“La obra
de San Juan de la Cruz, más biográfica y experiencial que dogmática, ha de entenderse en su totalidad, de manera que no puede limitarse sólo al tema
del Cantar de los Cantares (Cántico), ni al de la Subida con las “Nadas”. Ambos
momentos (Subida y Cántico) han de verse en unidad, como las dos caras de una
misma experiencia del Dios “extraño” que se hace lo más íntimo del hombre.
Según esto, el Cántico no se puede entender simplemente como un juego poético
de juventud que debe superarse para así pasar después al plano superior del
duro “ascenso” ascético, formulado por la “nadas” (con su elemento de Cruz), sino
que ofrece los símbolos primeros y finales de su vida y de su obra, permitiendo
de esa forma que podamos entenderla en su totalidad.
Sin abrirse a la experiencia del Cántico, las “nadas” de la Subida terminarían
siendo un puro masoquismo. Pero sin arraigarse en las “nadas” de la Subida (sin
entender el amor como pérdida de sí), las formulaciones del Cántico podrían
convertirse en evocación poética vacía, que no puede “crear” aquello que
proclama ni venir a presentarse como plenitud de la existencia humana."
XABIER
PIKAZA. San Juan de la Cruz: sus cuatro obras principales. Conferencia en
Úbeda, 2013.