"Nos une una misma vocación al Carmelo, una misma ilusión por servir al Señor, en el hoy de la historia; tiempo de crisis, tiempo oportuno y bello; tiempo difícil, tiempo fecundo; tiempos recios, decía Teresa, y, por eso, tiempos en los que Dios se regala con nuevo rostro y nueva vitalidad. El Carmelo renace en cada carmelita, se reestrena en la pequeña gran historia de alianza escondida y viva entre Cristo y sus amigos. Las crisis, lejos de apocarnos y asustarnos, nos lanzan a lo esencial y al fuego de los orígenes: “Esta crisis, si tiene algo de bueno — y ciertamente lo tiene— es precisamente devolvernos a lo esencial, a no vivir distraídos por falsas seguridades”. Esto nos dijo el Papa el 11 de septiembre pasado (2021), en nuestro encuentro con él, durante el Capítulo General. El momento que vivimos nos impele a lo ‘esencial’, más que nunca. Además, el Papa nos animó a revisar nuestra salud y a avivar la llama viva de los orígenes: “Este contexto también es favorable para que examinéis el estado de salud de vuestra Orden y alimentéis el fuego de vuestros orígenes”.
El fuego de los orígenes no es añoranza del pasado. Es fe en el presente fecundo de Dios. El carisma no se agota en los fundadores, sino que se hace rico encarnado en cada época, en cada contexto histórico y geográfico, en lenguajes diferentes, en cada carmelita llamado a ser una resonancia fiel y original de aquella experiencia viva que animó a Teresa de Jesús, a Juan de la Cruz, a Isabel de la Trinidad, a Teresa del Niño Jesús, a Edith Stein, al P. Gracián, al hermano Lorenzo, a Chiquitunga… y a tantos anónimos hijos e hijas de Teresa. El desafío de la llamada recibida nos urge a una aventura inédita en la misma familia de nuestros santos Padres pasados, en profunda comunión con todos nuestros hermanos hoy, y con la mirada en los que están por venir, piedras vivas de un Carmelo que se deja recrear, porque es fiel a sus raíces".
Fr. Miguel Márquez Calle
(Carta de presentación del documento sobre nuestro carisma)