miércoles, 9 de julio de 2014

LIDERAZGO DE LA VIDA RELIGIOSA

"El liderazgo no supone, en absoluto, medidas de estrategia para un crecimiento mercantil, sino líneas de salud para una vida estable, serena y feliz. La armonía que debe proporcionar la vida religiosa en el seno del pueblo de Dios nace de su libertad frente a la tensión por querer ser el centro y poseer las reglas del juego. Su sitio, como don carismático, es el recuerdo de la libertad, tantas veces perdido en el seno de las relaciones humanas y eclesiales. Y esa aparente inestabilidad es su indiscutible liderazgo, no otro. Cuando se ha profesionalizado o se ha estabilizado en exceso, la vida religiosa ha perdido liderazgo evangélico porque, curiosamente, ha entrado en un campo que no es el suyo.
Nacieron las familias religiosas para inspirar caminos nuevos, ofrecer trayectorias impensadas, o responder ágilmente a necesidades que no tenían espera. Cuando esto se pierde, surge la institucionalización abigarrada que convierte las respuestas otrora evangélicas, en respuestas industriales fácilmente digeridas por una sociedad mundo-mercado que constantemente tiene que fabricar respuestas a las necesidades que ella misma crea y soluciona. El mayor desgaste de la vida religiosa viene, curiosamente, de haber perdido su liderazgo evangélico respecto a las pequeñas cosas de la vida, a las que alude el papa Francisco ("Evangelii Gaudium", 4). Porque ha nacido para eso, por eso y únicamente para testimoniar eso".

Luis A. Gonzalo Diez
"La vida religiosa en operación salida"
Vida Religiosa
(Monográfico 2/2014/Vol.116)

ORACIÓN DEL QUINTO CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA


"Dios, Padre nuestro,

te alabamos y te bendecimos,

porque nos concedes la gracia de celebrar

el V centenario del nacimiento

de Santa Teresa de Jesús.

Señor Jesucristo, "amigo verdadero",

ayúdanos a crecer en tu amistad,

para que, como Teresa, hija de la Iglesia,

demos testimonio de tu alegría ante el mundo,

atentos a las necesidades

de la Humanidad.

Espíritu Santo,

ayúdanos a avanzar,

"con limpia conciencia y humildad",

en el camino de la vida interior,

cimentados en la verdad,

con renovado desprendimiento,

y amor fraterno incondicional.

Como Teresa de Jesús,

maestra de espiritualidad,

enséñanos a orar de todo corazón:

"Vuestra soy, Señor, para Vos nací

¿qué mandáis hacer de mi? 
Amén.

martes, 8 de julio de 2014

EL ANHELO DE UNA VIDA SIMPLE...

Tengo esta frase hace días dando vueltas: el anhelo de una vida simple...; expresa un deseo interior que ha ido tomando forma con el paso del tiempo. El tema salió en las charlas de la semana pasada con los estudiantes, reflexionando en los orígenes de la vida religiosa en la Iglesia. Nuestras estructuras como congregación, y nuestras actitudes como consagrados, tienen poco que ver con la simplicidad. Sin llegar a caer en el pauperismo, creo que podríamos vivir con mucho menos, y sin muchas cosas; eso, sin hablar de los seguros que pagamos, de nuestros intentos de adaptación a normas y conceptos sociales, etc. Es decir, que de alternativa real frente a la sociedad actual tenemos poco, y se supone que es la razón de ser de la vida consagrada en la Iglesia, y del Evangelio mismo. El llamado a una vida más sencilla vale para todos, pero algunos estamos más obligados que otros, o al menos eso me parece. La persona que vive " en el mundo", bien entendida la frase, tiene que implicarse inevitablemente en la dinámica social, con sus obligaciones... Pero si lo que llamamos "vida consagrada" no es una alternativa posible a esa realidad, entonces, ¿qué sentido tendría? Mi primera reflexión al respecto llegó en relación con el empeño porque los religiosos adquieran títulos académicos; luego, con mi experiencia en los últimos dos años, viendo los esfuerzos por acomodarnos a diversos requerimientos sociales, buscando seguridades, participando inevitablemente en el mismo entramado del que supuestamente salimos al abrazar la vida consagrada. Quede claro que con esta reflexión no juzgo a nadie, no soy quien para hacerlo; hablo de lo que siento yo, de lo que a mí me cuestiona, de lo que siento se me pide. Una vida simple, sencilla. ¿Idealista? Sí, es posible, pero cuando no lo sea no tendrá sentido vivir. En el contexto de la Iglesia Cubana me sentía más cercano a ese ideal de sencillez, impuesto muchas veces por el contexto, pero abrazado conscientemente. El encuentro con una realidad eclesial diferente ha puesto sobre el tapete nuevas cuestiones, me ha hecho reflexionar otra vez sobre el tema. Un interrogante se abre ante mí: ¿Cómo quiero vivir?

viernes, 4 de julio de 2014

VIDA RELIGIOSA, según santa Teresa

Una cosa importa: llegar a ser de Cristo. Para Teresa, la vida religiosa es configuración con Cristo.

Textos teresianos fundamentales sobre este tema:

Vida (4, 5, 7, 36)
Modo de visitar los conventos.
Camino de perfección.
Constituciones.

Teresa no presenta una doctrina abstracta, sino práctica viva, experiencia propia. Es la misma Teresa la que aparece ante nosotros como realidad evangélica, en unas circunstancias de vida y santidad muy concretas de la historia de la Iglesia. Sabe que lo espiritual necesita concretarse en una forma determinada, y de ahí nace su primer comunidad en San José de Ávila, y luego las otras. Es el llamado “estilo” teresiano, recogido en sus escritos y el testimonio de sus compañeros de camino. El estilo ayuda a vivir el espíritu; si se desvirtúa el estilo, el espíritu se empobrece. Cuando se desfigura, se pierde identidad. Por eso Teresa insiste mucho en guardar la Regla y las Constituciones, porque contienen un espíritu y son exponentes del estilo de vida que ella propone.

No se trata del cumplimiento estricto de lo establecido, sino de descubrir un espíritu que se pretende vivir. Entender ese ESPÍRITU puede requerir tiempo, por eso es importante ir familiarizándonos con él desde los comienzos de nuestro camino vocacional. Las leyes no han de sacralizarse nunca; la riqueza carismática de nuestros fundadores no puede encerrarse en normas ni cumplimientos, ni es producto del pensamiento de unos u otros intérpretes. Por eso, no ha de hablarse de “vida religiosa” el simple hecho practicar algo establecido de antemano, porque no se trata de un mero cumplimiento.

Teresa nos invita compartir un PROYECTO DE VIDA. Ese proyecto toma como punto de partida en nuestro caso la Regla y las Constituciones, elaboradas para expresar ese ESTILO teresiano del que antes hablamos, y al que luego hemos de aportar nuestra impronta personal. El espíritu fundacional tiene que ser encarnado, configurado. Requiere expresarse con formas que distingan y se diferencien de otras formas de vida.

Teresa introdujo una forma nueva de hacer el camino de seguimiento de Cristo, con estilo propio, con manera nueva de hacer fraternidad.

Dos textos teresianos que ayudan a entender el propósito de Teresa:

Moradas 1, 2, 17. (Amor a Dios y al prójimo)

Camino 4, 1. (¿Qué tales habremos de ser?)



“VIVIR EN OBSEQUIO DE JESUCRISTO”

1. La vocación: La autenticidad de la vida religiosa la expresa Teresa en términos de “ser”, nunca de “estar”, o de “ser número”. Dice en carta a Ana de Jesús (451): “No está nuestra ganancia en ser muchos los monasterios, sino en ser santas las que estuviesen en ellos”. No es un “estado”, sino una vida, cuyo objetivo concreto es caminar hacia la fuente que es Cristo. 

2. El camino: Para Teresa, la vida religiosa es entrega, crecimiento en el servicio de Dios, hasta alcanzar la madurez de la vida cristiana: “No venimos aquí a otra cosa… así que a pelear como fuertes hasta morir en la demanda” (Cartas 16, 12; 18, 3; 20, 2). Teresa inicia su vida religiosa con alegría y entusiasmo, decidida, dispuesta a todo. Vocación para ir al seminario, o para estar en tal o cual convento no tiene nadie, sino para “seguir a Cristo”, para no regirse por otra norma que la del amor. Dios nunca llama a estar. La vocación es un proceso de vida….

3. Ser o no ser: … Y por eso tiene su historia propia, sus altas y bajas, sus crecientes y sus declives, hasta que la persona se determina a entregarse de verdad. Teresa conoció lo que era vivir altibajos en su camino como religiosa. Supo lo que era prometer y luego no cumplir, y sufrió la tentación de “andar como los muchos”. Se resiste a la llamada de Dios, que la quiere para cosas más grandes (Vida 8, 12).

4. Revisión de vida: En esa lucha cotidiana por responder a la llamada de Dios, Teresa tiene momentos de revisión de vida, de comparar lo que profesó con la vida que lleva. Teresa es crítica con ella misma y con algunos ambientes en los que ha de vivir su vida vocacional. Teresa, en Vida 7, 5, usa palabras duras sobre la vida religiosa de su tiempo. Teresa sufre en su propia carne todo esto, y sabe que ello repercute en la Iglesia. “La misión de la vida religiosa es hacer presente a Cristo mediante el testimonio personal” (Vita consecrata 72).

5. Estar a la escucha: Lo que salvó a Teresa fue estar a la escucha. Actitud fundamental de la vida espiritual. La vida religiosa es respuesta a una llamada a la santidad, al servicio del Señor, al amor, desde la práctica de los consejos evangélicos, desde la oración, desde la vivencia de la conversión plena, desde la renuncia de uno mismo para vivir totalmente en el Señor, para que Dios sea todo en todos. Esto es lo que llama Teresa: “Una determinada determinación”. Pide coherencia de vida; ella misma no quiere ser monja sólo de nombre, sino de verdad. La vida religiosa sin dinamismo interior, sin fuerza renovadora, sin respuesta a la llamada, es vivir a nuestro antojo, a base de comodidades, de búsquedas personales, de caprichos. Y eso no es vida. Teresa entro para caminar, y no para vivir parara, en permanente indecisión, esquivando riesgos y dificultades. Por eso llega el momento, ¡luego de 20 años de vida religiosa!, en que Teresa tiene que decidirse, y Dios pudo en Teresa.

6. Conexión con Dios en la oración: En las diversas disyuntivas de la vida lo que salva es mantener la conexión con Dios, estando siempre a la escucha de su Palabra. LO que salva a Teresa es el hecho de que, en la derrota o en la lucha, aprendió a no dejar de escuchar. No se insensibilizó a la llamada. Y por ahí la fue Dios llevando hasta lo que Él tenía preparado para ella. Repasar el capítulo 9 de VIDA, momento de su “conversión”.

7. Centralidad de Cristo: El proyecto, el estilo, el camino de Teresa, es esencialmente cristocéntrico. La vida religiosa para Teresa es “estar en Cristo y con Cristo”. Cristo es el punto de partida, de arranque, de toda vida religiosa: convertirse a Cristo. Hasta que Cristo no entra de verdad en la vida del vocacionado a la vida religiosa, se está a la deriva. Cristo es el centro. (Varios textos de Teresa: Vida 26, 6; Vida 22, 6-7, 12, 14).

8. Programa de Teresa: Toda llamada espera siempre una respuesta. Cuando Teresa se rinde a Dios y centra su vida en hacer el camino de Cristo, cae en la cuenta de que “ser monja” es hacer de la vida una respuesta de amor a Jesucristo. Ante todo, antes que hablar de cumplir lo establecido o abrazar los trabajos que se presenten, está el amor de un Dios que llama y el de Teresa (y el nuestro) que responde. Algunas consignas válidas de Teresa para todo vocacionado: enamorarse de Cristo, libertad interior, radicalidad en el seguimiento, alegría en la vida cotidiana, sencillez y sobriedad, pobreza; centrarse en las virtudes teologales, más que en una ascesis que tensiona. Poner toda la confianza en Cristo. Algo necesario a todo progreso vocacional es el vivir en estado de renovación permanente

9. Seguimiento: No es esta una palabra que aparezca en los escritos teresianos, pero si aparece el “seguir a Cristo”, que en la teología de la vida consagrada implica “hacer los caminos de Jesús”, adherirse totalmente, en fe y obediencia, a su persona; más que a una enseñanza moral y espiritual, compartir el destino de Jesús, dar la vida. Muchos textos teresianos manifiestan este propósito en Teresa, citamos algunos:

Por este camino que fue Cristo han de ir los que le quieren seguir” (V 11, 5)

“Da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir”
(C 20, 2)

Fundaciones 29, 32.

Y sobre todo fijar el texto de Camino: Todo CAMINO es el vademécum de la vida religiosa y manual de iniciación para cuantos se arriesgan a hacer el camino de Cristo.

Fijarnos en Camino 4, 4: amor (radicalidad), desasimiento (pobreza, personal y comunitaria), humildad (ser reales)

“Aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar”.

“No consintamos que sea esclava de nadie nuestra voluntad, sino del que la compró con su sangre”.

“Acostumbrarse a soledad es gran cosa para la oración, y pues este ha de ser el cimiento de esta casa, es menester traer estudio en aficionarnos a lo que a esto más nos ayuda”.

(Notas tomadas a partir del Diccionario de Santa Teresa)


CARTA DEL PRIOR GENERAL O.CARM. CON MOTIVO DE LA SOLEMNIDAD DE LA VIRGEN DEL CARMEN 2014

Queridos hermanos y hermanas de la Familia Carmelita:

Se acerca la fiesta de Nuestra Madre del Carmen y, un año más, quisiera haceros llegar mi más cordial felicitación. Esta fecha significa para todos nosotros un momento entrañable y festivo, en el que, con gozo, celebramos nuestra devoción por la Madre del Señor, bajo la advocación tan popular de la Virgen del Carmen. Un año más, quisiera poner bajo su intercesión nuestros proyectos e ilusiones, nuestras misiones y apostolados, nuestras alegrías y también nuestras preocupaciones. Que María, Nuestra Madre y Hermana, nos ilumine, nos guíe y nos acompañe para que seamos fieles a nuestra vocación y para que sepamos responder con generosidad a la llamada insistente que está haciendo el Papa Francisco a toda la Iglesia a ser verdaderos evangelizadores.

Como quizás recordaréis, el año pasado os sugería una posible interpretación de un imagen típica de la devoción a la Virgen del Carmen: la Virgen que desciende al Purgatorio y que salva, con su escapulario, a los que sufren. Os pedía entonces que, a imitación de María, también nosotros descendamos a los purgatorios de la existencia y de forma solidaria y compasiva ayudásemos a los que sufren a salir de esos purgatorios de todo tipo que no faltan en nuestro mundo.

En esta ocasión os pediría que todos los carmelitas (frailes, monjas, religiosas de vida activa, terciarios, cofrades, laicos de los diversos grupos que forman la “familia carmelita”), nos unamos para contemplar, compartir y acrecentar, la belleza que (a veces, muy escondida) existe a nuestro alrededor. Desde sus orígenes, el Carmelo está vinculado a la belleza. El Monte Carmelo es sinónimo de ello en el Primer Testamento y todavía nosotros hoy llamamos a María, Mater et Decor Carmeli (“Madre y hermosura del Carmelo”). Nuestra Orden se ha caracterizado a lo largo de los siglos por esa tendencia a lo poético, a lo artístico… a lo hermoso.

Por ello, os pediría que nuestras vidas constituyesen una alabanza a Dios por la hermosura que nos rodea, y también un compromiso generoso para que esa hermosura no se vea ensombrecida y afeada por el mal, por el pecado, por el sufrimiento de tantos inocentes que padecen las consecuencias del egoísmo y de todas sus ramificaciones (injusticia, violencia, desigualdad…).

Que nuestras vidas como carmelitas, cada cual desde su condición específica, se conviertan en un canto de alabanza al creador y que -como María- también nosotros sepamos proclamar con humildad las maravillas que el Señor ha hecho y hace en nuestras vidas (Lc 1, 46-55). Quizás unos de los mayores dramas que vive el mundo moderno es su incapacidad para generar belleza y para descubrir la belleza. En otras ocasiones, la belleza queda reducida a un mero gozo estético, egoísta e insolidario, y entonces deja de ser tal, no es auténtica y produce hartazgo y vacío. Y es que, como decían los antiguos escolásticos, lo bueno y lo bello, el bonum y el puchrum (si son tales) siempre coinciden.

Cuando queremos descubrir lo bello, María, mistagoga y maestra de espiritualidad, orienta nuestras miradas en otra dirección: hacia lo pequeño, hacia lo humilde, hacia lo que no cuenta… María nos invita a descubrir la hermosura en los entresijos de la vida, en lo heroico y noble que a veces no somos capaces de descubrir en la existencia cotidiana.

Que el día del Carmen, nuestras novenas y cultos, nuestras liturgias y celebraciones sean también un canto humilde y sereno a la belleza. No caigáis en lo rutinario, ni en unas celebraciones desganadas, tributo a un pasado tan glorioso como lejano. No caigamos tampoco en una mera belleza exterior, reducida a rúbricas y pompas, sino que ese día, nuestro corazón sea capaz de elevarse -a través de la serena belleza de la liturgia- sobre las miserias humanas y mirar a la “estrella del mar” para que Ella nos guíe a Jesucristo, Nuestro Señor…

¡Feliz fiesta del Carmen! Que María, Madre y Hermana Nuestra os acompañe siempre. Con afecto fraterno

Fernando Millán Romeral O.Carm.
Prior General

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...