"Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria? Tú resucitaste un muerto, sacándolo del abismo por voluntad del Señor; hiciste bajar reyes a la tumba y nobles desde sus lechos; ungiste reyes vengadores y nombraste un profeta como sucesor. Escuchaste en Sinal amenazas y sentencias vengadoras en Horeb. Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives. Elías fue arrebatado en el torbellino, y Eliseo recibió dos tercios de su espíritu... " (Eclesiástico 48, 1-15).
"La familia carmelitana tiene a Elías como inspirador y padre de su espiritualidad, apreciando en él tanto su aspecto contemplativo, su marcha por el desierto y su encuentro con Dios en el Monte Horeb, como su acción decidida en defensa de Dios y de los derechos humanos. Todos podríamos aprender esta doble dimensión de Elías: la oración y la acción, el desierto y la ciudad, la unión con Dios y la solidaridad con los que sufren" (Pan de la Palabra, 2020).
El profeta intransigente, que lleno de celo por Dios, se ha enfrentado a todos, autoridades y sacerdotes de Baal, está siendo perseguido, y corre a esconderse en una cueva en lo alto del monte de Dios. Él, que ha sido viento huracanado, terremoto y fuego en su ministerio profético, acaba entendiendo que Dios es brisa suave, y escucha que debe desandar sus pasos, volver al desierto, y terminar su misión. El inspirador del carisma del Carmelo, busca el rostro de Dios, y termina cercano al Padre de Jesús, brisa que alienta y refresca, que trasmite una vida diferente, más allá de intolerancias e imposiciones. Así es el Espíritu del Señor, y ha de ser el de sus seguidores (yo, comentario a la liturgia del 12 de junio 2020).