viernes, 14 de diciembre de 2018

JUAN DE LA CRUZ, UNA FIGURA POLIVALENTE.

He aquí la reflexión de uno de nuestros frailes más venerables de la Provincia Ibérica: José Vicente Rodríguez.

Se trata de una personalidad variopinta y polivalente. En su existencia hallamos escenas llenas de ternura, momentos trágicos, también situaciones cómicas. Es un hombre que los mismo hace de hortelano, que de peón albañil. Compone los mejores versos de la poesía lírica española, lo mismo que hace un diseño de Cristo en la Cruz, o va cantando y llenando el aire de coplas por los caminos, o gime como una paloma en la cárcel, de la que se fuga arriesgándolo todo. Alguien que se entusiasma viendo cómo juguetean los pececillos en el agua, lo mismo que calma a un perrazo que enseña los dientes como si fuera el lobo feroz, o acoge en el halda de su hábito pardo a una liebrecilla escapada de un incendio. Lo mismo se extasía hablando con Santa Teresa del misterio de la Santísima Trinidad que se las ve y se las desea rechazando las insinuaciones de una doncella de Ávila que se le mete en casa y le tienta sin ambages. Lo mismo hace de cocinero y se desgasta la uñas fregando ollas y sartenes, que prepara un caldillo o una pechuga de pollo para un enfermo inapetente, o también cuenta un par de chistes a sus enfermos del “catarro universal”, y les anima a que se rían y hace que les traigan música para que levanten cabeza. A quien quiere saber de su cárcel le asegura que de allí salió renacido y a quien le vuelve a preguntar le explica: así como el niño pasa nueve meses en el seno de su madre, así yo pasé nueve meses en la cárcel. Barre la iglesia y pone flores… Lo mismo funge de exorcista, que, como si fuera un pitagórico, escucha la música des los astros o dialoga con la fuente cristalina de la finca conventual. Lo mismo pone en paz a dos matones que se están tirando buenas cuchilladas, que hace entrar en razón a una prostituta y desvergonzada que cambia de vida como una Magdalena. Lo mismo labra imagencitas y cristos de madera con la punta agudísima de una lanceta, que construye el acueducto para llevar las aguas del Generalife hasta su convento de los Mártires de Granada…


Practica el ajedrez “a lo divino” en su magisterio y va moviendo sobre el tablero: lo más fácil, lo más dificultoso; lo más sabroso, lo más desabrido; el bien, el mal; la virtud, el pecado; el descanso, lo trabajoso; lo más, lo menos; el todo y la nada; y da jaque mate a la muerte, a la nada, al pecado, al mal…

Es el hombre de los silencios contemplativos más profundos y el relator incansable de los secretos de la vida divina, en la que se abisma a través de la experiencia suprema que se le regala y que la va deletreando y confrontando con la palabra de Dios.

Así era de carismático fray Juan, a quien nos queda preguntarle: 
´¿Cuánto queda, cuánto queda de la noche?´ (Is. 21,11).
´Centinela: alerta, ¿qué nos dices de la noche?´”.

P. José Vicente Rodríguez, o.c.d.

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...