DIOS NOS LO HA DADO TODO EN CRISTO
“Lo que
antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y de
muchas maneras, ahora a la postre, en estos días nos lo ha hablado en el Hijo
todo de una vez. En lo cual da a entender el Apóstol que Dios ha quedado
como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a
los profetas ya lo ha hablado en el todo, dándonos al Todo, que es su Hijo.
Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o
querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría
agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra
alguna cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera,
diciendo: "Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es
mi Hijo, y no tengo otra, ¿Qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea
más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo todo dicho y
revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas. Porque tú pides
locuciones y revelaciones en parte, y si pones en él los ojos, lo hallarás en
todo; porque él es toda mi locución y respuesta y es toda mi visión y toda mi revelación.
Lo cual os he ya hablado, respondido, manifestado y revelado, dándoosle
por hermano, compañero y maestro, precio y premio. Porque desde aquel
día que bajé con mi Espíritu sobre él en el monte Tabor, diciendo (Mt. 17, 5): Este es mi amado Hijo, en que me he
complacido, a él oíd; ya alcé yo la mano de todas esas maneras de
enseñanzas y respuestas y se la di a él. Oídle a él, porque yo no tengo más fe
que revelar, ni más cosas que manifestar. Que, si antes hablaba, era
prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las (preguntas) encaminadas a
la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como
ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles. Mas
ahora, el que me preguntase de aquella manera y quisiese que yo le hablase o
algo le revelase, era en alguna manera pedirme otra vez a Cristo, y pedirme más
fe, y ser falto en ella, que ya está dada en Cristo. Y así, haría mucho agravio
a mi amado Hijo, porque no sólo en aquello le faltaría en la fe, mas le
obligaba otra vez a encarnar y pasar por la vida y muerte primera. No hallarás
qué pedirme ni qué desear de revelaciones o visiones de mi parte. Míralo tú
bien, que ahí lo hallarás ya hecho y dado todo eso, y mucho más, en él.
Si quisieres que
te respondiese yo alguna palabra de consuelo, mira a mi Hijo, sujeto a mí y
sujetado por mi amor, y afligido, y verás cuántas te responde. Si quisieres que
te declare yo algunas cosas ocultas o casos, pon solos los ojos en él, y
hallarás ocultísimos misterios y sabiduría, y maravillas de Dios, que están
encerradas en él, según mi Apóstol (Col. 2, 3) dice: En el cual Hijo de Dios
están escondidos todos los tesoros de sabiduría y ciencia de Dios. Los cuales
tesoros de sabiduría serán para ti muy más altos y sabrosos y provechosos que
las cosas que tú querías saber. Que por eso se gloriaba el mismo Apóstol (1
Cor. 2, 2), diciendo: Que no había él dado a entender que sabía otra cosa, sino
a Jesucristo, y a éste crucificado. Y si también quisieses otras visiones y
revelaciones divinas o corporales, mírale a él también humanado, y hallarás en
eso más que piensas; porque también dice el Apóstol (Col. 2, 9): En Cristo mora
corporalmente toda plenitud de divinidad".
No conviene, pues, ya preguntar a Dios de aquella manera,
ni es necesario que ya hablé, pues, acabando de hablar toda la fe en Cristo, no
hay más fe que revelar ni la habrá jamás. Y quien quisiere ahora
recibir cosas algunas por vía sobrenatural, como habemos dicho, era notar falta
en Dios de que no había dado todo lo bastante en su Hijo. Porque, aunque lo
haga suponiendo la fe y creyéndola, todavía es curiosidad de menos fe. De donde
no hay que esperar doctrina ni otra cosa alguna por vía sobrenatural. Porque la
hora que Cristo dijo en la cruz: Consummatum est (Jn. 19, 30), cuando expiró,
que quiere decir: Acabado es, no sólo se acabaron esos modos, sino todas esas otras
ceremonias y ritos de la Ley Vieja. Y así, en todo nos habemos de guiar por la
ley de Cristo hombre (y de su Iglesia y ministros, humana y visiblemente, y por
esa vía remediar nuestras ignorancias y flaquezas espirituales; que para todo
hallaremos abundante medicina por esta vía. Y lo que de este camino saliere no
sólo es curiosidad, sino mucho atrevimiento. Y no se ha de creer cosa por vía
sobrenatural, sino sólo lo que es enseñanza de Cristo hombre) como digo, y de
sus ministros, hombres. Tanto, que dice san Pablo (Gl. 1, 8) estas
palabras: Si algún ángel del cielo os evangelizare fuera de lo que nosotros hombres
os evangelizáremos, sea maldito y descomulgado”.
San
Juan de la Cruz
Segundo libro de Subida, capitulo 22, 4-7