martes, 25 de abril de 2023

TERESA DE LISIEUX: LA VERDADERA GRANDEZA Y LA VOCACIÓN DE ORAR POR LOS SACERDOTES

En el Carmelo Teresiano estamos repasando en comunidad  los escritos de nuestra hermana Teresa de Lisieux; leemos y comentamos, para actualizar su memoria y magisterio espiritual, pues ella es "doctora de la Iglesia", y supo traducir desde su experiencia personal, humana  y temporal, la validez eterna del Evangelio. La última lectura que hicimos en mi comunidad incluía el fragmento que comparto a continuación; Teresita sale al mundo y se confronta con la realidad, y de esa experiencia juvenil extrae intuiciones fundamentales para su camino espiritual...


"Tres días después del viaje a Bayeux, tenía que emprender otro mucho más largo: el viaje a la ciudad eterna... 

¡Qué viaje aquél...! Sólo en él aprendí más que en largos años de estudios, y me hizo ver la vanidad de todo lo pasajero y que todo es aflicción de espíritu bajo el sol... 

Sin embargo, vi cosas muy hermosas; contemplé todas las maravillas del arte y de la religión; y, sobre todo, pisé la misma tierra que los santos apóstoles y la tierra regada con la sangre de los mártires, y mi alma se ensanchó al contacto con las cosas santas... 

Me alegro mucho de haber estado en Roma; pero comprendo a quienes, en el mundo, pensaron que papá me había hecho hacer este largo viaje para hacerme cambiar de idea sobre la vida religiosa. Y la verdad es que hubo cosas en él capaces de hacer vacilar una vocación poco firme. 

Celina y yo, que nunca habíamos vivido entre gentes del gran mundo, nos encontramos metidas en medio de la nobleza, de la cual se componía casi exclusivamente la peregrinación. Pero todos aquellos títulos y aquellos «de», lejos de deslumbrarnos, no nos parecían más que humo...Vistos de lejos, me habían ofuscado un poco alguna vez, pero de cerca, vi que «no todo lo que brilla es oro» y comprendí estas palabras de la Imitación: «No vayas tras esa sombra que se llama el gran nombre, ni desees tener muchas e importantes relaciones, ni la amistad especial de ningún hombre». 

Comprendí que la verdadera grandeza está en el alma, y no en el nombre, pues como dice Isaías: «El Señor dará otro nombre a sus elegidos», y san Juan dice también: «Al vencedor le daré una piedra blanca, en la que hay escrito un nombre nuevo que sólo conoce quien lo recibe». Sólo en el cielo conoceremos, pues, nuestros títulos de nobleza. Entonces cada cual recibirá de Dios la alabanza que merece. Y el que en la tierra haya querido ser el más pobre y el más olvidado, por amor a Jesús, ¡ése será el primero y el más noble y el más rico...! 

La segunda experiencia que viví se refiere a los sacerdotes. Como nunca había vivido en su intimidad, no podía comprender el fin principal de la reforma del Carmelo. Orar por los pecadores me encantaba; ¡pero orar por las almas de los sacerdotes, que yo creía más puras que el cristal, me parecía muy extraño...! 

En Italia comprendí mi vocación. Y no era ir a buscar demasiado lejos un conocimiento tan importante... 

Durante un mes conviví con muchos sacerdotes santos, y pude ver que si su sublime dignidad los eleva por encima de los ángeles, no por eso dejan de ser hombres débiles y frágiles... Si los sacerdotes santos, a los que Jesús llama en el Evangelio «sal de la tierra», muestran en su conducta que tienen una enorme necesidad de que se rece por ellos, ¿qué habrá que decir de los que son tibios? ¿No ha dicho también Jesús: «Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?»

 ¡Qué hermosa es, Madre querida, la vocación que tiene como objeto conservar la sal destinada a las almas! Y ésta es la vocación del Carmelo, pues el único fin de nuestras oraciones y de nuestros sacrificios es ser apóstoles de apóstoles, rezando por ellos mientras ellos evangelizan a las almas con su palabra, y sobre todo con su ejemplo...".

(Teresa de Lisieux, Historia de un alma)

jueves, 23 de marzo de 2023

CAMINO DE CONFIANZA Y AMOR

 

"Hermano mío, eso es lo que pienso de la justicia de Dios; mi camino es todo de confianza y amor, no comprendo a las almas que tienen miedo de un amigo tan tierno. A veces, cuando leo ciertos tratados espirituales en los que se presenta la perfección a través de mil dificultades, rodeada de una multitud de ilusiones, mi pobrecito espíritu se fatiga muy pronto, ciero el sabio libro que me rompe la cabeza y me reseca el corazón, y tomo la Escritura santa. Entonces todo me parece luminoso, una sola palabra descubre a mi alma horizontes infinitos, la perfección me parece fácil y veo que basta reconocer la propia nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios".

Teresa de Lisieux, Carta # 226

 al P. Adolfo Roulland (9 de mayo de 1897).

miércoles, 15 de marzo de 2023

MARÍA Y JOSÉ EN "LAUDATO SI"

"María, la madre que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido. Así como lloró con el corazón traspasado la muerte de Jesús, ahora se compadece del sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano. Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. Es la Mujer "vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza" (Ap 12,1). Elevada al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. En su cuerpo glorificado, junto con Cristo resucitado, parte de la creación alcanzó toda la plenitud de su hermosura. Ella no sólo guarda en su corazón toda la vida de Jesús, que « conservaba » cuidadosamente (cf Lc 2,19.51), sino que también comprende ahora el sentido de todas las cosas. Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios
Junto con ella, en la familia santa de Nazaret, se destaca la figura de san José. Él cuidó y defendió a María y a Jesús con su trabajo y su presencia generosa, y los liberó de la violencia de los injustos llevándolos a Egipto. En el Evangelio aparece como un hombre justo, trabajador, fuerte. Pero de su figura emerge también una gran ternura, que no es propia de los débiles sino de los verdaderamente fuertes, atentos a la realidad para amar y servir humildemente. Por eso fue declarado custodio de la Iglesia universal. Él también puede enseñarnos a cuidar, puede motivarnos a trabajar con generosidad y ternura para proteger este mundo que Dios nos ha confiado".

Francisco, LAUDATO SI # 241-242

jueves, 9 de marzo de 2023

SEÑORA DEL SILENCIO (UNA ORACIÓN A MARÍA)

"Madre del silencio y de la Humildad
tú vives perdida y encontrada en el mar sin fondo del Misterio del Señor. 
Eres disponibilidad y receptividad. 
Eres fecundidad y plenitud. 
Eres atención y solicitud por los hermanos. 
Estás vestida de fortaleza. En ti resplandecen la madurez humana y la elegancia espiritual.
 Eres señora de ti misma antes de ser señora nuestra. 
No existe dispersión en ti. En un acto simple y total, tu alma, toda inmóvil, está paralizada e identificada con el Señor. 
Estás dentro de Dios, y Dios dentro de ti. 
El Misterio Total te envuelve y te penetra, te posee, ocupa e integra todo tu ser. 
Parece que todo quedó paralizado en ti, todo se identificó contigo: el tiempo, el espacio, la palabra, la música, el silencio, la mujer, Dios.
 Todo quedó asumido en ti, y divinizado. 
Jamás se vio estampa humana de tanta dulzura, ni se volverá a ver en la tierra mujer tan inefablemente evocadora. 
Sin embargo, tu silencio no es ausencia sino presencia. 
Estás abismada en el Señor y, al mismo tiempo, atenta a los hermanos, como en Cana. 
Nunca la comunicación es tan profunda como cuando no se dice nada, y nunca el silencio es tan elocuente como cuando nada se comunica. 
Haznos comprender que el silencio no es desinterés por los hermanos sino fuente de energía e irradiación; no es repliegue sino despliegue; y que, para derramar riquezas, es necesario acumularlas. 
El mundo se ahoga en el mar de la dispersión, y no es posible amar a los hermanos con un corazón disperso. 
Haznos comprender que el apostolado, sin silencio, es alienación; y que el silencio, sin apostolado, es comodidad. 
Envuélvenos en el manto de tu silencio, y comunícanos la fortaleza de tu Fe, la altura de tu Esperanza y la profundidad de tu Amor. Quédate con los que quedan, y vente con los que nos vamos. 
¡Oh Madre admirable del Silencio!". 

Ignacio Larrañaga, El silencio de María

miércoles, 15 de febrero de 2023

QUINTAS MORADAS: CAPÍTULOS 3 y 4

 
He publicado en este blog los resúmenes de los tres libros más importantes de Santa Teresa, de modo que puedan servir como guía para la lectura personal de esos textos. Esta semana, al tener que acudir a ellos para compartirlos con un grupo de novicios, caí en la cuenta de que me había saltado dos capítulos de las Quintas Moradas. Aquí está lo que faltaba de el resumen de MORADAS.

CAPÍTULO 3, “Ir adelante en el servicio de nuestro Señor y en el conocimiento propio”. El amor fraterno, dimensión apostólica de esta “unión con Dios por amor”.

Retoma Teresa la alegoría del gusano de seda, ya convertido en mariposa, llamándole “palomica”; ahora a esa mariposa recién salida del capullo le toca ir volando de flor en flor y echar simiente para que nazcan otras (1). Ahora le toca ser fecunda y benéfica. Aquí el cristiano, morador del castillo, comienza a “ser para los otros”. Ya no le basta recibir e incorporar a su haber los dones de Dios: los tiene que irradiar.

Teresa comparte su propia experiencia, en su caso agridulce, para hablar de una etapa de crecimiento que introduce en la madurez del creyente adulto, resaltando la importancia del vínculo con los otros (“amor al prójimo”). A la vez, nos alerta para que no dejemos de estar alertas, porque la vida sigue siendo combate y riesgo. La vigilancia es una dimensión ineludible de la vida cristiana.

Tipos bíblicos: Judas y Saúl.

Esta “unión” que experimenta el místico, Teresa en este caso, puede parecer inaccesible al cristiano común y corriente, o al creyente no dotado de gracias místicas especiales. Pero no es así, y Teresa quiere decir a ellos también que cualquier cristiano fiel a su vocación está llamado a vivir esta simbiosis entre lo humano y lo divino, la unión del ser humano con Dios. Lo explica en unas sencillas afirmaciones:

1. El cristiano llega a “la unión” cuando desde lo hondo de su voluntad “se conforma con la voluntad de Dios”, es decir, entra en empatía real con Su voluntad salvífica. Cuando pueda decir, no sólo con los labios sino con la vida y los hechos, “hágase tu voluntad”.

2. Esta conformidad con la voluntad de Dios es un acto de amor. Amor a Dios y a los hermanos, sensible y operativo. Esto no supone la impasibilidad; al cristiano le siguen doliendo los acontecimientos adversos de la vida, los golpes y fracasos; pero, a través de ellos, puede lograr la aceptación y sumisión del corazón, para acoger la incomprensible voluntad de Dios. Corazón macerado, pero entregado, anclado en la confianza y el amor, y regido por ellos.

3. El amor a Dios es la raíz, la fuente, pero el amor a los hermanos hace de parámetro (8): “la más cierta señal que hay si guardamos estas dos cosas, es guardando bien la del amor al prójimo”. Para Teresa, en Dios está fuente del amor humano (“Todos los demás amores dependen de este amor", Vida 40,4).

4. Y luego, hace un balance entre el modo de unión que augura a todo lector de MORADAS, con la otra unión otorgada a los místicos. Todo el valor de esta segunda depende de la primera. Y es muy sorprendente y reconfortante escucharlo de labios de una mística como Teresa: “Esta es la unión que toda mi vida he deseado; esta la que pido siempre a nuestro Señor, y la que está más clara y segura”. Es decir, amar a Dios en el amor a los hermanos, para hacer así su voluntad.

El gran espejismo que, a estas alturas, puede ocurrirle al lector o al orante, es pensar que tiene verdadero amor a Dios, sin mojarse las manos a fondo en el amor a los hermanos. Ocurre a veces con el llamado “hombre espiritual” o al entregado especialmente en la oración (#10).

Y en el #11, escribe una de las páginas más hermosas de su libro, para refrendar lo dicho: que el amor no es sentimiento ni emoción; que no hay amor sin obras. El amor verdadero es oblativo, sacrificado, realista, en comunión profunda con el Amigo y el Amado.



CAPÍTULO 4: EL SÍMBLO NUPCIAL Y LA VIDA MÍSTICA.

Preámbulo: El Castillo interior es un libro místico; a Teresa le interesan, sobre todo, las etapas finales de la vida espiritual, y testificar en ellas su experiencia de Dios. Esas etapas finales corresponden en el libro, a las moradas quintas, sextas y séptimas. Para entrar en esa región del amor y la experiencia de Dios, Teresa recurre a dos símbolos:

a. Al comienzo de las moradas quintas (c. 2), el símbolo del gusano de seda que se transforma en mariposa. Este es eminentemente cristológico, y le sirve para decir cómo en la vida cristiana hay un momento en que estalla y se plenifica la mística bautismal del renacimiento en Cristo.

b. Al concluir la exposición (c. 4), el símbolo de los símbolos, el del Cantar de los Cantares: el del amor nupcial. Este, en cambio, es cristológico, teologal y trinitario. En este símbolo, apenas esbozado en estas quintas moradas, pero desarrollado en las otras dos, va a preconizar el primado del amor, resaltando uno de los matices diferenciales de la mística cristiana, como hecho eminentemente personal (relacional): simbiosis profunda entre la persona divina y la persona humana.

Al comenzar el capítulo algo deja traslucir Teresa de la difícil situación por la que pasa ella, algunos de los suyos (Gracian y Juan de la Cruz) y la misma reforma, pero mínimamente. Ella escribe desde la borrasca, instalada en su oasis del “nada te turbe, nada te espante, todo se pasa…”. Precede un momentáneo saludo de despedida a la “mariposica” del presente símbolo, para enseguida abrirse paso al nuevo símbolo nupcial.

“Ya tendréis oído muchas veces que se desposa Dios con las almas espiritualmente. ¡Bendita sea su misericordia que tanto se quiere humillar! Y aunque sea grosera comparación, yo no hallo otra que más pueda dar a entender lo que pretendo que el sacramento del matrimonio. Porque, aunque de diferente manera, porque en esto que tratamos jamás hay cosa que no sea espiritual (esto corpóreo va muy lejos, y los contentos espirituales que da el Señor, y los gustos, al que deben tener los que se desposan, van mil leguas lo uno de lo otro), porque todo es amor con amor, y sus operaciones son limpísimas y tan delicadísimas y suaves, que no hay cómo se decir, mas sabe el Señor darlas muy bien a sentir” (#3).

El símbolo en cuestión tiene evidentes resonancias bíblicas, y no hay que obviar la cercanía de San Juan de la Cruz, con el que ha compartido poemas gemelos sobre el tema, pero ella le da un toque de originalidad, buscando en la misma vida litúrgica de la Iglesia y el ritual profano referido al matrimonio, articulando el símbolo en tres tiempos: “vistas” (Moradas quintas), “desposorio (Moradas sextas)” y “matrimonio espiritual” (Moradas séptimas).

1. “Las vistas” (el noviazgo, diríamos hoy) corresponden a un proceso de fe y conocimiento.

2. “Desposorio”, es el paso del conocimiento al amor, y aparece por primera vez en el libro la palabra “enamorada” (4).

Teresa habla de amor esponsal, y usa materiales de calibre humano para referirse a la experiencia mística, con carga sensual y erótica, pero esto forma parte de la tradición mística cristiana, fundada en el texto bíblico ya mencionado antes (Cantares). Dios es amor, y es normal que asuma el parámetro y la parábola del amor humano para revelar comprensiblemente su amor divino.

Nos toma de sorpresa luego que la parte final del capítulo (5-10) vuelva sobre el tema de la vigilancia, partiendo de su propia experiencia y de experiencias ajenas. “Yo os digo que he conocido personas muy encumbradas, y llegar a este estado, y con la gran sutileza y ardid del demonio tornarlas a ganar (el demonio) para sí…” (6). Solemos asociar la vida y los estados místicos con la madurez y vigor espirituales, como si al místico cristiano lo acompañara un misterioso salvavidas o un seguro de gracia para el resto del camino. Pero no; dice Teresa que el riesgo está en todo el camino, y exige vigilancia permanente. Centinela de mística enamorada (que ayuda a distinguir la verdadera de la falsa mística, lo mismo que las virtudes y el amor de unas por otras).

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...