domingo, 18 de agosto de 2019

EL CAMINO DE LA MEDITACIÓN

"¿Por qué meditar en unos tiempos como estos? Porque el Anhelo no cesa. El anhelo de comprender qué somos y cómo vivimos en coherencia con ello;  no meditamos para sentirnos bien, ni para pacificarnos o aliviar el estrés. Meditamos para vivir lo que somos. Meditar es vivir conscientemente, es serEl ser humano puede durante un tiempo alejarse de si mismo, perderse en los vericuetos de su mente pensante o extraviarse en compensaciones que lo adormecen, pero no podrá dejar de escuchar la voz del Anhelo que lo llama a casa, a vivir con consciencia, libertad y plenitud.

Es normal que, mientras somos jóvenes, busquemos fuera lo que imaginamos que nos llenará. Pasada una cierta edad, y tal vez alguna crisis, la mirada se dirige hacia adentro. En ese momento, suele ocurrir que se busque el camino del conocimiento de sí mismo, de la interioridad, el camino de la meditación.
En realidad se trata de la búsqueda primera del ser humano, y que se traduce en la pregunta: ¿qué soy yo?, y que introduce en el camino de la espiritualidad genuina. La espiritualidad consiste en responder adecuadamente a esa pregunta.

Si por espiritualidad, en el sentido genuino del término, entendemos la comprensión profunda (experiencial, vivencial) de lo que somos, la práctica meditativa es el camino para avanzar en esa comprensión. Así entendida, la práctica es el medio para aprender a acallar la mente. Ya que como decía krishnamurti, "solo una mente en silencio puede ver la verdad, no una mente que se esfuerza por verla".

Hablando con propiedad, la meditación es infinitamente más que la práctica. La meditación hace referencia a un estado de consciencia que, trascendiendo la mente,nos conduce del "estado mental" al "estado de presencia". En ese sentido, meditación y espiritualidad serían prácticamente equivalentes, y podrían plasmarse en la comprensión y la vivencia de lo que somos en profundidad.


En su sentido original, la meditación trasciende las religiones. Es la práctica de acallar la mente y, por tanto, las creencias, dado que toda creencia es solo un constructo mental. Las "religiones" son lecturas mentales de esa dimensión profunda de lo humano y de lo real, a las que nos referimos con el término "espiritualidad". Lógicamente, tales lecturas son legítimas, siempre que no se absoluticen y confundan lo que es una creencia con la verdad.

Si cada creencia es un mapa, circunscrito a las personas que aceptan su credo, la espiritualidad se refiere al territorio, y es por tanto abierta y universal. Los mapas resultan peligrosos cuando se absolutizan, porque confunden y fanatizan. La sabiduría nos invita a vivir el paso de los mapas religiosos al territorio común y compartido de la espiritualidad.

En el caso cristiano, habría que distinguir la oración (reflexiva, afectiva, personal) de la contemplación sin objeto. En este último caso, será equivalente a la meditación. Meditación o contemplación, en cuanto prácticas, son el camino para silenciar los pensamientos, los deseos y el protagonismo del yo. Gracias a ellas se nos regala el acceso al estado meditativo o contemplativo, la "vuelta a casa". La identificación con el yo y su protagonismo, que paradójicamente suele ser muy fuerte también en el campo religioso, nos alejan de nuestra verdad, nos mantienen en la ignorancia y perpetúan la confusión y el sufrimiento. Solo el silencio del yo - de la mente, de la voluntad, del protagonismo en la acción- nos abre a la comprensión y vivencia de nuestra verdad: porque, más allá del yo y de las formas en que nos experimentamos, somos Silencio consciente".

Enrique Martínez Lozano
Revista Vida Nueva

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...