay injerencia del demonio en esas hablas. Lo anterior, teniendo en cuenta el contexto en que vive Teresa: existencias de casos turbios de alumbrados y pseudomìsticos, presencia recelosa de lo inquisiciòn y mentalidad truculenta de sus asesores, obsesionados con el fantasma de las intervenciones diabòlicas  en el espìritu humano

Dos puntos de discernimiento:

1. En el primer caso, el psicològico, el discernimiento viene por la fuerza operativa de esas palabras mìsticas: "Son palabras y obras". Es decir, que enseguida disponen al alma, la habilitan y enternecen y dan luz y regalan y traen paz... Eso no ocurre en las anomalìas psìquicas.

2. En el segundo caso, el teològico, frente a injerencias del mal espìritu, Teresa invita a reconocer el bien y el mal, la verdad y la mentira. Cuando es demonio, los efectos son malos, inquietan, afligen... y ademàs, el criterio absoluto està en la sintonìa o conformidad con el sentir de la Iglesia y la Sagrada Escritura

Asì Teresa advierte que puede engañar mucho el demonio, y por eso es menester "ir siempre con aviso, y tener maestro que sea letrado y no le callar nada y con esto ningùn daño puede venir". 

Luego, de la exposiciòn teòrica, pasa Teresa a narrar con emociòn su propia experiencia. Parecerìa que tras su encuentro con Francisco de Borja y la cercanìa de un buen confesor ya todas las dudas respecto a su espìritu estaban superadas, pero no resultò asì. Su confesor enfermò, vino otro màs joven, y volviò Teresa a verse cuestionada. Asì lo narra en los siguientes nùmeros: tras consultar con varios letrados, "dìjome mi confesor que todos se determinaban en que era demonio, que no comulgase tan a menudo y que procurase distraerme de suerte que no tuviese soledad". Tras dos años de dudas, luchas interiores y angustias, Teresa recibe otra palabra que le devuelve la paz, segùn lo narra en el nùmero 18, y asì entiende que las palabras de Dios son obras, que fortalecen la fe y aumentan el amor. 

Lo dice, llena de pasiòn espiritual, en los nùmeros 19-22: ya no teme a los demonios, ni se deja abatir por los confesores o letrados que no entienden su espìritu. 

"Pues si este Señor es poderoso como veo que lo es, y sè que lo es, y que son sus esclavos los demonios (y de esto no hay que dudar, pues es fe), siendo yo sierva de este Señor y Rey, ¿què mal me pueden hacer ellos a mi?... Quedòme un señorìo contra ellos, bien dado del Señor de todos, que no se me da màs de ellos que de moscas".

"No entiendo estos miedos: ¡demonio! ¡demonio!, a donde podemos decir: ¡Dios! ¡Dios!, y hacerle temblar... Que tengo ya màs miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a èl mismo, porque èl no me puede hacer nada, y estos otros, en especial si son confesores, inquietan mucho...".


En el capìtulo 26  sigue Teresa hablando de lo mismo: las cosas que le suceden que le van haciendo perder el temor que tenìa y le confirman el buen espìritu de las hablas que recibe. Cuenta varias experiencias suyas con confesores, aconseja no dejar de acudir a ellos a pesar de todo y obedecerles. El esquema del capítulo es el siguiente:

#1: Seguridad y firmeza de ánimo en Teresa. Confianza en Dios. Amor.
#2-4: Incidentes entre ella y sus asesores.
#5-6: El anuncio: Yo te daré libro vivo.

Fijémonos en tres palabras interiores que ha recibido Teresa en este tiempo (Capítulos 24, 25 y 26), que son como momentos importantes que marcan este período de resistencias:

1. En el capítulo 24 (hacia 1955), una primera palabra para sanear su afectividad: Ya no quiero que tengas conversaciones con hombres...
2. En el capítulo 25 (probablemente 1557), la palabra que identifica al autor de las hablas: Yo soy. No tengas miedo...
3. En el capítulo 26 (1559), anuncia de las inminentes gracias cristológicas: Yo te daré libro vivo...

Pregunta importante: ¿Las gracias que Teresa recibe son solo suyas, son privadas, secretas, o irradian, son carismáticas? Ella lo ha entendido antes cuando habla de "experimentar el misterio, entenderlo y poder expresarlo". Ahora vemos que esas palabras que recibe le impulsan y exigen comunicar a otros, compartir con otros, esos dones. En el #4 vamos a verlo también: alguien le aconseja que cale las gracias que recibe, y la voz interior la contradice. No es necesariamente el caso de todos los místicos, pero en Teresa es así: ella experimenta para testificar. 


En la parte final del capítulo, ella habla de cuando se quitaron muchos libros en romance (el índice de libros prohibidos del inquisidor Fernando de Valdés, 1559), y Jesùs le dice: No tengas pena, que Yo te darè libro vivo... Y luego afirma: "Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito sea tal libro, que deja imprimido lo que se ha de leer y hacer de manera que no se puede olvidar!".

 Esta última habla abre la puerta de nuevas experiencias místicas, sus visiones cristológicas, y a ese espacio interior no llegarán los inquisidores. 

(Tomando como referencia a P. Tomàs Àlvarez, ocd).

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...