"Si yo pudiera enseñarte el secreto de la felicidad como me lo ha enseñado el Señor. Dices que yo no tengo preocupaciones o sufrimientos. Soy ciertamente muy feliz. Pero si vieras cómo también se puede ser feliz en las contradicciones... Necesitamos mirar siempre al Señor. Hay que esforzarse al principio, cuando todo se subleva en nuestro interior, pero lentamente, a base de paciencia y con la ayuda del Señor, se logra triunfar.
Tienes que construirte, como he hecho yo, una pequeña habitación dentro de tu alma. Piensa que el Señor está ahí. Entra frecuentemente en ella. Cuando estés nerviosa, cuando te consideres una desgraciada, recógete rápidamente en ella y confíaselo todo al divino Maestro".
Isabel de la Trinidad, cartas.