"La preocupación por el futuro no debe hacernos perder de vista la experiencia de la llamada, que es la base sólida sobre la cual se apoya nuestra existencia. Nosotros no sabemos cuál será el futuro de la Orden, y menos aún el de la porción a la que pertenecemos. Ni siquiera sabemos la forma que tomará la vida consagrada, o qué cambios experimentarán las instituciones eclesiales que estamos acostumbrados a considerar como inmutables. Pero no es de esto de lo que debemos preocuparnos, sino de caminar a la luz de la experiencia que guardamos en el corazón, de la cual ha nacido y sigue brotando nuestra vida y nuestra identidad espiritual. Se nos puede quitar todo, pero no esta “fuente escondida”, que alimenta nuestra esperanza".
(Declaración carismática OC D, borrador de trabajo)