Él es siempre el modelo de nuestra oración, y en los Evangelios le vemos con frecuencia buscando esos espacios de soledad y silencio para dialogar e intimar con el Padre. Y si fuera poco el ejemplo de Cristo, luego nuestros maestros en el Carmelo también nos han dejado un testimonio orante de altos quilates, para que aprendamos y nos alimentemos asiduamente. Y sin embargo, aun nos cuesta muchas veces estar abiertos y disponibles para esa transformación que nos convierte en verdaderos orantes.
Decir que la oración es un estilo, una manera de vivir, implica, entre otras cosas, DETENERSE, ESCUCHAR y ABRIRSE.
DETENERSE, en medio de un mundo alterado, agitado, y no dejarse arrastrar por la corriente, por ¨los muchos", por la ansiedad de la vida presente, la angustia de correr siempre, de llegar primero, dce superar a llos demás. Implica vivir el momento presente, calmo y centrado en lo que soy y hago en este mismo instante.
ESCUCHAR, es decir, CALLAR, en medio del ruido y la algarabía, en medio de las muchas voces que intentan vendernos su mercancía, a menudo barata pero de mala calidad, y atender a la voz suave y melodiosa de Dios. La voz del amor que habla en lo más hondo de cada ser humano.
ABRIRSE, saliendo de uno mismo hacia el otro o lo otro, a lo diverso y diferente, reencontrando a Dios en el prójimo, en la naturaleza, en la verdad inapresable en conceptos racionales. El orante tiene un corazón cada vez más ancho, en el que caben todos, un corazón que abre puertas y no levanta muros, que se descubro hijo o hija en los otros, hermanos.
ORAR no es algo que hago en determinados momentos de la jornada, o de la semana, sino ACTITUDES enraizadas en la persona, que se convierten en un estilo de vida, que testimonian una relación nueva con Dios, el projimo, la creación, en fin, la vida. Es buscar un espacio calmo, silencioso y abierto en el propio interior, como fuerza y luz para asumir la vida de una manera nueva.
Es un pasar por el mundo haciendo el bien... No quedarse en lo exterior, en el cumplimiento de una Ley, sino en ir más lejos, más hondo, más alto. Es pedir, llamar, tocar insistentemente y no cansarse de hacerlo nunca, a pesar de lo difícil que pueda resultar el camino. Todo esto y más es la oración, el camino de la interioridad, la puerta, dirá Teresa, para entrar en las muchas moradas interiores en las que voy descubriendo progresivamente al Amado.
Fray Manuel de Jesús, ocd
Es un pasar por el mundo haciendo el bien... No quedarse en lo exterior, en el cumplimiento de una Ley, sino en ir más lejos, más hondo, más alto. Es pedir, llamar, tocar insistentemente y no cansarse de hacerlo nunca, a pesar de lo difícil que pueda resultar el camino. Todo esto y más es la oración, el camino de la interioridad, la puerta, dirá Teresa, para entrar en las muchas moradas interiores en las que voy descubriendo progresivamente al Amado.
Fray Manuel de Jesús, ocd