lunes, 29 de julio de 2013

TERESA, ORACIÓN Y VERDAD




Cuando se habla de oración en el cristianismo hay que mencionar necesariamente a Santa Teresa, quien dejó un valioso testimonio de cómo recorrer la senda de la contemplación. Pero al mirar las imágenes y representaciones de esta mujer, y la manera en que algunos hagiógrafos hablan de ella, la mayoría se llevará una impresión errada de su persona, su camino y su enseñanza. Es que solemos idealizar a las personas santas, y entonces quienes se encuentran con ellas no pueden sino considerarlas como excepcionales, sobrenaturales, raras, en fin, admirables, pero no imitables. Contemplamos desde nuestro palco al santo o la santa y con la boca abierta musitamos: Eso no es para nosotros.

En realidad los santos son gente como nosotros; lo que les hace excepcionales es justamente el no haber creído que ellos no podían alcanzar la cima. Y el haber andado su camino, con la confianza puesta en el Amor de Dios. No creamos que a Teresa le fue fácil; nada de eso. El hecho de ser mujer y orante supuso para ella una verdadera prueba, pues encontró multitud de obstáculos que superar, incluso dentro de la misma Iglesia, en los mismos que deberían haber estado ahí para ayudarla a vivir su fe.

Cuando Teresa empezó su camino era aun muy joven, y casi en la cincuentena pudo sentirse finalmente capaz de  emprender un proyecto más personal, vinculado a la llamada particular que pensaba estaba recibiendo de Dios. La oración define a Teresa, la hace mujer madura, cristiana verdadera; este es el proyecto al cual dedica todos sus esfuerzos, y a través del cual va descubriendo el rostro de Cristo.

Necesitó valor, mucho valor, para desafiar los prejuicios de su tiempo, de su iglesia, y  convertirse en maestra de espirituales.  Nos dejó varios tratados, que no son sino coloquios encendidos, testimonio profundo, de su búsqueda interior. En ellos defendió la necesidad de orar, porque para llegar a ser lo que somos precisamos de la amistad de Cristo.

Hoy, cuando la sed de interioridad abrasa tantos corazones, y cuando tantos caminos se nos proponen, llegados de las más diversas culturas y tradiciones religiosas, no olvidemos los cristianos el magisterio de Teresa de Jesús; como experimentara Edith Stein al leerlos, en los libros de Teresa, en su experiencia, en su oración apasionada, está viva y latente la Verdad de Dios, nuestra verdad.

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...