"Para Santa Teresa, como para todo cristiano consciente de su fe, Jesús es el centro orbital de su vida nueva y de toda la propia historia de salvación. Él es también el centro nuclear de su pensamiento y su magisterio espiritual. En cierto modo, Teresa revive la escena evangélica. Como San Pablo, también ella se ha encontrado con el Resucitado, y este le ha cambiado la vida y le ha conferido una misión. Puede asegurar, como el Apóstol, que "ya" no es ella la que vive, sino que Cristo Jesús vive en ella. Está convencida de que todo en ella deriva del hecho de que "Él la ha amado", y que a ese amor corresponde ella con amor esponsal. Amarlo es seguirlo, servirlo, configurarse con Él, para anunciarlo, dándole gracias y bendiciendo su nombre. Hito final del seguimiento de Jesús y de toda la vida de Teresa será la "unión con el crucificado resucitado", en espera de la hora de verlo sin velos: "hora es ya de que nos veamos", será su postrera invocación en el lecho de muerte".
Tomás Álvarez
Diccionario de Santa Teresa