lunes, 29 de julio de 2013

UNA VIDA SENCILLA Y SOBRIA.



 Teresa recomienda en las Primeras Moradas  una virtud previa a todas las demás que iremos alcanzando luego: la austeridad de vida. La virtud de la pobreza forma parte constitutiva de nuestro itinerario espiritual, y es condición previa para entrar en el camino espiritual la renuncia voluntaria a tener como meta suprema de la vida el ganar dinero. Quien encuentra en el dinero el objetivo medular de su vida, ya encontró su Dios, no necesita otro. Esa religión de tantos adeptos no puede ser la nuestra.

 Teresa distingue dos tipos de pobreza: la material y la espiritual. La primera supone un estilo de vida parecido al de Cristo; la segunda supone moderar el pensamiento y las ambiciones de cualquier tipo. Además tengamos bien presente que esta virtud no tiene sólo un carácter personal, sino también social; vivimos en un mundo en el que hay muchos pobres, y esta austeridad supone también el compartir, el ayudar, pues quien da la espalda al pobre, se la da a Cristo.

 En fin, que cada cual haga lo que crea convenientemente con el dinero, pero que nadie se llame a engaño. Hay muchos dioses menores disfrazados de dinero, honras, famas, poder y prestigio que debe revisar cada uno de los caminantes espirituales. Nosotros seguimos a un Dios que mira por el bien de todos, en especial por los pobres, que nos invita a imitarlo en el pesebre y en la cruz.

 ¿De qué modo yo puedo contribuir para que haya un mundo más justo?

¿Cuál va a ser mi actitud al comienzo del itinerario espiritual respecto al dinero y las honras humanas?

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...