lunes, 29 de julio de 2013

HUMANISMO TERESIANO



El itinerario teresiano se sustenta en una concepción altamente positiva del ser humano. Leamos el comienzo de las primeras moradas y disfrutaremos de esa hermosa y ya clásica descripción de Teresa en la que compara “nuestra alma como un castillo todo de diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos…”. Pongamos a trabajar nuestra imaginación para imaginarnos esto, y creamos que el mismo rey de ese castillo nos invita a visitarlo. Siempre invita, nunca obliga. El castillo somos cada uno de nosotros, y el rey es Dios. Somos un castillo habitado y estamos invitados a entrar en él. Aquí radica la dignidad de cada persona. Dios llama a todos a iniciar así una vida espiritual partiendo de que somos imagen y semejanza suya. Esto supone dejar la superficialidad, abandonar la periferia, para ir a lo hondo, a lo profundo, y encontrar las maravillas de Dios. Basta ya aquí el deseo de hacerlo para ir comenzando este camino.
  
El habitante de las primeras moradas introduce con Teresa en su vida esta idea: soy imagen de Dios, me recreo en la bondad y hermosura de todo ser humano, soy capaz de comunicarme con Dios por ser su criatura, y esa creación no es pasado, sino también presente: me crea y me cría. Esto genera un dinamismo salvífico en mí. De ahí que soy imagen ya, pero debo llegar a serlo en plenitud. Tengo que llegar a ser del todo lo que ya soy en esencia.

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...