En 1931 Ramón J. Sender publicó en la editorial madrileña Zeus El Verbo se hizo sexo (Teresa de Jesús), novela que, como señaló el autor en el prólogo, no pretendía ser una biografía al uso de la escritora y santa abulense. El libro conoció ese mismo año una segunda edición, en la que el único cambio con respecto a la primera fue la ilustración de la cubierta. La novela no se reeditó en vida de Sender, quien en 1967 volvió a publicar un libro protagonizado por santa Teresa, Tres novelas teresianas, una colección de novelas cortas.
El Verbo se hizo sexo se estructura en quince capítulos agrupados en cuatro partes —«Adolescencia», «Crisis de pubertad», «La pasión» y «Reposo y santidad»— y en ella el autor recoge algunos de los episodios más significativos de la vida de Teresa de Jesús, prestando especial atención a su labor como reformadora de la Orden del Carmelo y fundadora de conventos, a sus experiencias místicas y a la vigilancia a la que la sometió el Tribunal del Santo Oficio. Al mismo tiempo, Sender ofrece en esta novela un fresco certero de la España del siglo XVI y da unas pinceladas de la complicada situación en la que se encontraba la Iglesia católica en aquella época debido a la Reforma de Lutero.
Por su parte, Tres novelas teresianas constituye un viaje estimulante al siglo XVI español, donde se mezclan personajes históricos con otros como Don Quijote, Sancho Panza, Don Juan o Lázaro de Tormes. Este libro se articula como un retablo barroco que recoge en tres narraciones cortas tres estampas de la vida de la Santa de Ávila.
«La puerta grande» nos acerca a una Teresa de dieciséis años que reflexiona sobre su vocación, que canta mientras barre y que dialoga con un caballero flaco, alto y canoso llamado Don Quijote y con su fiel escudero Sancho. En «La princesa bisoja», la santa escucha de la voluptuosa princesa de Éboli el frívolo e irritante relato de sus intrigas. Por último, «En la misa de Fray Hernando del Castillo», Teresa se duele de Felipe II, cuya participación en el asesinato del Barón de Montigny denunciará el capellán de la corte.
Con una imaginación desbordante y un empleo de la lengua que tiene ecos del siglo de oro, Sender sitúa a Teresa en un escenario que acoge, sin distingos, inquisidores y cortesanos, a Lázaro de Tormes o al Burlador de Sevilla, para proporcionarnos una visión personalísima de la soleada pero oscura España de los Austrias.