Las estrofas 14 y 15 del poema Cántico, las comenta juntas San Juan de la Cruz; no encontraremos en la literatura castellana unos versos más comentados o citados que estos, hermosos y trascendentes, cargados de misterio. La paloma, que ha roto el viejo vuelo, ya no mira a las aguas engañosas, sino al ciervo, y en su herida de amor busca y encuentra, deslumbrada, todo el cosmos. Es un motivo universal de la cultura religiosa humana: unir amor y cosmos, recreación y redescubrimiento de la Realidad, desde la mirada enamorada que descubre la presencia plena del amado en todas las cosas.
"Mi amado, las montañas/los valles solitarios nemorosos/las ínsulas extrañas/los ríos sonorosos/el silbo de los aires amorosos".
La mujer enamorada, en vuelo de amor, mira y sabe decir lo que ha mirado, redescubriendo el lenguaje: dice y crea, recrea a Dios en todas las cosas; ella ve el amor y canta, ya sin verbos de pregunta o duda, sin conjunciones, adverbios o preposiciones. Sólo hay sustantivos y adjetivos: la realidad hermosa del mundo que aparece desde arriba, llena de luz a los ojos del alma enamorada. Después que lo deja todo, vuelvo a encontrarlo enriquecido por los ojos y presencia del amado, que ya es suyo.
"Y en este dichoso día, no solamente se le acaban al alma sus ansias vehementes y querellas de amor que antes tenía, mas, quedando adornada de los bienes que digo, comiénzale un estado de paz y deleite y de suavidad de amor, según se da a entender en las presentes canciones, en las cuales no hace otra cosa sino contar y cantar las grandezas de su Amado, las cuales conoce y goza en él por la dicha unión del desposorio. Y así, en las demás canciones siguientes ya no dice cosas de penas y ansias, como antes hacía, sino comunicación y ejercicio de dulce y pacífico amor con su Amado, porque ya en este estado todo aquello fenece" (CB 14-15,2).
Al llamarle amado, y no darle un nombre particular, el alma está ligando su persona al que ha encontrado; es vida fundante de su vida, meta de sus afanes y ansias, entregándole lo que tiene y lo que es. Le llama mío, porque le pertenece, y le hace suyo, dándole su vida, descubriendo y recibiendo de él todas las cosas. El amado (Dios) transforma de tal modo los ojos y experiencia del amante que éste encuentra y redescubre así el conjunto de las cosas. Todo se hace Dios en ese plano, todo se hace amado; y no porque el amado se rebaje, sino al contrario, la experiencia de amor ensancha el corazón, dilata la mirada, y permite descubrir lo divino en cada criatura.
Si en el libro bíblico, la amada describe al amado de cuerpo entero (Cantares 5, 5-16), aquí San Juan de la Cruz introduce el cosmos como cuerpo del amado, el cuerpo cósmico. No desprecia o sustituye lo corporal físico humano, sino que lo amplía y eleva. El amado está ahí, como presencia insustituible, llenando nuestros ojos, enriqueciéndonos.
En los números 6, 7, 8.... el comentario va describiendo las montañas, los valles, las ínsulas y los ríos, y repitiendo un estribillo: Eso es mi amado para mí. No ahonda mucho, ni trata de explicar el símbolo, que se despliega y revela él mismo; la naturaleza misma se presenta como lugar y espacio, expresión y hondura de la experiencia de amor compartida. Es el amado quien señala y dirige al amante, con su amor, al mundo, haciéndole descubrir todas las cosas; todo lo que aquí se dice ya no pertenece sólo al amado: montañas, valles, ínsulas, aires, somos él y yo, tú, nosotros, vinculados en encuentro de amor.
Veamos entonces la siguiente canción: " La noche sosegada/en par de los levantes de la aurora/la música callada/la soledad sonora/la cena que recrea y enamora".