Hablemos de tres realidades: la SOMBRA, la SEXUALIDAD y la MÁSCARA.
1. En primer lugar, la SOMBRA, esa parte de nuestra personalidad que no hemos aceptado, que rechazamos y odiamos contemplar. Esa sombra puede salir a la superficie, sobre todo en los sueños, y causarnos mucha inquietud y angustia. Que importante es que cuando eso sucede tengas a mano una persona comprensiva que te escuche, y te recuerde que todo eso forma también parte de ti, y es el momento de reconocerlo e integrarlo. Lo sano es que te reconcilies con tu sombra.
2. En segundo lugar, la SEXUALIDAD. Todos tenemos en nuestro inconsciente una figura "contrasexuada", anima o animus, y ello también puede subir a la superficie en esos momentos en que se resquebraja el dique que separa lo consciente de lo inconsciente. Esto sucede con frecuencia también en los sueños, despertando viejas inquietudes o suscitando sentimientos de culpa en la persona. Aquí, lo mismo que en el caso anterior, es fundamental estar abiertos para que esos dos polos que habitan en nosotros se integren, se unan.
3. El problema de la MÁSCARA: solemos llevar todos una máscara, representar un papel, ya sea el de tu profesión, o el de tu lugar en la familia, en la sociedad o en el grupo al que perteneces. Ese papel me eleva en un pedestal, me pone por encima, me ofrece seguridad, pero en el momento de la crisis esa máscara se desprende, o el pedestal se desmorona, y me veo como desnudo delante de los otros. Parece terrible, pero en realidad es el camino para que descubras tu auténtico yo, que no necesita máscara ni pedestal.
En este camino, cuando todo eso que está en el inconsciente personal, aflore a la superficie, también lo hará la sombra arquetípica del inconsciente colectivo, que es aún más profundo. Entonces nos veremos cara a cara con la muerte y la existencia misma. Todo esto forma parte de lo que podemos llamar "crisis de desarrollo", de hacernos adultos; un proceso doloroso en verdad, pero muy necesario en el viaje espiritual. Nuestra personalidad se va definiendo en el camino hacia la plenitud.
MUY IMPORTANTE es ver a la persona, verte a ti, o al otro en caso de que acompañes a alguien, de manera holística, es decir integral, en sus dimensiones física, psicológica y religiosa.
1. FÍSICA: El cuerpo también participa en la crisis, y puedes sentir agotamiento, insomnio, hipertensión o úlceras; puedes deprimirte y sentir dolores musculares y óseos. Puedes estresarte mucho. De ahí la importancia de cuidar la salud, y esto incluye la sana alimentación, los ejercicios, el aire fresco, caminatas en lugares naturales. También la respiración profunda, descanso, tomar vacaciones. Eso sí, evita cuanto puedas medicarte mucho, solo lo que el médico te aconseje y con prudencia.
2. PSICOLÓGICA: Puedes necesitar un consejero profesional que te acompañe durante este período para ayudarte a integrar todo eso que aflora y con lo que necesitas amigarte, porque forma parte de ti, de tu historia, de tu ser. Hablar de tu infancia, tus relaciones con tus padres, tu sexualidad, tus traumas con la autoridad, etc.
3. RELIGIOSA: Pero más allá de lo anterior, no olvides que toda esta crisis tiene una importante dimensión religiosa; en ella te encuentras cara a cara con el insondable misterio de la persona y la existencia humana. La psicología te ayuda, pero es Jesús quien te salva, y necesitar poner toda tu fe en él. No son tiempos de poder hacer una oración larga o profunda tal vez, pero aférrate al Señor, y gritale, como hicieron aquellos que en los Evangelios precisaron de él. "Señor Jesús, ten piedad de mí". Acude con frecuencia la Eucaristía, que te alimentará para poder recorrer este tramo del camino. Tal vez ahora tu oración sea el silencio, el caminar, el hacer algún trabajo. No alimentes culpas, simplemente déjate hacer.
Toda crisis es tiempo pascual, tiempo de muerte y resurrección, tiempo en el que Dios te lleva entre sus brazos. Recuerda que la vida es un viaje, un largo viaje hacia la plenitud que es Dios.