"Nuestra tradición demuestra la más firme convicción de que el hábito y el Escapulario no tienen efecto salvífico a no ser que veamos su significado como el hábito de María que nos afilia a la Familia carmelitana, y vivamos en conformidad con su ejemplo. Las verdades centrales que han de ponderarse incluyen la protección de María, su intercesión a la hora de nuestra muerte y después de ésta. De nuestra parte se requiere una relación filial, o una que exprese que somos sus hermanos y hermanas y que estemos entregados a su servicio para la la gloria de su Hijo. El Escapulario es un signo que nos lleva hacia tales relaciones.
En el contexto moderno, María nos muestra cómo escuchar la Palabra de Dios en las Escrituras y en la vida misma, cómo estar abiertos a Dios y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas en un mundo donde la pobreza en sus muchas formas les arrebata su dignidad. María también nos muestra el sendero de la mujer hacia Dios y nos acompaña como mujer que es el icono de la ternura de Dios, una mujer que tuvo que afrontar muchas pruebas, a fin de cumplir la vocación que Dios le dio. Es el signo de libertad y de liberación para cuantos en su opresión claman a Dios. De nuestra parte, el Escapulario es una expresión de nuestra confianza en el cuidado de María. Muestra nuestra voluntad de ser testigos de nuestra adopción bautismal y de ser sus hijos e hijas, hermanos y hermanas, así como nuestro deseo de estar revestidos de sus virtudes, de su espíritu contemplativo y de su pureza de corazón. Así, revestidos por ella, nosotros, como ella, reflexionamos la Palabra y demostramos que somos discípulos de su Hijo en nuestra dedicación a las obras del Reino de Dios: verdad y vida, santidad y gracia, justicia, amor y paz".
Mar
Fragmentos del documento
CON MARÍA LA MADRE DE JESÚS
La Virgen en la vida del Carmelo
Carta Circular de los Superiores Generales P. JOSEPH CHALMERS, O.Carm. y P. CAMILO MACCISE, O.C.D.
con ocasión de los
750 años del Escapulario
16 de mayo de 2001