miércoles, 4 de septiembre de 2019

ADENTRARSE EN LA NOCHE 3

Para San Juan de la Cruz, la noche representa la fase más movida de todo el camino espiritual, y aunque para nuestra comprensión esa experiencia aparece desglosada pedagogicamente, en la práctica se trata de una experiencia dinámica, integrada en el todo de la persona, y tiene un carácter progresivo. Por eso, para expresar movimiento, divide la noche en dos partes: del sentido y del espíritu, pero luego relativiza un poco esa división, ya que solo hay noche en el ser humano en la medida en que participa el espíritu (mientras no alcanza lo hondo del espíritu, la noche del sentido es poco más que una disposición, 2N 3,1). 

En la noche pasiva participa todo el hombre, de ahí que fuera mejor hablar de una sola noche, como un proceso gradual que se va apoderando de la persona, y que empieza naturalmente por donde el hombre empieza a hacer sus experiencias y operaciones, es decir, por los sentidos. De cualquier modo, este proceso tiene varias faces, con su peculiaridad y su importancia relativa en el resultado total, pero el nombre de noche oscura se aplica con mayor propiedad a la noche oscura pasiva del espíritu, que es la de mayor radicalidad

El punto de partida de todo este proceso que llamamos Noche no es un lugar, sino un modo de ser y de obrar en que está naturalizado el hombre, y que recibe varias denominaciones: sentido, hombre viejo, hombre natural, hombre carnal, niño, operaciones bajas. Y desde este punto de partida tiene lugar entonces un proceso de TRANSFORMACIÓN, que se experimenta como vacío, y que el santo describe con diversos vocablos: desnudar, desarraigar, destetar, derretir, deshacer, destricar, desollar, descocer, digerir... (el prefijo "des" está en todas, mostrando la gravedad del cambio). 
El punto de llegada a que conduce la noche es el hombre nuevo, divinizado en su ser y en sus operaciones. No se trata de un cambio exterior, de un barniz, sino de un rehacerse profundo; el paso por la noche, con su sequedad, le ha enseñado a distinguir entre gusto y sustancia de las cosas. En la Noche no solo se elimina lo inservible, sino que se reciben dones nuevos: luz, amor, fortaleza


Hablemos de esa PASIVIDAD ACTIVA con la que ha de vivirse todo este proceso, porque el término "pasividad" puede ser mal entendido. Puede pensarse que Dios lo hace todo en el secreto de la conciencia y en momentos de oración, pero como dijimos antes, la noche pasiva engloba toda la existencia del hombre y compromete a fondo toda su actividad e inventiva. 

Tres son los componentes principales de la pasividad:
1. Estados de ánimo interiores y situaciones externas difíciles que Dios provee o permite, que interpelan la fe y el amor de la persona.
2. Dios infunde luz especial de fe y fortaleza de amor para comprender y actuar en sentido teologal en tales circunstancias.
3. La persona o sujeto responde de hecho afrontando con fidelidad heroica la situación penosa.

 Este último componente lo tiene que poner la persona a sus expensas, por más que pueda tener la ayuda de la gracia, por lo que el sujeto actúa en la noche pasiva con más empeño que en la activa. Se le llama "pasiva" porque no escoge él los momentos y circunstancias, ni puede asegurarse los propios estados de ánimo y las luces divinas.  Si el ser humano no responde fielmente y se mantiene firme en este proceso, no hay noche pasiva de ninguna clase. 

 Los que padecen estas pruebas y quienes pretenden ayudarles se ponen nerviosos y hacen cosas extrañas para intentar salir cuanto antes y a toda costa de la noche, o se deprimen al ver que no lo consiguen. Juan de la Cruz sugiere dos cosas:

1. Que procuren estarse quietos unos y otros, y no hagan rarezas, "porque hasta que el Señor acabe de purgarla de la manera que él lo quiere hacer, ningún medio ni remedio le sirve ni aprovecha para su dolor" (2N 7,3).
2. Que se apoyen en la única base firma: "Los que de esta manera se vieren, conviéneles que se consuelen perseverando en paciencia, no teniendo pena; confíen en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan, ni les dejará de dar lo necesario para el camino, hasta llevarlos a la clara y pura luz de amor" (1N 10,3).

EN RESUMEN: La obra de San Juan de la Cruz presenta la estructura fundamental, los elentos esenciales  de la experiencia de la Noche, pero luego admite variedad en cuanto a intensidad, ritmo, duración, según apunta en 1N 14,5. Sugiere en ese mismo capítulo tres posibles formas de tentación o prueba: sensualidad, blasfemia, escrúpulos. Pero a nosotros nos toca hacer una "integración existencial", ya que todo esto acontece en situaciones externas e internas concretas de la vida personal y social del creyente. El libro no desciende a ulteriores detalles, y deja a cada persona y a cada época hacer las aplicaciones convenientes, y así ha sucedido a lo largo de la historia.

Como ejemplos de lo anterior: Santa Teresita de Lisieux, que vivió esa noche oscura en un  contexto de vida contemplativa, y la noche oscura colectiva, que designa la dolorosa experiencia de transformación radical que experimentan ciertos grupos, la iglesia o la cultura. 

PERO: Noche oscura no es lo mismo que crisis o sufrimiento agudo. La noche sanjuanista  exige una respuesta de fe, amor y esperanza en el creyente. Si esto falta no podemos llamarle "noche" en sentido sanjuanista, ni esperar los frutos que él asegura a quienes viven teologicamente esa experiencia. 

(Estas notas  son un resumen, con añadidos, a la introducción al libro NOCHE OSCURA en las OBRAS COMPLETAS, de San Juan de la Cruz, EDE)



FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...